News: globalització neoliberal : immigració |
CIDH: operan en México 100 bandas de tráfico humano |
Enviat per: mtz / 22 mar 2004
Publisher: VICTOR BALLINAS
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México se ha convertido en uno de los principales centros de tráfico de personas hacia Estados Unidos, práctica cuyas ganancias ilÃcitas compiten con las del narcotráfico, sostiene la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en su informe 2003, que contiene un apartado sobre la situación de los trabajadores migratorios mexicanos.
El estudio sobre estos últimos fue realizado en 2002 directamente por Juan Méndez durante el periodo en que fue presidente de la CIDH y, al mismo tiempo, titular de la RelatorÃa para Trabajadores Migratorios.
En el documento se destaca que "en los 12 años -a la fecha 14- de existencia del Grupo Beta han surgido muchas denuncias de corrupción, abusos, robos y maltrato por miembros de ese grupo, situación que no fue desmentida en entrevistas con funcionarios del gobierno mexicano con esta relatorÃa".
Méndez subraya en el informe que, aunque resulta muy difÃcil cuantificar la verdadera dimensión de "la trata y el contrabando de migrantes", un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) indicaba que en 1997 ese negocio ilÃcito generaba por lo menos 5 mil millones de dólares en el mundo.
En el caso de México, "se estima que alrededor de tres cuartas partes de los migrantes mexicanos que intentan ingresar en el territorio estadunidense por primera vez y dos tercios de los que intentan entrar subsecuentemente recurren a los servicios de traficantes".
Esa práctica ha prosperado paralelamente con medidas para reforzar el control fronterizo. Mientras en 1993 un migrante mexicano pagaba de 20 a 30 dólares a un pollero para que lo ayudara a cruzar la frontera, hoy el precio oscila entre mil 500 y 2 mil dólares.
Más de 100 bandas
Méndez da cuenta de que en su visita a México, autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) le informaron de la existencia en el paÃs de más de 100 organizaciones dedicadas al tráfico de migrantes.
Durante su estancia en México -del 25 de julio al 1º de agosto de 2002-, la relatorÃa, presidida por Méndez, "observó la generación de un fenómeno muy preocupante. De forma creciente, zonas limÃtrofes, sobre todo ciudades caracterizadas por la presencia de un número importante de población flotante, tanto personas que llegan para cruzar la frontera como otras que son deportadas y no tienen recursos para regresar a sus comunidades de origen, o bien deciden permanecer ahà para intentar otro cruce, se han convertido en sitios extremadamente peligrosos".
La relatorÃa subraya que en esos sitios, tanto en la frontera norte como en la sur, "se observó una abierta colusión de las autoridades con elementos criminales, falta de capacidad o voluntad, que contribuye a incrementar la peligrosidad de esas zonas, ya que los delitos se cometen con absoluta impunidad".
Al mismo tiempo, la presencia de migrantes atrae a individuos o bandas dedicadas al tráfico de personas, que cometen graves abusos contra los primeros.
Méndez señala que los migrantes que se internan en el paÃs no sólo sufren el penoso viaje hasta la frontera con Estados Unidos, sino que durante su marcha también a menudo son vÃctimas, a lo largo de todo el territorio nacional, de delincuentes comunes y autoridades inescrupulosas.
En el caso de la frontera sur, resalta Méndez, en los 962 kilómetros que separan a México de Guatemala y Belice, los migrantes sufren abusos de delincuentes comunes o de autoridades inescrupulosas.
Esos problemas son comunes en Chiapas, Tabasco y Campeche, y menos frecuentes en la frontera con Quintana Roo.
La mayor cantidad de incidentes se concentran en el istmo de Tehuantepec, donde aprovechándose de la vulnerabilidad de los migrantes, grupos de delincuentes los atacan, roban, extorsionan y engañan. En algunas ocasiones son asesinados quienes se resisten a esos abusos.
Muchas de esas bandas están integradas por nacionales de México o Guatemala; sin embargo, numerosos reportes indican que los más peligrosos son los integrantes de las llamadas Maras salvatruchas, bandas de extrema peligrosidad, conformadas por salvadoreños, algunos militares o ex guerrilleros de El Salvador.
A todo lo anterior se aúna que las autoridades a ambos lados de la frontera extorsionan, roban y abusan de los migrantes.
En la frontera norte, la presencia de numerosos grupos dedicados al tráfico de drogas y de personas y la existencia de violencia estructural, caracterizada por altas tasas de criminalidad e impunidad, contribuyen a exacerbar la vulnerabilidad de los migrantes.
Como ejemplo de esa población flotante, Méndez apunta que, de acuerdo con datos del INM, en 2002 ocurrieron 570 mil 453 deportaciones de mexicanos desde Estados Unidos, muchos de los cuales permanecen en la frontera para juntar dinero e intentar cruzar de nuevo.
Méndez subraya que México es uno de los paÃses emisores y de tránsito de migrantes más importantes del mundo, por lo cual "no es sorprendente que la industria de la trata de personas se encuentre muy desarrollada en el paÃs. Ambas fronteras en el paÃs son epicentros de esta actividad ilÃcita".
Para dar una idea de la magnitud del problema, el INM reportó a la CIDH que en 2002 fueron detenidos en el paÃs 133 mil 485 extranjeros indocumentados, de los que casi 50 por ciento eran guatemaltecos, 30 por ciento hondureños, 15 por ciento salvadoreños y 1.6 ecuatorianos.
Sin embargo, en las estaciones migratorias de México, en la de Iztapalapa, Distrito Federal, y en la de Tapachula, al momento del estudio -2002- habÃa migrantes de Pakistán, Sri Lanka, Japón, Bosnia, Bangladesh, China y Corea del Sur, entre otros. |
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Ahora toca ser crÃtico con el PSOE |
Enviat per: Miki Jornet / 21 mar 2004
Publisher: Miki Jornet
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He aquà un mini-listado de algunas de las promesas que deberÃa cumplir el PSOE en su nueva etapa de gobierno. |
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Monederos Falsos |
Enviat per: Andrés Boiero / 20 mar 2004
Publisher: Escritor Argentino
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Monederos falsos
Tengo un puñado de exilio sobre la mesa y no sé qué hacer. ¿Usted sabrá?. O simplemente su delicada piel morena, robusta estatura capitán, años cautivos en moteles, no le permiten contestar. El exilio no es una condición es una enfermedad. Un enfermo es un ser que tose colores, encuentra ojos en las calles, habla con las estatuas, escribe sus orgasmos, colecciona botellas arco iris, llora, gime, cree, bebe néctares de pechos separados, come, se reproduce e infecta. Cómo se lo puedo explicar a usted, hombre de los mil fusiles y de las mil y una noches, macho de pelos cardos y soberbia voz, cómo puedo confesarle que el exilio es la nueva epidemia de éste siglo, es una poética del hambre. Nuestra América, lejos de ser “suâ€? América, está podrida, trunca, hendida en el lodo de un progreso falso, pero usted en los tiempos de los héroes y los titanes, en la época de las lecturas rojas y las plazas de papel, era una sombra sin cuerpo, un batracio sin charco, un seudo militar. Por eso emigró a un paÃs plástico y fatal. Y allá recibió las medallas lavadas por dinero, las caricias de seda oriental, allá sólo allá fue y será un mimo de la vergüenza. Un capitán de navÃos averiados, un astillero de miradas esquivas. Pero el exilio con el que usted juega y se burla es -lo repito- una enfermedad. Y como todo estado alterado del equilibrio humano, como todo artificio de la memoria universal, las consecuencias caen sobre los nuevos ejes de la transformación social: las palabras son flechas, la velocidad es la innovación, la tristeza es introspectiva; los hombres melancólicos dedican las horas y los dÃas al exterminio de la soledad: espejo del exiliado. Lugar sin lugar. Ecuación sin incógnita. LÃmite sin horizonte.
Usted en su desesperada búsqueda de la “razón�, encontró al mayor de los asesinos de la humanidad: dios.
Un dios adoptado a su imagen y semejanza, padre e hijo y algunas veces espÃritu es el mismo que ruega por las cuentas bancarias del imperio, invade las tierras de Isaac; es el mismo que los siglos y las generaciones usaron para acribillar el erotismo, el cuerpo profanado, el vicio del verso, el sudor angelical. Para usted capitán decapitado es un “socioâ€?. Un acróbata perfecto y silencioso. Un simulador de piedad. Por eso se incomoda tanto o se sonroja cuando alguien cuestiona sus altares. Su familia emplumada en los deberes cotidianos, su mujer hembra insatisfecha y cobarde , su descendencia perfumada con avaros consuelos, se estrella ante la mirada del verdadero exiliado, aquél que trae de la “suâ€? tierra un nombre y apellido, un barrio, una historia y sobre todo -capitán decapitado- un código de honor. Su “mundoâ€? se rompe ante el veneno del exilio. AquÃ, capitán decapitado, le ruega a su “socioâ€? divino la muerte o la desaparición de las plagas en un Egipto de mármol. Aquà es donde el dogma lo abandona y sus gritos de gladiador desaparecen y quizá alguien de su “sangreâ€? le diga: Adiós.
Pero el exiliado es un ser intrÃnsicamente quebrado, cuerpo y alma sobreviven juntos, son inseparables porque toda separación es muerte. Y la muerte no es -en el exilio- la aniquilación del cuerpo es el olvido. Olvidar diferencia: Negros. Indios. JudÃos. Blancos.
Usted, capitán decapitado, falso navegante de alta mar desconoce los sÃntomas del exilio porque nunca fue un sÃntoma. Después habla con soltura de las hembras y los tajos, de las piernas anguilas escondidas en el barro de los instintos, de las copas y los bares de sus muelles soñadores. ¡Europa! ¡Europa! gritan las tripas vacÃas, las putas consoladas con golpes de chequeras y firmas escolásticas.
En Buenos Aires los restos fósiles del exilio siguen resplandeciendo en los campos de la memoria. Pero Buenos Aires está lejos de éstas anomalÃas, tiene hambre y sensatez, es voraz e impenetrable. Los capitanes decapitados son crónicas salvajes, arquetipos estériles o simplemente buitres en el cielo de obeliscos y licores.
Usted cerrará la puerta de los años y se enfrentará con las bestias de la desolación, en su jungla, en su caverna refrigerada, en sus espadas combatientes, alguien lo estará esperando. Cauto. Humeante. Instintivo.
Y las palabras se enfrentarán con las batallas, los lupanares con las anacondas, las camas con el cansancio.
El verdadero exiliado exalta los momentos felices, sus misas son las fiestas, cáliz perpetuo e inmutable, el verdadero exiliado tiene una biblioteca explosiva, cruje de noche, ama de dÃa, la botella es el arma, las piernas el consuelo.
Usted nunca lo sabrá. Jamás será el MesÃas para los hombres “enfermosâ€?, sus profecÃas son para las ciénagas.
Sus monedas viven en falsos monederos, como su aliento, su ignorancia sabia, sus barcos sin proas.
Tengo un puñado de exilio sobre la mesa y no sé qué hacer. ¿Usted sabrá?.
Andrés BoieroÒ
Mujer botella
una noche como esta alguien
ha perdido un color o una vida
alguien duerme mientras lo demás muere
una cara se repite ante el incandescencia del olvido
una noche como esta
es irrepetible
como aquellas anatomÃas edificadas en los ojos
como tus labios tersos de dudas
como el vértigo del contagio
dios rige corduras de sujetos y calambres
hubo un instante anterior a dios
en el cual nació el primer hombre
II
si los espejos esconden las caras y las generaciones
el camino es la embriaguez y la locura
III
escribir una palabra es tan siniestro como omitirla
un simple texto articula una idea y aniquila más de cien
la cifra es inexacta como la gratitud de una limosna
ante el hartazgo de vivir sólo queda vivir
lo demás es muerte
o simplemente pasión
IV
mujer botella
botella hembra
hembra
de H
profunda
de M
Universal
mujer
boca volumen
cuerpo de grados
sangre y
alcohoooooooooool
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News: criminalització i repressió |
Por si habÃa alguna duda |
Enviat per: claudia / 20 mar 2004
Publisher: http://www.rebelion.org/spain/040320lne.htm
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Un experto acusa al Gobierno de obligar al CNI a mentir a servicios extranjeros
la nueva españa
Claude Moniquet, director del Centro de Inteligencia Estratégica y Seguridad, sostuvo ayer que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) supo la misma mañana de los atentados de Madrid que, seguramente, se trataba de una acción del integrismo islámico, pero que desde el Gobierno se le ordenó seguir asegurando que habÃa sido obra de ETA.
«El CNI fue obligado a mentirles a sus colegas de los otros servicios (extranjeros), a gente con la que trabajan y colaboran muy estrechamente», denuncia el experto, para quien el atentado era «demasiado complicado para ETA». «Ni el modus operandi, ni la matanza indiscriminada de civiles, ni el lugar hacen pensar que se trate de esta organización. Nosotros pensamos que ha sido un grupo integrista islámico», dijo.
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Announcement: criminalització i repressió |
campanya pel processament d'Aznar |
Enviat per: CLAUDIA / 19 mar 2004
Publisher: IU
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http://www.aznaraltpi.net/index.htm
PASSEU-LO!!!
Aquesta es una campanya internacional pel processament de JM Aznar!!! |
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News: guerra |
William R. Polk |
Enviat per: mtz / 19 mar 2004
Publisher: William R. Polk (La Vanguardia)
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una serie de artÃculos interesantÃsimos sobre los neocon en la administración norteamericana
(hay que registrarse, pero es gratuito) |
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: altres temes |
RAZON DE LA DERROTA |
Enviat per: fgg / 18 mar 2004
Publisher: OTRAS RAZONES
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RAZÓN DE LA DERROTA
LA RAZÓN. JUEVES 18 DE MARZO DE 2004
ANTONIO GARCÃ?A TREVIJANO
Los gobernantes raramente comprenden por qué los gobernados los eligen o abandonan. La polÃtica pertenece al mundo de los sentimientos irracionales. De no ser asà serÃa incomprensible que personas normales se comporten como huérfanos acudiendo a las urnas en busca de paternidades a las que afiliarse durante cuatro años. Pero de vez en cuando un sobresalto impone racionalidad emocional a las masas de electores. Los cambios de partido gobernante no se producen entonces por las virtudes del ganador ni por el fracaso en la gestión estatal del perdedor. Las crisis polÃticas de origen emocional las resuelve, como en los cambios de pareja, un deseo irrefrenable de sinceridad.
La conmoción de Atocha despertó en las masas un ansia de sinceridad, en la identificación de los criminales, como la sentida por los familiares de las vÃctimas de la masacre. El dolor eleva la capacidad de percepción de la verdad más allá de los lÃmites que bastan a la veracidad. Ésta es compatible con el autoengaño de la probabilidad, aunque no lo sea con la mentira. Cuanto más dolorido estaba el elector, mejor percibió que el Gobierno querÃa engañarse a sà mismo con la autorÃa de ETA porque eso era lo que le convenÃa, porque su pasión de rentabilizar el crimen era superior a la de justicia. Pero la verdad, que en circunstancias normales suele ser intrascendente, ahora ha sido decisiva.
El Gobierno de Aznar perdió las elecciones cuando su ministro Acebes, sin ocultar los datos que delataban el terrorismo islámico, siguió insistiendo en la probabilidad de ETA. El Gobierno, la televisión pública y la gran mayorÃa de los comentaristas incurrieron en un vicio más nefasto que el de mentir. Quisieron ser veraces en lugar de verdaderos, cuando la pista infalible de los versÃculos del Corán descartaba por completo a ETA. La pasión de engañarse nubló todas las percepciones del sentido común. Y si el conocimiento público de la verdad hubiera llegado a los españoles cuando se hizo evidente a la opinión mundial, el PSOE habrÃa obtenido con holgura la mayorÃa absoluta.
El PP obtiene dos millones de votos más de los que hubiera logrado sin retrasar el conocimiento público de la verdad. Y el PSOE llega por segunda vez al poder de la misma manera que en la primera. Entonces lo aupó la falta de sinceridad, ante el 23 F, del gobierno salido directamente de las filas franquistas, ahora la falta de verdad, ante el 11-M, de un gobierno nacionalista español obsesionado con el nacionalismo vasco. El PSOE no ha vencido por sus méritos, sino por el demérito de la herencia franquista.
El protagonismo de Aznar en la guerra de Iraq habrÃa dejado al PP sin mayorÃa absoluta, pero no ha sido la causa de la derrota electoral de Rajoy. Desde el final de la guerra civil el pueblo español está habituado a vivir con la mentira permanente de los gobernantes. Ignora que con la verdad se convive mejor y prefiere la hipocresÃa al cinismo. Pero en momentos de gran miedo, asco o sufrimiento, siente la necesidad de conocer la causa de su ansiedad. Quiso saber por qué Suárez dimitió para no ser un paréntesis entre dos dictaduras, y eligió a González para suprimir el peligro imaginario de un golpe militar. Quiso saber quién era responsable de los GAL y la corrupción, y eligió a Aznar para que lo denunciara a la justicia e instalara la decencia. Ahora quiere eliminar la causa del terrorismo islámico en España, y llama a Zapatero.
La irresponsabilidad del empeño de Aznar en ETA nos ha dejado inermes, junto con toda Europa, frente a la inmediatez de otro atentado del terrorismo islámico. Si se hubiera producido en estos tres dÃas de infamia acusadora, el odio europeo al Gobierno español sólo lo habrÃa superado la aversión hacia el terrorismo. Tan pequeño hombre es el que quiere la guerra para hacerse grande como el que intenta rentabilizar una gran tragedia terrorista para evitar que su pequeñez se ponga al descubierto.
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News: mitjans i manipulació : guerra |
Iraq, una guerra sin fin (y 3) |
Enviat per: mtz / 17 mar 2004
Publisher: Robert Fisk
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La “liberaciónâ€? de Iraq llegó, tal y como los familiares dolientes de las vÃctimas de la brutalidad de Saddam no dejaron de decirnos, un poco tarde. Unos veinte años tarde, para ser exactos.
Llegamos a un paÃs dominado por el caos y la anarquÃa. No se podÃan tolerar discrepancias entre los vencedores. Cuando señalé que los “liberadoresâ€? eran “una fuerza de ocupación nueva, extranjera y todopoderosa sin una cultura, lengua, raza o religión que los uniera con Iraqâ€? fui vituperado por uno de los comentaristas de la BBC. “Mirad cómo nos quiere la genteâ€?, gritaban los occidentales; tal y como hacÃa Saddam cuando se reunÃa con sus acólitos aduladores durante sus visitas a la gente de Bagdad. HabrÃa elecciones, constituciones, consejos de gobierno, dinero... Las promesas que se hicieron a esta sociedad tribal llamada Iraq no tenÃan fin.
Luego llegaron los grandes contratistas estadounidenses, los conglomerados de empresas, los miles de mercenarios británicos, estadounidenses, sudafricanos, chilenos –muchos habÃan sido soldados con Pinochet–, nepalÃes y filipinos. Y cuando empezó la inevitable guerra contra los ocupantes, nosotros –las potencias ocupantes y, ¡ay!, la mayorÃa de los periodistas– inventamos una nueva narración para huir del castigo por nuestra invasión.
Nuestros enemigos eran “intransigentesâ€?, “vestigiosâ€? baasistas, “adictos desesperadosâ€? del régimen. Luego las fuerzas de ocupación mataron a Uday y Qusay y sacaron a Saddam de su agujero y la resistencia se tornó más violenta. De modo que nuestros enemigos ahora eran “vestigiosâ€? y “combatientes extranjerosâ€? (de Al Qaeda), ya que los iraquÃes normales no podÃan formar parte de la resistencia. TenÃamos que creernos esto: si los iraquÃes se habÃan unido a las guerrillas, ¿cómo podrÃamos explicar que no quieren a sus “liberadoresâ€??
Al principio, se alentó a los periodistas para que explicaran que los insurgentes provenÃan sólo de algunas ciudades sunÃes, “anteriormente leales a Saddamâ€?. Luego la resistencia quedó confinada, en teorÃa, al “triángulo sunÃâ€? de Iraq, pero cuando los atentados se extendieron al norte y sur hasta Nasiriya, Karbala, Mosul y Kirkuk, se convirtió en un octágono. De nuevo, se habló a los periodistas de “combatientes extranjerosâ€?; fue un error no caer en la cuenta que 120.000 de los combatientes extranjeros que habÃa en Iraq vestÃan uniforme estadounidense. Aún asà la mendacidad del “éxitoâ€? de la ocupación parecÃa no tener lÃmites. Cierto, se reconstruyeron escuelas –y, para vergüenza de los iraquÃes involucrados, algunas fueron saqueadas una segunda vez–, volvieron a funcionar los hospitales y los estudiantes regresaron a la universidad. Pero se manipularon y exageraron las cifras de extracción de petróleo y se falsearon los atentados contra los americanos.
Al principio, la potencia ocupante sólo informaba de los ataques de guerrilla en que habÃa soldados heridos o muertos. Luego, cuando nadie podÃa esconder los sesenta ataques que se producÃan cada noche, se ordenó a las tropas que no realizaran informes formales sobre atentados en los que no hubiera bajas. Pero al cumplirse el primer aniversario de la guerra, todos los extranjeros son un objetivo.
Mientras, aparecieron los terroristas suicidas. La embajada turca, la embajada jordana, la ONU, las comisarÃas de policÃa de todo el paÃs –600 policÃas iraquÃes fueron asesinados en menos de cuatro meses– y luego los santuarios de Najaf y Karbala. Los estadounidenses y los británicos advirtieron de los peligros de la guerra civil –al igual que los periodistas, por supuesto-, aunque nunca se habÃa oÃdo a ningún iraquà que exigiera entrar en conflicto con sus compatriotas. ¿Quién querÃa en realidad esta “guerra civilâ€?? ¿Por qué la minorÃa sunà iba a permitir que Al Qaeda provocara esta situación cuando no podÃan derrotar a la potencia ocupante sin, como mÃnimo, el apoyo pasivo chiita?
Mientras escribÃa esta crónica sonó mi teléfono y una voz me preguntó si querÃa reunirme con un hombre en el vestÃbulo, un iraquà de edad media y profesor del Cardiff College, que habÃa regresado hacÃa poco a su patria para darse cuenta del estado de miedo y dolor en el que vivÃa actualmente su paÃs. Su madre, me relató, acababa de recaudar un millón de dinares iraquÃes para pagar el rescate de la hija y la nuera de una amiga, que habÃan sido secuestradas por hombres armados en Bagdad en enero. Las dos chicas acababan de llamar de Yemen, donde habÃan sido vendidas como esclavas. Otro de sus vecinos acababa de reencontrarse con su hijo, de 17 años, después de pagar 5.000 dólares a unos pistoleros.
Hace pocos dÃas, unos secuestradores raptaron a otro niño, esta vez en Mansur, y exigen 200.000 dólares por su vida. Un familiar cercano del hombre que ha venido a verme –y hay que recordar que esto sólo es la experiencia de un hombre entre 26 millones de iraquÃes– acababa de sobrevivir a un sangriento ataque mientras circulaba con su coche por las afueras de Karbala. Se dirigÃa al sur, ya que habÃa conseguido un contrato para dirigir un taller en la ciudad, cuando él y sus once compañeros que iban en un vehÃculo Akea fueron adelantados por unos hombres que dispararon con pistolas contra el coche. Un hombre murió –tenÃa treinta balazos en el cuerpo– y un familiar, empapado de la sangre de sus amigos, fue el único que salió ileso.
No resulta sorprendente que las autoridades de ocupación se nieguen a mantener estadÃsticas sobre el número de iraquÃes que han muerto desde la “liberaciónâ€? –o durante la invasión, en realidad– y prefieran hablar sobre la “entrega de la soberanÃaâ€? de un grupo de iraquÃes nombrado por los norteamericanos a otro, y de la Constitución, que sólo es temporal, y bien podrÃa irse al garete antes de que se celebren las elecciones de verdad –si es que llegan a celebrarse– el año que viene.
Si pudiéramos haber previsto todo esto –haber sido pacientes y esperar a que los inspectores de armas de la ONU hubiesen acabado su trabajo en lugar de ir a la guerra y pedir paciencia luego, cuando nuestros propios inspectores no pudieron encontrar esas, oh, tan terribles armas–, ¿habrÃamos ido a la guerra tan alegremente hace un año? Porque esa guerra aún no ha finalizado. No ha habido un “fin de las principales operaciones de combateâ€?, sólo una invasión y una ocupación que se fundieron a la perfección y se transformaron en una guerra larga y feroz por la liberación de los “liberadoresâ€?.
Del mismo modo que los británicos invadieron Iraq en 1917, proclamando su determinación de liberar a los iraquÃes de sus tiranos –el general Maude utilizó esas palabras exactas–, nosotros hemos repetido exactamente la misma historia. Los británicos que murieron en la posterior guerra de resistencia iraquà yacen ahora en el cementerio de la puerta norte, en los lÃmites de Bagdad, un sÃmbolo duradero de la locura de nuestra ocupación, aunque olvidado desde hace mucho tiempo. |
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