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La crisis del capitalismo español
09 des 2003
La economía española carece de una base sólida. En 2002, un tercio del aumento del PIB se basó en el sector de la construcción, que actualmente tiene un peso del 14% en la economía española. Como todo el mundo sabe, se trata de un sector que, en gran medida, crece debido a la especulación del suelo y al alza constante del precio de la vivienda. Pero la burbuja inmobiliaria puede estallar en cualquier momento, arrastrando al conjunto de la economía.

Se reduce la competitividad de la economía española. El déficit de la balanza comercial es ya de un 35.7%, como consecuencia del aumento de las importaciones en un 7.1%, sin que haya ocurrido lo mismo con las exportaciones; y el de la balanza por cuenta corriente se sitúa en un 142.7%. Pero esta situación puede empeorar con la ampliación de la UE, prevista para el próximo año, cuando entrarán nuevos países, con estructuras productivas similares a la española.
Santi Ramírez
Licenciado en Ciencias Políticas

LA CRISIS DEL CAPITALISMO ESPAÑOL

La actuación inexorable de las leyes del mercado favorece el creciente desequilibrio entre los distintos sectores productivos, genera la marginación social de amplias masas de la población y, al mismo tiempo, origina todo tipo de desigualdades territoriales (regionales y/o nacionales), provocando la desestructuración de las distintas comunidades humanas.

En la raíz de la opresión nacional (social, política, cultural o lingüística) que sufren muchos pueblos y naciones de todo el mundo, encontramos una misma causa, la explotación capitalista. También es éste el caso de Euskal Herria. Como en el sur de Euskal Herria se concentra el 91% de la población vasca, sus cuatro herrialdes representan el 70% del territorio y todos ellos están sometidos a la jurisdicción del Estado español, me voy a circunscribir únicamente a ese ámbito geográfico y político.

La intransigencia del Gobierno del PP, su negación sistemática del derecho de la sociedad vasca a decidir libremente su futuro, el tajante rechazo a cualquier tentativa de diálogo que pretenda alcanzar una solución pacífica y democrática del conflicto vasco, su furibunda ofensiva contra la izquierda abertzale, que trata de extender al conjunto del nacionalismo vasco, los ataques a la cultura vasca y al mundo del euskara... Nada de ello se podría entender sin una visión de conjunto.

En realidad, todos estos hechos reflejan la situación desesperada en que se encuentra la gran burguesía española. Son la expresión de un capitalismo débil, situado a la defensiva, de un capitalismo en crisis. Veamos algunos de los aspectos en que ésta se manifiesta.

Debilidad estructural. La economía española carece de una base sólida. En 2002, un tercio del aumento del PIB se basó en el sector de la construcción, que actualmente tiene un peso del 14% en la economía española. Como todo el mundo sabe, se trata de un sector que, en gran medida, crece debido a la especulación del suelo y al alza constante del precio de la vivienda. Pero la burbuja inmobiliaria puede estallar en cualquier momento, arrastrando al conjunto de la economía.

Se reduce la competitividad de la economía española. El déficit de la balanza comercial es ya de un 35.7%, como consecuencia del aumento de las importaciones en un 7.1%, sin que haya ocurrido lo mismo con las exportaciones; y el de la balanza por cuenta corriente se sitúa en un 142.7%. Pero esta situación puede empeorar con la ampliación de la UE, prevista para el próximo año, cuando entrarán nuevos países, con estructuras productivas similares a la española.

Insuficiente inversión en I+D. En España, representa tan sólo un 0.97% del PIB, mientras que la media europea es del 1.9%, la de EEUU del 2.7% y la de Japón del 2.98%. El promedio del gasto público en I+D en la UE es actualmente del 0.81% del PIB, mientras que en el Español es del 0.49%, ocupando el penúltimo lugar, sólo delante de Irlanda.

Inadecuada distribución de inversiones en el exterior. La mayor parte de las inversiones directas de las empresas españolas en el exterior se centran en América Latina (45.7%), mientras que en Asia meridional y oriental tan sólo alcanzan el 1% del total. La causa de ello reside en la falta de dinamismo del capitalismo español que, por comodidad, dirige sus inversiones hacia mercados que considera más sencillos y próximos geográfica y culturalmente. Sin embargo, en el caso de América Latina, ello repercute negativamente en la economía española, puesto que se trata de un área de alta inestabilidad política, que soporta un gran endeudamiento exterior y que, además, su peso en el PNB mundial fue de un 8% en 2001, mientras que Asia se acercaba al 30%. Por otra parte, el capitalismo español también está perdiendo capacidad inversora, ya que ha pasado de ocupar el séptimo puesto entre los inversores mundiales, en 2000, al décimo, en 2001.

Pérdida de peso en Europa. Con la nueva ampliación de la UE, que tendrá lugar en mayo del próximo año, se modificará el procedimiento de toma de decisiones de los estados miembros. De esta manera, en la Europa de los 25, el Estado español dispondrá de una representación proporcionalmente menor que hasta ahora. Esa situación se vería agravada si se tomasen en consideración factores demográficos, tal como pretenden Alemania y Francia.

Por otra parte, con motivo de la invasión de Irak, al haber apoyado abiertamente la política agresiva de Bush, el Estado español ha aparecido como un elemento divisionista en el seno de la UE, como un simple peón de EEUU, con lo que se ha alejado políticamente del eje franco-alemán, verdadero motor de la UE.

Crisis del Estado. La crisis en la base económica de la formación social española se refleja también en la superestructura, tanto en las esferas jurídica y política, como en sus aparatos coercitivos.

­Involución democrática. Es evidente que en los últimos años y sobre todo a partir de 2000, cuando el PP alcanzó la mayoría absoluta, se está desarrollando un proceso de creciente subordinación del poder legislativo al ejecutivo y una cada vez mayor utilización política, por parte de éste, del aparato judicial; con lo que se ha puesto de manifiesto el carácter ficticio de la separación de poderes que, en teoría, caracteriza a la democracia parlamentaria burguesa. De esta manera, se ha producido la judicialización de la vida política y se han consolidado las tendencias más autoritarias del Estado.

­Reforzamiento del centralismo. Simultáneamente, se ha producido un recrudecimiento del control del poder central sobre las naciones periféricas, especial- mente sobre Euskadi, por medio de la progresiva invasión de competencias autonómicas, las actuaciones judiciales, la presión económica, el aislamiento diplomático, etc.

­Militarización. En estrecha relación con lo anterior, estamos asistiendo a una preocupante acentuación de las tendencias militaristas, que se manifiestan en: a) el considerable incremento de los gastos militares. Para 2004 se prevé un presupuesto de 7.000 millones de euros, más otros 1.400 que se destinarán a gastos en ciencia y tecnología de aplicación militar. Según el informe de la OCDE para 2003, las inversiones españolas en investigación militar representan el 37% de las inversiones en I+D y ocupan el segundo lugar a nivel mundial (después de EEUU) y son el doble de la media de la UE; b) la creciente presencia militar española en el exterior (Bosnia, Afganistán, Irak) y c) la preparación de un marco legal apropiado (proyectos de ley sobre movilización, contra las actitudes derrotistas, etc).

La readecuación. La gran burguesía española está tratando de adecuarse a las exigencias de la fase actual del desarrollo capitalista (globalización), recuperar las posiciones perdidas dentro del sistema y frenar la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Para ello, está acelerando el proceso de fusión entre el capital industrial y bancario, que da lugar al capital financiero, pasando esta fracción del capital a ocupar la posición hegemónica; está tratando de cohesionar territorialmente su estado; y también, en el plano internacional, pretende desempeñar un papel de potencia imperialista de segundo orden (subordinada a EEUU), y se prepara para poder prestarle sus servicios, sobre todo de cara a América Latina, el Magreb y Oriente Medio.
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