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Diálogo entre dos luchadores de distintas generaciones
03 ago 2004
Al amanecer, la botella de Ballantines estaba vacía, las lágrimas secas, el cenicero repleto y las voces desgarradas. Habían abordado temas tan importantes como la jerarquía y la toma de decisiones, la pasión y el pasotismo, el género y la militancia, el sujeto revolucionario, la ausencia de objetivos políticos o el abandono de la lucha.
Diálogo entre dos luchadores de distintas generaciones



El 12 de julio de 2004, Valeria, Tania y Alex fueron a ver la pieza de teatro Génova 01. Cuando llegaron a la casa de ellas, prepararon una buena cena y la regaron con vino. Durante la comida charlaron sobre la obra, sobre Carlo Giulliani y sobre las últimas movilizaciones okupas y antiglobis. A la una de la madrugada, Tania se fue a dormir porque al día siguiente trabajaba. Valeria y Alex, en cambio, iniciaron una discusión política memorable, llena de sinceridades y emociones, en las que básicamente ella fue criticando las formas y el espíritu de lucha de Alex y todos los de su generación. Él, acompañándola en cada uno de sus whiskyi, se defendió y le replicó. Al amanecer, la botella de Ballantines estaba vacía, las lágrimas secas, el cenicero repleto y las voces desgarradas. Habían abordado temas tan importantes como la jerarquía y la toma de decisiones, la pasión y el pasotismo, el género y la militancia, el sujeto revolucionario, la ausencia de objetivos políticos o el abandono de la lucha.



Valeria nació en Argentina en 1944, participó en la fundación del grupo armado Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) pero, tras un corto período de tiempo, al ser requerida por la justicia y al tener serias discrepancias con la orientación política que estaba tomando el grupo, llegó a Barcelona. Allí vivió durante toda la década de los setenta y se relacionó con grupos tan variados como el MIL, Bandera Roja, los grupos autónomos de combate y distintos colectivos libertarios.



Alex nació en Barcelona en 1974, inició su actividad política en 1991, en el movimiento asambleario estudiantil y en la oposición a la guerra del golfo. Años más tarde, se declaró insumiso al servicio militar, colaboró con un colectivo de apoyo al zapatismo y se hizo responsable de la maquetación de un boletín de contrainformación. Desde 1996 participa en un Centro Social Okupado, de cuantas manifestaciones contra el fascismo y la antiglobalización ha habido en la ciudad y de un par de Reclaim in the Street. Desde el 2002 sale con Tania, la hija de Valeria. Con ambas mantiene una buena relación.



Estos fueron algunos momentos del profundo debate que mantuvieron Valeria y Alex



Valeria --En serio, no los entiendo, ¿qué quieres que haga? En las manifestaciones nadie grita y en las asambleas hablan sin pasión, eso cuando van, porque si se les canta, no van y nadie les dice nada. Es como que van luchando por inercia y cuando se dan cuenta que así no pueden seguir, en cambio de revolucionarse a ustedes mismos y cambiar sus formas de hacer, lo dejan. Abandonan la lucha. Como si la implicación política fuera algo pasajero, de juventud.

Alex --Te pasas. Eso no es así.

Valeria --Antes, ¿sabes cómo nos quedábamos cuando alguien lo dejaba? Abandonar las ideas, los compañeros..., no entraba en nuestras cabezas. Te podían haber detenido y torturado, pero si alguien tiraba la toalla y dejaba de militar se tenía que esconder.

Alex --En realidad, menos tú y algunos otros que algún tipo de militancia practican, todos los de tu generación se integraron. ¿De qué les valió tener todo tan claro, tanta pasión, y por lo tanto tanta urgencia?

Valeria --Espera un momento. Te aclaro que yo ahora no milito, porque para mi militar es algo serio. Es que centras tu vida en eso, en la lucha, y la organizas para ella.

Alex --Yo siento eso, y sin embargo no me considero un militante --añadió con grandilocuencia.

Valeria --Y ése es el problema, que como no os consideráis militantes pensáis que estáis libres de toda responsabilidad, de toda continuidad. Acudís a una manifestación u os implicáis en una movida, como vosotros decís, como quien va a un concierto o se toma una cerveza. Es más, creéis que tomar cervezas o escuchar conciertos en casas okupadas forma parte de la lucha.

Alex --Lo que pasa es que no separamos la vida militante de la vida privada como hacías vosotros. Además, y volviendo a aquello de que casi todos tus compañeros abandonaron la lucha, primero, y, luego, las ideas anticapitalistas, vosotros estabais bajo la influencia de la disciplina organizativa. A la que el grupo desaparecía la disciplina también. De hecho, vosotros os basabais en la disciplina militante que en muchos casos no se diferenciaba de todas las otras disciplinas de la sociedad. Hasta jefes, teniáis.

Valeria --Es verdad, aceptábamos los diferentes grados de mando, en primer lugar porque en un grupo armado clandestino, que quiera crecer e ir integrando combatientes, creo que es imposible no tenerlos.

Alex --Sí, pero no sólo los grupos armados los tenían, sino hasta el último grupúsculo marxista o anarquista de meros intelectuales y, ¡oh casualidad!, siempre eran hombres.

Valeria --Sí, tienes razón, tal vez muchos jefes lo eran por meras ansias de poder. También por la mimesis que, a su pesar, tienen los luchadores con las políticas gubernamentales y los discursos de los gestores del capital. Ten en cuenta que en los años sesenta y setenta, las políticas de estado eran de arriba abajo, de firmeza y autoridad. Y los grupos políticos siguieron esa línea. ¿O tú por qué piensas que vosotros os organizan en redes horizontales abiertas. Hoy está de moda la tolerancia, por lo tanto, no la orden, sino el entendimiento, el ceder aquí y allá, incluso en los principios. Y esto tiene que ver con el democrático funcionamiento de la economía.

Alex --Pues yo creo que son los políticos los que nos imitan para no perder el tren de los movimientos sociales y por eso ensalzan la horizontalidad, la flexibilidad y el respeto.

Valeria --En toda organización social hay gente que tiene más poder de decisión que otros.

Alex --Sí, pero una cosa es el liderazgo natural, el otorgado por la peña por tal cualidad o la influencia que uno pueda tener en una decisión puntual, y otra es nombrar un secretario general o un comandante.

Valeria --Si lo dices por el Che ¿Qué te parece que es Marcos? Lo mismo. Lo que pasa es que por moda no podía nombrarse comandante y por eso es sub. Ese rango inferior, que lo hizo más aceptable, no es casual. De hecho es una de las razones por las que la causa zapatista ha tenido más simpatía internacional que otras luchas armadas en América Latina, como por ejemplo los grupos guerrilleros de Perú y Colombia que hace años contaban con muchos simpatizante. Los zapatistas tienen una forma de organizarse más horizontal y con menos jerarquización de funciones.

Alex --Y eso está bien ¿no?

Valeria --No digo que no. Antes no pensaba así, pero hoy estoy convencida de que los dirigentes fijos son un estorbo y que casi siempre lo han sido para las revoluciones. Aunque tampoco me creo que vosotros no tengáis jefes. Los tenéis igual que nosotros, lo que pasa es que hacéis como si no los tuvierais. Es más, entre nosotros estaba a la orden del día el problema de la dirección y el reparto de responsabilidades, entonces mirábamos con lupa a nuestros jefes. Hoy vuestros «popes», como tu los llamas, se eternizan, equivocándose o no, mantienen sus influencias hacia el grupo de por vida, porque no se asume esa disputa por la dirección de la lucha.

Alex --No es verdad que tengamos jefes. Aunque haya mucho borreguismo, cuando alguien se equivoca se dice y no se le deja tomar tal decisión. Porque nosotros decidimos las cosas en asamblea y ése es nuestro poder, nuestra garantía. Y no es por casualidad, es porque tendemos a organizarnos de la forma como más nos gustaría vivir. No por un simple eslogan, sino porque no estamos tan seguros como lo estabais vosotros de la llegada del gran día. Por lo menos en nuestra lucha queremos disfrutar, no queremos órdenes ni sabihondos o personas que no se mojan en la calle como los demás.

Valeria --Ustedes aceptan o rechazan las luchas o grupos concretos por la forma de organizarse o de tomar decisiones y eso no es. La forma de organizarse nunca fue ninguna garantía. Las decisiones que traicionaron a la revolución se hicieron verticalmente como fue el caso de los bolcheviques o en asambleas y congresos como el de no ir a por el todo y pactar con la burguesía antifascista que luego los aplastó en mayo de 1937. Pero volvamos a ustedes, ¿verdad que de la última acción, ésa que tenías que hacer por plaza Cataluña, viniste hecho una furia?

Alex --Sí.

Valeria --¿Por qué?

Alex --Por lo de los detenidos y porque nadie que vio aquello entendió nada. Lo que pasó es que las cosas no salieron como habíamos previsto, como habíamos quedado en la reunión.

Valeria --¿Porqué?

Alex --Pues porque no esperábamos que la policía hubiera tomado el recinto y cuando vimos eso no supimos muy bien qué hacer. Unos pensaban que se tenía que tirar para adelante y otros no.

Valeria --¿Y la asamblea?

Alex --No, en la asamblea, que éramos unos cuarenta, no habíamos contemplado esa posibilidad y como entenderás no nos íbamos a reunir allí, rodeados de poli y con tanta tensión. Aunque todo el mundo decía la suya.

Valeria --¿Y al final que pasó?

Alex --Que cuatro o cinco decidieron por los demás.

Valeria --¿Quiénes?

Alex --Pues los dos popes de turno y algunos que decían tener más información.

Valeria --¿Y decidieron bien?

Alex --Para mí, no.

Valeria --¿Y eran líderes naturales?

Alex --No, son gente que habla con seguridad y tiene un discurso que a la peña le entra, o que tienen muchas medallas; pero, para mí hay gente más respetable y que además estoy seguro que hubieran decidido algo muy diferente.

Valeria --¿Y no crees que hubiera sido mejor tener a un responsable de acción que decidiera en caso de que las cosas no salieran como estaba previsto o en caso de que no pudiera reunirse la asamblea? Alguien que dijera: «ante esta situación suspendemos o vamos por ahí o se cambia esto». Alguien elegido previamente por los demás, por esa asamblea. Alguien que si luego se evalúa asambleariamente que decidió las cosas mal, se le canta las cuarenta o nunca más se le nombra responsable de un operativo.

Alex --Puede ser, bueno, en todo caso, elegiríamos a un par o tres de responsables, nunca a uno.

Los dos interlocutores aprovecharon el momento en el que habían llegado a un entendimiento para ir al lavabo, armarse un cigarro e ir a buscar hielo. Sin embargo querían seguir charlando. Así que Alex, mezclando tabaco con resina aromática, volvió a la carga:

--Volviendo al concepto de militancia. ¿Sabes porqué no lo usamos?

-- Por que no está de moda --respondió Valeria con ironía.

Alex --Nosotros no lo usamos porque lleva consigo un referente de deber, de sacrificio.

Valeria --Claro que es un sacrificio, un sacrificio muy satisfactorio por la causa, por los demás.

Alex --Para mí la lucha es un placer. De verdad pienso que la lucha me da lo que el estado nos quita, por ejemplo, la pertenencia a una comunidad.

Valeria --Lo del placer en la lucha está bien si se hace de forma responsable, con continuidad y criterios claros. A los primeros que escuché hablar de eso fue a los grupos autónomos y me chocó, pero ellos eran consecuentes. Aunque no se puede ir a asaltar un millonario después de ir de fiesta. Pero bueno, ¿en qué estábamos?

Alex --En lo de la militancia.

Valeria --¡Ah sí!, es que yo no me imagino militando sola, sin estar en un grupo, no sentiría que estoy militando.

Alex --Lo dices por mí, ¿que ahora no estoy en ningún colectivo?

Valeria --Sí, aunque me dirás que tú no quieres militar.

Alex --Me dan igual los conceptos, luchar, militar, ser subversivo. De hecho no pienso que cuando formaba el colectivo de solidaridad con los zapatistas estuviera luchando más que ahora.

Valeria --Bueno, pero tenías una regularidad, unos compañeros en los que apoyarte y a los que les tenías que dar explicaciones si no ibas a las reuniones. Hoy podés irte con Tania seis meses de viaje que nadie te va echar a faltar.

Alex --Gracias...

Valeria --Bueno, que nadie te va decir nada.

Alex --Entonces tampoco me lo hubieran dicho. ¿Pero con quién quieres que haga un colectivo?

Valeria --Con todos aquellos que te pongas de acuerdo en los objetivos que persiguen y en los que sintonices en cómo se deben o pueden conseguir.

Alex --No es tan sencillo. Además, no lo haría de esa manera, en todo caso lo formaría con mi peña de confianza, más allá de si creen o no en la revolución.

Valeria --Confianza yo tengo en doña Teresa, la vecina, y no formo un colectivo.

Alex --Bueno, pues con la peña que tengo afinidad, política y personal. Acuérdate de la no separación entre militancia y vida privada. En tus grupos seguro que había tíos que no tragabas, por machistas, autoritarios o directamente imbéciles.

Valeria --Sí, es cierto.

Alex --Bueno, de eso yo paso.

Valeria --Sí pero entonces están destinados a formar grupos de la misma edad y con los mismos contextos culturales. Estáis destinados a un tipo de lucha juvenil que se acaba cuando uno tiene un hijo. Como no separáis la lucha de la vida privada, cuando cambia la vida cambia, la lucha, o directamente se deja de luchar que es lo le pasó a mi otra hija, cuando me hizo abuela, y sabes lo feliz que me hizo con la llegada de Teo.

Alex --No siempre se claudica. Puedes luchar por no educar a tu hijo con los esquemas capitalistas o, como son de tu misma edad y muchos empiezan a tener hijos, crear una guardería alternativa con los colegas.

Valeria -- ¡Pero no se puede cambiar de objetivos políticos según la edad! A los veinte okupo para liberar un espacio en el cual estar con la peña, a los treinta fundo una escuela para educar a mis hijos, luego hago una cooperativa para currar y finalmente una geriátrico libertario.

Alex --Entonces, ¿por qué luchar?

Valeria --Por cambiar el estado de cosas, pero para todos, no sólo para mí y mis colegas.

Alex --Yo no haría esto sólo por mí y mis colegas, lo hago para demostrar que se puede vivir de otra manera a la impuesta. Además, acuérdate que yo, a diferencia de muchos de los «aunque todo esté perdido siempre queda molestar», sí creo en la revolución, en un período insurreccional previo a uno creativo y armonioso, sin estado ni dinero.

Valeria --Sí pero ¿quién lo va a hacer?, ¿cual es el sujeto revolucionario? Para mi está claro que si alguien lo va a hacer es el proletariado, los que son explotados y/o luchan por dejar de serlo, y no un grupo de jóvenes o de rebeldes con muy buenas intenciones que nunca serán más fuertes que la burguesía mundial y sus aparatos represivos. Pero para vos si el proletariado no existe ¿quién?, hace tres años me dijiste que ya no eran los movimientos sociales sino los inmigrantes y hace unos meses los precarios, que no sé porqué los separas de los explotados que reciben un buen sueldo.

Alex --No sé quien perlas es el sujeto revolucionario, lo que sí sé es que la mayoría de los explotados no luchan por dejar de serlo, son buenos ciudadanos, trabajadores, obedientes y votantes. O sea, que esos, seguro que no.

--¡Ahora!, ahora, pero espera que cambien las cosas, como en Bolivia o Argentina --se desesperaba Valeria--. Con todo lo que pasó en el mundo entiendo que no sepan quién es el sujeto revolucionario, pero lo que no puede ser es que no sepan eso y se queden tan anchos, que no les preocupe lo más mínimo. ¡Estudien por lo menos, discutan entre ustedes y saquen conclusiones!

Alex --Para ustedes era muy fácil, leían a Marx o Bakunin y ya tenían la solución. Nosotros intentamos pensar más. Las cosas no son tan fáciles y esquemáticas, proletariado, burguesía, blanco, negro. ¡Hay grises, joder!, y en eso estamos.

Valeria --¡Grises! Lo que tenéis amuermada es la materia gris.

Alex --Lo que ¡no! tenemos es una religión.

Valeria --Vamos, vamos, como que tener referentes políticos sea tan malo.

Alex --Depende...

Valeria --Es que por no tener, no tienen ni teóricos ni oradores ni nada. Por eso en las movilizaciones hay ese silencio sepulcral o esa música de rock, porque nadie tiene nada que decir, sólo cosas personales que se las podrían decir en un bar. A las marchas se va con tensión y, si no, no se va.

Alex --Es ridículo tener oradores por tenerlos, pero tranquila que cuando tenemos que gritar lo hacemos, cuando tenemos que decirle algo a alguien, sea un político o un policía, lo hacemos.

Valeria --Pero... ¿A quién se dirigen ustedes? A la policía o a la gente de las plazas.

Alex --No vamos a ir pegando la chapa como los testigos de Jehová. Preferimos hacer acciones simbólicas, gestos subversivos que contengan un mensaje claro. Eso, acompañado de publicaciones, que ya no son meramente contrainformativas, es un trabajo de barrio, y por ahí se empieza.

Valeria --Cielo, me digas lo que me digas, yo prefiero aquella época.

Alex --Aquella época en la que, como tú misma me dijiste, las mujeres no tenían el mismo peso que los hombres, en la que ciertos libros políticos eran biblias, en la que el trabajo dignificaba y la clase obrera fue la revolucionaria hasta que tuvo un televisor y un coche.

Valeria --Sí, aquella época en la que teníamos pasión por la lucha y eso aterraba a la burguesía. Porque sabía que nosotros nos jugábamos la vida por la revolución y para ganarnos se la tuvieron que jugar también ellos.

Alex notó tanta emoción como la que había derramado Valeria y con los ojos vidriosos afirmó:

--Eso, de vosotros, siempre lo voy a respetar. Siempre. --Se hizo un silencio, Valeria se secó y Alex, hábil, preguntó-- ¿Y tú Va, respetas algo de nosotros?

Valeria bebió el último wisqui que guardaba su vaso. Después contestó:

--Mucho. Aman y luchan de forma parecida, se cuidan unos a otros, se acompañan en los momentos difíciles y se divierten, se lo pasan en grande y por lo menos nunca se arrepentirán de lo vivido. Y si alguna vez sienten la necesidad de formarse más, de organizarse en grupos coordinados unos con otros, si encuentran objetivos claros por los que luchar (que no sean sólo defender esto y aquello, sino que pasen a la ofensiva) y logren contagiar a los demás, serán imparables.

Alex --Sabes que eso no depende sólo de nosotros, sino de todo un contexto social propicio para ello. No nos cargues de tanta responsabilidad. Pero estate segura que si llega ese momento, sabremos cumplir. Y tú, entonces, ¿te nos sumarás?

Valeria --Yo ya hace tiempo que tengo ganas de acercarme a una de sus asambleas, de la Xarxa esa que me hablaste y participar de ese proceso.

Alex --Sabes que eres una mujer genial.

Valeria --No tanto, no tanto... Son ustedes que me provocan. Vamos a dormir, que está amaneciendo.

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Comentaris

Re: Diálogo entre dos luchadores de distintas generaciones
03 ago 2004
La veritat es que s'agraeixen moltíssim veure de tant en tant textos de tant nivell com aquest a Indymedia, és molt reconfortant trobar algo interessant entre tanta palla que es publica ultimament.

Totes dues opinions diuen coses molt interessants, però crec que les dues estàn condicionades per factors que s'han de tenir en compte.

Valeria parla d'una militància molt concreta, una militància que vivia sota una dictadura, i Alex parla d'una militància que viu sota el descrèdit constant d'unes antigues organitzacions que van acabar fracassant però que no són reconeguts molts dels seus triomfs.

Fora d'aquest condicionants, crec que s'ha d'aprendre de lo que diuen tots dos per debatre sobre la nova militància o activisme polític (o social).

De totes maneres no puc evitar posar-me del costat de Valeria. Les antigues organitzacions d'esquerra radical (com van ser la LCR, per exemple) eren molt temudes per les patronals i els poder fàctic, encara que no eren organitzacions de masses (no tenia més de 3.000 militants). Les protestes dels nous moviments socials acaparen les portades de la premsa capitalista, i no deixen de demanar solucions assumibles per el sistema, cosa que els fa molts vulnerables.

Això només hauria de servir d'exemple per reflexionar sobre el tema
Re: Diálogo entre dos luchadores de distintas generaciones
03 ago 2004
Aúpa Valeria. Alex, niñato.
Re: Diálogo entre dos luchadores de distintas generaciones
03 ago 2004
la objetividad no existe

los narradores omniscientes y neutrales, tampoco

la única conclusión que puede sacarse de un texto como éste es que su autor es ridículamente condescendiente con lo que él llama la "nueva generación", como si existiera algo así

por favor, no generalicemos

si alguien tiene una opinión que la suelte y ya está, no hace falta que la disfrace de "realidad"
molt bo
04 ago 2004
p: vols dir q tota la lliteratura es un disfras?
Re: Diálogo entre dos luchadores de distintas generaciones
04 ago 2004
r: la que emplea narradores omniscientes, la que tiene pretensiones de objetividad,la que manipula los diálogos para influir en lxs lectorxs ("Alex --Yo siento eso, y sin embargo no me considero un militante --añadió con grandilocuencia") sí

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