Las diferentes clases sociales a lo largo de la historia se han servido de determinadas formas consideradas artísticas para la expresión de grandes y pequeños anhelos y sentimientos. En los libros que enseñan la historia de las formas artísticas (literatura, música, pintura, etc.) de las escuelas, institutos y universidades se centran de forma casi exclusiva en las formas de expresión de las clases dominantes de los periodos históricos estudiados o aquellas que sirven para legitimar las formas artísticas actuales de las clases dominantes contemporáneas. Las formas de expresión artística de las clases dominadas son estudiadas de forma marginal bien como curiosidad o como objeto de estudio de antropólogos y etnólogos. Por un lado estaría la Cultura, que es la alta cultura; por otro lado estaría la subcultura de las clases populares, el folklore.
Las formas artísticas de las clases dominantes han variado según las épocas pero en los periodos donde la clase dominante ha sido la burguesía se ha exaltado, entre otros aspectos, un arte expresión de la individualidad con cierta complejidad formal. Las clases populares, por el contrario, han tendido a la expresión sencilla y colectiva.
La tragedia Hamlet de Shakespeare; La heroica de Beethoven o Las señoritas de Avignon de Picasso son consideradas obras fundamentales de la cultura occidental en sus diferentes campos artísticos. Queremos ejemplificar lo dicho con dos textos de un mismo periodo histórico, un poema popular (I) y anónimo sobre la relación de clases sociales y el canon de belleza de la época y otro del poeta Garcilaso de la Vega (II) sobre el paso del tiempo y la belleza:
I
Criéme en aldea,/
híceme morena;/
si en villa me criara,/
más bonica fuera.
II
En tanto que de rosa y azucena/
se muestra la color en vuestro gesto,/
y que vuestro mirar ardiente, honesto,/
enciende al corazón y lo refrena;/
y en tanto que el cabello, que en la vena/
del oro se escogió, con vuelo presto,/
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,/
el viento mueve, esparce y desordena:/
coged de vuestra alegre primavera/
el dulce fruto, antes que el tiempo airado/
cubra de nieve la hermosa cumbre;/
marchitará la rosa el viento helado./
Todo lo mudará la edad ligera/
por no hacer mudanza en su costumbre./
Algunos de los elementos formales de la creación popular en el ámbito musical han tomado forma en eso que se ha venido a llamar Rap, estilo musical que según los entendidos nació a mediados del siglo XX de manos de la comunidad afroamericana de Estados Unidos, que también se caracteriza por la escasa necesidad de medios para germinar. El rap sería el extremo opuesto de la ópera, género musical elitista que necesita profesionales del canto, con años de preparación y ciertas cualidades más o menos innatas, un espacio teatral y toda una serie de elementos escénicos que viene a mostrarnos el despliegue económico necesario para la puesta en marcha de esta forma de espectáculo.
Esa esencialidad hace del rap, que ha ido dejando paso al pujante hip hop, un estilo musical que necesita poca gente, pocos (o ningún elemento) materiales y una preparación que funciona al margen de los ámbitos académicos pues se transmite de boca en boca a través del grupo de iguales donde lo oral cobra todo el protagonismo. Esta concepción del aprendizaje artístico es común a las formas populares de creación musical: aprendizaje informal de base oral poco jerarquizado. Todo esto hace que el escenario de este tipo de creaciones pueda surgir en cualquier espacio: se puede profesionalizar el rap para que suene de forma lo más exquisita posible, pero también se puede rapear entre colegas en el parque. Todo esto contribuye a convertir el rap en un espacio propicio para la autogestión.
Las formas de creación burguesa siempre han tendido a un cuidado de lo formal, mayor o menor según estilos artísticos, porque todo dominio de un arte se convierte en un mérito para la legitimación del artista como figura especialmente dotada. El rap como todas las formas de creación popular hace que su expresión sea directa y sencilla, alejada de retóricas, este estilo musical tiende a ser no sólo directo sino incisivo y cortante, por contraposición a muchos de los estilos musicales popularizados desde arriba que imponen unos valores de un vomitivo romanticismo almibarado. El rap, incluso, puede llegar a ser formalmente descuidado al vivir a menudo alejado del profesionalismo (de los pocos) enemigo de lo espontáneo del amateur (que puede ser casi cualquiera). Muchos libertarios han encontrado ese estilo directo como propicio para la expresión de sus anhelos de transformación social.
Por todo lo dicho, el rap tiene unas virtudes que le hacen merecedor de un elogio que no merecen, bajo nuestro punto de vista, otros estilos de música que se han convertido en vehículo del discurso libertario.
Como para conocer el hip hop no hay que leer sobre el hip hop, más bien hay que escucharlo. Aquí dejamos algunos ejemplos de hip hop de Barcelona, Madrid, México DF con algunos temas que hemos extraído de la red en la que podéis encontrar más material:
Kronstad: Libertad
Artefacto incendiario: Camino insurrecto
Folie a trois: Busco la paz y el conflicto
Punto de fuga: Huye
Aire y humo: Ecos de la utopía
Lírika podrida: Bomba en el sistema
Karoshi:La belleza de la desobediencia
Aunque todos los grupos que aquí hemos señalado no tienen el mismo grado de compromiso político, consideramos que pueden servir para ofrecer un superficial panorama del hip hop libertario y sus alrededores que esperamos completar con lo que nos enviéis al correo info[arroba]grupoheliogabalo.org.
Por la anarquía.
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