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Notícies :: antifeixisme
De los olvidados y los protegidos por la Ley de la Memoria Histórica.
03 nov 2008
70 años después del golpe fascista contra el pueblo español, su constitución y su república, la actual y flamante España democrática es incapaz de ofrecer reconocimiento legal a quienes fueron asesinados por defender las libertades de todos. La llamada Ley de la Memoria y el ordenamiento español vigente siguen considerando justos y legales los tribunales fascistas que condenaron e infamaron a quienes se mantuvieron leales a la república. El Partido Popular se niega a condenar la Guerra Civil y la Dictadura por entenderlas «justificadas» y el PSOE actualmente en el gobierno se limita a intentar dividir y comprar con subvenciones económicas y con medidas cosméticas a quienes claman por un poco de dignidad democrática y justicia 70 años después.
La Ley de la Memoria supone un nuevo obstáculo en la lucha por recuperar la dignidad colectiva como españoles. No resuelve nada. Más que una ley es una estrategia de contención ante la imparable marea democrática y republicana que fluye día a día. Tiene la virtud esta ley, eso sí, de mostrarnos las limitaciones del actual Régimen monárquico, nos muestra hasta donde se puede llegar; y no es muy lejos. El nombre de España sigue secuestrado por los vencedores en 1939. Sus herederos actuales identifican España con lo que ellos son y piensan,debiéndose su supuesto apoyo a la Constitución del 78 al simple hecho de que esta constitución garantizó la impunidad de TODOS LOS CRIMENES DE LA DICTADURA QUE TRAJO EL GOLPE Y LA GUERRA.

La situación creada en el Parlamento Europeo cuando se llevó a cabo una declaración institucional de condena al franquismo demostró muy bien la naturaleza del problema con el que se enfrenta la memoria histórica y la dignidad democrática de los españoles como nación. Al negarse a condenar el fascismo franquista y el golpe contra la República, el Partido Popular se sitúa fuera de todo consenso democrático de mínimos y se hace preciso iniciar un nuevo tipo de debate. ¿Es posible construir y vivir una democracia sin condenar el fascismo y la guerra atroz que impuso a los españoles? ¿debe ser ilegalizado el Partido Popular y exhortarse a la derecha española a que condene la violencia y funde un partido sobre lo que pueda encontrar de democrático en sus raíces históricas? ¿Tan difícil es comprender que el golpe de 1936 no tuvo otro sentido que impedir la consolidación de una democracia en España? ¿O que el golpe fracasó por el heroismo del pueblo español y que se transformó en una guerra a raíz de la decisión personal de Adolf Hitler de trasladar a España en sus aviones al ejército colonial africano sublevado?

El Partido Popular ha boicoteado cualquier avance en profundidad de la memoria democrática; el PSOE se lo ha consentido. Es la propia naturaleza del régimen de la Transición lo que queda así al descubierto. No nos vamos a contentar con más promesas vacías y medias verdades.

Debemos decir bien claro que España vive una situación anormal que la sitúa fuera del consenso democrático que surgió de la derrota del nazifascismo en 1945. Puede parecer extraño que se afirme esto en 2008, pero es lo único que explica que el PP se sitúe al margen del antifascismo como valor democrático básico. No se consideran afectados: para ellos el franquismo no fue un nazifascismo sino un régimen autoritario que fue "necesario". Su visión de la realidad histórica es aberrante, completamente deformada. Han llegado a interiorizar toda la basura ideológica del régimen y sus mitos fundacionales hasta el punto de que si aceptan hoy la democracia se debe a que según ellos la ingeniería social del franquismo la hizo posible al destruir a la izquierda revolucionaria y desarrollar económicamente el país. Dentro de esta explicación mítica, se olvida la existencia de la clase media republicana en los años treinta y el carácter profundamente democrático de la experiencia republicana, se justifica el golpe y la guerra como "inevitables", se olvida la participación nazi y fascista en el bando franquista y se funde todo en un anticomunismo primitivo. Estos son los elementos que explican el motivo por el cual la derecha española ha establecido una conexión tan profunda con los neoconservadores norteamericanos. Para estos grupos el nazismo y el fascismo en Alemania e Italia solo fueron negativos en la medida en que disputaron el dominio global a los anglosajones, en vez de dejarse utilizar como ariete contra la URSS. En este sentido, el régimen de Franco es visto como un régimen paternalista y hasta dotado de cierta prudencia. La guerra, la represión, la dictadura fueron experiencias duras pero necesarias por la culpa colectiva del pueblo español, "intoxicado" por ideologías ajenas a su "tradición". No es de extrañar, por tanto, que en el momento histórico en que los países del Este europeo se entregan a Estados Unidos en un delirio anticomunista sorprendente y en el que se intenta rescatar la memoria de los fascistas locales que colaboraron con los nazis, la derecha española no tenga reparos en negarse a condenar el golpe, la guerra y la dictadura. No estamos ante un problema del pasado, es el futuro lo que nos preocupa y por ello resulta tan grave constatar este auge del revisionismo fascista que incluso ha logrado vaciar de contenidos esenciales la Ley de Memoria Histórica.

Hoy existe una Ley de Víctimas del Terrorismo; no así de las víctimas de la dictadura. Produce asco y repugnancia la utilización de las víctimas del terrorismo cuando comparamos su situación con las del golpe, la guerra y la dictadura. ¿Donde estaba la dignidad debida y el respeto a las víctimas cuando se pactó con los franquistas su impunidad y se aceptó que pusieran un precio político al restablecimiento de la democracia?

¿Donde queda la memoria histórica cuando se considera víctimas del terrorismo a quienes murieron vistiendo el uniforme de la dictadura? ¿Era terrorismo enfrentarse con las armas en la mano a los defensores de la dictadura? Al incluir como víctimas del terrorismo a los muertos durante la dictadura por defenderla lo que se hace es legitimarla. Carrero Blanco, el almirante franquista, presidente del gobierno y jefe de los servicios secretos, hubiera tenido que acabar sus días ante un Tribunal por sus crímenes contra el pueblo español, su muerte fue como resultado de un acto de resistencia, negar esto es legitimar su condición. Melitón Manzanas, el todopoderoso jefe de la policía política, fue alguien absolutamente despreciable y que hubiera debido ser igualmente juzgado. Pasó de verdugo a víctima en unos segundos cuando resultó muerto en una acción de la resistencia. El crimen cometido con él sólo fue uno, al matarle se impidió que fuese procesado y condenado. En realidad, lo peor del tratamiento legal de las víctimas del terrorismo es unir en una misma consideración a quienes cayeron defendiendo una dictadura con los que lo hicieron en defensa de la democracia años después. Es preciso romper con este consenso entre los partidos del régimen monárquico, pues sin aclarar de una vez por todas que el franquismo fue un régimen genocida contra el que estaba justificada la lucha armada, será imposible construir una democracia con bases sólidas y creíbles.

La posición de principios que condena toda forma de terrorismo y violencia es muy respetable, pero hay que ser consciente de que si lleva al absurdo resultaría que Reinhard Heydrich, "gauleiter" de Bohemia y Morabia y jefe de la Gestapo e Interpol,fue también una víctima del terrorismo y como tal debiera ser "respetada".

Si hemos tenido que esperar a 2006 para una Ley de Memoria no es por casualidad. El precio político que hemos tenido que pagar por este "a modo de democracia" que disfrutamos es muy alto: un jefe de estado que lo fue de la dictadura (no se olvide que el ciudadano Borbón fue nombrado Rey con las instituciones y leyes de la dictadura), un pacto de silencio y olvido que dura hasta la actualidad, una impunidad total y absoluta de los crímenes de la dictadura, el mantenimiento de todas las situaciones de privilegio económico y de clase que la victoria reportó a quienes la protagonizaron, una posición chulesca de la Iglesia Católica quien se aprovecha de un Concordato negociado por Arias Navarro y que fue colocado sin poderse discutir siquiera en la Constitución del 78. En suma, una identificación de España y lo español con la cultura política del franquismo que constituye una verdadera amenaza, pues el nacionalismo español que vemos amenazante cada día en prensa, tribuna y púlpito es antidemocrático, separatista y excluyente.

Memoria Histórica es recordar que otra España es posible, que una Nación no es otra cosa que el pueblo que la habita y conforma, unido en paz y libertad.

Memoria Histórica es recordar que España fue defendida hasta el sacrificio final por millones de españoles y que su derrota fue atroz. En nuestras manos está que no sea definitiva.

La Ley de la Memoria tendría que basarse en que la libertad y la democracia son los valores primeros que fundamentan nuestra identidad colectiva, aunando nuestra rica y plural realidad nacional, pues sobre la base de una ciudadanía democrática compartida es perfectamente posible convivir todos.

Una ley de la Memoria Histórica era necesaria. ¿Pero esta Ley? Son muchos los problemas no resueltos; son cientos las fosas comunes, decenas de miles los desaparecidos que aun están enterrados en bosques y campos, son cientos de miles los muertos en la guerra y los ejecutados, pero sobre todo es su recuerdo y su memoria las que exigen respeto. Algo negado todavía hoy por unas leyes que no defienden el recuerdo de los asesinados. El respeto no se acaba en las sepulturas dignas o en las placas que recuerden a los asesinados. Levantar una fosa podría implicar, si se hace con el juez y los forenses, una prueba de cargo más para la acusación de genocidio de la que el franquismo se ha hecho merecedor.

Hoy es legal la Fundación Francisco Franco, el dinero recibido por subvenciones públicas por esta Fundación suma millones de euros pese a estar dedicada a glorificar a los genocidas; justificar y defender la guerra y la dictadura es algo legal. Si recordamos los dineros entregados a los franquistas, las cantidades que se darán en aplicación de la Ley de la Memoria suenan a broma. Este que viene ahora es un dinero sucio, pues no busca otra cosa que comprar el silencio.

Se impone el franquismo sociológico; los descendientes de las víctimas fueron educados en la creencia de que el crimen se produjo por alguna especie de culpa colectiva que los iguala con los verdugos. La nueva Ley no resuelve nada de esto, sólo lo refuerza al mantener una equidistancia imposible. En España los verdugos fueron quienes "perdonaron" a sus víctimas a cambio de olvido e impunidad. El crimen fue bien gratificado; la dictadura construyó su base social de apoyos sobre el despojo de los restos de los vencidos; hoy el robo y el saqueo de propiedades lleva años legalizado. Es más, es muy probable que la negativa a anular los juicios franquistas se deba a intentar evitar a toda costa que miles de familias denuncien ante los tribunales el expolio al que fueron sometidos: si miramos en cada una de nuestras ciudades podríamos ver que los apellidos de los vencedores se perpetúan entre los mejor situados socialmente. Esta es, posiblemente, la raíz última de la resistencia para que una verdadera Ley de Memoria sea aprobada.

Las grandes empresas que se enriquecieron con los cientos de miles de trabajadores forzados siguen existiendo y sus nombres pese a ser conocidos, ni remotamente se tienen en cuenta, tan grande fue la dimensión de la derrota; suponer que han de pagar indemnizaciones a los supervivientes y sus familias es casi una locura que por supuesto nadie en el Parlamento se atrevió a proponer siquiera. Las subvenciones previstas en la Ley saldrán de nuestros impuestos, no del patrimonio acumulado por los verdugos y sus descendientes.

El revisionismo campa a sus anchas y actúa con plena libertad insultando, difamando y calumniando a las víctimas del fascismo. Pero la ley propuesta no va a resolver nada de esto. Y el revisionismo no lo encontramos solamente en la caverna de la extrema derecha: lo hemos visto incluso en el propio gobierno del PSOE en el ministerio de Defensa. Hoy mismo, estatuas y nombres de golpistas son parte de instituciones militares y acuartelamientos. Quienes tilden de "nostálgico" o "trasnochado" este artículo deben saber que la unidad de elite de las Fuerzas Aéreas Españolas, el ala de caza dotada de Eurofighters, lleva el mismo nombre y las mismas enseñas y lemas que la unidad del héroe de la aviación franquista Joaquín García Morato. Esto es un insulto a todos los españoles.

No debemos olvidar que los militares leales al pueblo español, su constitución y su república fueron los primeros en ser asesinados. Desde hace 70 años el fascismo quiso imponernos el olvido de ese hecho, PERO NO VAMOS A CEDER.
Los golpistas de julio de 1936 siguieron un plan despiadado y criminal, debían matar inmediatamente a los miembros de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos de Seguridad que no secundaran la sublevación, inmediatamente después debían hacer lo mismo con los representantes civiles del estado democráticamente elegidos, al objeto de hacerse con los resortes del Estado y luego emplear cuanta violencia y terror fuese preciso para controlar a la población. Lo hicieron allí donde las fuerzas leales y el pueblo no lograron resistir. Hoy los revisionistas llaman crímenes republicanos a la lucha de resistencia contra la agresión. La nueva Ley interioriza este discurso: es decir, España es culpable de resistirse a ver destruida su república y su democracia su lucha fue un "crimen" y por ello fue castigada.

Imponerse a través del terror desde el principio, ese fue el plan del genocida exgeneral Mola y sus seguidores, un plan terrorista de primera magnitud. Los nombres de los verdugos forman parte de la historia mundial de la infamia: Mola, organizador del Golpe, González Gallarza, organizador de la red clandestina de oficiales golpistas, Juan Yagüe, un carnicero sin escrúpulos cuyo nombre es un puro insulto para el honor del ejército español, Queipo de Llano, arquitecto del terror y la represión, sus charlas radiofónicas mostraron el verdadero rostro de la España que pretendían imponer, Fanjul y Goded, dispuestos a destruir a cualquier precio las instituciones y la ley republicanas, José Antonio Primo de Ribera, quien brindó a sus escuadristas al servicio el golpe y dotó de una mística y un uniforme al mayor grupo de verdugos de la historia de nuestro país, Pablo Martín Alonso, traidor, vengativo y sanguinario, detuvo a sus superiores en A Coruña y ordenó el asesinato de cientos de personas, Aranda y Moscardo, quienes no dudaron en engañar cuanto hizo falta primero y en ordenar la toma de rehenes y los fusilamientos de cuantos se les opusieron, la lista es muy larga. Algunos de ellos pagaron sus crímenes ante los tribunales del pueblo, otros, como Franco, triunfaron y sobrevivieron largo tiempo gracias al apoyo de Hitler y Mussolini primero y Estados Unidos después. Hoy, para vergüenza de todos, el Partido Popular justifica sus crímenes y afirma que denunciarlos es sembrar la división entre los españoles.

La democracia española salida de la Transición niega a los militares y civiles leales a la república que murieron asesinados tras parodias de juicio el reconocimiento público que la más mínima dignidad democrática exige: declarar nulos de pleno derecho los Tribunales golpistas y nulas sus sentencias.

Los golpistas siguen figurando simbólica y honoríficamente en las filas del ejército español actual y no hay ni una sola unidad, acuartelamiento, buque o escuela que recuerde con su nombre la memoria de quienes dieron sus vidas por la libertad de la Nación Española ante la agresión fascista. Jamás han desfilado las tropas españolas en estos años en recuerdo y homenaje público a quienes dieron sus vidas por su lealtad al pueblo español y sus libertades. La Ley de la Memoria se queda fuera de los cuarteles y no une milicia y pueblo sobre la base de la lucha de unos y otros por las libertades contra la agresión fascista. Sin hacerlo es imposible lograr una identificación profunda entre ciudadanía y Fuerzas Armadas.

En recuerdo, de quienes hace 72 años en �frica se opusieron a costa de sus vidas a un golpe atroz y genocida que nos arrastraría a la mayor catástrofe de nuestra historia, señalamos aquí a las primeras víctimas; solamente en el Protectorado en Marruecos y en las ciudades de Ceuta y Melilla los asesinados y encarcelados se contaron por miles, trabajadores, obreros, funcionarios, militares, de toda clase y condición. Unos fueron muertos directamente, otros sometidos a parodias de juicio; hoy sus crímenes siguen siendo legales para el Estado español.

Nuestro respeto más profundo ante el sacrificio de vuestras vidas. Luchasteis por vuestra libertad y la nuestra, al asesinaros, los fascistas quisieron matar la ilusión de una nación española identificada con los valores de libertad, igualdad y, sobre todo, de fraternidad.

No os hemos olvidado.

Junto a ellos centenares de miles de víctimas del franquismo (golpe, guerra y dictadura) se encuentran todavía hoy asesinadas "legalmente".

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Comentaris

Re: De los olvidados y los protegidos por la Ley de la Memoria Histórica.
03 nov 2008
Calla pallaso

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