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Notícies :: guerra
El Gobierno es la política de contrainsurgencia
01 set 2010
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El Govern es la política de contrainsurgéncia
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Seres se encuentran. No hablan la misma lengua. No provienen de las mismas experiencias,de las mismas tradiciones, de las mismas luchas. En sus países respectivos, palabras tan corrientes como “anarquista”, “Estado” o política “” no ocupan el mismo lugar en el imaginario colectivo. Y aún así llegan a hablarse, pese a inevitables malentendidos. Si llegan a hablarse, es que, a pesar de todo el que les separa, comparten algo. Esto común, aquello que comunica aun así entre ellos, es la fisionomía de la época dentro la cual intentan actuar, vivir.

Estos extranjeros, cuando se encuentran, experimentan de común acuerdo la cosa más
abstracta, y a la vez la más concreta, la capa más densa de la realidad, subyacente a cada situación singular: la verdad de su tiempo.
No tiene otro sentido el de encontrarse entre extranjeros que el de explorar esta vena inaccesible.

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Lo que unifica el mundo es el reino universal y monótono del capitalismo y de la mercancía. No hay un gobierno mundial, sino que hay una red mundial de dispositivos locales de gobierno.Si las diferentes facciones de la elite tienen algo en común, es esta capacidad de poner de lado cualquier eventual divergencia de sus intereses de cara a perpetuar el funcionamiento del sistema. Persiguen todavía, en este juego, alguna finalidad cualquiera? Ni siquiera es seguro.

De todas maneras, la negligencia estratégica consciente y la economía del no-futuro no ven más allá de mañana. Optimizar las aplicaciones ha sustituido toda forma de perspectiva, transformando la sociedad en simple reserva de recursos.
Se reconstruye lo que se ha destruido, y acto seguido se destruye lo que se acaba de construir. Así como las ciudades han acontecido una clase de obras circulares, la ingeniería social no piensa a crear nada de duradero, sino tan sólo a preparar
el terreno para el próximo estallido, la próxima recomposición, y así continuamente.

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Gobernar es una manera bien particular de ejercer el poder. Gobernar no es imponer una
disciplina a un cuerpo, no es respetar y hacer respetar la Ley. “Gobernar, esto será
esencialmente gobernar el pueblo. (...) El gobierno (...) será precisamente la asunción de esta posiblidad de la rebelión y de la sedeción. (...) Economía y opinión son, creo, los dos grandes elementos de realidad que el gobierno deberá manipular.” (*Michel *Foucault, *Sécurité,*territoire, *population, Lección del 15 de marzo 1978)

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. La contra-insurrección es la esencia misma de todo gobierno. Quien dice aparato mundial de gobierno, dice aparato mundial de contra-insurrección. Formuladas por primera vez como doctrina oficial de las guerras coloniales, las doctrinas contrainsurrecionales se han difundido desde entonces como manuales prácticos de la mayoría de ejércitos. Estas ya no pueden ser leídas más que como doctrinas contemporáneas de gobierno.

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Hace falta leer las doctrinas contrainsurreccionales como teorías de la guerra que nos es dirigida, y que teje, entre tantas otras cosas, nuestra situación común en esta época. Hace falta leerlas a la vez como un salto cualitativo en el concepto de guerra más acá del cual no podemos situarnos, y como espejo distorsionando. Si las doctrinas de la guerra contrarevolucionària han sido modeladas sobre las doctrinas revolucionarias sucesivas, no podemos deducir negativamente ninguna teoría insurreccional de las teorías contrainsurreccionales. Si bien se trata, entre los pueblos y los gobiernos, de una guerra asimétrica, se trata entre nosotros y ellos de una asimetría sobre la definición misma de la guerra.

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. Salto cualitativo en el concepto de guerra: “El lugar del conflicto colectivo armado se ha dilatado progresivamente del campo de batalla a la tierra entera. Del mismo modo, su duración se extiende de ahora en adelante al infinito, sin declaración de guerra ni armisticio (...) Los estrategas contemporáneos subrayan por esta razón que la victoria moderna procede de la conquista de los corazones de los miembros de una población más que no paso de su territorio. Hace falta suscitar la sumisión por la adhesión, y la adhesión por la confianza. Se trata en efecto de imponerse en la interioridad de cada uno, allá dónde se establece el contacto social entre colectividades humanas.

Desnudadas por la mundialización, contactadas por la globalización,
y penetradas por la telecomunicación, de ahora en adelante es dentro el fuero interno de cada uno de los miembros que las componen, que se sitúa el frente. (...) Una fábrica así de partisanos pasivos puede resumirse con la frase tipo: “El frente en cada persona, y ninguna persona en cada frente”.

(...) Todo el desafío político-estratégico de un mundo ni en guerra ni en paz, que anihila toda solución a los conflictos por las vías clásicas militares y jurídicas, consiste a impedir los partisanos pasivos al límite de la acción, al umbral de la beligerancia, de devenir *partisanos activos.” (Laurent *Danet, “La *polémosphère” a *Sécurité *globale, *núm.10)

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. Salto cualitativo en el concepto de guerra: “La guerra probable no se hace “entre” las sociedades, se hace “dentro” las sociedades. (...) Haciendo frente a las fuerzas occidentales, las poblaciones, fácilmente mobilizables en masa hostil, constituyen un “ejército” que no puede ser destruido, una fuerza que permite actuar protegido y enmascarado. Pero tanto como un adversario, estas son el blanco sobre el cual se pretende influir, un objetivo que de las reacciones del cual determinarán el resultado
final, éxito o fracaso. Porque el objetivo es la sociedad humana, su gobernabilidad, su
contrato social, sus instituciones, y ya no tal o tal provincia , tal río o tal frontera, ya no
es una línea o un terreno a conquistar, a proteger. El único frente que deben mantener las fuerzas comprometidas es el de las poblaciones. (...) Estos conflictos serán fundamentalmente de naturaleza política (...) Porque la finalidad de las guerras probables será el establecimiento o restablecimiento de un gobierno razonablemente estable, la victoria “” no será la victoria militar,(...) la última victoria que cuenta, la de la estabilidad del nuevo gobierno. (...) Ya no se trata de percibir masas de tanques y de localizar objetivos potenciales, sino de comprender entornos sociales, comportamientos, psicologías. Se trata de influir en las voluntades humanas a través de la aplicación
selectiva y proporcionada de la potencia (...) Ayer se comunicaba “sobre”
la guerra, de ahora en adelante se comunica “ por” la guerra. Las acciones militares son verdaderamente “una manera de hablar”; a partir de ahora toda operación mayor es de entrada una operación de comunicación todos los actos de la cual, hasta los menores, hablan más recio que las palabras (...)

Conducir la guerra es primeramente gestionar las percepciones, las del conjunto de los actores, próximos o lejanos, directas o indirectas.” (*Vincent *Desportes, La *guerre probable)

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Espejo distorsionando: para nosotros no se trata de ganar los corazones y los espíritus para la causa revolucionaria, sino de dejar paso a devenires revolucionarios.

La población no es el que está en juego en el conflicto entre los revolucionarios y el
gobierno, sino el producto mismo del gobierno, del sesgo a los pueblos de sus
condiciones de existencia.
La lucha no es entre los partidarios del gobierno y los partidarios del autogobierno, sino por la salida del paradigma mismo del gobierno.

Las operaciones represivas, a cubierto del antiterrorismo por ejemplo, no pretenden
destruir un sujeto revolucionario existente, sino al contrario producir un enemigo, por la exasperación, el acoso, la provocación.

Los gobiernos tienen necesidad vital de un sujeto revolucionario identificable para
producir a su lado, bien distintamente de este, una población despolitizada.

Todo aquello que contribuye a agregar en identidad radical la causa revolucionaria juega
sordamente el juego de los gobiernos.

Aquel quien gobierna no tiene nada a temer, en última instancia, de un sujeto revolucionario, y todo a temer de una situación revolucionaria.

No se trata, para Nosotros, de comunicar, sino de batir en brecha la gestión
socializada de las percepciones, no de escabullirse de los medios como de una mancha, sino, cuando aparecemos, y dentro de lo posible, reventar la pantalla.

El tacto es quizás la virtud revolucionaria cardinal en esta época, y no la radicalidad:
el arte de tener cuidado de los devenires-revolucionarios.

9

Es bien evidente que esta sociedad ya no tiene ningún proyecto, fuera democrático o ecológico; ya no prometo nada, sino de aplazar algo más todavía el fin de los tiempos, el derrumbamiento, el caos. En este sentido, su estructura es fundamentalmente apocalíptica y nihilista. La información que difunde cada día, las iniciativas de qué organiza la publicidad, su movimiento aparente son de naturaleza reactiva. Todo aquello que emprende positivamente no pretende más que una cosa: alejar la amenaza de la insurrección, que todo llama.

10

. Desde su nacimiento griego, la política es portadora de una metafísica del orden (cfr. *Marshal *Sahlins, La *nature *humaine, *une *illusion *occidentale). Parte del presupuesto según el cual los hombres deben ser gobernados, sea democráticamente por ellos mismos sea jerárquicamente por otras. Una antropología común recorre tanto el anarquista individualista, que aspira a la llena expresión de sus pasiones propias o llegar a gobernarse a si mismo, como las concepciones pesimistas que ven en el hombre una bestia ávida que sólo un poder represivo puede retener de devorar su parecido. Las diferentes posiciones políticas se distribuyen en el fondo según la solución que proponen a la cuestión del gobierno de los hombres, y de sus pasiones. Todas están ancladas en una concepción muy reconocible de la naturaleza humana.

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. La cuestión del gobierno no se plantea sino a partir de un vacío. Hace falta haber producido un vacío suficiente en torno al individuo, o bien dentro él, hace falta haber producido en la sociedad un espacio lo suficiente abandonado para que se pueda, desde allá, preguntarse cómo se dispondrán todos aquellos
elementos dispares que nada no religan, elementos del yo o elementos sociales. Si nosotros tenemos una política por adelantar, es una política que parte de la hipótesis inversa. No hay vacío, todo está habitado, cada uno de nosotros es el lugar de pasaje de cantidades de afectos, de lugares, de historias, de realidades que nos exceden fundamentalmente. La cuestión no es constituir el vacío sereno desde dónde llegaríamos al fin a retomar todo aquello que se nos escapa, sino de dotarnos de medios para disponer, de jugar con, de hacer jugar todo esto. Sólo una política de la habitar
puede despachar la cuestión del gobierno.
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