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Comentari :: criminalització i repressió
Liberaciones parciales
per Acrata Correu-e: no ARROBA tengo.com (no verificat!)	13 des 2007
La legitimidad de las diferentes luchas por los derechos de colectivos o minorías suele hacer que se conviertan en presas fáciles de la maquinaria del sistema y que sean absorbidas por éste.
Es difícil marcar los límites de cualquier reivindicación, pero cuando se trata de combatir la exclusión por motivos de raza, género o cultura, el hecho de no enmarcarla dentro de un escaparate global repercute directamente en los resultados de una manera nefasta. Leo en la prensa burguesa que los funcionarios sudafricanos se lanzan a la huelga; es el reflejo de un descontento generalizado en las clases populares, antaño marginadas por un regimen criminal basado en la supremacía blanca y hoy por un neoliberalismo económico que los explota como estrato social. Cuando el fin del apartheid cayó cual bálsamo reparador de todos los problemas de la población, el capital dio otro giro de tuerca en su extensa lista de adaptaciones y condicionó la capitulación del sistema racial a la continuidad del despotismo económico, de modo que las luchas obreras se vieron subyugadas a los derechos político-sociales de todas las razas. Esto implicó directamente que se mantuviera el status quo (acumulación de riqueza en unas pocas manos que aseguían siendo blancas) y se limpiara impunemente el historial delictivo de los que durante décadas masacraron a miles de personas. Socialmente, la constitución del 96 se puede resumir en lo siguiente: ahora el explotador puedeas ser tú aun siendo negro. La demostración pragmática de tal aseveración se personifica en la figura del presidente del estado, Thabo Mbeki, cuya política neoliberal está a punto de afrontar un crisis de dimensiones desconocidas en la nueva Sudáfrica. La utilización de métodos fuertemente represivos y la radicalización de las posturas opuestas al gobierno, antaño principales valedoras del CNA (Congreso Nacional Africano, partido que llegó al poder en el 94 de la mano de Mandela), están encaminando la situación a un clima de confrontación que puede despertar malos recuerdos. Otro campo digno de mención es el de la liberación femenina en occidente (hay que hacer una enfática distinción entre la situación de la mujer en los países del primer mundo y la anulación que como personas sufren en el resto del planeta); el combate contra la sociedad patriarcal no ha de tener cuartel, mas no a cualquier precio ni con cualquier aliado. ¿No resulta impactante ver en organizaciones feministas, por ejemplo, a destacadas aristócratas que tienen en régimen se semiesclavitud a otras mujeres que limpian la mierda de hijos y marido? Aquí encontramos más ejemplos de las tácticas de confusión que el sistema usa para seguir alimentándose a sí mismo: sin duda, el ascenso al poder de Michelle Bachelet en Chile y �ngela Merkel en Alemania se ha visto en parte favorecido por el hecho de que sean mujeres, cuando la realidad es que, como sus predecesores, no son más que títeres en manos del capital, y se antoja impensable tal acontecimiento si fueran realmente luchadoras por la libertad (y aquí no sirve el pasado socialista de Bachelet, puesto que ya ha demostrado su carácter neoliberal y represor). No creo que sea ésta la sociedad que deseaban las primeras sufragistas. Sin duda, la lista podría continuar interminablemente abarcando todos los campos y todas las épocas (homosexualidad, judaísmo, revolución rusa, despotismo ilustrado, independencia, colonialismo), pero el problema de fondo es el mismo: el paso de explotado a explotador en vez de la eliminación de la explotación. La dinámica a seguir en cualquiera de los casos debería girar en torno a una lucha amparada en reivindicaciones globales cuya aplicación individual de ellos implicaría la extirpación de la segregación, que al fin y al cabo es lo que se pretende en todos ellos.
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