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Notícies :: amèrica llatina
Violencia cotidiana y rutinaria en México
15 mai 2008
Una reflexión desapasionada en torno a la violencia cotidiana generalizada en el México de hoy
Violencia cotidiana y rutinaria en México
Ernesto Patraca Maldonado

Nací y vivo en México. Me he acostumbrado a empezar el día leyendo el periódico. Es una costumbre arraigada desde mis tiempos de universitario. Antes lo hacía en papel; hoy lo hago en internet. Cosas de la modernidad. Pero la costumbre sigue ahí. Es algo que no altera mi rutina; por el contrario, forma parte de ella. Es más: cuando por alguna razón no lo puedo hacer, me mantengo inquieto durante el día, y en cuanto tengo un puesto de periódicos a la mano o una computadora con acceso a internet, lo primero que hago es entrar a algún periódico, de preferencia alguno de los que habitualmente leo: El universal, La jornada, Milenio o Proceso; incluso, si nada de esto es posible, soy capaz de leer hasta Reforma (con todo y ultraderecha incluida). Leer el periódico en las mañanas es pues parte de mi vida. Desde hace varios meses si no es que años, prácticamente todos los días hay alguna noticia que da cuenta de alguna ejecución de gente involucrada o no en actividades delictivas: tiroteos entre policías y narcotraficantes, secuestros express o de larga duración, levantones, asesinato de policías y demás linduras. Como dije: esto ya desde hace un buen rato; por eso, cuando no leo alguna noticia de este tipo hasta siento que falta algo. Es decir: me he llegado a acostumbrar también a la violencia que impera hoy en día, y ya para nada me resulta raro que hayan matado al comisionado de la PFP, o que hayan matado al supuesto hijo de El Chapo Guzmán en una balacera, o que el ejército tomó alguna ciudad, etc. La violencia se ha vuelto algo cotidiano, algo del día a día, algo que se ha arraigado entre nosotros de tal manera que tal vez ya no concebiríamos la realidad actual sin ella. Por la noches prendemos la televisión: vemos nuestra buena dosis de noticias: asesinatos, secuestros, encajuelados y balazos incluidos, sin contar las escenas de guerra que nos recetan diariamente desde Irak, Palestina, Afganistán..., para inmediatamente después, o en el ínter, hacer el amor con nuestra esposa (o lo que sea a cada quien idóneo en esos términos), e irnos a dormir plácidamente (como si tuviéramos papá y mamá, diría El Jarocho), como si la dosis de horror antes descrita fuera parte de una película de ficción y no la realidad imperante y también como si las películas de ficción violenta no fueran parte de la violenta realidad imperante. Tal vez toda esta violencia nos sacuda y nos saque del marasmo cuando el asesinado, el levantado, el encajuelado o el decapitado sea cualquiera de nosotros, pero ya será demasiado tarde.
Martin Niemoller cobra actualidad si es que alguna vez la ha perdido:
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío.
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Mira també:
http://www.floresdeuxmal.com

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