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Anàlisi :: amèrica llatina
Masa y Poder XXXIII: sabotaje y hegemonía burguesa en Argentina
09 set 2003
Perspectivas de los primeros cien días del gobierno de Kirchner y las elecciones en Buenos Aires. Un abrazo a los campañeros catalanes autónomos desde el Sur. Nuestra página Web: nuevproyhist.tripod.com.ar
Masa y Poder XXXIII:
¡NI!:
de nuevo sobre el ballotage y hegemonía burguesa


“El triunfo de Ibarra será nuestro primer gran pasito�
(Declaraciones radiales del Presidente Kirchner, septiembre, 2003)

"Me gustaría tener más poder para hacer las cosas más rápido"
(Presidente Kirchner, septiembre, 2003)

“La Argentina no puede encaminarse a una solución de su catástrofe económica porque no pudo aún resolver su crisis política,
madre verdadera de toda la calamidad�
(Editorial del diario La Nación, septiembre, 2003)

“Mi triunfo significa una reafirmación en esta provincia del proyecto que Kirchner lleva en la Nación. A partir de ahora, va a tener un fuerte aliado en su política.�
(J.Obeid, elegido gobernador de Santa Fe, septiembre, 2003)

“Hacer un programa de verdadera y propia agresión a la coyuntura�
(M. Tronti, 1905 en Italia, 1964)

Porque ni Ibarra ni Macri: hegemonía y capital modelo 2003: hoy la nueva alianza en el poder ha puesto de moda la palabra “hegemonía� así como “gobernabilidad�. La iniciativa de la lucha de clases está pasando a manos capitalistas. Hay que evitarlo, debemos impedirlo. La construcción de los bloques hegemónicos ha tomado varios modelos pero el más estable para el capital es sin dudas la hegemonía de partido del orden. Hoy Kirchner está encabezando el encorsetamiento político del movimiento autónomo a la vez que intentando recomponer el “Capital-Parlamentarismo�, todavía herido e inestable. El pedido de hacer las cosas más rápido la urgencia de estabilidad que está pidiendo el capital. Es probable, como lo demuestra Santa Fe, que cuando termine el fixture electoral programado por Duhalde el PJ aumente su peso parlamentario. Pero este PJ no es el que conocíamos: no se trata de un partido centralizado, robusto, disciplinado, violento hacia su izquierda, asentado en una columna vertebral sindical, sino una amalgama de tendencias, caciques territoriales sin control (La Pampa, La Rioja o Salta no le responden), stalkers (zonas aisladas ligadas al clientelismo más perverso), etc. ¿Será el partido de la ley de lemas? Lo cierto es que el PJ se parecerá al PRI mexicano en su etapa final: un partido en la superficie hegemónico, monológico, que alberga corrientes más o menos convergentes, cuyos resortes de gobernabilidad y liderazgo burgués dependen de complicados consensos internos y del modo en que se establezca la lucha entre los diferentes “bosses�. Esto es la crisis política de la que hablan los medios y analistas burgueses: que al proyecto continuista de Duhalde-Kirchner no le alcanza un partido fragmentado, un gigante sin cabeza, sino que es imprescindible un anclaje transversal en la sociedad para re-establecer la normalidad del dominio capital-parlamentario. De ahí la febril y ansiosa pasión del señor Lupin en todas y cada una de las elecciones que surjan de aquí a fin de año (Capital Federal, Santa Fe, Misiones, Mendoza, etc.). De ahí el paradójico ballet del kirchnerismo: se oscila entre un tercer movimiento transversal (donde entra Ibarra, Carrió o Binner) y la inevitable concertación con el verdadero polo oscilador: el PJ bonaerense. Es debido a esta tensión del bloque de poder hegemónico del capital (los auténticos beneficiarios del “putsch� burgués contra De la Rua) que la segunda vuelta de la ciudad de Buenos Aires ha tomado dimensiones desproporcionadas. La hegemonía burguesa necesita un PJ fuerte y unido pero también un sistema de oposición bipartidista legítimo. Nada de esto está a la vista. Es este contexto estratégico débil del capital, que tiene que ver con la tormenta constituyente del “¡Qué se vayan todos!�, el que hace que del resultado de cada elección distrital parezca depender el futuro del régimen de K. En el caso de la Capital Federal el resultado medirá la capacidad de la Nueva Clase de los políticos para llevar a cabo su proyecto de dominio transversal para hacerlo coaxial al PJ. Nuevamente, como en toda la historia, el capitalismo ha descubierto su línea de desarrollo y su camino en la re-estructuración del modo de producción gracias a su interpretación de las luchas sociales. Ha interpretado el �¡Que se vayan todos!�, ha interpretado el voto bronca, ha traducido los laboratorios de autogestión, las asambleas, intentando organizar un nuevo modo de hegemonía como una respuesta política a la cualidad de este rechazo.

Ballotage y “Capital-Parlamentarismo�: una respuesta del capital a la irrepresentabilidad de la multitud: como lo repetimos en el caso del eventual y frustrado ballotage Menem-Kirchner (Masa y Poder XXXI), este particular mecanismo de recuperación institucional surge en las burguesías latinoamericanas como último recurso ante la mal llamada “crisis de representación� (el punto de vista del capital sobre la irrepresentabilidad de la nueva figura posfordista). En las últimas décadas, acompañando la corrosión sin final del “Capital-Parlamentarismo� a nivel regional, la mayor parte de las burguesías han adoptado el “ballotage� o mecanismo de segunda vuelta. El objeto: asegurar legitimidad plebiscitaria y lealtad de masas y recomponer el sistema de partidos en contextos de situaciones de alta fragmentación o atomización prerrevolucionaria. El concepto balotaje tiene un origen francés (ballottage), proviene del verbo ballotter, que significa votar con ballotets, bolitas (balotas). Ballotage, significa elección con doble turno, o segunda vuelta. En sentido amplio, consiste en que para llegar a los cargos públicos, desde una Presidencia hasta el nivel municipal, es necesario obtener más de la mitad de los votos emitidos. Conceptualmente se refiere a un mecanismo electoral a través del cual se "obtiene una mayoría absoluta o una mayoría relativa calificada entre dos o más mayorías relativas resultantes de un primer acto electoral". La primera de las hipótesis descritas es la mayoría absoluta con segunda vuelta, y la segunda hipótesis es la denominada mayoría "románica", consistente en la exigencia que para ganar el cargo en cuestión en la segunda vuelta sólo "basta una mayoría relativa (o simple mayoría), con lo que se abre la posibilidad a más candidatos. En la práctica, la mayoría románica de hecho casi siempre se convierte en el •Capital-Parlamentarismo� una mayoría absoluta por la tendencia al retiro de los otros candidatos posibles. La segunda vuelta es una herramienta de la ingeniería electoral burguesa tardía "correctiva o preventiva" que busca lograr obtener metas u objetivos programáticos para el capital como: a) reparar vacíos, lagunas o defectos de los sistemas electorales del capital en la distribución de escaños (potenciales anomalías internas); b) lograr obtener metas normativo-institucionales de los sistemas políticos para su estabilización; c) para alcanzar objetivos político-electorales y constitucionales (como mayorías artificiales o antinaturales). El balotaje tiene su génesis en el siglo XIX, fecha de nacimiento de casi todos los sistemas electorales burgueses modernos, habiendo alcanzado mayor desarrollo a través de décadas de aplicación y depuración. En este sentido, apareció por primera vez en 1852 a raíz de la instauración del Segundo Imperio de Napoleón III en Francia. Se vuelve a aplicar nuevamente en la III República, y surge con gran fuerza en la V República a través de la Constitución de 1958 con una huella de De Gaulle. Se trata, pues, de una institución electoral paradigmática del derecho electoral y constitucional centralista francés. La decadencia y la resistencia pasiva de las masas al “Capital-Parlamentarismo�, la disolución de la ilusión de la autonomía de lo político, el crecimiento de las fuerzas extraparlamentarias y el inicio del posfordismo han empujado al capital hacia el diseño e imposición de umbrales rígidos de legitimidad (acompañado con la obligatoriedad del voto). Con el umbral rígido la burguesía se encuentra con un nuevo problema (como vimos en las elecciones del 27 de abril): ¿qué hacer frente a un escenario en el cual ninguno de los candidatos potables (Ibarra o Macri) del sistema alcanza el mínimo legitimador? La astuta respuesta institucional del capital ha sido la organización de la segunda o doble vuelta, restringiendo el número de partidos de acuerdo con la regla de la competencia (sólo pasan los dos o tres más votados). El mecanismo de ballotage es una solución in extremis, riesgosa, pensada para casos de alta fragmentación y donde existe (como pasa ahora con Macri) la posibilidad de la reversión del resultado original (se genera un ganador diferente al que hubiera ganado con la regla de la mayoría románica). En la práctica el sistema apunta a construir artificialmente y a contrapelo del instinto popular (“votar al mal menor�) un ganador con la mayoría de los votos válidos y recomponer la eventual crisis del sistema de partidos porteña (reflejada indirectamente en la fragmentación/dispersión del voto del bipartidismo: su causa). Se le impone a las clases populares una falsa dialéctica, donde los términos de la disyunción ya no dividen fracturas sociales reales, sino líneas rojas de la propia política burguesa, de su código binario. Metáfora parlamentaria de la oposición legal. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas para el capital de esta transformación institucional? ¿cómo podemos evaluar los resultados para la lucha de clases de este recurso constitucional de dominio? ¿de qué manera construir el contrapoder desde esta crisis de gobernabilidad del capital, aún abierta? El “quid� de la cuestión se deriva de las conclusiones antagonistas del movimiento: quebrar el espinazo del naciente intento de hegemonía de un sector de la burguesía visiblemente encabezado por Kirchner. Y aquí la única salida es “¡Ni!�: ni Ibarra, ni por supuesto Macri. Porque el kirchnerismo es el partido de la re-estructuración, de la estabilización y de la autovalorización obrera en síntesis capitalista.

Hegemonía burguesa y ¡NEC! (ni): “ni� es una conjunción copulativa para coordinar de manera aditiva frases que denotan negación. El “ni� forma frases que expresan el extremo a que puede llegarse en algo, en una elección. Viene de la palabra latina “nec�, una conjunción que tenía como significado “y no�, “ninguno�, “nadie�. Hoy hay que abstenerse activamente, es decir: no participando, buscando la salida sobre al participación negativa (blanco o impugnado). El “ni Ibarra, ni Macri� debe practicarse desde la ausencia, desde la ignorancia al llamado mediático, desde la suspensión sobre la dialéctica de la política. Demostrar al nuevo proyecto hegemónico del capital la resistencia a la integración de la multitud. Hacerle notar su debilidad, su falsa retórica, sus problemas de recomposición. ¿Sabotaje? Porqué no: introducir el vacío en el sistema, arena en el engranaje gótico, hacer evidente su inoperancia rutinaria. Cada caída de la ilusión reformista, cada caída de la mistificación política es una victoria del movimiento. El sabotaje es una herramienta ontológicamente proletaria. La burguesía argentina y la Nueva Clase de los políticos profesionales han buscado con la doble vuelta instaurada en 1994 solucionar problemas de gobernabilidad generados por la crisis del “Capital-Parlamentarismo�. Primero fortalecer directamente la legitimidad del candidato electo, no solamente porque supera el umbral mínimo electoral fijo sino también porque genera la ilusión que es el electorado mismo el que dirime la contienda en forma directa. En segundo lugar, el sistema de doble vuelta tendería a fortalecer la gobernabilidad posmoderna, la forma estado posfordista (o posmoderno), al garantizar en un contexto de explosión de lo social y salida de las masas del sistema de partidos un amplio respaldo popular virtual y promover la formación de coaliciones electorales desde abajo (como vemos con el votante medio de Zamora o el ARI votando a Ibarra) entre la primera y la segunda vuelta, que fácilmente podrían transformarse en coaliciones de gobierno estables e incluso rehabilitar la vitalidad de los partidos políticos. Tercero: se reinventa en el ritual la suposición de una sociedad civil, de una esfera pública independiente, soberana, que decide y elige, en la época de la subsunción del trabajo al capital, es decir: en la era en que se distingue por la desproporción entre la re-estructuración capitalista y la nueva composición de la clase obrera posfordista. Y en cuarto lugar se introduce el fantasma de la derecha: si en los ‘80 la falsa dialéctica política nos reducía a democracia o golpe militar, hoy es el espectro del menemismo: Macri sería Menem, etc., los medios aterrorizan a los sectores de la vieja clase media, inventando desde el estado posmoderno una falsa dicotomía que achata y acuña la sobredeterminación de la política sobre lo social. Y es que el estado posmoderno re-inventa la sociedad civil, recrea falsas oposiciones, reifica espantajos políticos, reduce el magma social a votos y candidatos. Para la burguesía el sistema de la doble vuelta no solamente era necesario (en el contexto argentino) sino fundamental para recomponer el nuevo ciclo del capital. La eventual derrota de Ibarra, o un triunfo sin legitimidad de masas (sin el umbral jurídico normal), un impacto constituyente de la abstención, bloquearía sin remedio la construcción hegemónica del capital. El movimiento autónomo tienen una sola tarea pendiente: construir colectivamente un verdadero programa de verdadera y propia agresión a la coyuntura del desarrollo del capital.

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