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Notícies :: corrupció i poder : criminalització i repressió : immigració : mitjans i manipulació : dones
Construir para transformar. Destruir para transformar...
31 gen 2015
Un 4 de Febrero del 2006, detuvieron a 5 personas bajo la falsa acusación de haber lanzado una piedra a un policía de la guardia urbana, y haberlo dejado en coma…

Sin prueba alguna y sólo con el testimonio de los policías, fueron condenadas a prisión tras haber pasado por el protocolo del maltrato, el abuso de la arbitrariedad policial con la complicidad de fiscales, médicos y jueces.
Seis meses después otro joven, Yuri Sarran, era sometido a ese protocolo arbitrario del abuso y el maltrato, acusándolo falsamente de tráfico de drogas y resistencia a la autoridad. Este joven, hijo del cónsul de Trinidad y Tobago, pudo demostrar que fue sometido a maltrato y tortura, e identificar a dos agentes de la guardia urbana que, no por casualidad, participaron en la detención de los jóvenes del 4F, a los que sometieron a maltrato y contra los que vertieron sus falsos testimonios, como hicieron posteriormente con Yuri Sarran.

Antes y después de estos sucesos, más personas denunciaron abusos, maltratos y torturas por parte de la policía. Todas las denuncias jamás prosperaron y fueron siempre desoídas y archivadas por los jueces.

La policía lleva tiempo pasando “la línea roja” como advirtiera Felip Puig y hay una larga relación de personas que han sido objeto de ese maltrato, torturas por parte de la policía o de otras instituciones del Estado, así como otras que han muerto o sufrido graves agresiones y lesiones irreversibles, tras la intervención de las fuerzas del orden.

Médicos, sanitarios, funcionarios de la justicia, seguridad privada, policías y policías en todo el escalafón de mandos, medios de comunicación de masas, políticos que ofrecen versiones oficiales completamente falsas y políticos que comparecen para dar la falsa versión de los hechos, así como fiscales y jueces, y una parte importante de la sociedad que, mientras se denuncian hechos, uno a uno, miran hacia otro lado o prefieren creerse las falsas versiones sentados cómodamente en los sofás ante los televisores de sus casas.

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“Okupas”, antisistemas, anarquistas, radicales, violentxs…, han sido los miedos y las alarmas sociales que la corrupción generalizada de este sistema ha utilizado para justificar todos sus abusos y desmanes violentos, en nombre de esas mismas libertades que paso a paso mutilaban cada vez con más saña.

Los ciudadanos de esta sociedad secuestrada por la fascinación espectacular del consumo, ha vivido ajena a la implantación de las políticas reaccionarias de este sistema, y en gran medida, han sido cómplices activos y pasivos, de una escalada represiva que se les acercaba peligrosamente.

Hoy, un empresario puede ser golpeado por la policía hasta la muerte. Hoy, cualquier persona migrante puede ser humillada, vejada, golpeada hasta la muerte, o si sobrevive, expulsada. Hoy, cualquier hijx de nuestrxs hijxs, puede ser identificadx, insultadx, vejadx, vejadx, amenazadx e incluso asesinadx o inducidx al suicidio. Hoy, entrar detenidx en una furgoneta de la policía, o en una comisaría, es una “situación de riesgo” impredecible. Hoy, en una sociedad también golpeada por la gran precariedad del trabajo, el desempleo, los desahucios, el maltrato sanitario, el adoctrinamiento educativo…, salimos a la calle a reclamar sanidad o enseñanza pública, sin plantearnos que ni esta es la sanidad y enseñanza que queremos, ni estos son los modelos sanitarios y educativos que necesitamos. Como se ha hecho siempre, frente a eso, se guarda silencio.

Defenderse de un policía que te maltrata son varios años de prisión. Morir bajo abuso y maltrato policial, no tiene otra mayor consecuencia para los policías asesinos, que un ascenso. Prepararse para hacer una revolución y acabar con toda esa impunidad y este sistema…, eso no tiene precio. Nadie tiene capacidad para ponerlo a la venta. Está en nuestras manos, en nuestras ideas, en nuestros actos y en nuestros corazones.

El montaje del 4F, la represión de la operación Pandora, las peticiones de cárcel para los resistentes de la Kukutza o del NO TAV, las muertes de Juan Andrés Benítez, Pedro Alvarez, Toni Cordero, Mustapha El Marracki, Jorge Bolancel, Jonathan Carrillo, Yassir el Younoussi, Sergio Escobar, Juan Pablo Torroja, Wandi Ferreira, Patricia Heras, todas las personas que se encuentran en los CIE’s por la exclusiva razón de ser migrantes y “no tener papeles”, cada una de las muertes en prisión, los niños y niñas encerrados en centros de menores, las personas privadas de voluntad de los psiquiátricos, cada mujer violentada, cada persona rechazada por su condición socia, racial o sexual, Ayotzinapa, todas y cada una de las injusticias, de las opresiones que sentimos en cualquier parte del mundo, contra cualquier persona, contra cualquier pueblo, y todas y cada una de las agresiones que sufren los animales y la naturaleza de este planeta, cada una de las leyes y reformas que nos criminalizan, todas las injusticias, los miedos y las desigualdades tienen un mismo marco en común: el sistema patriarcal y capitalista. Lo que nos sucede ahora, es lo que nos sucedió antes y lo que nos sucederá después si no comprendemos que a todas nos golpea lo mismo y no empezamos a construir colectivamente desde nuestras propias experiencias.

¿Qué estamos esperando para mirarnos y reconocernos como personas que resistimos y luchamos contra lo mismo?

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