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Para el debate del socialismo
16 nov 2007
Opinión de dirigentes sindicales venezolanos
Los trabajadores venezolanos debemos definir cómo concebimos y construimos la sociedad con la que pretendemos superar el capitalismo imperante, es decir, debemos definir cuál es el socialismo que queremos, a la luz de las experiencias (casi todas fallidas) de otros países y otros tiempos.

Es necesario aclarar que el concepto moderno de socialismo no puede limitarse o reducirse a las formas de propiedad colectiva de los medios de producción y la forma del Estado. El socialismo para ser tal, debe resolver al mismo tiempo el tema de la propiedad colectiva de los medios de producción, el tema de la participación decisoria de los trabajadores ( como productores libres que son) en la gestión de todas las unidades productivas, el tema de la más amplia y directa democracia política y social, el tema de la relación de los métodos y técnicas de producción con la conservación del ambiente sano, el tema de la transformación de la familia, el tema de la cultura y la formación y otros que forman un todo en la nueva sociedad que queremos construir.

¿De cuál socialismo estamos hablando? Estamos hablando del socialismo científico, es decir el creado por Marx y Engels y concretado luego por Lenin, Mao, Gramsci y otros. Sea en el siglo XXI, en el XX y hasta el XIX, el socialismo tiene una serie de rasgos definitorios, esenciales, como el tema de la propiedad colectiva de los medios de producción y el ejercicio democrático del poder por las clases revolucionarias, dirigidas por la clase obrera. La complejidad alcanzada por el desarrollo del capitalismo contemporáneo a las contradicciones de clase le ha incorporado contradicciones que no fueron previstas por los fundadores del socialismo científico, entre ellas las de género, las étnicas, las ambientales y otras.

Cuando hablamos del socialismo del siglo XXI o del socialismo Bolivariano, se pretende desmarcarnos (correctamente además) de las experiencias conocidas como el “socialismo real� que degeneraron en una serie de desviaciones que arrebataron el poder a los trabajadores y el pueblo y conformaron una casta burocrática que terminó en el retroceso histórico que se verificó con el derrumbe de la URSS y todo el bloque socialista europeo.

Existen elementos fundamentales y concurrentes para identificar el socialismo que queremos construir:

1. Que el Estado tenga la estructura más democrática, más aplanada y horizontal y con más componentes de democracia directa posibles.

2. Que la clase trabajadora mantenga organizaciones autónomas de ese Estado, tanto en forma de partidos propios o corrientes propias dentro del partido de la revolución, como también en formas amplias de organización social, que permitan controlar y contrapesar al estado democrático; y que permitan construir una nueva hegemonía social.

El primer paso para esto hoy, cuando no tenemos el partido de la clase, es la construcción de una organización política de masas de la clase obrera, que exprese con nitidez los intereses de la misma, toda vez que esta organización tampoco existe hoy en nuestro país;

3. Que los trabajadores tengan una vinculación directa y efectiva con la institución militar revolucionaria;

4. Que en las empresas y explotaciones (del campo y la ciudad) incluidas dentro de los sectores de producción de materias primas, de transformación industrial, de creación de ciencia y tecnología para la producción y de finanzas posean formas de propiedad colectiva (ya veremos con cuáles variantes), y en cuya gestión participen directamente y de manera decisoria los trabajadores de cada unidad productiva. Esta visión supera la de la cogestión, definida como una forma de “compartir el poder�;

5. Que el tiempo dedicado a la producción sea cada vez menor, incorporando tecnología y métodos que permitan acortar el tiempo socialmente necesario para producir el mayor número de bienes, para que los productores se puedan dedicar en mayor grado a la política, al estudio, a la familia y al ocio, y para que el desempleo desaparezca al permitir que todos trabajen de manera rotativa.

6. Que la producción se dirija de manera equilibrada y planificada, tanto para producir bienes de consumo, como bienes de capital, sin que se tenga una preferencia especial por la producción de unos y otros;

7. Que la distribución interna de los bienes se realice sin intermediarios (del productor al consumidor, sea empresa o población), incorporando la distribución como una de las actividades directas de cada unidad productiva; y utilizando los medios electrónicos de pago para eliminar progresivamente el uso de la moneda, con lo cual se reduce el sector comercial al mínimo necesario;

8. Que se revolucionen los mecanismos de financiamiento de la producción y el consumo, en primer lugar, eliminando el concepto de interés (como forma de ganancia de la banca) y en segundo lugar, estableciendo relaciones de apoyo entre lo financiero y lo productivo;


9. Que la distribución externa de los bienes (exportación) se realice a través del Estado;

10. Que dentro de todos los planes de producción y contabilidad de costos de producción se incluya la seguridad, higiene y condiciones de trabajo, y la utilización de métodos y tecnologías compatibles con una política de conservación del ambiente natural;

11. Que todos los habitantes vivan de un ingreso salarial directo, pagado por la unidad de producción o el organismo estatal al que se encuentren adscritos y que la estructura salarial nacional esté contemplada dentro de unos pisos y topes que no permitan el establecimiento de odiosas diferencias. Aunque tenemos conciencia que no estamos hablando de lograr la igualdad absoluta en términos de ingreso, toda vez que el socialismo, como sociedad de transición establece el principio de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo;

12. Que exista una seguridad social integral, financiada por los productores;

13. Que el acceso a la información, a la cultura, a la formación profesional y al arte sea amplio y libre para todos, sin discriminación alguna;

14. Que se revolucionen las relaciones familiares, superando el patriarcado, la violencia intra familiar y estableciendo la unión y separación libres ante la comunidad, unida a la mayor responsabilidad de los padres por los hijos y protección hacia la familia;

15. Que la sociedad socialista se extienda, no sólo al Estado nacional, sino en el mundo, para lo cual se requiere de una política internacionalista no intervensionista.

Como se verá, estos puntos que caracterizan al socialismo que queremos son parcialmente distintos a las políticas de construcción del socialismo en otras experiencias históricas, que nos sirven como referencia, pero que no podemos copiar, por ser cada experiencia irrepetible y única desde el punto de vista histórico.

En cuanto a las formas de propiedad, tradicionalmente han existido tres: la privada, las cooperativas y la propiedad del Estado. Esta última forma de propiedad se justifica bajo el supuesto de que el Estado representa a toda la sociedad y como el partido de la clase es o se supone hegemónico en el Estado, entonces la clase dirige la sociedad y la producción a través del Estado. Históricamente estos supuestos han resultado falsos.

Por ello, uno de los problemas de la construcción del socialismo en nuestro país es conseguir la manera de superar el monopolio de la propiedad de los medios de producción por parte del Estado, el cual puede conducir a un capitalismo de Estado y no al socialismo.

Uno de los elementos fundamentales para afrontar teóricamente este problema, es separar la propiedad de los medios de producción de su gestión y del reparto de las ganancias netas. La propiedad no necesariamente sería toda del Estado nacional, de manera centralizada. Podría ser del Estado, pero en el ámbito municipal para una serie de sectores productivos, con participación de las comunidades y del Estado nacional para otros (generalmente la generación de energía, empresas básicas y demás sectores estratégicos).

Si la gestión de las unidades de producción la llevan los trabajadores en conjunto con el Estado y la comunidad relacionada directamente con esos trabajadores, podría cambiarse el modelo. En esa forma de gestión los trabajadores tomarían, de manera democrática, las decisiones internas con un control externo del Estado y las comunidades.

Ahora, si bien la gestión la tienen los trabajadores fundamentalmente en cada unidad productiva, el reparto de las ganancias netas (deducidos los gastos de capital, de mantenimiento ambiental, de reposición de activos, de seguridad social, de impuestos, de ahorro programado e inversión) no debe ser exclusivo de los productores. Debe ser del resto de la sociedad.

El otro elemento fundamental es cambiar al Estado. No puede ser un Estado vertical, centralizado burocráticamente, militarizado a la manera tradicional. El Estado que sea propietario de los medios de producción debe ser lo más democrático, aplanado, desburocratizado y con toma de decisiones y controles directos por los trabajadores y la comunidad.

Finalmente, es inevitable que existan formas de propiedad no estatal, en forma de cooperativas (que son una forma de propiedad colectiva pero privada, ya que sólo son propietarios los integrantes de la misma), en la sociedad socialista.

La construcción del socialismo, para que sea irreversible, debe ser mundial. Uno de los motivos que dificulta la construcción del socialismo en un solo país es que, mientras exista imperialismo y por ende posibilidades de agresión militar, no puede desmontarse un fuerte aparato militar que proteja la sociedad. Tampoco pueden dejarse de destinar recursos para la defensa. En otras palabras, el componente fundamental del Estado – su carácter de instrumento de opresión de una clase sobre otra – permanece y se fortalece.

Otro de los motivos es la competencia con el mercado capitalista. Mientras estemos rodeados de capitalismo está en peligro el socialismo. La idea de una coexistencia pacífica y una competencia leal entre los dos sistemas ha resultado históricamente falsa. No porque los trabajadores no seamos pacíficos y repudiemos las guerras, sino porque no somos acompañados en esa idea por los capitalistas.

Pero las enseñanzas históricas indican que una expansión agresiva del socialismo, a través de medios militares, fracasa. El socialismo sólo se puede expandir a través de la acción consciente de millones, en cada uno de sus países, con apoyo solidario internacional.

Eso ubica que, si bien los tiempos de la transición al socialismo en Venezuela pueden resultar relativamente cortos, no lo son los tiempos de transición en la futura Comunidad Latinoamericana de Naciones, y mucho menos en el mundo. La transición será un proceso largo, secular. Pero la toma de posición país por país, durante mucho tiempo será la manera de avanzar. Por eso la inercia del proceso mundial afecta la velocidad y profundidad de la transición de cada país y en particular de Venezuela.

La etapa de transición que vivimos.

Si la transición al socialismo en el mundo cubrirá un largo período histórico, la transición en Venezuela es necesariamente compleja, con etapas de avances y retrocesos previsibles. En esta etapa – la Nueva Etapa – estamos construyendo la nueva sociedad con los capitalistas adentro e incluso, haciendo cogestión en empresas con ellos.

A nuestro juicio el elemento esencial que define la transición hoy es la Democracia Revolucionaria, entre cuyos ejes fundamentales y concretos tenemos:
- La democratización de la propiedad de los medios de producción, cuya vía de realización será el ejercicio de la gestión directa y democrática de los trabajadores de la industria y del campo. El primer paso hacia ese camino debe darse en las industrias estratégicas del Estado.

• La democratización del acceso a la educación, la cultura y la salud.

• El ejercicio pleno de la democracia política mediante la gestión directa y democrática del pueblo del poder político a través de su Estado.

Actualmente hay líneas que avanzan en ese sentido, como la línea de expropiación de las empresas imperialistas cerradas durante el sabotaje petrolero y la expropiación de las tierras ociosas; la cogestión, que es defensiva en tanto busca defender el empleo y reactivar el aparato productivo, pero todavía no es la gestión directa de los trabajadores; también la democratización del acceso a la salud, la educación, la cultura y las tareas de defensa, mediante la activación de la reserva de la FAN y las Unidades de Defensa Popular; junto con la articulación con los países latinoamericanos y caribeños, la cual no es defensiva solamente, en tanto sirve para detener la agresión imperialista, sino que también es una condición para establecer las bases reales para construir el socialismo.

Si la transición al socialismo demanda la Democracia Revolucionaria, entendida como democratización de la propiedad de los medios de producción, incluida la tierra, con la gestión directa y democrática de los trabajadores; para construir el nuevo Estado avanzamos, entre otras cosas, con el Municipio Bolivariano, como expresión del ejercicio directo del poder desde la comunidad local, entonces la formación política e ideológica es el eje de la transición al socialismo y el instrumento es la democratización de la educación de los trabajadores y el pueblo; de modo que a estas exigencias estamos obligados a responder.

Este proceso de transición al socialismo, es muy probable que genere nuevos deslindes en las fuerzas Bolivarianas. Un factor fundamental en los deslindes que se han producido y han profundizado la revolución, ha sido la unidad social y política de las masas. Aquí, profundización de la revolución y unidad social y política del pueblo deben marchar juntas, a pesar de las tensiones que generan los deslindes, porque lo que no podemos hacer es abandonar las tareas que conducen a profundizar la revolución para mantener la unidad con sectores reformistas y vacilantes.

Como estamos hablando desde una organización de los trabajadores, hay que decir que el debate sobre la transición y el socialismo es una tarea ideológica o teórica que tiene absoluta preeminencia sobre la lucha económica.

El papel de los trabajadores en esta etapa.

Nosotros siempre hemos afirmado que la clase trabajadora es la clase que garantiza llevar la revolución hasta sus últimas consecuencias, es decir, hasta la transformación profunda y radical de todas las estructuras. Esto es así por el lugar que ocupa en la sociedad capitalista y su papel en la producción de bienes materiales, lo cual la confronta directamente con la burguesía explotadora.

El presidente de la República, citando al Che, ha señalado que esta es una revolución verdadera ( en las que se triunfa o se muere como dijo el comandante Che Guevara) y para ello ha dicho que es necesario profundizar sus líneas estratégicas.

En su discurso del 27 de octubre del año pasado en el estado Táchira, el Presidente Chávez señaló: “... para nosotros poder derrotar la miseria en Venezuela necesitamos transformar el modelo económico en Venezuela, si no no vamos a poder hacerlo, sería mentira y el modelo económico nefasto que tenemos que transformar se llama El Capitalismo, en el marco del capitalismo es imposible solucionar los grandes desafíos de la pobreza, de la miseria, de la explotación, de la desigualdad.�

“... leamos la Constitución, aquí está estipulado el nuevo modelo económico poscapitalista, es un modelo económico social, es un modelo económico humanista...�

En este discurso (y en otros anteriores y posteriores) se comienza a presentar el carácter anti – capitalista de la Revolución Bolivariana.

Tiene razón el Presidente de la República, en el texto constitucional está contenido el modelo económico, que si bien reconoce y protege la propiedad privada (esencia del sistema capitalista) y la libre competencia, también establece entre los principios del régimen socio – económico de la República los de justicia social, democracia, eficiencia, protección del ambiente y solidaridad; todos ellos son principios que establecen límites tanto a la propiedad privada como a la libre competencia. Pero no sólo eso, en el mismo artículo 299 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que hemos citado, queda claro que se planificará la economía cuando señala que: “... con el fin de generar fuentes de empleo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país... para lograr una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática, participativa y de consulta abierta.�

Nada más contradictorio con la libre competencia, esencia del liberalismo económico, que la planificación de la economía. Esto lo evidenciaron las revoluciones socialistas del siglo pasado y es un elemento esencial que caracteriza a la revolución cubana desde sus inicios. Refiriéndose a la opinión del Che sobre estos temas, Orlando Borrego expresa:

“No por casualidad venía insistiendo meses atrás en eliminar cualquier voluntarismo en las decisiones económicas y sustentarlas en estudios y análisis basados en la más rigurosa planificación de las necesidades y la disponibilidad de los escasos recursos con que contaba el país. La formulación presentada por el Che resultaba muy clara: la planificación se convertía en una ley inmanente al propio carácter del socialismo y esto tenía que ser entendido tanto por los directores de las empresas como por cada uno de los obreros que tenían que convertir en realidad el plan en cada centro de producción...�

Ahora bien, en nuestro país no solamente se trata de disposiciones constitucionales, las Leyes Habilitantes de noviembre de 2001 (entre ellas la Ley de Tierras, de Hidrocarburos, del Sistema Micro financiero, de Cooperativas, entre otras) avanzan en el sentido no de la supresión de la propiedad privada, sino de su democratización, para lo cual no existe otro camino que golpear la gran propiedad capitalista. Es en este sentido que hemos dicho que se están modificando las relaciones de propiedad.

No obstante, el Presidente Chávez ha insistido en los últimos tiempos en una formulación que hizo por vez primera en la clausura del Primer Encuentro Nacional de Trabajadores, el 6 de septiembre de 2002, en el Teatro Municipal de Caracas:

“dondequiera que haya una fábrica cerrada eso tiene que pasar a manos de los trabajadores... tenemos que romper el modelo capitalista no basta con todo lo que hemos hecho...�

He aquí buena parte del problema. Luego del paro sabotaje petrolero de diciembre de 2002 y enero de 2003, cientos de miles de trabajadores fueron despedidos y varias decenas de empresas cerraron sus puertas. En algunos casos los trabajadores tomaron las empresas cerradas por sus propietarios, pero fueron tomas defensivas, limitadas a la defensa de los puestos de trabajo, prestaciones y en general reivindicaciones. En ningún caso se pusieron a producir las empresas.

Eso tiene que ver con varias cosas que están concatenadas: 1) Garantizar la producción requería una conciencia superior a la reivindicativa por parte de los trabajadores, 2) requería también condiciones mínimas para la adquisición de materias primas y acceso a mercados, además de una mínima estructura administrativa y 3) un apoyo del gobierno en función de lo anterior. Es desde hace relativamente un corto tiempo que se han comenzado a expropiar parte de esas empresas y es nuestro deber evaluar el desarrollo de esas experiencias hasta ahora.

Por lo pronto, podemos decir que han surgido nuevas contradicciones ( en general en todo el proceso cogestionario) que en nuestra opinión evidencian las limitaciones ideológicas, políticas y organizativas del movimiento de trabajadores, por un lado y las limitaciones, del mismo tipo, en el Estado Bolivariano y sus funcionarios.

En la industria petrolera se produjo una situación paradójica. Los trabajadores sacaron a los gerentes golpistas, vencieron el sabotaje de todo tipo que se hizo contra la industria, la pusieron a producir y recuperaron la producción con mayores márgenes de eficiencia y después de todo eso... comenzaron a buscar a los gerentes. En pocas palabras, no tuvieron la conciencia de que habían en los hechos dirigido a la empresa, y podían tener la gestión de la industria. Hoy existe un combate entre los trabajadores que luchan por asumir la gestión de la industria y lo que podríamos llamar la “nueva tecnocracia bolivariana� de PDVSA.

Llegamos al problema central; la gestión (léase la dirección de las empresas) por parte de los trabajadores requiere una conciencia superior a la reivindicativa y una organización superior a la sindical. Es necesaria la organización política de los trabajadores, para lo cual es necesario construir esa organización inexistente hoy en el país. Estamos hablando de una organización política de masas de la clase obrera, cuyos objetivos trasciendan los reivindicativos y económicos.

El discurso del Presidente Chávez acerca de la “transformación del capitalismo� no es suficiente, sobre todo si tomamos en cuenta que esta etapa se desarrolla en medio de una profunda lucha de clases entre reforma y revolución, en la cual las tendencias reformistas tienen expresiones importantes dentro y fuera del Estado, incluida la clase trabajadora. La garantía de que el discurso presidencial trascienda la palabra y la letra constitucional es una clase trabajadora férreamente unida programática alrededor de una organización política de masas antiimperialista y socialista.

Urge entonces pasar a la ofensiva. Es necesario superar los deficientes niveles de organización de las clases revolucionarias, particularmente de la clase obrera. Es urgente superar el peso de la división de los aparatos sindicales, para avanzar en la elevación del nivel político e ideológico del movimiento obrero. Es fundamental trascender la visión reivindicativa y tradeunionista, en esencia burguesa, con que el movimiento de trabajadores asume las políticas de transformación del Estado y la estructura económica impulsadas desde el gobierno.

La UNT reproduce estas características generales del movimiento de los trabajadores y sigue siendo más expresión de acuerdos superestructurales de tendencias ideológicas, que una real organización de masas de los trabajadores, clasista, plural y democrática. Tenemos que producir una línea política y organizativa desde la Fuerza Bolivariana de Trabajadores dirigida a transformar esta realidad de la UNT y en general, de la mayor parte del movimiento sindical. Para ello es necesario transformar su programa y sus estructuras.

Se trata de poner las organizaciones de los trabajadores y del pueblo en condiciones de impulsar la Democracia Revolucionaria y encarar el futuro socialista en condiciones de obtener victorias cada vez más profundas.

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Sindicato Sindicat