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Notícies :: globalització neoliberal : criminalització i repressió : pobles i cultures vs poder i estats
EL Otro Mundial en Sudáfrica: Un nuevo apartheid entre pobres y ricos
16 jun 2010
Muchas personas fueron desplazadas para la construcción de nuevos estadios de futbol. La gente no fue sacada de las barracas para llevarla a una casa. Se la llevaron a otras barrancas sin luz, sin agua y sin nada”.
Roma, Italia. Muy lejos de los festejos de la Copa del Mundo, más de un millón de sudafricanos sobreviven en casas de láminas y cartón, sin agua ni luz, con una letrina para cientos de personas, sin escuelas ni servicios de salud. Y ahora, con el Mundial, miles de ellos fueron desplazados de las barracas para construir los estadios de futbol que en los próximos días estarán colmados de gente de los cinco Continentes. Son los sudafricanos que estorban a la justa deportiva, al igual que los niños que viven en las calles de las principales ciudades “y que han ido desapareciendo sin que sepamos a dónde se los han llevado”, señala Busisiwe Mdlalose, delegada de Abahlali base Mjondolo (AbM), movimiento de personas que viven en chozas y casas de cartón.

“¿Debe Sudáfrica sentirse contenta porque ahí se celebra la Copa del Mundo?”, se pregunta Therbani Ngonfoma, otro integrante del movimiento de pobres más grande de un país repleto de contradicciones. “La Copa del Mundo –se responde él mismo- es el evento más importante que pasa en el Continente. Cuando anunciaron que se celebraría en Sudáfrica todos estuvimos contentos porque pensamos que mejoraría la vida de las personas, pero hemos visto que los pobres no nos beneficiamos. No se puede pensar que podemos beneficiarnos si desde el principio no fuimos involucrados ni consultados”.

El Mundial, asegura Therbani, “ha hecho la vida de los pobres aún más difícil. Muchas personas fueron desplazadas para la construcción de nuevos estadios de futbol. La gente no fue sacada de las barracas para llevarla a una casa. Se la llevaron a otras barrancas sin luz, sin agua y sin nada”.

Busisiwe Mdlalose, Therbani Ngonfoma y Philani Zungu conforman la delegación del movimiento Abahlali baseMjondolo que durante la segunda quincena de mayo recorrió Italia para difundir la lucha y organización de los habitantes de los asentamientos irregulares en Sudáfrica y para conocer los movimientos sociales en este país, en una gira organizada por la revista Carta junto a otras asociaciones.

En entrevista con Desinformémonos los delegados de AbM detallan la situación en la que sobreviven decenas de miles de personas en las barracas, el inicio de su movimiento en demanda de tierra y viviendas, la organización interna y la construcción de la autonomía en los asentamientos y las contradicciones de un gobierno emanado del Congreso Nacional Africano (CNA), que ellos mismos llevaron al poder hace 16 años y “no ha cumplido con sus promesas, haciendo ahora un nuevo apartheid entre ricos y pobres”.

En la víspera de la Copa del Mundo, Therbani Ngonfoma explica que la Constitución de Sudáfrica señala que “si alguien es desplazado de una barranca tiene que ser llevado a una casa con servicios, pero se están llevando a la gente a campos de tránsito en los que la única diferencia con las barracas es que son construidos por la municipalidad y no por la gente”.

“Nosotros amamos nuestro país –aclara Ngonfoma- pero no estamos callados ni cruzados de brazos. Cada vez que hablamos nos dicen que somos una amenaza para la seguridad del país, pero no lo somos. Sólo pedimos ser involucrados de manera significativa y queremos que ellos mantengan las promesas que hicieron cuando los elegimos. No podemos quedarnos callados ante lo que sucede en Sudáfrica”, sentencia.

El Mundial de futbol es también un pretexto para hablar sobre un movimiento que ha estado silenciado. Se trata, explican los entrevistados, de darle visibilidad a las contradicciones de la competencia en Sudáfrica, en un momento en que los ojos del mundo están ahí.

El movimiento Abahlali baseMjondolo (AbM) inició en 2005, en la ciudad de Durban, en una barraca (asentamiento o favela) de la calle de Kennedy Road y ahora incluye a más de 10 mil de personas de 30 barriadas. AbM “no tiene conexión con ningún partido político y mantiene al interior una democracia participativa, en la que los líderes no deciden qué hacer, pues las decisiones las toma el movimiento. Los líderes escuchan y facilitan las conexiones entre la gente. Esta es la democracia que nosotros vivimos y es la que queremos que apliquen los gobiernos en los países”, explica Ngonfoma.

“Venimos de una nación –continúa- que tiene una Constitución que todo el mundo envidia, en la que está escrito que toda la gente tiene derecho de expresión y asociación, además de garantizar muchos más derechos. Lo extraño es que las leyes no se aplican y una democracia que solo se queda en los libros es buena para los museos”.

AbM se organiza con un comité al interior de cada barraca y todos los comités eligen un comité central. Cada año se celebra un encuentro nacional y se cambian los líderes. El movimiento, explican sus integrantes, inicio en las barracas pero ahora también participan los habitantes de las casas populares y también tienen presencia en zonas rurales, en las que el fin de apartheid no conllevó ningún cambio en la vida.

El movimiento de Abahlali es, antes que nada, por tierra y por casas. “Se puede hablar de demandas de servicios como agua, luz, sanitarios, etcétera, pero lo primero es la tierra y luego las casas. Si no hay tierra no hay nada”, advierte Therbani.

La lucha la están dando por dos vías: la política y la legal. La batalla legal se dio cuando la municipalidad propuso una ley para impedir la construcción de las barracas. “Se trató de ley anticonstitucional y por eso enfrentamos al gobierno en los Tribunales. Primero perdimos la causa en la Suprema Corte, luego seguimos la lucha en la Corte Constitucional y logramos un juicio a favor del movimiento”, relata el delegado de AbM. Pero cada triunfo, cada cosa que pasa con el movimiento, añade, “es política”.

El año pasado el movimiento fue reprimido en Kenedy Road y fueron asesinadas tres personas. Durante el ataque destruyeron varias barracas y hasta la fecha ninguno de los agresores ha sido detenido. Cuando miembros del movimiento fueron a denunciar la represión fueron rechazados y, por el contrario, 13 personas fueron arrestadas y permanecen en la cárcel.

La vida en las barrancas

Los delegados de AbM que recorren Italia explican en cada actividad las condiciones en las que sobreviven en los asentamientos. En una barraca, por ejemplo, “el terrateniente retiene a los animales que caminan por las tierras que dice que le pertenecen, pero en esa tierra indígena los animales siempre han caminado ¿porqué dice que es de él? En invierno ese terrateniente entró con tractores a la barraca y dañó 30 casas. Ese mismo invierno murieron 3 ancianos por el frio y el gobierno no hizo nada”. En esa misma barraca 3 niños entraron a un sembradío y el terrateniente les disparó porque los encontró comiéndose un plátano.

Otro ejemplo de lo que sucede en Sudáfrica: El gobierno declaró zona de caza una zona rural. Cercaron el predio y pusieron junto a la gente que vive ahí a los animales salvajes para que la gente rica fuera de cacería.

La construcción de la autonomía

Philani Zungu cuenta que el movimiento ha decidió tomar lo que necesitan para vivir. “Para el gobierno esto es ilegal, pero nosotros lo tomamos porque la vida lo requiere. Hemos tomado la electricidad en una operación que llamamos Cakanysa. También tomamos la red de agua y la hacemos autogestiva, al igual que la electricidad”.

Las tomas de las redes de agua y luz, explica Zungu, “hacen al movimiento muy vivo, porque llega la policía a desconectarlas, nosotros la enfrentamos y volvemos a conectarnos”.

La autonomía dentro de las barriadas ha conseguido organizar guarderías para niños y espacios colectivos para gente que no tiene casa. Para organizar la salud reciben la colaboración de diversas asociaciones. “Nada es fácil, todo lo que logramos es producto de la lucha, porque la municipalidad quería imponer sus proyectos de salud”, señala el joven sudafricano. “Son cosas sencillas de entender –añade- pero ellos no las entienden, por eso hemos llegado a la conclusión de que necesitan una Universidad, en la que les vamos a explicar la vida a través de nuestra experiencia. La Universidad será vivir con nosotros, con los mosquitos, los incendios y las inundaciones. La autoridad tiene que venir aquí a aprender”.

Busisiwe Mdlalose, la única mujer de la delegación, relata que en las manifestaciones y enfrentamientos con la policía las mujeres siempre están en la primera fila “porque tienen la responsabilidad de la vida de la familia y de la comunidad. Ellas experimentan el dolor de dar vida a sus hijos y por eso luchan”, dice.

El rol de la mujer dentro del movimiento, explica Mdlalose , “es como el de una asistente social de la comunidad. Ellas van a encontrar a los enfermos, van a dar pláticas a los jóvenes sobre la vida misma y sobre cómo hacer la lucha. Las mujeres encuentran muchos problemas, pero son ellas las que dicen que no hay que pararse y hay que seguir adelante. Si yo fuera el gobierno –afirma tajante- escucharía a estas mujeres y trabajaría junto a ellas”.

· Consulta la página de Desinformémonos, en su último número este artículo sobre el nuevo apartheid que acompaña al Mundial de Futbol Sudáfrica 2010:
http://desinformemonos.org/2010/06/el-otro-mundial-en-sudafrica
Mira també:
http://desinformemonos.org

Comentaris

Un golpe silencioso: el movimiento social Sudafricano atacado
16 jun 2010
Un golpe silencioso: el movimiento social Sudafricano atacado: A la sombra de la Copa del Mundo de futbol 2010

El mayor movimiento social del país, Abahlali baseMjondolo, ha encabezado un gran número de acciones. Gracias a él, algunos de los ciudadanos más pobres han construido una organización democrática y sin partido.

El presente reportaje es una versión actualizada del reportaje en inglés publicado en la revista Left Turn.

Cerca de las 11:30 pm del 26 de septiembre de 2009, un grupo de 30 a 40 hombres rodearon el salón comunitario en el asentamiento de Kennedy Road en Durban, Sudáfrica. Armados con palos, machetes y armas automáticas, y evocando el lenguaje del conflicto político encarnecido y patrocinado por el estado que partió al país durante los últimos años del Apartheid, la multitud lanzó el ataque en una reunión de la Liga Juvenil Abahlali baseMjondolo (AbM) que se llevaba a cabo en ese lugar. En el tumulto creado, cerca de una docena de personas fueron heridas, cuatro murieron y los atacantes tomaron control del lugar.

Cuando la policía local llegó a la escena, tomó tan sólo las declaraciones de quienes en ese momento dominaban el salón y arrestaron a ocho miembros del cuerpo de gobierno representativo del asentamiento, el Comité de Desarrollo de Kennedy Road (KRDC, por sus siglas en inglés), sin importar si ellos habían estado o no la noche del ataque. A la mañana siguiente, la multitud que atacó a la gente que se reunía en el salón comunitario regresó al asentamiento con la policía y oficiales del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) y procedieron a destruir y saquear más de dos docenas de casas, todas pertenecientes a miembros electos del KRDC.

“Estamos siendo atacados”, dijeron en un comunicado de prensa conjunto el KRDC y AbM una semana después. “Fuimos agredidos físicamente con todo tipo de armas: pistolas, cuchillos e inclusive con una espada. Hemos sido expulsados de nuestras casas y nuestra comunidad. La policía no hizo nada para detener los ataques a pesar de nuestras llamadas de auxilio”.

La declaración continúa: “Lo que pasó en Kennedy Road fue un golpe, un reemplazo violento de una organización comunitaria electa democráticamente. El ANC ha tomado control de todo lo que hemos construido en Kennedy Road. Hemos permitido siempre la libre actividad política en Kennedy y en todos los asentamientos en los que candidatos del AbM han sido electos como líderes. Ahora estamos prohibidos”.

Política neoliberal

Con la mayor economía del continente africano y una de las constituciones más progresistas del mundo, Sudáfrica es considerado por la mayoría un modelo de desarrollo para países de ingreso medio. Sin embargo, es una nación resquebrajada por una serie de crisis interrelacionadas: desde epidemias que fueron consecuencias de abusos sexuales y SIDA, hasta el problema de los sin tierra y la pobreza. Todo esto ha empeorado desde mediados de los 90, cuando el entonces presidente, Nelson Mandela, voluntariamente adoptó políticas económicas neoliberales, en contraste con los objetivos a largo plazo que tenía el ANC de nacionalización y socialismo. Si bien estas políticas macroeconómicas ayudaron a crear una pequeña clase media de raza negra, también contribuyeron a la creciente desigualdad donde el ciudadano negro promedio gana una octava parte de lo que sus compatriotas ganaban en el 2007. Ahora, Sudáfrica es considerado el país menos equitativo del mundo dentro del índice de las Naciones Unidas, inclusive peor que la Palestina ocupada.

Al mismo tiempo, Sudáfrica, con su rica historia de lucha política y militancia laboral, tiene también uno de las mayores índices per cápita de protestas del mundo. En los años pasados, el mayor movimiento social del país, Abahlali baseMjondolo (zulu para “la gente en los arrabales”), ha encabezado un gran número de estas acciones. Tras emerger en el 2005 en el asentamiento de Kennedy Road durante el transcurso de una disputa sobre vivienda con el consejo ciudadano local del ANC, el movimiento de arrabaleros ha crecido hasta incluir más de 10 mil miembros en más de treinta asentamientos informales a lo largo de la provincia de KwaZulu-Natal.

En sus primeros dos años de existencia, los esfuerzos de movilización del AbM se confrontaron con la violencia de estado y la represión política. En el 2005, por ejemplo, la policía prohibió ilegalmente las manifestaciones permitidas y atacó a los residentes del Foreman Road cuando tomaron las calles. Un año después, la policía arrestó al presidente y vicepresidente del movimiento cuando se dirigían a una entrevista de radio, golpeándolos y torturándolos mientras estaban en custodia. En el 2007, la policía disparó a una marcha pacífica.

Después, los seis de Kennedy Road – cinco de los cuales fueron miembros electos del KRDC – lograron su libertad gracias a sus huelgas de hambre (todos los cargos contra ellos fueron removidos por falta de evidencia). A pesar de estos obstáculos, algunos de los ciudadanos más pobres han construido una organización democrática y sin partido, tan impresionante por su presencia en las bases y la democracia interna, como por su éxito en asegurar la participación de los arrabaleros en la mejora de sus asentamientos.

Varias semanas después del ataque a Kennedy Road, este éxito continuó cuando la corte constitucional de Sudáfrica determinó en favor del AbM su decisión cancelando el acta de arrabales KwaZulu-Natal. Autorizada por la provincia en el 2007, la ley otorgaba al ministro provincial poder para obligar a municipios y dueños de tierra privada a desalojar a las personas que ocuparon terrenos y determinaba un periodo de tiempo en el cual estas acciones deberían de ocurrir. Si se permitía que se quedara, el acta hubiera servido de modelo para todo el país. La corte solamente aprobó la parte en la que se otorgan al ministro de vivienda provincial amplias facultades para iniciar los procedimientos de desalojo contra los asentamientos. La decisión permanece como una gran victoria en la lucha de la gente pobre por tierra y vivienda. Aún oculto, el presidente del AbM S’bu Zikode, dijo que la decisión de la corte “tuvo amplias consecuencias para toda la gente pobre del país”.

Impunidad del estado

En las semanas que siguieron a la mayoría de los ataques, los residentes de Kennedy Road reportaron que aquellos que los llevaron a cabo, habían sido instruidos para que patrullaran los asentamientos, intimidando y amenazando a sus líderes. Temiendo más violencia, líderes claves del AbM dejaron el asentamiento. Con su ausencia, oficiales del comité ejecutivo de la rama del ANC reemplazaron al KRDC con su propio cuerpo de gobierno local. En los meses siguientes, los miembros de AbM que no habían dejado Kennedy Road fueron intimidados y asaltados por no presenciar las reuniones del ANC. Algunos pudieron demandar a miembros del ANC gracias al apoyo de oficiales mayores del ANC y de algunos policías.

Otros oficiales del ANC públicamente declararon sobre el movimiento de gobierno provincial para liberar a la comunidad y su deseo de “encarcelar a la gente para que el desarrollo continúe”. Actualmente existen acusaciones que indican que los que participaron en los ataques no sólo recibieron a cambio puestos en el comité que se formó tras el mismo ataque, sino que inclusive fueron pagados por el ANC.

Siguiendo esta lógica, la policía continuó apuntando a miembros del KRDC, arrestando a un total de 13 personas y acusándolas de asesinato y asalto gravoso. En cada una de sus audiencias, los oficiales del ANC local movilizaron autobuses con miembros suyos, los cuales amenazaron físicamente a quienes apoyaban al AbM y demandaron que los “13 de Kennedy Road” no tuvieran fianza. Por casi dos meses, los “13” habían tenido sus audiencias pospuestas por falta de evidencia. Fue después de que el obispo de Rubin Phillip de la diócesis anglicana y otros líderes religiosos señalaron su detención como una “completa tergiversación de la justicia”, que los presos (excepto 5 de ellos) fueron liberados bajo fianza. Hasta el 14 de mayo pasado, ocho meses después de la detención, la corte dio el expediente del caso al abogado de la defensa de los prisioneros políticos – aún hay cinco detenidos – en espera del juicio.

Mientras que los oficiales del ANC han buscado criminalizar las acciones del AbM, éste ha consistentemente señalado la violencia, los asaltos y las amenazas directas contra ellos como actos motivados políticamente. Esta perspectiva intentó ser más persistente con los recientes éxitos del ANC en las elecciones provinciales de KwaZulu-Natal en abril del 2009, lo que ha hecho posible que oficiales locales del ANC eliminaran lo que ellos consideran una amenaza política potencial. Con muchos de sus líderes no detenidos pero sí escondidos, los miembros de AbM aún no pueden operar abiertamente en Kennedy Road, aunque continúan organizándose en secreto en la comunidad y se reúnen cada domingo. El presidente del AbM S’bu Zikode, quien perdió su casa en el ataque a Kennedy Road, pronunció en octubre de 2009 estas palabras en la universidad, en ocasión de un evento titulado: “Democracia al borde del colapso”. “Para algunos líderes democracia significa que ellos son los únicos que deben ejercer la autoridad sobre otros. Para algunos oficiales del gobierno, la democracia significa aceptar todo lo que se dice sobre los hombres y mujeres ordinarios”.

“Con el ataque a Abahlali baseMjondolo en Kennedy Road,” S’bu Zikode sostuvo: “hemos visto que ahora este pensamiento tecnócrata será secundado por la violencia cuando hombres y mujeres ordinarios insisten en su derecho de hablar y ser escuchados en materias que conciernen a sus vidas diarias. Por un lado, hay un consultor con su laptop; en el otro lado hay un hombre joven, borracho, con un cuchillo de campo o un arma. Tan diferentes como se ven, ellos sirven al mismo sistema, un sistema en el cual hombres y mujeres ordinarias deben ser buenos chicos y chicas y conocer que su lugar no es pensar ni hablar por sí mismos”.

Esta necesidad entre hombres y mujeres ordinarios de pensar y hablar por sí mismos es inclusive más apremiante al acercarse la Copa del Mundo Sudáfrica 2010. A lo largo del país, el gobierno ha gastado millones en construcción y rehabilitación de estadios deportivos para los encuentros que se jugarán en junio y julio, mientras millones permanecen sin acceso a vivienda, agua potable y otros servicios básicos. En lugar de cumplir la promesa de empleo y desarrollo equitativo, la Copa del Mundo ha proveído de un disparo en el brazo de los planeadores urbanos y especuladores de bienes raíces quienes ahora buscan eliminar el comercio informal de los Distritos de Negocios Centrales y limpiar los siempre crecientes asentamientos suburbanos las periferias de la ciudad.

Sin embargo, AbM mantuvo su oposición a este tipo de democracia. A pesar de una fuerte presencia policíaca, miles de militantes y simpatizantes marcharon en el centro histórico de Durban el 22 de marzo pasado, demandando no sólo vivienda, sino también respeto a los derechos humanos y justicia. El 14 de mayo siguiente, una delegación procedente de la Coalición en Contra de la Pobreza de Londres (LCAP, por sus siglas en inglés) trajo un mensaje de solidaridad al Alto Comisario para Sudáfrica, haciendo así eco a los llamados de AbM acerca de cancelar los cargos en contra de sus miembros y en favor de una comisión independiente para que investigue los ataques en Kennedy Road.

Tras gestionar la solidaridad internacional a través de viajes a Gran Bretaña y a los Estados Unidos, militantes de AbM viajaron a Italia a finales de mayo para encontrarse con otros movimientos sociales cuya atención se concentra en la triste condición de los trabajadores migrantes africanos en Italia y para explicar qué significa la Copa del Mundo para los pobres en Sudáfrica.

Para alcanzar el objetivo, el sector del AbM de la provincia de Western Cape (AbM WC) anunció recientemente el lanzamiento de la campaña “Derecho a la Ciudad” que buscará desarrollar un programa de acciones para la Copa del Mundo. La provincia ya tiene un trabajo realizado junto a más de 400 mil personas sin casa. En mayo de 2009, militantes de este sector apoyaron a los ciudadanos del “patio” – los que rentan una casucha de propiedad de alguien más – en la ocupación de las principales tierras gubernamentales en Ciudad del Cabo. En respuesta, las unidades de la policía municipal anti-invasión de tierras los desalojaron ilegalmente, confiscando sus pertenencias. La policía también asaltó y detuvo a quienes parecían los líderes de la ocupación. Fue sólo después de archivar una demanda en contra de otros desalojos y de lanzar más protestas – inclusive bloqueos de carreteras – que los necesitados pudieron reclamar por la tierra.

Durante los últimos días antes de la Copa del Mundo, AbM WC está una vez más demandando al gobierno que proporcione viviendas de calidad para la gente pobre de la ciudad en lugar de esas lozas en las periferia que se han vuelto la norma en la provincia de Ciudad del Cabo. Además del boicot en contra de la Copa del Mundo, AbM WC prometió construir casuchas en las afueras del estadio de fútbol de la ciudad justo antes del inicio del evento deportivo para llamar la atención del resto del país y de la comunidad internacional acerca de las necesidades de la gente pobre. A diferencia de las acciones en Kennedy Road, la respuesta del gobierno a las acciones de los militantes pobres estará a la vista del mundo.

· En el último número de Desinformémonos este reportaje sobre el golpe al movimiento social sudafricano que ha venido con la llegada del mundial de futbol de Sudáfrica 2010, consúlta su página http://desinformemonos.org/2010/06/un-golpe-silencioso-el-movimiento-soc

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