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Notícies :: antifeixisme : guerra
Rise of Azov [Texto sobre la extrema derecha ucraniana traducido]
03 mar 2016
https://www.opendemocracy.net/od-russia/denys-gorbach-oles-petik/rise-of

EL ASCENSO DE AZOV

La guerra en el Este, así como la crisis política y económica en Kyiv; todos ello forma el caldo de cultivo ideal para que la extrema derecha ucraniana capitalice su éxito en el frente.

Por extraño que parezca, la extrema derecha ucraniana y la maquinaria propagandística rusa comparten una fantasía común: un golpe de Estado de extrema derecha en Kyiv. Así como la derecha ucraniana ha ido haciendo avances en la política doméstica ucraniana, el escenario de un golpe en la capital sería precisamente la escalada que Rusia necesita para ganar la guerra en el Este.

En el caso de ver un cambio de régimen en Ucrania, el batallón voluntario Azov es un candidato plausible para tomar el control de esta nueva “junta”. Formado por grupos de extrema derecha cuando estallo la crisis separatista en 2014, Azov fue creado inicialmente como un batallón especial de policía, y rápidamente se labró una reputación defendiendo la ciudad de Mariupol en el sudeste de Ucrania. Ahora, se trata de un regimiento dentro de la Guardia Nacional Ucraniana.

Pero parece que Azov no se encuentra satisfecho sólo con sus glorias militares. Un conjunto de agresiones en el último mes ha llamado la atención de los activistas de izquierdas y de la opinión pública en general. Las actividades más recientes de Azov no reflejan tan solo la movilización de la extrema derecha, sino qué está sucediendo entre bambalinas en la política ucraniana. El grupo, cabe decirlo, debe parte de su ascenso al patronazgo de Arsen Avakov, ministro de Interior ucraniano.

Los enfrentamientos a resultas de una manifestación antifascista en Kyiv el mes pasado son el más reciente, y chocante, incidente de esta historia. Con la ayuda de neonazis rusos combatiendo en el Donbass, miembros del batallón Azov interrumpieron el acto de conmemoración de Stanislav Markelov y Anastasiya Baburova, dos antifascistas tiroteados y asesinados en el centro de Moscú en 2009.

DESDE JARKIV CON AMOR (PARA LA RAZA BLANCA)

Las organizaciones paramilitares con estatus legal deben considerarse como un elemento sui generis del conflicto entre Rusia y Ucrania. Estas estructuras, generalmente denominadas “batallones voluntarios” (que no deben confundirse con otras organizaciones ucranianas también autodenominadas “voluntarias”, grupos políticos y caritativos autoorganizados), no tienen reclutas entre sus filas.

La mayoría de estos batallones se formaron sobre la base de organizaciones pre-existentes con previa presencia en los medios y seguidores en las redes. Este capital publicitario inicial ha permitido hasta cierto punto a los batallones actuar como sujetos políticos independientes. Ciertos batallones, incluido Azov, han sido capaces de capitalizar su participación en la guerra en el Este, recibiendo cobertura mediática (y popularidad) como si se tratara de las fuerzas regulares ucranianas.

El batallón Azov, por ejemplo, fue creado en mayo de 2014 (un mes después del inicio de la “Operación Anti-Terrorista en el este del país). Su núcleo fundados fueron dos grupos neonazis: Patriotas de Ucrania y la Asamblea Social-Nacional.

En ese momento, ambos grupos formaban parte de Sector Derecho, el grupo de activistas ultraderechistas nacido del Maidán y que luego, a su vez, se convirtió también en una organización paramilitar. Ambos grupos [Patriotas y la Asamblea] están liderados por Andriy Biletsky, conocido como “jefe blanco” entre los círculos de la extrema derecha.
Los últimos 18 meses han visto como Azov se labraba una reputación de patriotas disciplinados (y decididos) entre la población ucraniana, cada día más harta de la guerra e insatisfecha con la precaria situación económica del país.

De hecho, la crisis económica, la política internacional y principalmente la guerra en el Este han permitido al gobierno llevar a cabo las reformas necesarias para demoler los restos del Estado del bienestar. En este contexto, la extrema derecha dispone de un nicho en el que crecer políticamente, especialmente respecto a “cuestiones sociales”, tales como el incremento de los impuestos, las pensiones, los servicios y el desempleo.

A pesar de esto Azov no ha entrado jamás en conflicto abierto contra el gobierno ucraniano y sus políticas de austeridad. Aunque la base del batallón se considera Mariupol, localizada en el mar de Azov (de aquí el nombre del grupo), su núcleo proviene de la ciudad de Jarkiv, en el Este de Ucrania. Azov goza de una estrecha relación con Arsen Avakov, el actual ministro de Interior y antiguo gobernador de la región de Jarkiv a mediados de los 2000, cosa que garantiza su lealtad a las autoridades.
De hecho, 2005-2010 fue un tiempo provechoso para Patriotas de Ucrania, el grupo neonazi de Jarkiv que fue el germen de Azov. Con Avakov de gobernador, este grupo neonazi colaboró con las autoridades y la policía de Jarkiv. Sus actividades incluían el seguimiento de “inmigrantes ilegales” en los hostels para estudiantes de la ciudad, así como el asalto de quioscos y tiendas cuyos propietaros no eran, por casualidad, afines a los intereses materiales de las autoridades).

En febrero de 2014, Avakov se convirtió en ministro del Interior, y empezó a promocionar a Patriotas de Ucrania, Azov y al mismo Biletsky. Biletsky, tras ser reconocido como “preso político” y excarcelado, recibió un rango en el nuevo ministerio de Avakov. Mientras tanto, un aliado de Biletsky, Vadim Troyan, pasó a dirigir las rama del ministerio del Interior en Kyiv.

No sorprende, por lo tanto, que Azov sea la única organización nacionalista ucraniana que no sufre la presión de la policía y los servicios de seguridad. Junto con una férrea disciplina y un escaso historial de saqueos y otros escándalos relacionados con crímenes de guerra, su estatus preferente le ha permitido crecer en miembros y recibir el estatus de regimiento de la Guardia Nacional seis meses después de fundarse. De aquí la actitud moderada del grupo hacia las críticas al antigubernamentales.

Las filas de Azov no se han engrosado sólo con ucranianos, sino también desde fuera. Una historia bastante difunda en los redes sociales ucranianas es la de Mikale Skillt, un neonazi sueco que fue a luchar por ucrania. Azov tiene también un número relativamente alto de miembros rusos; el 19 de enero reveló hasta qué punto está extendida su influencia.

DAMNATIO MEMORIAE

En enero de 2009, un grupo terrorista neonazi con vínculos con el Kremlin asesinó a Anastasiya Baburova, periodista ucraniana de Sevastopol, y Stanislav Markelov, un abogado ruso, en el centro de Moscú. La conmemoración de estas dos víctimas de la violencia neonazi, que tiene lugar cada 19 de enero, se ha convertido en el mayor evento antifascista en Rusia y Ucrania.

Mientras que en Rusia el 19 de enero ha sido normalmente objeto de ataques y provocaciones, en Ucrania solía tener lugar de forma pacífica. Desde 2013, un comité formado por defensores de los derechos humanos y activistas de izquierda y liberales ha organizado manifestaciones para honrar la memoria de Markelov y Baburova en Kyiv.

Los activistas solían hacer uso de una estación de metro lejos del centro de la ciudad para llegar a los residentes de clase trabajadora antes que a periodistas o turistas. Se trataba del lugar en que Gbenda-Charles Victor Tator, un refugiado de 39 de Sierra Leone, fue asesinado por neonazis en 2008. En 2014 y 2015, el evento tuvo lugar en la Plaza Mykhailivsky, cerca de Maidan.

Este año, no obstante, el comité organizador se dividió: los anarquistas de Kyiv decidieron llevar a cabo un evento separado. Este “mitin” tenia que tener lugar en las afueras del cine Zhovten de Kyiv, que se convirtió en un símbolo antifascista después de que neonazis la incendiaran durante el festival de cine LGTB en 2014.

Los manifestantes en Zhovten fueron asaltados por un grupo ultraderechista liderado por Roman Zheleznov. Zheleznov, un neonazi ruso que cumplió sentencia de prisión en 2013 por el robo de dos kilos de ternera de un supermercado, emigró a Ucrania en 2014 para luchar junto al batallón Azov. Se trata demás del antigua ideólogo del grupo ruso "Wotan Jugend", el cual considera Adolf Hitler como su verdadero y único líder.

En Kyiv, Zheleznov acusó a los manifestantes de “amantes de los negratas” y de ser anti-rusos. Uno de los compinches ucranianos de Zheleznov le dijo a la multitud que Markelov y Baburova se merecían ser asesinados: “los enemigos deben ser eliminados si se oponen a los intereses de la nación”.

La violencia pudo prevenirse gracias a la presencia de cámaras de televisión (los manifestantes no abrían tenido posibilidad alguna de no ser así). Pero este fue el fin del acto programado. Los neonazis golpearon a un activista de izquierda, lejos de la atención de los medios. Mientras tanto, el comité anarquista se encontró con el lugar previsto para su mitin infestado de ultraderechistas, y decidieron cancelar el evento para evitar poner en riesgo la integridad (y las vidas) de sus compañeras.

Después de que estos eventos se convirtieran en virales en las redes sociales, Biletsky se vio forzado a hacer una comparecencia pública en un canal de televisión. Obviamente nervioso, declaró que Azov no estava interesado en “conflictos internos rusos” (en cuyo caso, ¿qué demonios hacían allí el 19 de enero?) y acusó a los organizadores del mitin de trabajar para los separatistas pro-rusos. Para terminar, Biletsky avisó de que no seria capaz de refrenar la justa ira de sus camaradas.
Si consideramos lo sucedido simplemente como una confrontación entre grupos de extrema izquierda y derecha en las calles de Kyiv, la motivación por parte del Azov es bastante clara. Para la derecha, rememorar las muertes de Markelov y Baburova tiene un enorme significado simbólico, comparable tan solo al Primero de Mayo. Los neonazis, tomando de forma literal el eslogan anarquista “recordar es luchar”, intentaban quitarles a sus oponentes ideológicos el derecho a recordar a Baburova y Markelov, suprimiendo por tanto su deseo de luchar.

¿Pero cuan importante es para Azov una victoria puramente simbólica sobre la izquierda, especialmente con el precio a pagar de una mayor atención mediática? Después de todo, la diferencia de tamaño, recursos e influencia entre ambos bandos es enorme (en gran medida debido a la ola de anticomunismo y al crecimiento de las tendencias militaristas). Quizás debemos mirar hacia otro lado para encontrar los verdaderos motivos de los ultraderechistas.

LA INTERNACIONAL NAIONALISTA

Sorprendentemente, los medios rusos han ignorado no tan solo los eventos en Kyiv, sino también el resto de iniciativas de Azov a lo largo del pasado mes. El batallón es, de hecho, el coco favorito para las organizaciones y medios de comunicación inmersos en la campaña de propaganda para justificar la intervención militar rusa en Ucrania.

Por ejemplo, tomemos la reciente enmienda aprovada en el Congreso de los EEUU que prohíbe el uso de fondo americanos para financiar Azov. En enero, Russia Today propagó una historia falsa de que esta prohibición había sido alzado, pero en cambio los enfrentamientos del 19 de enero en Kyiv no fueron merecedores de cobertura.

La reacción del comandante de la unidad neonazi Rusich, que combate del lado de los separatistas de la “República Popular de Donetsk”, es aún más interesante. Aleksey Milchakov, ciudadano ruso previamente conocido por sus sádicos asesinatos de perros, se deshizo en elogios hacia las acciones de Zheleznov, y les dijo a los antifascistas que apechugaran.

El batallón Azov tiene mucho en común con estos grupos de combate pro-rusos; pueden haber rusos neonazis combatiendo en el lado opuesto en el conflicto pero con los que se encuentran aliados en su visión general del mundo.
Esta clase de “internacionalismo” va más allá, por supuesto, de aquellos con pasaporte ruso. Ucranianos “nativos” defienden también la tesis de que el conflicto actual es una guerra “fratricida” desatada por los judíos con el ánimo de enfrentar a los eslavos entre ellos y someterlos.

Una defensora de esta tesis es Vita Zaverukha, neonazi que sirvió en el batallón Aidar. Zaverukha es conocida ahora por su detención acusada de robar gasolina de una gasolinera y matar a dos policías. Se trata de una de los “patriotas perseguidos por el régimen judío de Poroshenko” llorada por la ultraderecha.

Para el ciudadano medio ucraniano, las noticias de que ultranacionalistas rusos están disolviendo de forma violeta machas de protesta en Kyiv parece inconcebible. Mucha gente en un principio lo tomó como un fraude propagandístico. Pero pronto nuevos (y no menos extraños) hechos salieron a la luz para el público patriota ucraniano, acostumbrado a apoyar a Azov y rechazar cualquier crítica hacia ellos.

REGRESO A LAS RAÍCES

El 25 de enero, un informe de un “asalto para descubrir inmigrantes ilegales” en una ciudad de la región de Kyiv apareció en la web de Azov. “Activistas” neonazis, junto con la policía local (cuyo jefe regional es ex-comandante del batallón), irrumpieron en pisos de la ciudad de Bila Tserkva. ¿El objetivo? Comprobar la documentación de personas africanas. El episodio fue grabado en vídeo y colgado en Internet.

Unos días más tarde, Azov publicó un artículo denunciando la “expansión islamista” en Lviv. Su autor se quejaba de que los tártaros de Crimea, que habían abandonado sus hogares tras la anexión rusa, se habían desplazado a Lviv y estaban “propagando sus creencias religiosas”. El artículo decía que la demanda de una mezquita era una intolerable “afrenta a la paciencia de sus conciudadanos”.
Este incidente despertó tal escándalo (a diferencia de la nota racista sobre los “inmigrantes ilegales”) que el artículo fue eliminado del sitio web de Azov. Después de la pérdida de Crimea, el público liberal-patriota ucraniano, que siempre había mostrado simpatías hacia los tártaros de Crimea, ha empezado a mostrar respeto hacia la historia de este pueblo y su cultura.

De hecho, el artículo sobre la “expansión islamista”, aunque típicamente ultraderechista, parecía tan inverosímil que periodistas liberales tuvieron que llamar a la oficina de prensa de Azov para saber si se trataba de un error (el encargado de prensa lo confirmó: “defendemos una Crimea ucraniana, no tártara”).
Cabe decir que hasta muy recientemente, Azov ha sido extremadamente cuidadoso en proyectar una imagen “respetable”. Lo líderes han usado activamente una simbología y retórica que aunque explícita dentro de la propia cultura ultraderechista, dice poco al público general ucraniano.

Pueden, por ejemplo, lucir el “sol negro” o el “Wolfsangel”, pero jamás la esvástica. Los viejos artículos escritos por el “jefe blanco” Biletsky que llamaban a “una cruzada contra los subhumanos controlados por semitas” han sido eliminados de Internet. Azov se mantuvo también neutral durante el intento de golpe perpetrado por Sector Derecho en agosto de 2015 (el resto de partidos de extrema derecha participaron en la protesta).

El liderazgo del batallón se ha distanciado también de la campaña de solidaridad con los numerosos “prisioneros políticos patriotas”. Y Azov no participó tampoco en los ataques a las marchas del Primero de Mayo y del Orgulo LGTB en Kyiv. Entonces, ¿por qué han decidido revelar su verdadera identidad política ahora?
Parte de las razones de este cambio de rumbo pueden ser la situación más estable del frente oriental, que ha permitido a Azov desplazar su atención a una guerra contra los enemigos internos. Pero la mayor razón tiene que ser la estrategia política a largo término de sus líderes. Todos los incidentes previamente mencionados no se encuentran ligados formalmente al regimiento de la Guardia Nacional Azov sino a una estructura distinta, el Cuerpo Civil Azov, un proto-partido que conforma obviamente el ala política del movimiento.

UNA LUCHA POR EL PODER

Este no es el primer intento por parte de una grupo ultraderechista de entrar en política: Sector Derecho lo intentó antes, pero recibió tan pocos votos que intentó un golpe armado en su lugar (también sin éxito). En otoño de 2014, Azov sólo fue capaz de ganar un puesto en el parlamento para Biletsky gracias a un asalto armado en un colegio electoral durante el recuento y la coerción a los miembros del comité electoral para producir un “resultado honesto”.

Pero ahora, de acuerdo a reciente declaraciones, los líderes de Azov están determinados a extender su representación en el Parlamento. Para tener éxito ya sea mediante la urna o las balas, Azov debe ganarse la lealtad de la mayoría del electorado ultraderechista, dividido en dos campos. Mientras Azov i grupos que comparten sus ideas están ligados a Avakov (de ahí su actitud reservada hacia declaraciones en contra, o simplemente desfavorables a, el actual gobierno) el otro bloque lo constituyen Sector Derecho y grupos más pequeños aliados con éste.

Ambos campos, luchando por el control de la ultraderecha ucraniana, se presentan como los genuinos nacionalistas, leales a sus ideas, y acusan a sus rivales de colaborar con el “gobierno judío”. La actitud reciente de Azov debe entenderse en un contexto de una creciente rivalidad por el control de la pequeña escena de la extrema derecha.

Éstas son las personas que el diciembre pasado participaron en la marcha de antorchas en Mariupol alrededor del feo monumento al príncipe medieval Svyatoslav, ilegalmente erigida donde solía erguirse el monumento a Lenin. Para mucha gente, Svyatoslav es una figura vagamente recordada fuera de los libros de texto de historia. Pero los neonazis ucranianos idolatran a Svyatoslav como el pagano nórdico que destruyó al judaico Imperio Jazar en el siglo X.

Esta rivalidad es también el motivo de que Azov tuviera que tomar una posición explícita respecto a los antifascistas el 19 de enero. Y explica el regreso de Azov a la retórica y militancia xenófoba, designada para consolidar la extrema derecha a su alrededor, incluso al precio de perder apoyo entre el público “civil”.

Por la misma razón, Azov está ahora flirteando con una subcultura joven predominantemente apolítica (músicos, bohemios, activistas ambientalistas y animalistas), pero que se está escorando hacia la derecha. De aquí, por ejemplo, las noticias de que Azov planea castigar físicamente a los llamados “cazadores de perros”, sádicos que disfrutan envenenando o matando de forma cruel a perros callejeros.
Éste es un típico pasatiempo de los ultraderechistas: neonazis rusos y ucranianos solían organizar “cazas de pedófilos” similares, donde solían usar las redes sociales para concertar una cita entre un hombre y una supuesta chica menor y liego humiliar la víctima en vídeo. La nueva campaña contra los cazadores de perros, usada en el momento y lugar adecuados, puede dar frutos: muchos activistas apolíticos o de la derecha liberal inmersos en el movimiento de los derechos de los animales han recibido bien la iniciativa de Azov.

La batalla por la atención de los activistas ecologistas se calentó durante la Marcha por el Clima de noviembre, cuando miembros de Azov desplegaron sus banderas con el Wolfsangel, pero exigieron a los anarquistas que arriaran sus banderas negras y verdes; los anarquistas abandonaron la marcha y llevaron a cabo su propia manifestación a resultas del suceso.
Azov se ha convertido también en el promotor de eventos culturales de masas (conciertos, competiciones deportivas, etc.) mientras al mismo tiempo intento boicotear iniciativas similares por parte de sus rivales. El 16 de enero, por ejemplo, unos días después de la marcha de memoria planeada en Kyiv, miembros de Azov invadieron un “mercado libre” organizado por el sindicato estudiantil Acción Directa (a quien Biletsky falsamente acusó en televisión de luchar en el bando separatista). En el asalto, hirieron a tres activistas de izquierdas y a un transeúnte a quien tomaron también por izquierdista.

EL REGIMIENTO PERSONAL DE AVAKOV

El elemento final para el ascenso de Azov es la lucha interna dentro del gobierno del primer ministro Arseniy Yatsenyuk. En la lucha sin fin entre el equipo de Yatsenyuk y el del presidente Petro Poroshenko, el ministro del Interior Arsen Avakov se encuentra en el bando del primer ministro
Avakov recietemente tuvo un encontronazo público con Mikheil Saakashvili, antiguo presidente de Georgia y actual gobernador de la región de Odessa, y aliado cercano de Poroshenko. Frente a la incertidumbre del futuro del gobierno y los cambios que lo campoñarían, Avakov se guarda un as en la manga: un regimiento de combatientes ultraderechistas.

Es posible que el reciente incremento de las actividades de Azov tenga conexión con la voluntad de Avakov de persuadir al presidente que sólo él es capaz de mantener Biletsky y los suyos bajo control, y que la caída de Yatsenyuk traería consecuencias impredecibles. ¿Pero es este el caso? Lo contrario es mucho más factible: la presencia de un patrón en el gabinete es el factor principal que ha permitido a Azov su privilegiada posición en el seno de la extrema derecha.

Sin su protector gubernamental, sería mucha más difícil para un regimiento de la Guardia Nacional incrementar su capital político. Pero todo parece indicar que la situación no variará: las notícias recientes de negociaciones entre Yatsenyuk y Poroshenko sugieren que han decidido manetener Avakov en su puesto. El chantaje ha funcionado, aparentemente.

¿QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO EN LA PRÁCTICA?

Una cosa es segura: habrá un incremento de la violencia callejera neonazi. Los activistas de izquierda y liberales serán las víctimas colaterales de la lucha de poder dentro de la extrema derecha.

¿Tendrás esta lucha por el liderazgo “interno” consecuencias para la imagen “externa” de la extrema derecha ucraniana? La experiencia nos dice que argumentos racionales e incluso evidencias claras tienen poco efecto en la percepción de la intelligentsia liberal-patriótica, cegada por su respuesta visceral a Azov, los “defensores de Mariupol”, incapaces de ningún mal.

En este estado de las cosas, la reciente sorpresa e incomodidad de parte de la intelligentsia liberal ante las recientes acciones de los neonazis podrían considerarse un obstáculo considerable. Lamentablemente, la mayor causa de crítica por parte de los liberales hacia Azov es la ausencia de una agenda política bien pensada tras sus acciones y declaraciones, no las acciones en sí mismas.
Un periodista de un popular canal de televisión que estaba obviamente chocado por los motivos de Azov y apoyaba la posición de los antifascistas, le pidió a Biletsky si podía impedir cualquier ataque en las calles al menos hasta el referéndum holandés para una acuerdo de asociación de la UE con Ucrania (que debía tener lugar el 6 de abril) para evitar más daños a la imagen del país.

Además de ser la vergüenza de los liberales frente a la Europa civilizada, otro importante factor es la opinión expresada por la población en diversas encuestas: a pesar de la caída de popularidad de Poroshenko, la mayoría de ucranianos están cansados de la guerra y nada convencidos de que el país necesita la “verdadera junta fascista” con la que sueñan los ultraderechistas.

No obstante, a mayor presión por parte del Gobierno hacia medidas de austeridad y políticas neoliberales, mayor posibilidad de que veamos un crecimiento del apoyo a un “brazo fuerte” hipotético; uno que acabe con la corrupción y defienda los privilegios de los ucranianos étnicos.

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