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Notícies :: guerra
Viene de NODO50 (texto interesante)
14 mar 2004
Jornada de reflexión

Empiezan a ser muchas las voces que señalan al Partido Popular como responsable inductor de
los atentados de Madrid del pasado 11 de Marzo. En casi ningún país de Europa, de América, del
mundo se mantiene ya la hipótesis de que ETA esté detrás del atentado. Tal es así, que el
gobierno, en boca de su lúcida ministra de exteriores, envió el mismo día del siniestro un
telegrama a los responsables de las embajadas españolas en todo el mundo, dándoles la
instrucción de que "aprovecharan las ocasiones" que se les presentaran para difundir la versión
del Gobierno: que "el Ministerio del Interior ha confirmado la autoría de ETA". Esto es lo que les
preocupa: salvar el culo, ganar las elecciones, aunque para ello haya que utilizar de forma
rastrera y miserable la muerte de dos centenares de personas.
La diferencia entre adjudicar el atentado a ETA o a un grupo fundamentalista islámico es de tal
magnitud que pasarla por alto es una profunda ignominia. Algunos desearían que hubiera sido
ETA: sin ir más lejos Gabriel Albiac, que en un debate en Telemadrid celebrado ayer viernes se
aventuró a afirmar que tan sólo había que revisar las hemerotecas para ver, con absoluta
claridad, que el atentado había sido llevado a cabo por esta organización, alentada por la
fascinación que los atentados del 11-S han despertado en todos los grupos terroristas del mundo.
Yo mismo, he de confesarlo, pensé en algún momento en esta hipótesis (como creo que le
ocurrió a muchas personas que estén leyendo este texto). La sinrazón de ETA podía llegar a un
extremo como este, por su propia dinámica interna (acción-reacción; cuantos más muertos haya
encima de la mesa mejor se puede negociar; cuanto peor, mejor...) y por la presión del aparato
político, policial y judicial, que lejos de buscar una solución dialogada está llevando a la
desesperación a multitud de jóvenes, abocándolos a la clandestinidad, a una huida hacia delante
que sólo conduce a una trampa mortal.
Sin embargo, la hipótesis de la autoría de un grupo fundamentalista islámico, desplaza el centro
de gravedad: el problema interno pasa a un segundo plano cediendo terreno a la política exterior
llevada a cabo por el gobierno del Partido Popular, principalmente desde el 11-S. El apoyo del
gobierno Aznar a la llamada “lucha antiterrorista� del gobierno Bush, traducido en el apoyo a la
invasión y ocupación de Iraq, al exterminio programado del gobierno Sharon contra el pueblo
palestino mediante una estrecha colaboración en materia militar y diplomática, o al gobierno de
Putin en los asesinatos del teatro de Moscú, donde murieron acribillados más de cien
chechenos, y que llevó a las autoridades españolas, incluido el rey, a felicitar al gobierno
moscovita por tal aberración.
Pero, ¿han castigado los asesinos del pasado jueves al gobierno Aznar?, ¿han procurado en
algún momento matar al presidente del gobierno, a algún ministro, al rey? No. Si estos
personajes hubieran sido el objetivo de los atentados no habrían muerto personas inocentes:
habrían muerto aquellos que con sus decisones políticas hacen posible el sufrimiento y el
asesinato de miles de personas en diferentes puntos del globo. No estoy con Kant al afirmar que
la vida es un fin en sí mismo, y aunque yo no sería capaz de decidir quién merece vivir y quién
morir, salvo en defensa propia (ellos sí lo hacen y viven con la conciencia bien tranquila)
considero que algunos seres “humanos� no merecen vivir. La vida es fin sólo en el momento en
que alguién o algo te la arrebata. Mientras tanto, es un medio, un quehacerse, y algunos sólo
saben hacerse unos asesinos durante toda su vida, como dioses que deciden la existencia de los
demás. Preferiría que los conflictos se pudieran resolver equiparando medios y fines, donde los
últimos fueran formas positivas de entender y solucionar aquello que nos enfrenta. Pero a veces,
la contundencia de una existencia robada solapa cualquier posibilidad de afrontar la vida
conforme a razón.
Pero nada de esto ha ocurrido. Los asesinos del 11-M han matado a 200 personas (acaba de
morir la víctima 200 en el Hospital Doce de Octubre) que podían ser más o menos responsables
de multitud de cosas (como en cierta medida todas lo somos, por hacer o dejar hacer), pero que
no ejecutaron las órdenes para que las bases militares se prestaran al linchamiento del pueblo
de Iraq, que no se reunieron en las Azores, que no felicitaron a Putin por ser un pulcro y
eficiente asesino. Se da, además, la paradoja de que, al parecer –y según informaciones
aparecidas en la prensa de todo el país-, los artefactos con Dinamita estaban elaborados con
material de Unión Española de Explosivos. El dueño de esta empresa era hace 7 u 8 años,
cuando fabricaba minas antipersonas, una empresa española que se llamaba Ercros, presidida
por el entonces Ministro de Exteriores Josep Piqué. Maldita desgracia. Las bombas y explosivos
de las empresas armamentísticas de este país valen lo mismo para matar inocentes en Iraq que
en Madrid.
El gobierno del PP y la institución monárquica son responsables de haber puesto al pueblo
español (y al catalán, y al vasco, y al gallego, y ....) en el punto de mira de almas despiadadas.
Como dice mi amigo Santi, el potencial de destrucción de la tecnología de guerra hace
inoperantes todas las leyes y todos los contratos; ese potencial técnico determina que baste un
solo hombre dispuesto a usarlas para que la vida sea ya inviable. Esta es la paradoja: el
desarrollo tecnológico ha puesto la suerte del mundo en las manos de un solo hombre dispuesto
a usarlo. Esta es la ley: hay siempre, no uno, sino miles dispuestos a usarlo.
Ahora toca detener a los asesinos. El mundo no puede tolerar que cualquiera pueda quedar
impune ante tal salvajada. Tenemos que encarcelar, también, a los responsables que han hecho
posible esta catástrofe. Las familias de los muertos deberían iniciar todos los trámites posibles
contra este gobierno criminal para que entiendan que, ni mucho menos ellos, pueden estar por
encima del bien y del mal. Si existe la justicia y no es sólo -como algunos desearían- el recurso
del más fuerte; si existe la ley y no es sólo el recurso de los débiles, debemos, si no queremos ser
unos asesinos, exigir ya, con la máxima premura, que mediante la legalidad se haga justicia.
Algunos dirán que se debe desalojar al PP del gobierno mediante las elecciones, pero esto sería
demasiado benigno. Debe ser la justicia quien ponga a los asesinos responsables en su sitio,
hayan sido los ejecutores materiales o los inductores.
Ciertamente, en este país, en el mundo entero, la política debe cambiar de una vez por todas.
Hace falta que la ética atraviese cada poro, cada decisión. Debemos plantearnos si vamos por
buen camino, si podemos dejar en manos irresponsables el destino de nuestra vida (y de nuestra
muerte). Votar no basta. Hay que regenerar la política desde su esencia más radical. Hoy ha sido
un atentado en los trenes de cercanías. Mañana puede ser en una central nuclear. No podemos
seguir dando gracias por seguir vivos cada día y cada noche. No podemos llevar el peso de
nuestra existencia como una losa en la que otros inscriben la leyenda final.
La sociedad entera debe reaccionar ante este atentado. La guerra nos ha sido declarada, a todas,
incluso a quienes votan al PP (en el tren los habría, seguro, como había estudiantes, emigrantes
de once nacionalidades, militares, trabajadoras...). Todo el mundo debe saber ya que nuestra
existencia de instalados pende de un fino hilo, de la fragilidad de una –una sola- decisión. La
paz no existe a menos que nos propongamos recuperarla. La guerra contra el terrorismo nos ha
sido declarada. Iraq, Palestina, Chechenia... nunca estuvieron tan cerca.
Europa, con su Constitución y su ejército, con sus políticos corruptos, con sus instituciones
inservibles y funcionales a los intereses de las grandes compañías multinacionales, prevé seguir
por la línea de los asesinatos, del genocidio, de la expoliación, de la política desentendida de la
ética, de la toma de decisiones al margen de las voluntades populares, del beneficio a costa de
todo. Es la rúbrica de muerte que perpetúa el 11 de marzo de 2004, el 11 de septiembre de 2001,
el 19 de marzo de 2003, el 6 y 9 de agosto de 1945... Hagamos algo por detener la barbarie.
Nunca la metáfora blochiana fue más acertada: somos los guardaagujas de los raíles del tren: de
nosotros y nosotras depende que el tren llegue a su destino o que reviente por los aires.

Tor, 13 marzo de 2003

Comentaris

Re: Viene de NODO50 (texto interesante)
14 mar 2004
Totalmente de acuerdo. Añadir lo que para mí es una trágica paradoja: puede que entre las víctimas de los atentados hubieran votantes del PP. Pero seguro que tambien había quienes se manifestaron enérgicamente contra la guerra el año pasado. ¿Esta es la recompensa que han recibido por buscar un mundo justo y solidario?

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