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Notícies :: antifeixisme
Valencia is diferent
per Scheneider	05 jun 2004
El Arzobispado afirma que los mártires no se pueden esconder Dice que en 1936 hubo una persecución para «borrar el nombre de Dios» Alfons Garcia, Valencia Levante, 05-06-2004 El delegado diocesano para las Causas de los Santos, Ramón Fita, recurrió ayer a la palabra de Juan Pablo II para explicar la oportunidad de abrir ahora el proceso de canonización de 244 (esta es la cifra exacta, no 250, como se anunció el jueves) «mártires de la persecución religiosa de 1936». «Las diócesis no deben tener vergüenza de sus mártires, sino darlos a conocer», dijo Fita, evocando el magisterio del actual Papa y su criterio claro acerca de la persecución religiosa en el siglo XX. «Los testimonios son tan evidentes que no se pueden esconder», afirmó el responsable episcopal, que insistió en que «no hay que temer a la santidad». Así, precisó, «en un momento histórico donde está tan devaluada, estos casos son muy necesarios». El arzobispado, tanto en sus declaraciones como en la documentación entregada ayer, insistió en que todas estas personas murieron por representar y trabajar por la Iglesia y no estaban implicados en luchas políticas e ideológicas. Para contextualizar los hechos, aportó un apunte histórico Ñextraído del libro de Vicente Cárcel Historia de la Iglesia en ValenciaÑ que dibuja una situación en los años 30 de anticlericalismo, indiferentismo religioso y relajación de las costumbres. «La razón fundamental de este estado de cosas debe ser atribuida al laicismo provocador y agresivo de los gobiernos republicanos», afirma el dossier elaborado por el arzobispado. Sostiene asimismo que los hechos ocurridos en Valencia entre febrero y julio de 1936 «demuestran que la persecución religiosa había sido preparada en todos sus particulares, que el objetivo fundamental era borrar el nombre de Dios del mapa español y eliminar a la Iglesia con todos sus hombres, medios, estructuras y organizaciones». El documento reitera que «no favorece fingir que se ha olvidado lo que ha ocurrido». Las 244 víctimas valencianas de aquel sangriento enfrentamiento cuyo proceso se ha abierto ahora se unen a las 226 que ya fueron beatificadas en marzo de 2001. En total, según los cálculos de la Iglesia local, hay documentados cerca de 900 expedientes de posibles muertos por la fe (existen datos de 350 sacerdotes y de 465 fieles de Acción Católica). El arzobispado continúa con la recogida de material probatorio con la intención de abrir nuevas causas en el futuro. Desde 1997, ya se han exhumado 200 cadáveres de posibles mártires para comprobar la veracidad de los testimonios sobre su muerte. Además, está «el martirio de las cosas», que según los datos de la curia, supuso la destrucción parcial o total de 800 templos en la diócesis, con unas pérdidas valoradas en 700 millones de pesetas de entonces. Fita explicó ayer que las peticiones de canonización se iniciaron en 1939, aunque fue el arzobispo Marcelino Olaechea y su equipo quien, tras llegar de Pamplona en 1946, «se dio cuenta de la persecución atroz en Valencia» e impulsó las causas. A principios de los años 70, Pablo VI frenó el proyecto para evitar que se interpretara como un apoyo al régimen franquista, pero el nuevo pontífice lo reactivó. El delegado diocesano insistió en que la Iglesia «no va contra nadie» y justificó el cambio de postura con respecto a los años 70 en la necesidad de instruir ahora los casos, para que las pruebas no se pierdan. El tribunal que estudiará las causas se constituirá el día 23. A partir de entonces, tomará declaración a más de 200 testigos para probar que los mártires murieron a causa de la fe, no renegaron de ella y fallecieron perdonando a sus agresores.
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