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Notícies :: antifeixisme
Zapahetero o la heterosexualització comercial del món lgtbq (Versió revisada i ampliada)
29 feb 2008
Hace tiempo que observo con cautela y a distancia las legislaciones que el gobierno pretendidamente progresista del PSOE con ZP al frente ha ido haciendo en relación al mundo lgtbq. Mis conclusiones distan mucho de las que ha sacado el mundo gay oficial cada vez más dependiente del PSOE y más vinculado a esta formación, hasta el punto de que es difícil saber donde acaba el gobierno y donde empiezan las distintas asociaciones de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales. Nunca he creído en los proyectos basados en los "agradecimientos a los servicios prestados" ni en las dependencias y favores políticos, tampoco creo en un mundo lgtbq legislado por heteros y con demasiadas ramificaciones políticas.




ZP afirma haber ampliado los derechos de muchas personas en este país permitiendo el matrimonio homosexual y las adopciones, así como otras legislaciones consideradas de menor importancia y por ello dotadas de menos presupuesto. El mundo lgtbq es hoy el más grande avalador del gobierno ZP y no pierden la oportunidad de elogiarlo. A mi forma de entender lo hecho por ZP no tiene nada que ver con una ampliación de derechos, es mas, creo que en realidad, nos los ha reducido hasta el punto de haberlos eliminado por completo. Me explico. ZP y su gobierno de heteros instauraron el matrimonio homosexual mediante una mínima reforma lingüística en el código civil pero el matrimonio es una institución hecha por y para heteros e impuesta a los homosexuales. Zapatero y su gobierno no crearon las bases para que el mundo lgtbq tuviera la oportunidad mediante su espíritu creativo de construir su mundo a partir de sus propias bases, no creó la infraestructura necesaria para que creáramos nuestra identidad desde nuestros esquemas y a partir de nuestras necesidades, simplemente llevó adelante un ejercicio de imperialismo heterosexual, de perpetuación de "su modelo" hegemónico ampliándolo en el espacio y en el tiempo. En España a día de hoy no hay un espacio heterosexual y un espacio lgtbq iguales en derechos y obligaciones pero basando esa igualdad en el reconocimiento fáctico y real de la diferencia existente entre los dos mundos, no, simplemente hay un mundo hetero que tienen que utilizar tanto heteros como homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales. Tenemos hoy pues, hombres heteros que se casan con mujeres heteros, hombres que se casan con hombres bajo estructuras heterosexuales formando matrimonios heteros formados por homosexuales y igual pasa con las mujeres homosexuales.



Los colectivos lgtbq y su capacidad creadora y rompedora de los esquemas sociales, políticos y morales han quedado eliminados bajo el prisma de la imposición de un modelo, el heterosexual, al que todos estamos obligados a recurrir queramos o no a la hora de decidir como formalizar nuestras relaciones. Es pues, este gesto, un ejercicio de imposición de lo hetero al mundo lgtbq, de la heterosexualización del mundo lgtbq. Fijaos bien en las tiendas de bodas para homosexuales, tienen el vestido para él y el vestido para el otro él, pero que sigue el patrón del negro para uno y el blanco para otro. Cuando dos mujeres o dos hombres mantienen una relación siempre hay quien pregunta quien hace de hombre y quien de mujer porque ese es el esquema. Veo a mi alrededor muchos homosexuales que viven exactamente de la misma forma que lo hacen mis padres y de la misma forma que lo hicieron mis abuelos.



Es realmente esto lo que queremos? ser heteros casados con otros hombres? tan poca ambición tenemos? Renunciamos pues a inventar y a imaginar y a crear libremente nuestro propio esquema homosexual de vida diferenciado del heterosexual hegemónico aireando un poco el olor a rancio de lo viejo, de lo antiguo, de una estructura como el matrimonio heterosexual que ya huele a podrido de lo viejo que es y que está en la base de casi todos los divorcios y separaciones.



Quiero hacer un llamamiento a la creación, a la invención, a la igualdad desde la diferencia reconocida, a no quedarnos en el paso dado que no es mas que pasar de la intransigencia al mundo de la tolerancia y la coexistencia, que no el mundo del respeto y la convivencia. Fijaos que lo único homosexual que realmente existe es un mundo vanal, desvirtuado en el que existen dos modelos de homosexual creados por el prisma heterosexual, ambos creados bajo el prisma de "la cultura lgtbq" que tiene poco que ver con la cultura lgtbq. Si nos aceptan tan bien es precisamente porque aceptan lo gay pero no lo homosexual, han desexualizado nuestro mundo para poder aceptarlo. El primer modelo de gay es el de las llamadas "locas", que responden al modelo de gay que los heteros no pueden aceptar porque supone aceptar la idea de un hombre no ligado a la idea de masculinidad tan típica y tópica. El otro modelo es el del "gay que no lo parece", el del gay que al responder a la idea de masculinidad heterosexual, deja su homosexualidad en la esfera privada, renunciando a un espacio público. Ambos modelos constituyen un error creado por los heteros. Nuestro mundo está creado por ellos. Va siendo hora de que todas las maricas y bolleras creeemos nuestro mundo homosexual, si..sexual...lo que nos define e identifica es nuestra manera de sentir, querer y follar. Va tocando crear nuestro mundo desde nuestro prisma, desde nuestros esquemas, desde nuestras bases rechazando las imposiciones heteros "de buena voluntad" para conseguir unos votos asegurados. El mundo lgtbq continúa hoy pendiente de ser imaginado, pensado y construido. Aún así mentiría si no tuviera en cuenta las grandes aportaciones que en ese sentido han hecho autores como el gran filósofo Paco Vidarte, fallecido recientemente, Beatriz Preciado, Javier Saez, el sociólogo Oscar Guasc o Judith Butler entre otros. No nos engañemos, ZP simplemente extendió y consolidó el modelo hetero creyendo que es tan bueno que hasta nos va a servir a nosotros que no lo somos. Es el colmo del heterosexismo y la homofobia.



El proceso de normalización de la homosexualidad se hizo, en parte, a costa de su desexualización. A veces tengo la sensación, que compartimos muchos y muchas homosexuales, de que la mayoría social, esto es, los y las heterosexuales, pudo aceptar la diferencia sexual de los y las homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales, reduciéndola a una diferencia sin adjetivos, una diferencia abstracta que no necesita concretarse ni visualizarse. En este sentido, el archiconocido término “gay� de raíces latinas y provenzales, ha resultado muy útil colaborando en la tarea de extender la idea de que uno puede ser gay o lesbiana sin que eso signifique necesariamente que es homosexual. Esto que estoy diciendo puede parecer una obviedad o una tontería, pero no lo es. Que a los y las homosexuales no nos gusten las personas del sexo contrario no significa que no nos sintamos atraídos por nadie, no significa que no podamos quedar enmarcados en alguna categoría sexual, significa que tenemos una sexualidad propia. Lo que nos diferencia de los y las heterosexuales no es que no nos sintamos atraídos y atraídas por las personas del sexo contrario ni que no mantengamos relaciones afectiva y sexuales con ellas, sino todo lo contrario, es decir que nos sentimos atraídos y mantenemos dichas relaciones con personas de nuestro mismo sexo, y eso parece no estar muy claro a juzgar por el comportamiento de la mayoría social hacía nosotros y nosotras.
Es muy importante resaltar este punto porque, sin miedo a exagerar, puedo afirmar que la actual visibilidad social puede provocar el desastre de volver a los gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y intersexuales más invisibles que nunca en algo tan fundamental en nuestra vida como es precisamente el sexo.



La sociedad de la coexistencia tolerante en la que vivimos hoy permite nuestra identidad social siempre y cuando no nos mostremos sexual o afectivamente. Pero sin el sexo, ¿Cómo o por qué tendríamos que ser lo que dicen y decimos que somos? ¿En qué quedaría nuestra tan reivindicada diferencia? Sin la presencia real del sexo, ¿Qué nos diferencia de los llamados metrosexuales? Resulta increíble que muchos heteros nos reprochen que compremos revistas porno gays o veamos porno gay o yendo con ellos en el seno de un grupo de amigos, dos personas bisexuales, bolleras, maricas o transexuales que mantengan una relación del tipo que sea, expliciten su afecto en público. También resulta sorprendente que algunos heteros nos traten como si el hecho de ser maricas, bolleras, trans o intersexuales nos alejara de tener sexualidad o de poder enamorarnos, como si el hecho de ser bolleras, maricas, bisexuales o intersexuales no se pudiera concretar en ningún enamoramiento ni deseo sexual, y cuando ello aparece, cuando el gay y el homosexual (hombre o mujer) confluyen en un punto, entonces parecen sorprendidos, y su aceptación y su pretendido progresismo, se diluyen en un mar de huidizas explicaciones poco concluyentes. Pero entonces, ¿De qué hablamos cuando hablamos de homosexualidad, bisexualidad, transexualidad o intersexualidad? Para cualquier ser humano el sexo es fundamental, para nosotros, es, simplemente, vital, porque ello define precisamente lo que somos o lo que no somos. Nosotras somos maricas, bolleras, trans o intersexuales desde que nacemos, esta es nuestra “esencia� y también la categoría política en la que nos enmarcamos porque ser marica, trans, bollera, bisexual significa estar enmarcadas en una lucha política en la que hay que terminar tanto con el heterosexual facha, católico ( y esto no significa practicante), pseudoprogresista, “socialdemócrata�, tolerante ( qué gran palabra..qué gran farsa!!!!), que quiere ir de amigo buen rollete de las maricas, bolleras, bisexuales, transexuales o intersexuales como con las maricas, bolleras, bisexuales, transexuales o intersexuales arrimadas al poder, “educadas�, sumisas, convenidas, vendidas al capital. Basta ya de sodomía liberal-capitalista, facha y reaccionaria!!!!


No pretendo reivindicar un modelo identitario tan cerrado, normativizado e inflexible como es el modelo heterosexual, tampoco pretendo condenarlo ni dar a entender que hay modelos mejores y peores. No, simplemente quiero transmitir la idea de que hay modelos diferentes, que los hay y que la igualdad real pasa por la aceptación de esta igualdad en la diferencia. Los y las homosexuales, bisexuales y transexuales debemos tener un espacio propio, debemos tener la libertad de aportar nuestra propia mirada del mundo. Si no lo tenemos, tenemos el derecho y la obligación de exigirlo. Los y las homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales hemos aceptado de buena gana por ausencia de voluntad de auténtica reflexión introspectiva la imposición de un modelo, el heterosexual, que no tiene otra función que la de impedir la construcción de nuestro propio espacio afectivo-sexual, social y político desde nuestra especial y original mirada del mundo. Lo verdaderamente importante en todo esto no es llegar a una conclusión, a un punto final en el que ya podamos decir que todo está hecho y dicho y ya no exista la posibilidad de seguir imaginando otros mundos posibles.


Lo realmente importante es precisamente el camino, la búsqueda, la creación basada en la imaginación, la invención que cada uno tiene derecho a hacer de su propio modo de andar su camino. No precisamos de un único modelo homosexual al que todos se sientan obligados a ceñirse quieran o no, lo que necesitamos es inventar, crear cada uno su propia verdad, su propia mirada del mundo, su propio camino según sus deseos, necesidades y libertades. Quiero decir con ello, recuperando la tesis que Simone de Beauvoir propone en su obra El segundo sexo, proponiendo que "la mujer", o más exactamente lo que entendemos por mujer (coqueta, frívola, caprichosa, salvaje o sumisa, obediente, cariñosa etc.) es un producto cultural que se ha construido socialmente. La mujer se ha definido a lo largo de la historia siempre respecto a algo: como madre, esposa, hija, hermana... Así pues, la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia identidad específica y desde sus propios criterios. Muchas de las características que presentan las mujeres no les vienen dadas de su genética, sino de cómo han sido educadas y socializadas. La frase que resume esta teoría es muy célebre: "No se nace mujer, se llega a serlo". Recuperando esta tesis, yo me planteo la idea de que a los miembros de la llamada comunidad lgtbq, nos pasa un poco lo mismo, uno no nace lesbiana u homosexual o bisexual o transexual, uno llega a serlo. Somos un producto político, social y cultural que puede ser construido de muchas maneras y por lo tanto también deconstruido y vuelto a construir y que está sometido a variaciones y contradicciones y que se va reelaborando y reconstruyendo y reapareciendo de formas diferentes en función del contexto social, histórico, político y cultural. Las identidades de género son dinámicas, no sustantivas, no se es una cosa o la otra, uno se despliega culturalmente masculino o femenino, heterosexual u homosexual. Nos construimos como un constructo cultural. Nacemos biológicamente hombre o mujer, pero “masculinidad� o “feminidad� son constructos culturales. Es decir que la relación entre el órgano sexual con el que nacemos y conceptos como “hombre, mujer, masculino, femenino, heterosexual, etc� es una relación metafísica artificial que nosotros hacemos y ponemos en ese sujeto y además lo hacemos de forma que dicha relación parezca de necesidad. La homosexualidad no es un tercer género por la simple razón de que no se puede demostrar la existencia objetiva de los dos primeros.



Y tampoco pretendo en esta reflexión menospreciar el modelo heterosexual, tan sólo afirmar que este modelo es legítimo para un parte de ellos y ellas, de los y las que creen y se ciñen a él, que tampoco son todos y todas y que debe ser respetado profundamente por nosotros, porque eso también nos diferencia, ellos nos rechazan y nos imponen su modelo, nosotros debemos respetarles tan sólo exigiendo poder construir nuestro propio espacio sin descalificar a nadie. Nosotros somos de alguna forma, disidentes sexuales. Y me explico. Oscar Guasch, eminente pensador de la sociología plantea una distinción conceptual que entiendo que es muy gráfica para explicar mi anterior afirmación. Postula lo siguiente: […] Ortosexualidad sería más correcto, y más lógico. Ortodoxia y heterodoxia. El primer término para quienes viven su sexualidad de acuerdo con lo establecido; el segundo, para quienes discrepan de ello. Heterosexualidad: Un error histórico que condiciona negativamente la vida afectiva de millones de seres humanos y que limita la expresión de sus afectos y de sus emociones. […] Esta es la idea que planteo cuando hablo de disidencia sexual. De algún modo recupero la idea de Foucault del poder, de la microfísica del poder y de la sexualidad y su delimitación psiquiátrica y médica como arma de poder de dominación y de represión de unos por otros.



Espero que el lector haya notado que no he hablado en este texto de forma específica ni de las mujeres feministas, ni de las lesbianas, ni de los bisexuales ni de la transexualidad. Y es que esta sigue siendo la gran asignatura pendiente, ya no del aparato legislativo del estado, si no del propio mundo lgtbq. La ley de transexualidad no sólo no ha mejorado nada, si no que continúa considerando enfermos mentales a los y las transexuales, convirtiendo una buena oportunidad para cambiar las cosas en otro fracaso y otra vergüenza para este país. Y las mujeres feministas y las lesbianas….qué decir sobre ellas…se lo debemos casi todo. En el terreno de la praxis revolucionaria, son precisamente ellas las que han liderado la lucha y nosotras, las maricas egocentristas nos hemos olvidado de ellas apropiándonos de los medios de comunicación como si tuviéramos derecho a ello por derecho divino relegándolas a la nada cuando nuestra lucha revolucionaria no habría empezado sin su apoyo y energía allá por la segunda mitad del s. XX norteamericano. Otra cuestión es la llamada “bisexualidad�. No entraré en el eterno y, a mi entender, absurdo debate, de si es una orientación sexual o una confusión temporal. Cuando hablamos de sexualidades, hablamos también de conductas. Hay un tipo de conductas, problemáticas, llamadas impulsos. Són comportamientos que aparecen como respuesta a un estímulo, pero esta respuesta es orientada y está producida por un tipo de estímulo muy específico. En algunos casos el estímulo no está determinado por un impulso. La respuesta impulsiva puede aparecer como estímulo interno. Normalmente la obtención del objeto que ha motivado el impulso lo elimina y representa la culminación del deseo. Los impulsos indican carencias. La expresión en nosotros de esa carencia es lo que llamamos deseo, necesidad natural. El deseo seria, originariamente, la parte impulsiva de la necesidad. El impulso como tendencia apetitiva genérica es un factor previo biológico innato. El deseo de cosas concretas deriva de un proceso aprendido. El objeto del deseo, el objeto de la necesidad no está predeterminado o lo está de forma muy poco clara. El impulso como necesidad biológica i como deseo es algo programado, pero su objeto, no está claro. Traducido esto al ámbito de la sexualidad, el mecanismo se hace más complejo. La sexualidad humana es abierta y presenta alguna forma específica. El ser humano puede ser estimulado por indicadores externos o internos. La sexualidad humana puede ser activada en cualquier momento (independientemente de la funcionalidad reproductiva). Esto implica que es objetivamente genética (no está orientada biológicamente de forma exclusiva a la heterosexualidad ni a la reproducción). El género desde el punto de vista del comportamiento es algo cultural, es algo performativo, teatral. El objeto de la actividad sexual humana no está predeterminado; la satisfacción se orienta la obtención del placer, no a la reproducción. Son los vínculos emotivos los que “obligan� al ser humano a proteger los frutos de dichas relaciones reproductivas con el objetivo de suplir la debilidad de las crías (los bebes). Entendido así, el deseo sexual existe, pero el objeto concreto hacía el cual lo dirigimos, no. Yo entiendo la bisexualidad como la sexualidad desnormativizada y desmoralizada, liberada de todas las cadenas de la cultura y de la moral. Mi idea hasta aquí es dar una visión abierta de la cuestión que me permita concluir que tenemos que poder convivir en igualdad de condiciones, pero para ello debemos exigir el cese de las imposiciones heterosexuales y debemos construir cada uno su original forma de entender, vivir y ver sus sentimientos, afectos y sexualidades desde una libertad fáctica, real y sin condicionantes ni coacciones de ningún tipo.

Martí Aviñoá

Enero de 2006

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