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Anàlisi :: corrupció i poder |
El respeto, según Cascos
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per perogrullo |
22 gen 2004
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Otro. Ahora éste. Uno dice que tiene la conciencia tranquila. El otro pide respeto a su vida privada... |
En primer lugar, nadie tiene vida privada en lo que se hace pública. Y si se trata de un gobernante, desde el momento en que éste exhibe públicamente comportamientos que por lo menos denotan frivolidad e inestabilidad de carácter, pretender que los ciudadanos respeten una vida privada que sale constantemente al exterior y por lo tanto forma parte de su vida pública, es otra desvergüenza.
No tiene por lo tanto ningún derecho Cascos a pedir y menos a exigir respeto, a nadie. El respeto es una actitud que está en el paquete de los valores tradicionales y por lo tanto íntimamente relacionado con la vergüenza, el pudor, el recato y la discreción. Y si alguien no tiene ni vergüenza, ni pudor, ni recato ni discreción y ha hecho ostentación cínica de su desprecio por estas cualidades, debe contentarse con que no se le persiga política e incluso criminalmente... por la notoria ligereza que mostró en sus tres separaciones o divorcios en menos de ocho años. Pues esas separaciones o divorcios han ido acompañados en los tres casos de escándalo y él es un representante del pueblo. Y un representante del pueblo en democracia no basta con que sea honesto. Aunque él se sitúe por encima del bien y del mal, todavía sigue siendo preceptivo que un político electo debe parecerlo. Hoy día el concepto honestidad es equívoco y está muy desdibujado. Pero al lo menos todavía seguimos sabiendo qué es prudencia y qué discreción, tanto en la vida pública como en la privada...
Si negamos la mayor, acaberemos todos cazando moscas. |