Imprès des de Indymedia Barcelona : http://barcelona.indymedia.org/
Independent Media Center
Anàlisi :: globalització neoliberal
Precariedad obrera: una palanca para el entierro del capitalismo?
05 nov 2010
Estado francés, Grecia, Italia, y en la misma Alemania: hay cada vez más precarios y estudiantes, migrantes y mujeres en las calles, en luchas sociales radicales, anticapitalistas. Y de paso se constata progresivamente menor incidencia de las centrales sindicales reformistas. ¿Se está recomponiendo una nueva...
max.jpg
Estado francés, Grecia, Italia, y en la misma Alemania: hay cada vez más precarios y estudiantes, migrantes y mujeres en las calles, en luchas sociales radicales, anticapitalistas. Y de paso se constata progresivamente menor incidencia de las centrales sindicales reformistas. ¿Se está recomponiendo una nueva clase obrera 'para sí'? ¿Vamos hacia la formación de expresiones de clase más radicales y coherentes que el sindicalismo oficial? Y aquí: ¿en que punto estamos frente a esta interesante e importante tendencia internacional?
.

Precariedad obrera: una palanca para el entierro del capitalismo?

La receta liberista o neoliberal de precarización masiva y creciente (ya se superan los países metropolitanos el 15% de precarios, hasta según los mentirosos datos sociológicos oficiales), más aún ahora en la lógica de la economía transnacional del conocimiento, es a toda vista la principal ofensiva de la clase oligárquica para romper todas las posibles hegemonías de sectores estables y organizados de clase obrera (los sectores trabajadores profesionales, fordistas, cooperativistas, etc.).
Una agresión que a su vez acompaña y completa la ofensiva financiera.

Pero, a mi juicio, el recurso a esta contradictoria vuelta a los origines de la precariedad estructural de la clase obrera, encierra casi seguramente la conclusión del ciclo capitalista, que la crisis sistémica revela en otros muchos aspectos.
Pero vamos por partes.

De la hegemonía del trabajador profesional del siglo XIX a la nueva composición obrera.
Desde el famoso trabajador profesional – hegemónico en la clase en los tiempos de Marx hasta Rosa Luxemburg – hasta las masa de trabajadores fordistas (los obreros-masa de la terminología marxista italiana), pasando luego por el trabajador toyotista de los años 80, el liberalismo ha registrado muy bien esta necesidad de ruptura y descomposición permanente de la clase obrera, su clase antagónica, para seguir manteniendo su dominio social.
De ahí la expansión creciente de la precarización del empleo, con todas las consecuencias que conocemos.

No hablamos naturalmente en los antiguos términos de una seudo-clase trabajadora, sino de La clase real: la clase obrera (1). Y menos aún del término interclasista de 'pueblo trabajador', válido sólo para autodeterminaciones nacionales y no de clase.

La primitiva lectura marxiana del trabajador profesional (acompañado por un genérico ejército industrial de reserva) como equivalente determinante de la clase - de aquí la confusión o sinonimia de dos términos, trabajador y obrero, es el peor lastre ideológico (y no teórico, se mire bien) que arrastramos todavía, más de un siglo después.
Enfoque sólo aceptable y comprensible en los tiempos de Marx y Lenin. Justamente, por la relativa novedad de la formación de esas masas de trabajadores industriales, y entonces por una composición mucho más primitiva, más simple, de la clase, sin todas las figuras de explotación que registramos actualmente (trabajador-masas, toyotista, precario, intermitente, becario, autónomo, cooperativista, subcontratado, etc.) que componen, con parados y desempleados, migrantes, reproductor@s, estudiantes, etc. todo el conjunto de CLASE OBRERA multinacional.

La precariedad repropone precisamente, en toda su globalidad y contradictoriedad, casi todas las figuras obreras, con sus diferentes manifestaciones, formas y expresiones. Es decir, si la clase obrera es el antagonista absoluto del capital, no se debe sólo y prioritariamente a que es explotada (la clásica explotación que atañe a los que tienen un empleo, que realmente trabajan, y no a los desempleados, estudiantes que no trabajan, mujeres de reproducción, etc.), sino al hecho de que ha sido y es expropiada de los medios de producción, de todos los bienes comunes esenciales para trabajar y producir y que, por lo tanto, consecuentemente se mire bien, debe someterse a cualquier tipo de explotación de su trabajo; física, cultural, intermitente... o peor aún de tipo esclavista (salariado marginal), para sobrevivir.
Entonces, es esa parte del proletariado que surge en la precariedad y se desarrolla en la precariedad bajo todos sus manifestaciones posibles en el capitalismo despótico y explotador.

Esta es la clase obrera.
Mientras que los trabajadores no pueden formar una clase, sino que componen su sector empleado por el capital (¡minoritario en muchos países!), directamente explotado en la producción con más continuidad, y por lo tanto todavía más materialmente alienado, por supuesto.

Y he aquí que, ahora de forma masiva, se instala la figura obrera precaria como vinculada físicamente a todas las expresiones de su clase, de forma intermitente y permanente al mismo tiempo. Permanente: empezando por la situación original, la base fundamental que determina la clase, la situación de estar permanentemente en la obligación de buscar empleo, ya sea estable o intermitente, y que luego es inmediatamente sumergida en la condición del trabajador directamente explotado, pero ahora de forma discontinua.

Dicho esto, ya hemos dicho casi todo.

A partir del grave error ontológico, que hoy en día se comete de manera teórica, de no reconocer exactamente, precisamente, lo que es la clase, es decir enganchados y sometidos a la experiencia del siglo XIX cuando el sector trabajador se presentaba prefigurando a toda la clase, no se puede entender el papel histórico que está asumiendo o puede asumir a fondo la precariedad en las luchas sociales.

Otra vez: criticamos la interpretación “clásica” de definir a la clase bajo esta histórica figura obrera del trabajador preponderante del siglo XIX, como vehículo para la conciencia en sí de la clase, y luego para la responsabilidad política de la lucha anticapitalista. Esto, en primer lugar, hasta la revolución de octubre, pero luego, por parte del comunismo tercer-internacionalista (los PCs bajo control sovieto-estalinista y post-estalinista) tratando de mantener su hegemonía sobre todos los obreros.

Sin embargo ahora, ¡con un capitalismo bien maduro y decadente! podemos situar cada figura obrera en su verdadero lugar en la composición de la clase:

*
los desempleados, inclusive toda la masa de mujeres trabajadoras invisibilizadas en su realidad de clase, y a continuación las crecientes masas migrantes, o de investigadores desempleados, free-lance y estudiantes al final de su alienación educativa, que son sectores de la clase obrera hasta el fondo (a pesar de que se sigan viendo como ejército de reserva, y no como parte viva, permanente y estructural de clase!);

*
los trabajadores fijos o garantizados, que son (sólo) un sector de la clase (cuando no son trabajadores burgueses, o de otras clases sociales). Un sector que naturalmente se presenta con diversas formas o figuras de empleo y trabajo, muchas de ellas presentes de manera contradictoria e inestable, cada vez más versátil e insegura, en el tejido productivo actual mundial (trabajador profesional, fordista, cooperativo o de otras figuras capitalizadas bajo distintas formas - autónomas por ejemplo - etc);

*
los precarios bajo todo tipo de intermitencia, que a veces se ven como trabajadores (obreros trabajadores) y otras solamente desempleados (obrero en paro), es decir la máxima prefiguración de la realidad obrera general, que se presenta ya de forma masiva, hay que subrayarlo;

*
los estudiantes también (de situación obrera), que debemos reconocer finalmente como una zona de clase en fase de preparación para la explotación, justamente bajo formación burguesa, para ser luego contratados y empleados, pero siempre como parte de la clase expropiada de los medios de producción, y culturalmente bajo una alienación (a veces de máximo nivel, en las escuelas llamadas superiores) que sigue la formación familiar y social, reproductoras de la alienación capitalista; y ¿casualidad? un sector más sujeto que cualquier otro a la máxima precariedad de explotación (becarios, etc.);

*
los trabajadores autónomos, a los que el sistema de producción requiere su propia capitalización independiente, pero que en realidad son en su mayoría de pura condición obrera aunque se sitúen cada vez más en la economía más avanzada del conocimiento;

y todas las demás figuras que el modelo de producción material y cognitiva está desarrollando para enredar al trabajador y acentuar la descomposición de la clase bajo sus nuevas funciones biopolíticas productivo-mercantiles.
.

Precariedad como vanguardia obrera?

En cierto modo sí. Pero en un sentido realmente político, ya que es el conjunto más coherente de condición obrera, con experiencia de trabajo, de explotación dura y explícita, pero siempre arrojado a la condición primitiva de obrero sin empleo, y sin medios de producción naturalmente. Encadenado además, muy a menudo, por todas las nuevas formas de rentas condicionadas, mal llamadas sociales, que están instituyendo los estados del capital.

Pero no se trata de buscar el viejo sentido de vanguardia como una precisa formación estable (2) de la clase, muy representativa de una hegemonía permanente, material y política, (conciencia para sí) sobre los demás sectores obreros. No puede serlo simplemente debido a su intermitencia, al permanente chantaje de la incertidumbre, al vínculo psicológico de la búsqueda de empleo, y a la indeterminación (en general inconsciente), o contradicción, entre la explotación en la producción y las ventajas de la vida de no-explotación, a menudo con ingresos o rentas residuales que permiten sobrevivir en las condiciones obreras de salida, de base; entonces con ciertas ventajas correspondientes al no-trabajo salariado, con relación a la capacidad de ahorro o de enganche familiar, etc.

Una situación, cuidado, que los jóvenes y los estudiantes aceptan con más facilidad, siendo todavía menos alienados y socialmente condicionados, y entonces más abiertos y dispuestos al rechazo natural de la condición duradera de trabajador asalariado capitalista.
.

Activación de la consciencia de clase “para sí”, del precariado. Recomposición de la clase obrera.

Entonces, el sentido del concepto de vanguardia se encuentra precisamente en la toma de una conciencia de clase más allá del trabajo asalariado, pero conociendo la esencia de la relación capital/clase obrera.
Es decir: fuera del típico laborismo que acompaña a muchos trabajadores estables, con los que lucha el sindicalismo por el derecho a la explotación (llamado derecho al trabajo), o por su mejora, y que cultiva el orgullo del trabajo productivo capitalista. Incluidas por desgracia casi todas las organizaciones socialistas y "comunistas", etc. que malviven en la ideología tercer-internacionalista de las antiguas gloriosas batallas de hoces y martillos, más o menos ideológicamente adictas al valor del trabajo asalariado, stacanovista y siempre laborista.

El precariado puede ser vanguardia política en el sentido que puede tener la conciencia de clase en su más pura expresión de rechazo total de la alienación capitalista, del derecho capitalista de propiedad y luego contra los mecanismos de producción y explotación capitalista. Y que además asume su papel como un rechazo radical a la descomposición de clase, como el medio más perverso del capital para su dominio social.
.

El entierro del capitalismo.

Sólo depende de la extensión masiva e internacional de la lucha de clase obrera en toda su extensión completa, original y radical, que es materialista y dialéctica, y que está encerrada en el concepto marxista de clase: no se trata de un conjunto, una colección, un grupo o una multitud, sino una definición de posición material y de confrontación política en movimiento contra el sistema que la genera. Que se localiza dentro y fuera de la producción pero siempre en un proceso social en movimiento contra las condiciones objetivas que la determinan.

Esta es la verdadera negación de la negación, muy material: hacia la superación la apropiación privada, capitalista y estatal, de los bienes comunes, a partir de los medios de producción y del saber y, por supuesto, rompiendo todos los mecanismos de control autoritario y de explotación del trabajo. Y todos los valores correspondientes a estos mecanismos, mucho más allá del querer nadar y guardar la ropa de particulares social-listas-transiciones estado por estado.

La precariedad es por esta razón el vínculo material más claro y definitivo para recuperar estos niveles de conciencia, en primer lugar de recomposición de la clase, porque además sólo se puede considerar a si misma “para sí” en un plano general, multinacional o global. El mando de precarización social es global, se lleva a cabo a escala mundial, y ahora ya tienen cada vez menos futuro luchas de clases nacionales o estatales, si no es para estrategias esencialmente defensivas o puramente sindicales (reservadas a determinados sectores, puestos de trabajo y contratos... de explotación). ¡A menudo ya llanamente antisolidarias con otros sectores de clase, nacionales estatales e internacionales!

La precariedad es inter-nacional, se manifiesta con empresas transnacionales de empleo, y con el aumento de las migraciones y las deslocalizaciones que son dos aspectos de la misma moneda, y por lo tanto es el enlace más fuerte y posible que conocemos de internacionalización, desde que toma consciencia de clase. Cuando asume un valor político en las luchas sociales. Visto que, precisamente, se encuentra cada vez más entrelazada con otros tres sectores aparentemente más débiles: los migrantes, los estudiantes y el sector obrero femenino, las figuras de la clase más expuestas a la inseguridad obrera capitalista.

El valor de vanguardia se encuentra entonces en su propio auto-reconocimiento como expresión obrera clave y sinérgica de recomposición, en la actualidad. Pero además como sector más abierto a la conciencia de la posibilidad de allanar su propia especificidad precaria, sólo superando toda una sociedad que genera en continuidad la condición obrera. No es el hecho de la intermitencia y movilidad es sí que se rechaza, sino su imposición, su obligación bajo la existencia misma del capitalismo como causa de la indigencia obrera.

Con o sin trabajo (salariado, naturalmente, es decir: capitalista).

En este caso, con esta consciencia radicalmente antisistema, todas las demás figuras obreras más conectadas con la precariedad, los estudiantes, los migrantes y los componentes más femeninos, pueden aportar los demás elementos necesarios a la crítica y demolición de la sociedad clasista.

En este sentido la precariedad puede ser una palanca determinante, a nivel de clase multinacional, para abrir el camino de la superación del sistema de apropiación y explotación privada, capitalista y oligárquica, de personas y bienes comunes.
.
.

(1)
Este trabajo se enmarca en una línea de combate obrero comunista (antilaborista) desarrollada entre marxistas a partir de los años 2005-6, de la que puedes encontrar algunas conocidas referencias en estas URLs: http://www.kaosenlared.net/noticia/trabajadores-no-representan-toda-clas , que ha suscitado un interesante debate en el que puedes participar aquí mismo con tus comentarios críticos, o de desarrollo, antes todavía esta otra http://euskalherria.indymedia.org/eu/2005/10/23225.shtml , donde se formula por primera vez, sobre la base de un estudio mundial de la clase, el concepto de clase obrera mundial o multinacional.

(2)
Desde la manifestación capitalista fundada sobre la consolidación de la revolución industrial (Gran Bretaña, sobre todo hacía mitad del siglo XIX) podemos grosso modo empezar a identificar al trabajador profesional (calificado o muy calificado, con mucho saber y disciplina de producción (de donde el término de “profesional”) como sector progresivamente hegemónico de los trabajadores industriales y, entonces según la interpretación marxista originaria (o primitiva) entendido como representación de los obreros más avanzados de la clase, hasta, mucho más adelante con la masificación fordista de trabajadores menos cualificados, empleados en las cadenas industriales a partir de la II década del siglo XX (el trabajador-masa, u obrero-masa según el obrerismo italiano), los que en los años 60 rompieron la hegemonía del sector profesional, muy integrado por el sindicalismo y los partidos obreros tradicionales, con las famosas huelgas salvaje (gato salvaje) que se relacionan además, por la primera vez, con las rebeliones juvenil-estudiantiles y antimperialistas.
Hasta la reestructuración neoliberal, justamente implementada para desarticular estas grandes y rebeldes concentraciones de trabajadores-masa, modificando los sistemas productivos para introducir nuevas figuras de trabajadores (toyotismo, por ejemplo) y, justamente, poniendo en marcha la extensión de la precarización del empleo, las ETT de subcontratación, etc.

This work is in the public domain
Sindicato Sindicat