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Notícies :: amèrica llatina
Es un infierno la frontera sur mexicana por los maras y el narco
per rsc	06 des 2004
Por lo menos 50 clicas controlan el tráfico de indocumentados en el río Suchiate. La frontera sur, territorio sin ley bajo dominio de la Mara Salvatrucha. Al fenómeno de la delincuencia juvenil se suma el impacto de los cárteles de la droga.
México D.F. Lunes 6 de diciembre de 2004 JUAN BALBOA ENVIADO Suchiate, Chis. En esta región fronteriza vivir depende del territorio que se pise: las pandillas integradas por cipotes (jóvenes) de la Mara Salvatrucha han impuesto su dominio en todo el recorrido del ferrocarril -desde la frontera de Chiapas con Guatemala hasta el estado de Veracruz- con el establecimiento de por lo menos 50 clicas (células), las cuales controlan el paso de unos 400 ilegales cada día, una parte del comercio por el río Suchiate y ocho colonias populares de las fronterizas Ciudad Hidalgo y Tapachula, esta última considerada el segundo centro urbano en importancia de Chiapas. La frontera entre Centroamérica y México es un territorio donde han sentado sus reales los cárteles de la droga mexicanos y guatemaltecos. Dominan las principales ciudades; regulan el paso de estupefacientes por menudeo y de grandes cantidades hasta de 2 toneladas de cocaína por envío, también el tráfico humano, y tienen un control de la prostitución, incluida la infantil, del Soconusco chiapaneco y de Guatemala. En esta división de ilegalidad y violencia en la frontera sur, la Policía Municipal, los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y elementos del Ejército y la Armada son figuras principales en la cadena de impunidad que tienen por regla el asalto, el robo y la violación de los derechos de los indocumentados, en su mayoría centroamericanos, que intentan tomar cada día el ferrocarril Chiapas-Mayab en su camino hacia Estados Unidos. La región fronteriza es un territorio dividido entre las pandillas Mara Salvatrucha, Barrio 13 y Barrio 18, vinculadas con los asaltos a indocumentados, robos, asesinatos, distribución de drogas y ritos satánicos; los cárteles mexicanos del Golfo, Juárez y el guatemalteco de San Marcos, que se han asentado en la zona para establecer cuatro narcorrutas hacia el norte del país, y algunos elementos de la Policía Municipales, de Migración, del Ejército y de la Armada que asaltan en descampado a centroamericanos y mexicanos. La frontera sur tiene una zona violenta; atravesar Chiapas se ha convertido en un infierno para miles de centroamericanos que la cruzan cada año. A Carlos Cortés le falta el ojo izquierdo, la nariz está desviada, el pómulo derecho se hundió y no tiene control de su quijada, la que se mueve como si fuera el péndulo de un reloj. Nacido en Esquipulas, Honduras, hace 28 años, Carlos quedó moribundo después de que una clica de la Mara Salvatrucha 13 lo tundió y le deformó a pedradas la cara. Ocho veces intentó llegar a Estados Unidos. En el octavo intento estuvo cerca de la muerte. El hambre lo obligó a bajarse del tren, que se mantenía inmóvil en la ciudad de Ixtepec, Oaxaca. Regresó de prisa a abordar con un refresco y galletas que mitigarían el malestar en el estómago. En los mo-mentos en que subía a uno de los furgones aparecieron cinco jóvenes centroamericanos y uno mexicano. Los reconoció de inmediato como mareros. "El dinero", le exigieron, sacando navajas y piedras. Respondió negativamente. Dos de ellos lo agarraron mientras los otros le quitaban sus documentos, los mil pesos para viajar y el refresco. Suplicó por sus papeles; vano intento. Una andanada de golpes, primero, lo hizo caer al suelo; después una lluvia de piedras en la cara lo dejó inconsciente. Un día después despertó en un hospital de la capital de Oaxaca; su rostro no era el mismo. El salvadoreño Estaban Hernández Pineda mide actualmente un metro con 10 centímetros; hace apenas tres meses su estatura rebasaba el metro 50 centímetros. Mareros de Barrio 18 lo asaltaron: lo empujaron debajo de los furgones del ferrocarril y las ruedas de acero del convoy le cortaron las dos piernas. Es una día que no quiere recordar: "Eran como 20 mareros. Me golpearon arriba del tren hasta que se cansaron. Con palos me rompieron una pierna y una costilla. Me empujaron hacia las ruedas del furgón, caí y las ruedas me cortaron las dos piernas; pero no fue todo: por el impacto quedé abajo del ferrocarril, justo entre las dos vías del tren, fue cuando la fuerza del ferrocarril me hizo que saltara como pelota varias veces hasta quebrarme las costillas." Expreso al infierno En los furgones del ferrocarril Chiapas-Mayab los maras centroamericanos, ahora apoyados por su versión mexicana, son amos y señores. Tienen aterrorizado a los indocumentados. "No pensamos en el largo camino al norte o en el hambre o la migra; nos asustan los maras", dice Roberto González, un guatemalteco de unos 40 años que va por su quinto intento. El tramo de la ciudad de Tapachula a Tonalá es considerado "ruta caliente" por los centroamericanos. Omar Funes Nava no lo sabía, pues era primerizo en el tema de la pasada. En el municipio de Huehuetán, apenas a 15 kilómetros de Tapachula, lo asaltó una banda de seis mareros mexicanos con machete y pistola en mano. Al salvadoreño Abel López le cortó los dedos sin piedad un grupo de Barrio 18 en el municipio de Huixtla. A Ramón Martínez, oriundo de Quetzaltenango, Guatemala, por poco le quitan las manos en el municipio de Pijijiapan. "De aquí (la frontera sur) hasta la ciudad de México se necesitan huevos; del Distrito Federal a Tijuana se necesita mucho dinero, loco", dice Ernesto, un ex marero salvadoreño que se dedica "a pasar raza" por el río Suchiate. Y tiene razón. Uno de sus compatriotas, Salvador Rodríguez Gutiérrez, no corrió con suerte al querer evitar penetrar en territorio de los mareros en las vías del ferrocarril. Fue asesinado a puñaladas por miembros de Barrio 18. El hondureño Fausto Rolando Mejía también fue macheteado por grupos de jóvenes pandilleros. Dos hondureños más fueron asesinados con chimbas, rifles caseros elaborados por los propios maras. La chimba es fácil de construir: está compuesta por tubos del sistema de agua que consiguen en los tiraderos. En la boca del tubo ponen un cartucho de escopeta calibre 12 y atrás un clavo que hace de percutor para detonar el fulminante de la munición. Los hondureños Jorge Redondo Ramírez y Eber Rodríguez Centeno fueron ejecutados con chimbas; el primero presentaba cinco impactos de bala en distintas partes del cuerpo y el segundo lesiones de arma de fuego. La saña con que operan las bandas de maras es cada vez mayor, principalmente cuando se trata de venganzas. En el municipio de Pijijiapan fue asesinado uno de los ranfleros (jefes) de Barrio 18 por miembros de la Mara Salvatrucha 13. El ranflero fue degollado en uno de los furgones del ferrocarril. Cuando lo encontraron miembros del grupo Beta, presentaba una herida de 20 centímetros en el cuello y dos orificios de arma de fuego en la cara. La droga corre como río Conseguir droga en Tecum Umán, Guatemala, es tan fácil como comprar un refresco en la tienda más próxima. No se necesita mucho esfuerzo para tener estupefacientes en Ciudad Hidalgo. El narcomenudeo (alcohol, tíner, mariguana, piedra crack) está invadiendo las ciudades más cercanas a la frontera entre México y Guatemala. Luis González es un pollero veracruzano. Desde hace diez años pasa indocumentados de Tecum Umán a Los Angeles, California, en Estados Unidos. Conoce como la palma de su mano -asegura al periodista en la estación del ferrocarril en Tapachula- las rutas seguras para cumplir su trabajo. Burlar a policía, soldados y agentes de migración "es fácil"; a las zonas controladas por los maras "se puede penetrar con mucho dinero", pero el narco "es cosa seria". No duda cuando empieza a trazar un mapa en la arena, al lado de los durmientes de la estación. Habla de cuatro rutas del narcotráfico y asegura que el cártel de Juárez mantiene en su poder las principales. Las autoridades locales reconocen que existen cárteles de la droga en la frontera sur. El procurador general de Justicia de Chiapas, Mariano Herrán Salvatti, no niega la existencia de un cártel de Guatemala. Dice que no le consta la presencia de grupos mexicanos. Informes del Departamento de Operaciones Antinarcóticos de Guatemala señalan que en los últimos seis años se han consolidado en la frontera sur los cárteles del Golfo y de Juárez; éstos trasladan grandes cantidades de drogas por la ruta de la frontera. Los cárteles, según informes oficiales, continúan utilizando las barras, esteros y pequeñas islas ubicadas en el Pacífico chiapaneco para trasladar por mar la droga, que posteriormente será transportada por tierra. El corredor carretero que une a Tecum Umán con el municipio chiapaneco de Arriaga sigue siendo la ruta preferida por los traficantes. Luis González ríe cuando se le pregunta si conoce a los hombres de los cárteles. "Ni modo que te diga que sí", responde burlón, y agrega: "Viven aquí, en Tapachula, o en ranchos cercanos". Detenidos y basculeados Cuatro policías de Ciudad Hidalgo (Suchiate) hacen rondines alrededor de las vías del tren, cerca de donde se encuentra una decena de cantinas convertidas en prostíbulos. La esquina que forman la Segunda Poniente y la Décima Avenida Sur es la preferida de la Policía Municipal. Llegan, se asoman, caminan con sigilo y buscan como si fuera un tesoro a indocumentados recién llegados. No había pasado una hora cuando cuatro migrantes hondureños se unieron al grupo, que tenía tres días esperando el ferrocarril en la fronteriza Ciudad Hidalgo. Sus caras reflejaban cansancio, pero sobre todo tristeza. -¿Qué les pasó, loco? -pregunta Mario, el mayor del grupo. -La policía nos jodió, no nos dejaron nada. Los cuatro hondureños habían sido detenidos por la policía de Ciudad Hidalgo. Los llevaron a un lugar apartado. Al primero le quitaron los tenis y 200 pesos; a los otros dos le rompieron todas las costuras del pantalón para robarles 600 pesos que tenían escondidos alrededor de la cintura. El cuarto perdió sus calzones recién comprados en Tecum Umán. En la jerga de los indocumentados, simplemente los ha-bían basculeado. Es la impunidad cotidiana en la frontera sur.
Mira també: http://www.jornada.unam.mx/2004/dic04/041206/006n1pol.php
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