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Notícies :: antifeixisme : corrupció i poder : criminalització i repressió
Theo Van Boven ONU ( el escaparate )
05 feb 2006
«Si se procesa a quien denuncia, la lacra de la tortura se mantendrá»
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Theo Van Boven levantó una buena polvareda con su informe de 2003. El ya ex relator de la ONU ha participado en las Jornadas sobre Prevención de la Tortura celebradas en Barcelona. En entrevista Van Boven aboga por el fin de la incomunicación y el acceso a abogados de confianza para prevenir los malos tratos. Al respecto del «caso Romano», Van Boven es taxativo al considerar que «si se procesa a quien la denuncia, no se puede erradicar la tortura»

Theo van Boven regresa a Euskal Herria después de haber participado en las Jornadas sobre Prevención de la Tortura celebradas en Barcelona. Tras dejar el cargo de relator de la ONU, sigue reclamando el fin de la incomunicación y el acceso a abogados de confianza como garantías para prevenir la tortura.

­En estas jornadas se ha incidido en que la persecución penal a quienes denuncian haber sido torturados impide eliminar esta práctica. El último caso ha sido el de Unai Romano, con el que usted se entrevistó durante su visita a Euskal Herria. ¿Es comprensible la actuación de los jueces después de ver unas fotografías, como las de Unai Romano, que son una prueba tan contundente?
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Es comprensible que exista preocupación en torno a esta cuestión. Hace falta valor para denunciar haber sido torturado y a los jueces les corresponde realizar una investigación seria y profunda sobre esos hechos concretos, en vez de silenciar a aquellos que alzan la voz y denuncian. No es la reacción más adecuada. En este país tiene que existir libertad de expresión, que es uno de los ingredientes básicos de cualquier democracia. Si silenciamos las voces que denuncian las violaciones de los derechos humanos, éstas se seguirán produciendo. Hay que investigar a fondo para demostrar que esas denuncias no tienen base, pero, aun sin conocer al detalle este caso, no se puede ir contra quien denuncia. No se puede iniciar un proceso penal contra quien denuncia haber sido torturado en vez de analizar qué es lo que ha pasado. Esta es una tendencia que percibí en mi visita de hace dos años. Considero que estas actuaciones son un ataque a los derechos humanos y a la propia democracia. Si esto pasa continuamente, insisto en que no es un tema que haya seguido de cerca, es para estar seriamente preocupado.

­La Ertzaintza ha establecido un protocolo en el que, entre otras cosas, se dice que se procederá a grabar los interrogatorios. Pese a ello, se han seguido produciendo denuncias por torturas contra esta policía. ¿A qué puede deberse este hecho? ¿Es más fácil anunciar algo que hacerlo realmente?

Estas prácticas pueden ser realmente muy valiosas. El problema surge al analizar cómo se aplican. Me gustaría considerar este protocolo como una buena noticia, pero requeriría tener más información. No es una garantía tan importante como se quiere presentar.

­Se ha manifestado de forma muy crítica hacia el Gobierno español, por la manera en la que rechazó las recomendaciones de su informe en 2003. ¿Cómo valora esa acogida?

Me refería fundamentalmente al anterior Gobierno español, que fue el que rechazó frontalmente mis recomendaciones. Esto no quiere decir que el actual Gobierno las haya aceptado. La actitud que el Gobierno de Rodríguez Zapatero mantiene respecto al informe sobre la tortura no está muy clara. Pienso, que si se toma en cuenta literalmente lo que han manifestado en la ONU, no se sienten vinculados a ese informe. Parece que tienen otras prioridades en estos momentos. Pero hay que tener en cuenta que actualmente ya no soy relator de la ONUy no he seguido de cerca la actuación del actual Gobierno en los últimos años.

­Ha destacado que la labor de los gobiernos es imprescindible para erradicar la tortura, pero el Ejecutivo español no ha movido un dedo en esta dirección.

En principio, percibo una actitud diferente en el nuevo Gobierno. Es más abierto. Pese a ello, no estoy seguro de que hayan cambiado las circunstancias generales. Un gobierno tiene multitud de asuntos a los que atender y uno de ellos es todo el conglomerado que forman la burocracia del Estado y las fuerzas policiales. Se puede cambiar el Gobierno, pero esto no quiere decir que el sistema vaya a cambiar inmediatamente. Es algo que puede requerir algo más de tiempo. Pero tengo que insistir que no estoy en la mejor posición para saber cuáles son las actitudes del actual Gobierno español.

­Pero se podría decir que pueden hacer más cosas y hacerlas mejor.

Sí. Al menos es cierto que han cambiado su actitud respecto al País Vasco. No creo que tuvieran la misma reacción que tuvo el anterior gobierno respecto a un informe de las características del mío. Pienso que el actual Gobierno español se merece, al menos, el beneficio de la duda. Tienen muchas cuestiones en las que cambiar de política y el problema de la tortura es uno de los más complejos.
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Tiro a bocajarro... pa acabar con tanto guarr@.
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Carlo Fabretti
"La cobardía de los lobos"(las lobas)

Les exijo públicamente a estos señores --es decir, al Gobierno español-- que investiguen de forma extremadamente exigente los repugnantes casos de tortura que se producen en el Estado español. Y públicamente afirmo que, si no lo hacen de manera inmediata, estos señores que se rasgan las vestiduras ante las torturas cometidas por otros(Irak) --así como el Gobierno al que representan-- son unos hipócritas y unos cobardes, amén de cómplices (cuando menos por omisión) de los más repugnantes terroristas, de los más abyectos canallas. Pues no hay peor terrorista --repitámoslo una y otra vez, cada vez que el poder y sus medios de comunicación hablen de “terrosirmo islámico� o de “la banda terrorista ETA y su entorno�--, no hay canalla más vil que el funcionario que tortura al amparo del poder.

(Sobre el libro que publico TAT, testimonios con firmas y nombres acerca de personas torturadas(en España se tortura... creo en Euskalherria mas...)

Hay dos posibilidades: o los testimonios recogidos en el libro del TAT son ciertos, o no lo son. Si son ciertos (bastaría con que lo fueran unos cuantos), el antiguo director general de la Guardia Civil y otros altos funcionarios deberían estar en la cárcel o, cuando menos, bajo investigación. Si no son ciertos, ¿cómo es posible que se difunda libremente un libro en el que se afirma que las Fuerzas de Seguridad del Estado dan cobijo a los más repugnantes canallas?

¿Se permitiría la publicación y venta en los quioscos de un libro en el que, pongamos por caso, varias docenas de personas, firmando sus testimonios con sus nombres y apellidos, contaran con todo lujo de detalles cómo habían sido violadas por Aznar y sus ministros? Es de suponer que no; y de llegar a producirse tal publicación, es de suponer que algo pasaría. De ser falsas las acusaciones, es de suponer que Moncloa las desmentiría categóricamente y emprendería las oportunas acciones legales contra los calumniadores. Y de no ser desmentidas tan graves acusaciones públicas, no tendríamos más remedio que pensar que eran fundadas, y es de suponer que se le exigiría a nuestro “democrático� Gobierno que diera algún tipo de explicación y tomara algún tipo de medida.

Pues bien, lo que se afirma en el libro del TAT es, si cabe, todavía más grave. Y sin embargo no pasa nada. ¿Cómo es posible?

¿No hay nadie en la Guardia Civil que, ante las gravísimas acusaciones de Anika Gil (vertidas en un largometraje de amplia difusión --La pelota vasca, de Julio Medem--, en varias entrevistas y, ahora, en el libro del TAT), por mencionar un caso concreto y sobradamente conocido, tenga lo que hay que tener (es decir, honor y coraje) para salir en defensa del Cuerpo, si cree que las acusaciones son falsas, o para exigir responsabilidades a quienes deshonran el uniforme que llevan y pisotean la Constitución que juraron defender, si sabe o sospecha que son ciertas?

En mi artículo El silencio de los lobos (28 12 03), publicado en Gara y en Rebelión, y luego reproducido por numerosos medios electrónicos dentro y fuera del Estado español, expuse análogos argumentos y planteé preguntas similares. Mi artículo fue leído por cientos de miles de personas, tal vez millones. Y no hubo respuesta alguna por parte de las instituciones puestas en cuestión. ¿Es que un director de la Guardia Civil puede permitir que se ponga en entredicho su honor públicamente?

Ahora tenemos un nuevo Gobierno y un nuevo director de la Guardia Civil, de supuesto “talante democrático�. Tenemos un ministro de Asuntos Exteriores que afirma que hay que ser extremadamente exigentes al investigar a los presuntos torturdores, y un ministro de Defensa al que, según dice, le repugna la tortura. Seamos extremadamente exigentes con ellos. Exijámosles --a ellos y al Gobierno al que representan-- que, de forma transparente e inmediata, sean consecuentes con sus afirmaciones. Y si no lo son, echémosles a patadas por embusteros, cobardes y canallas, como hemos hecho con sus predecesores.

http://www.nodo50.org/contraelimperio

This work is in the public domain

Comentaris

Re: Theo Van Boven ONU ( el escaparate )
05 feb 2006
El daño físico se puede causar mediante golpes, rotura de huesos, desgarros musculares, pinchazos, cortes, descargas eléctricas, desfiguración, fuego, aplicación de temperaturas extremas, ingestión de productos químicos o elementos cortantes, ahogamiento, violaciones, privación del sueño, posturas corporales incómodas...

"El daño psicológico se puede realizar mediante la privación sensorial, el aislamiento la bolsa, la bañera(menos utilñizada ultimamente)... mediante falsas ejecuciones, ... que contribuyan a la desmoralización."T.B.V.



"La tortura sigue siendo un método de represión común en España,(T.B.V) . Los cuerpos policiales la guardia civil, recurren ocasionalmente a la tortura con la connivencia del gobierno.
Re: Theo Van Boven ONU ( el escaparate )
05 feb 2006
Torturas al militante clandestino David Garaboa
(Julio 2005)

   

“TORTURADO, PERO CON “CON BUEN TALANTE�

Fui detenido sobre las 20:30 h. en el paso fronterizo de Port Bou (Girona) Tras pedirme la documentación, varios policías nacionales me condujeron a la comisaría de la estación, donde ante mi negativa a identificarme con mi verdadero nombre, me dieron varios puñetazos en la cara y patadas en las piernas y en un costado. Como comencé a sangrar abundantemente por la nariz y la boca, me dieron papel higiénico para que me limpiara, y al negarme a hacerlo, me lo refregaron violentamente por el rostro. Luego apareció otro policía de paisano, que sería uno de los que posteriormente dirigiría los interrogatorios en Barcelona, que para que me identificara empezó a golpearme en el estomago y en la cabeza. En uno de esos golpes se rompió el reloj, lo que sirvió de excusa para darme otra paliza.

Después me cambiaron la cinta plástica con la que me habían atado las manos a la espalda por unas esposas que apretaron con brutal fuerza. Me tiraron otra vez al suelo, boca arriba, para pisarme el pecho y el vientre, con lo que me ocasionaban un fuerte dolor en las muñecas. Luego me dijeron que me iban a llevar a la comisaría de la Brigada Provincial de Información de Barcelona, y que si seguía sin hablar pararían en los montes de Girona para pegarme un tiro. En el coche continuaron agrediéndome y al llegar a una zona poco iluminada del área de descanso de la autopista, me bajaron "para dar un paseo por el monte, donde nadie se va a enterar de lo que pase". Como seguí sin hablar me volvieron a meter en el coche a golpes advirtiéndome de que al llegar a Barcelona sus superiores les iban a pedir "resultados rápidos".

Ya en Barna me metieron en un calabozo por el que comenzaron a desfilar los que participarían después en los interrogatorios. Entre ellos, cómo no, el “poli bueno� que se ofreció a “ayudarme� a cambio de que hablara. Sin embargo, si por algo se caracterizaron los tres primeros días de incomunicación fue por las torturas físicas : me golpearon y retorcieron el pene y los testículos, me tiraron de los pelos del pubis y la perilla con unos guantes de látex y así un largo etcétera.

Eso sí, a diferencia de lo sucedido en Port Bou, se cuidaron mucho de no dejarme marcas. También las amenazas fueron constantes y de todo tipo. Insistían en que acabaría “cantado� y añadían : "Si para ello tenemos que usar la bolsa, el potro o los electrodos, lo haremos, y si tenemos que colgarte del techo por los huevos también lo haremos ; Que te quede claro de que no vas a salir vivo de aquí sin decirnos lo que sabes, tenemos impunidad, para los jueces de la Audiencia Nacional solo eres un puto terrorista, y si en un despiste te suicidas en estas dependencias nadie nos va a reclamar nada por ello". Y todo esto combinado con la privación de sueño y descanso, la obligación de permanecer de pie, las humillaciones, insultos, etc.

Del mismo modo, se emplearon a fondo con los chantajes emocionales y la utilización de drogas. Y aunque me negué a aceptar su comida y su bebida, excepto el agua del grifo, recurrieron a rociar el calabozo por debajo de la puerta con un líquido que me provocó alucinaciones : me parecía ver como se me agrietaba la piel, veía serpientes y lagartijas por el suelo, y la pared parecía adquirir extrañas formas y relieves, que me provocaban cierta paranoia al intentar apoyarme en ella. Me imagino que para aumentar esa sensación de paranoia, metieron en el calabozo una especie de manta que hinchaban desde fuera, que para mí adoptaba la forma de una jaula en cuyo interior había varias ratas y una serpiente. Se que no eran de verdad porque les estampé una silla encima. Otro de los efectos que me provocaron las drogas fueron una cierta desorientación, aturdimiento, lentitud de reflejos y una gran sequedad de boca. Además, pude comprobar que seguían y controlaban todos mis movimientos y reacciones mediante una cámara situada en el interior del calabozo. En cuanto a los chantajes emocionales, fingieron haber retenido a mi anterior pareja en A Coruña, para lo que disfrazaron a una policía con su mismo peinado y forma de vestir. También intentaron hacerme creer que habían detenido a mi actual compañera ; y me amenazaron y chantajearon con encarcelar por "Colaboración con banda armada" a varios amigos que desconocían mi militancia comunista, si no contestaba "A todas y cada una" de sus preguntas. Otra argucia que emplearon para persuadirme fue interrogarme en una sala en la que tenían como “trofeo� las fotos de mis camaradas asesinados y caídos en la lucha.

En las últimas 48 horas de los cinco días que me tuvieron incomunicado suavizaron bastante el trato : dejaron de golpearme y permitieron que me cambiara la ropa ensangrentada por otra limpia. Quizá influyera en ello que me provocaron una enorme hemorragia en la nariz lo que les obligó a llamar a la Cruz Roja y a llevarme hasta en dos ocasiones al Hospital para cortarla. De lo que estoy convencido es de que tenían órdenes expresas de que llegara a la Audiencia Nazional sin marcas de torturas. Aunque a decir verdad, a la juez Maria Teresa Palacios no pareció importarle que me presentaran ante ella con evidentes signos de violencia y torturas en mi rostro, pues nada preguntó sobre ello. Y al igual que había hecho antes en comisaría, me negué a declarar.

Y es que a pesar de las promesas de cambio y regeneración democrática de los GALosos, he comprobado en mis propias carnes que las torturas no están reñidas con el “buen talante�. La consigna parece ser : tortura sí, pero sin que se note mucho. Aún así, cuando ingresé en prisión todavía tenía secuelas de los golpes recibidos : lesiones graves en la nariz, la boca, y el ojo izquierdo hinchados, un diente torcido y astillado, numerosas heridas en el cuero cabelludo y en la pierna derecha, problemas de circulación en el dedo pulgar de la mano derecha, y cicatrices en ambas muñecas. Por lo demás, me encuentro bien de ánimo y dispuesto a seguir luchando ahora en este frente que son los centros de exterminio del estado fascista.

David Garaboa Bonillo

Militante del Partido Comunista de España (reconstituido)

Prisión de Soto del Real. Julio 2005.
Re: Theo Van Boven ONU ( el escaparate )
05 feb 2006
Si para ello tenemos que usar la bolsa, el potro o los electrodos, lo haremos, y si tenemos que colgarte del techo por los huevos también lo haremos ; Que te quede claro de que no vas a salir vivo de aquí sin decirnos lo que sabes, tenemos impunidad, para los jueces de la Audiencia Nacional solo eres un puto terrorista, y si en un despiste te suicidas en estas dependencias nadie nos va a reclamar nada por ello".
Theo Van Boven ONU ( el escaparate )MIERDA
05 feb 2006
.... bueno yo me he cansado de "esperar el momento" y
que me deis vuestra bendición anarquista, voy a joder al sistema capitalista todo lo
que pueda con métodos distintos a los de mis compañeros anarquistas(que no vuestro, pero con el mismo objetivo.
Re: Theo Van Boven ONU ( el escaparate )
05 feb 2006
Llegamos a Madrid y me metieron en sus dependencias policiales. Yo seguía encapuchado, me agarraron entre dos o tres y me hicieron bajar a los sótanos andando por las escaleras entre ellos, y me iban diciendo “una escalera, otra escalera…!�. Me metieron en una celda, me pusieron contra la pared y me dijeron que me tenía que quedar de pie contra la pared, sin mirar para atrás en ningún momento y con las manos colgando a los lados del cuerpo. Me quitaron la capucha. La postura en el calabozo siempre era la misma: de pie contra la pared con los brazos a los lados, y claro, sin sentarte ni tumbarte. Estuve así un rato. Pero no sé si antes de nada me llevaron donde el forense(…)

El forense me enseñó una tarjeta, creo que el primer día. Cuando te van a sacar del calabozo o te van a hablar, golpean la puerta para que estés en la posición en la que te han ordenado(…) Entonces tocan la puerta, entra uno, te pone un antifaz (lo tuve puesto en todo momento excepto cuando estaba con el forense), pues eso, te sacan del calabozo entre dos y te suben por unas escaleras. Estos agentes eran los que te sacan del calabozo, te llevan a donde el médico forense, te llevan a los interrogatorios y así. Estos agentes te amenazaban constantemente mientras estabas en el calabozo para que no miraras “¡¡como te des la vuelta te voy a matar a hostias, hijo de puta, como mires para arriba te mato…!!�. Cuando estaba en el calabozo siempre me obligaban a permanecer en la misma postura, había momentos en los que igual me apoyaba un poco en la pared o movía los brazos, y comenzaban a gritar y a amenazarme “¡¡que no te apoyes hijo de puta, quita la mano de ahí, la próxima vez que te vea te mato a puñetazos, te mato…!!� (…)

Me llevaron donde el forense, sería la mañana, las diez de la mañana o así. Justo antes de entrar por la puerta te paran sin que te vea el forense, te quitan el antifaz y te dicen que mires al suelo, y te meten donde el forense. (…) El forense me miró todos los días y no me acuerdo muy bien, algún día me miraba los ojos, en alguna ocasión me miraba donde le decía que me dolía, me miraba la tensión creo que todos los días… Este primer día me encontraba asustado, con dolor de tripa fuerte y con dolor también en el hombro a causa del viaje. Yo se lo dije y creo que me tocó un poco el hombro pero sin más, por encima. El primer día todavía no había tenido ningún interrogatorio (…)

(…) Al primer interrogatorio me llevaron los agentes que custodiaban los calabozos, la habitación era pequeña y tenía el suelo de goma con circulitos, de los que hay en las ikastolas para que no resbalen los niños/as, de esos suelos antideslizantes. La pared creo que tenía baldosas hasta la mitad más o menos y en la parte de arriba estaba pintada. Yo estaba con el antifaz puesto, pero por la parte de abajo podía ver algo, los pies de los guardias civiles, el suelo, mis pies, bueno, cuando querías ver, porque había veces en que tenía los ojos cerrados porque prefería no ver nada, porque igual veías que te iban a golpear, hacías el gesto de forma automática y como se daban cuenta de que veías algo te golpeaban más. Por eso cuando me estaban golpeando cerraba los ojos para no ver por dónde me venían los golpes. En la pared había algunas manchas, que parecían sangre seca y ellos me decían que era sangre, eran como chorretones. Yo estaba de pie contra la pared, contra una esquina de la pared, con la cabeza agachada y los brazos a los lados. (…)Empieza el primer interrogatorio y te dicen a ver si sabes por qué estás ahí, les dije que no y comenzaron a golpearme. Al principio con la mano abierta en la cabeza, en la parte de atrás, eran golpes muy fuertes. Primero te preguntan el nombre y los apellidos, dónde trabajas y cosas del estilo, y después te explican cómo funciona aquello, que hay formas de estar… Los primeros golpes eran con la mano abierta en la cabeza y en los testículos, no les puedes contestar “no�, no les puedes contestar “no lo sé� y no les puedes contestar nada que no les guste. Es una media de golpe por pregunta, y cada pregunta te la pueden hacer veinte, treinta o más veces… (…) También me obligaban a hacer flexiones todo el rato, yo estaba de pie, tenía que flexionar las rodillas y después ponerme en pie de nuevo, y mientras tanto más preguntas y preguntas, tenías que responder mientras seguías haciendo flexiones, igual esto podía durar una hora o más. Mientras hacía las flexiones y contestaba a algo que no les gustaba me golpeaban en la cabeza, en la cara o en los testículos, menos en una ocasión en que un golpe se les fue y me dieron en la cara y me doblaron el aparato que tengo en la boca. La obligación de realizar flexiones era mientras me hacían todo lo demás, me golpeaban entre dos o entre tres constantemente, me hacían la bolsa una y otra vez, me amenazaban con que si me revolvía para evitar los golpes me iban a matar… y yo como una ovejita, si me decían “di que eres un hijo de la gran puta� yo decía “soy un hijo de la gran puta� y así.

No sé el número de interrogatorios que sufrí, había algunos que duraban horas, otros en cambio eran mas cortos… ahora cuando pienso en esos días tengo la sensación de que los interrogatorios eran muy continuos, mucho tiempo, muy largos, no cuidan nada, iban a machacarte… igual te pasabas una hora haciendo flexiones y después otra hora con la bolsa, igual te obligaban a desnudarte y te hacían ponerte a cuatro patas y te daban un gel en el ano mientras te obligaban a elegir qué preferías, si una botella o un palo para que te violasen(…) Me preguntaron a ver con quién había estado en la cárcel al que había detenido la guardia civil, les dije el nombre de un chaval y me dijeron que me iban a violar como habían hecho con él. Ellos me decían que allí se torturaba, le llamaban por su nombre… estaban todo el rato gritando y tenían que comer caramelos porque se quedaban roncos. Estaban todo el rato gritando, todo el rato gritando, todo el rato gritando(…)

Yo me encontraba muy mal, cuando me hacían la bolsa, me ahogaba, estaba muy mal. Ellos te dicen que te van a poner la bolsa, que te van a hacer “la caja de la risa�, la bañera… en el interrogatorio estaban todo el rato con la bolsa, me tocaban con ella en la oreja, te dicen que te la van a hacer, y al final lo hacen. Te la ponen por la cabeza, te agarran entre dos, y la aprietan. Ellos tienen allí todo y depende de cómo funciones tú te van haciendo una cosa u otra. Bueno, eso es lo que yo creo, porque en la habitación donde me interrogaban, tenían todos los aparatos allí, por ejemplo con el colchón con el que me forraron el cuerpo estaba allí desde el primer día, la máquina de los electrodos (si es lo que yo vi) también la tenían en el cuarto todos los días. Y no sabes por qué funcionan así, por ejemplo, a uno le hicieron la bañera, aunque a los demás nos amenazaron desde el primer momento con que nos lo iban a hacer, lo mismo que con los electrodos. A mí me amenazaron con que me los iban a conectar, y sí que me los pusieron, pero no llegaron a encenderlos. Y no sabes por qué funcionan así, si es por algo que has dicho, si es por algo que nos has dicho tú, o por qué (…) Yo no sé cómo es una máquina de electrodos, pero sí sé cómo es una batería de coche y sonaba igual al encenderse, sonaba igual, es que es un ruido inconfundible. Tenían una pinza como un gancho de pelo pero en vez de tener puntas era una especie de alambre redondo, blandito. De la pinza ésta salía un cable(…) Entonces te van mojando con un líquido que es como alcohol, a mí me mojaron la barbilla, la cara, te dicen que “te descapulles�, lo tienes que hacer tú, te dan el cable en la mano a ti y te dicen que te coloques tú el cable en el pene, te tienes que tocar con él, todo el rato están jugando con el límite cuando no lo rebasan. Y todo esto, el simulacro de electrodos, el permanecer desnudo, era entre constantes golpes, y si no hacía lo que me ordenaban eran mas golpes, y llega un momento en que a mi ya todo me daba igual, y hacía todo lo que me ordenaban. (…).

El forense me vio todos los días y yo le contaba lo que me dolía, si me dolía la rodilla, la cabeza. Y le decía que la razón era lo que me estaban haciendo, que me hacían no sé qué, que me golpeaban no sé cómo… yo intentaba leer lo que escribía pero no lo conseguí. Luego los guardias civiles se reían de lo que yo le contaba al forense. (…)

En otro interrogatorio, me envolvieron en un colchón, y me tumbaron en el suelo. Uno de ellos se me sentó encima para sujetarme el cuerpo de forma que no me moviese y mientras permanecía envuelto en el colchón y tumbado en el suelo, comenzaron a hacerme la bolsa. Cuando me la soltaban porque ya no podía aguantar más y cuando intentaba coger aire, me empezaron a tirar agua con una botella en la cara, y me entraba en la boca, en la nariz, me ahogaba… además, con el contraste estaba temblando, me daban escalofríos…

Todos los días fueron parecidos, los interrogatorios eran todos del estilo, quitando el interrogatorio en el que o te mojaban las bases para darte los electrodos, me decían “ya sabes para qué es esto, es para los electrodos…�, se oía un ruido que sonaba al lado tuyo y te decían si sabías lo que era, y luego te decían que eran los electrodos, yo no sabía lo que era pero parecía un cargador de batería o algo similar, porque es una máquina que tiene un ruido constante.

(…)Cuando en los interrogatorios me hacían la bolsa una y otra vez, no llegué a perder el conocimiento, pero lo hubiera deseado mucho, ellos me controlaban en base al cuerpo, en base a la tensión del cuerpo, porque te tienen agarrado y llega un momento en que te pones a pegar tirones, te revuelves, te quitas la bolsa con la mano, las mismas manos por inercia van a quitar la bolsa, y su actitud cuando me levantaba la bolsa era de golpearme más. Y estaban todo el tiempo amenazándome que no me quitase la bolsa, que no la rompiese y por desgracia yo ya había leído en algún sitio que en ocasiones te ponen más de una bolsa, una sobre la otra, e intentaba no romperla, a veces, además, por alguna esquina conseguía coger algo de aire. (…)

No sé diferenciar los días, y esto no sé si pasó el primer o el segundo día, pero si recuerdo que los dos primeros días fueron los más violentos, los peores...(…) Había momentos en que yo les pedía que por favor pararan, que les diría lo que quisieran y ellos me preguntaban si iba a hablar, y yo les decía “qué queréis que os diga� y aquella respuesta era la excusa para seguir como hasta entonces, golpes, flexiones, permanecer desnudo, flexiones… (…)

Estaban todo el rato diciéndome “cuando venga el otro va a ser peor� y cosas del estilo, siempre iba a ser peor con los otros. (…)

No comí nada durante el tiempo en que permanecí incomunicado. Beber no sé si bebí algo, igual en alguna ocasión bebí algo en el baño, pero no me acuerdo.

(…) Me desnudan completamente, me envolvieron en un colchón, me precintaron y para después me ponían bolsas grandes metidas entre el cuerpo y el colchón. Eran bolsas grandes que tenían un agujero y me las metían por la cabeza como si fuese un vestido. Te agarran entre todos, te tumban en el suelo, y uno se me puso encima inmovilizándome, y entonces te ponen la bolsa por la cabeza para asfixiarte. Y así hasta que se cansan ellos o te la quitas tú mismo porque consigues sacar un brazo del colchón, y entonces te llueven más golpes. (…)

Preparamos la declaración policial porque ya no podía más(…) Declaré todo lo que ellos me habían dicho (…)

Pero aún después de haber prestado declaración, siguieron los interrogatorios (…) Cuando me llevaron a la Audiencia Nacional y declaré ante la juez, negué todo lo que había declarado en dependencias policiales, y denuncié las torturas de las que había sido objeto…
Re: Theo Van Boven ONU ( el escaparate )
05 feb 2006
...cuando volvía de ver el partido de fútbol Barcelona-Numancia de casa de un amigo, vio como un grupo de personas cruzaba contenedores en la calle Moianès. Acto seguido apareció una patrulla de la policía nacional y vio como el grupo de personas escapaba corriendo en su dirección. Se asustó y empezó a correr él también, perdiendo una zapatilla y cayendo al suelo, cosa que fue aprovechada por los agentes para detenerlo, y fue trasladado inmediatamente a la comisaria de Sants. Una vez allí seis agentes de la policía nacional se cerraron con él a una habitación y le pegaron durante media hora mientras él estaba esposado. Como consecuencia de los golpes ha perdido la capacidad auditiva del oído derecho, hecho corroborado por el examen forense que se le practicó una vez quedó en libertad. Entonces fue trasladado a la comisaria de Nou Barris, sede de la Brigada de Información. Aun y la voluntad de la policía de que se autoinculpara y acusara a más gente, se negó a declarar en las dependencias policiales siendo brutalmente...
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A primers d’abril de 2003 un ramat de policies armats fins a les dents van detenir tres joves de Torà i, sense trobar-los ni una sola arma, van endur-se’ls acusats de pertinença a banda armada. La pervivència de l’ús sistemàtic de la tortura contra aquells i aquelles que l’Estat qualifica de terroristes només pot negar-se des de la ingenuïtat o des de la hipocresia més extremes. Amb tot, i a diferència de règims anteriors, la tortura ha esdevingut invisible;tot i ser una pràctica habitual en aquests casos, s’ha perfeccionat per tal de no deixar rastre, esdevenint dificilíssima de provar. En aquest aspecte, el cas que ens ocupa també és una excepció.
Després d’estar tres dies incomunicat, el primer dels detinguts, Jordi Vilaseca, va ingressar a l’Hospital Arnau de Vilanova i posteriorment a l’UCI de l’Hospital Santa Maria, ambdós de la ciutat de Lleida, sense coneixement i “sense respondre a cap estímul dolorós extern�, fruit del tracte rebut pels servidors de la llei i l’ordre.
Los dos jóvenes de Hospitalet circulaban en moto por la carretera de la Bordeta hacia su casa hacia las doce y media de la noche, cuando una patrulla policial los embistió, haciéndoles caer al suelo. Posteriormente, los detenían a punta de pistola. A resultas del accidente tuvieron que ser trasladados al Hospital Clínic con heridas en el pie, la pelvis y contusiones en las cervicals respectivamente. De allí se los llevaron a la comisaria de la Brigada Provincial de Información. Fueron interrogados y torturados varias veces, viéndose obligados a firmar una declaración inculpatoria en la que se hacían responsables de cruzar unos contenedores e incriminando, a partir de una serie de fotografías de gente que pertenece a diferentes movimientos sociales de la ciudad, a otra persona. Esta persona fue a declarar días más tarde delante del juez, que lo dejó en libertad con cargos de daños y desórdenes públicos en espera de juicio.
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