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Notícies :: educació i societat |
¿Enseñar qué?
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per Jaime Richart |
06 des 2003
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El problema de hoy día en relación a la educación y la enseñanza, a la formación personal y a las pautas a seguir en estas sociedades occidentales próximas al colapso moral, estriba en que el aparato que domina los sistemas, políticos como mediáticos, comerciales y sociales, se caracteriza por un propósito demoledor de los mitos educacionales. |
No es su propósito, pero ése es el resultado. La prudencia, la parquedad, la continencia verbal, la moderación, la honradez con uno mismo y la lealtad hacia el prójimo, la sinceridad sin brusquedad, la parsimonia sin indolencia, la mansedumbre, la virtud entendida como término medio en suma se pierden por otros caminos mientras son trituradas sin reposo por el clima general y el televisivo, espejo éste en el que el grueso de generación tras generación se mira... La agresividad y el abuso, confundidos con la competitividad e inmersos en ella, son al parecer el único resorte capaz de hacer funcionar el motor de la vida del trabajo y mercantil, pero también, ya, de la vida en la sociedad toda.
Por otro lado, la polÃtica internacional y la nuestra doméstica presidida por la violentación permanente de las ideas que no se ajusten al "pensamiento único" y globalizador bajo la execrable dirección de los postulados imperiales, tampoco contribuyen al sosiego y a la armonÃa y a facilitar la transmisión de valores humanos. La prepotencia militar de un paÃs que se arroga el derecho a anticiparse —con la invención de excusas que como tales saltan a la vista, para consumar abyecciones— a la hipotética agresión de otros paÃses cuya intención no puede demostrar, por ejemplo, supone incorporar de hecho a los códigos penales, forzando la interpretación de éstos, la persecución y condena del amago, de la baladronada y de la mera sospecha. La doctrina anticipatoria en el campo internacional hace trizas cualquier modelo de moderación y de prudencia. Y el mÃnimo del mÃnimo moral, el Código Penal, no puede ser sin graves quebrantos el único referente y barrera posibles. De manera que, instalada y propalada como remedio total a los conflictos reales o prefabricados por la superpotencia y asimilada por las policÃas de los paÃses que se alinean con ella, ávidas siempre de prerrogativas y poder, ¿qué clase de educación deberá transmitir al infante esta sociedad sin que el educando perciba la impostura, el engaño y la manipulación entre lo que se le imparte y lo que tiene a la vista a toda hora? Siempre fue más o menos asÃ. Nunca hubo sintonÃa entre lo enseñado en materia de formación personal y la realidad cruda. Pero la hipocresÃa y el disimulo aplacan muchas cosas, la corriente general a favor de la prudencia y el respeto al prójimo en los estamentos sociales y en la familia, la religión, las Humanidades y el sentido común por fin, hacen más "convincente" la enseñanza de la bondad y del bien. Pero una sociedad abandonada a su inercia, laica pero sin contenido preciso ético; unas fuerzas psicodominantes, ideologizadas, que recomiendan y practican la eliminación del adversario; una teorÃa que justifica el expolio, el colonialismo y la ocupación de otros paÃses con artificios que la inteligencia colectiva rechaza... Una sociedad, digo, informada por esos principios de la ley del más fuerte, por una revisada Ley del Talión o en última instancia caracterizada por la supresión de todo principio moral coherente, no puede enseñar nada "bueno" que cale en el espÃritu de las presentes generaciones. Renunciar a la pedagogÃa evangélica, o empeñarse en impartirla, tendrá el mismo resultado decepcionante y desorientador. Renunciar a la Etica aristotélica o la protestante, o empeñarse en enseñarlas, lo mismo. Dejar a la sociedad al albur de las sensaciones y los sensacionalismos que la invaden, supone terminar en la anomia, en la falta de referentes, de modelos atrayentes y duraderos, y en la ley del todos contra todos. Y de aquà al caos, a la decadencia total y al debilitamiento general de la sociedad en todos los aspectos biológicos, no hay más que un paso.
Recobrar valores, rescatar ideales al precio que sea es el desafÃo. De otro modo no se puede pronosticar nada bueno e ilusionante, no ya para sociedad sino para que cada individuo, cada miembro de ella, sea capaz de tenerse en pie por mucho tiempo, en paz consigo mismo, con la energÃa vital suficiente y deseoso de seguir viviendo.
El aturdimiento que procuran el coche, la televisión, los móviles, el sexo fácil y el dinero, para quienes los “conquistenâ€?, no dura mucho, y la frustración de quien no los consigue, termina enfermando o provocando el deseo de tomarse la justicia por su mano... Asà es que, a partir de los treinta y en todo caso luego, ¿qué?. Pretender que la Constitución, controvertida o no, tan exaltada, pueda ser el Evangelio o el Tao, y convertir al Código Penal en el sucedáneo de "los mandamientos" en algo suficiente para que los ciudadanos de un paÃs vivan en armonÃa y felices, es de tal necedad que debiera arrojarse a los infiernos, los del Dante o el otro, a quienes sostengan y defiendan tan disparatada teorÃa . |
Re: ¿Enseñar qué?
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per ¿el sexo facil? |
06 des 2003
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¿Qui es aquest puritá que parla escandalitzat de "sexe facil"?
¿Que vol tornar al "sexe dificil" d'el franquisme o qué?
Talibans d'el sexe...feixisme disfrassat. |
Re: ¿Enseñar qué?
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per jr |
06 des 2003
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Una cosa es el sexo reprimido y otra el sexo compulsivo, amic. |