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Notícies :: guerra
Bombardeo aéreo mata al menos a 20 libaneses, nueve de ellos niños
16 jul 2006
Aterrador, el cuadro de la batalla entre Tel Aviv y Hezbollah por el sur de Líbano

La respuesta armada de la guerrilla a la ofensiva del ejército israelí revela meses de preparación
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Niños, las principales víctimas fatales de la desproporcionada violencia militar de Tel Aviv en Ter Harfa. Arriba, una pequeña yace herida en un hospital de Tiro Fotos Ap y Reuters


Beirut, 15 de julio. Será conocida como la matanza de Marwaheen. Todos los civiles que perecieron en el bombardeo habían recibido horas antes la orden de los israelíes de abandonar sus hogares en esa población fronteriza. Váyanse, les dijeron por altavoces, y así lo hicieron, 20 de ellos en un convoy de automóviles civiles. Y entonces llegaron los jets a bombardearlos, matando a 20 libaneses, de los cuales al menos nueve eran niños.

La brigada local de bomberos no pudo apagar los fuegos que ardían en aquel infierno. Otro blanco "terrorista" había sido eliminado. Este sábado, los israelíes produjeron más blancos "terroristas": gasolineras en todo el valle del Beeka, hasta la ciudad fronteriza de Hermelin, en el norte, una de las pocas rutas de escape hacia Damasco, esta vez entre Chtaura y la población de Masnaa.

Líbano, como de costumbre, pagaba el precio por el conflicto Hezbollah-Israel, lo cual sin duda entró en el cálculo de la guerrilla cuando cruzó la frontera israelí el miércoles pasado y capturó a dos soldados cerca de Marwaheen.

Pero, en realidad, ¿quién está ganando esta guerra? Se puede decir que no es Líbano, con sus más de 90 civiles muertos y su infraestructura destruida en cientos de ataques aéreos israelíes. Pero, ¿está ganando Israel?

El ataque anoche a una lancha cañonera israelí, frente a la costa libanesa, sugiere otra cosa. Cuatro marinos perecieron, dos de ellos lanzados al mar cuando un misil teleguiado de fabricación iraní impactó en su cañonera Hetz frente a Beirut, al anochecer. Los libaneses, que por años han resistido el fuego de naves israelíes, estaban eufóricos. Tal vez no simpaticen con Hezbollah, pero detestan a los israelíes. Con todo, apenas ahora empieza a dibujarse un cuadro más auténtico de la batalla por el sur de Líbano, y es un relato fascinante y aterrador.

El cruce fronterizo inicial, la captura de los dos soldados israelíes y la muerte de otros tres fueron planeados, según dijo Hassan Nasrallah, líder de Hezbollah que escapó de ser asesinado por los israelíes hace cinco meses. Y el ataque de hoy al buque israelí no fue la inspiración de último minuto de un miembro de Hezbollah que acabara de ver el barco.

Ahora parece claro que los líderes de Hezbollah -Nasrallah era el comandante militar de la organización en el sur de Líbano- evaluaron con cuidado los efectos de su cruce fronterizo, confiando en la crueldad de la respuesta de Israel para acallar cualquier crítica a su acción en Líbano. No se equivocaron: la represalia de Tel Aviv fue aún más despiadada de lo que imaginaban, y los libaneses silenciaron con rapidez toda crítica al movimiento guerrillero.

Hezbollah había presumido que los israelíes cruzarían hacia Líbano después de la captura de los dos soldados y volaron el primer tanque Merkava israelí cuando apenas se había adentrado 12 metros en el país. Los cuatro tripulantes israelíes perecieron y el ejército no avanzó más.

Los misiles de largo alcance, de fabricación iraní, que más tarde estallaron en Haifa, apenas habían sido precedidos unas semanas atrás por un avión no tripulado de Hezbollah, el cual inspeccionó el norte de Israel, tomó fotografías y volvió a tierra en el este de Líbano. Las fotos no sólo sugirieron una ruta de los cohetes hacia Haifa, sino también identificaron el centro ultrasecreto israelí de control aéreo en Miron.

El siguiente ataque -oculto por los censores israelíes- se dirigió contra esa instalación, cuyo nombre en clave es Apolo, en la cual, bien dentro de cuevas y fortalezas en la montaña, científicos militares israelíes resguardados por torres de observación, cercas alambradas y perros de presa supervisan todo el tráfico aéreo que entra o sale de Beirut, Damasco, Ammán y otras ciudades árabes. La montaña está rodeada de racimos de antenas que Hezbollah pronto identificó como un centro de rastreo militar.

Así, antes de lanzar cohetes hacia Haifa, Hezbollah envió un puñado de misiles hacia Miron. Las cuevas son intocables, pero que la organización guerrillera dirigiese un ataque a semejante blanco ultrasecreto estremeció profundamente a los planeadores militares israelíes. El "centro del terror mundial" -o lo que ellos imaginen que es Líbano- no sólo podía violar su frontera y capturar soldados israelíes, sino también atacar el centro neurálgico del mando militar del norte de Israel.

Vinieron luego los misiles sobre Haifa y el ataque a la embarcación. Ahora está claro que esta exitosa operación militar -tanto despreciaban los israelíes a su enemigo que aunque la nave contaba con un cañón y una ametralladora Vulcano no la habían dotado de armamento antimisiles- también fue planeada hace meses.

Una vez que aparecieron las lanchas de clase Hetz, Hezbollah colocó una tripulación de lanzamiento de misiles en la costa de Beirut occidental, no muy lejos de Jnah, y la prepararon durante muchas semanas para un ataque así. En menos de 30 segundos el misil salió de Beirut y dio de lleno en la nave, que estaba en medio de otras, incendiándola y dando muerte a los marineros.

Resulta irónico que los propios israelíes habían invitado a periodistas a ir "incrustados" en una travesía con su flota apenas unas horas antes -se les permitió filmar las armas de las naves disparando hacia Líbano- y, en el momento en que Hezbollah impactó la lancha, el viernes, su estación de televisión, Al Manar, comenzó a mostrar las tomas de los reporteros "incrustados". Fue una astuta pieza de propaganda.

Este sábado, los israelíes proclamaban que el misil era de fabricación iraní como prueba de la participación de Teherán en la guerra en Líbano. Fue un extraño razonamiento: debido a casi todos los misiles usados para matar civiles libaneses en los cuatro días pasados fueron fabricados en Seattle, Duluth y Miami, su empleo sugiere ya a millones de libaneses que Estados Unidos está detrás del bombardeo a su país.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya
Mira també:
http://www.jornada.unam.mx/2006/07/16/023n1mun.php

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