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Anàlisi :: globalització neoliberal |
Ayer y hoy 9
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per Falstaff |
24 nov 2003
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Hasta entonces pues, el dolor moral provocado por las diferencias, se aliviaba consecuentemente a través del fatum, de la resignación y de la esperanza en una vida mejor o en el más allá. |
Era un consuelo... La enfermedad y la muerte, el placer y el displacer, la fortuna y la pobreza formaban parte de la misma esencia del alma, y cada conciencia individual siempre disponía de un último recurso sin necesidad de quitarse la vida: refugiarse en el deseo permanente, en la esperanza permanente y en Dios.
Entonces las ideas eran más fuertes que las sensaciones; los ideales más potentes que las realidades y los sentimientos compensaban en buena medida las "necesidades" materiales. Las necesidades tenían cuerpo, podían pesarse y medirse, como se pueden medir y pesar hoy en los países del Tercer Mundo. No había urgencias imaginarias ni artificiales, y siempre estaban más próximas a la mera supervivencia que al anhelo, al proyecto o a la pretensión generalmente inalcanzables. Quien sobrevivía, por el mero hecho de vivir debía sentirse "feliz". La ilusión era un potente motor de la vitalidad, y la vida (medida en cómputo lineal de tiempo -un invento más del hombre), aun siendo en general más breve, era también intensa, tanto en el placer como en el dolor, y los fenómenos y las experiencias interiores del espíritu reaccionaban a los estímulos exteriores y a las frustraciones en el fondo imponiéndose a ellos. El salvaje de cualquier Continente entonces desconocido o inexplorado vivía también "su" vida y su cultura; sin injerencias... hasta que era exterminado. Las atrocidades del mundo salvaje se correspondían con las del mundo civilizado, tanto dentro del marco de éste como fuera de él. Sólo se distinguían por el refinamiento que hoy ha llegado a extremos oníricos. Nada hubieran podido echarse en cara en cuanto a crueldad las porciones de la humanidad que poblaban de norte a sur y de este a oeste el planeta. Pero en el mundo "salvaje" no hay propiamente crueldad. La crueldad es fruto podrido de "lo civilizado". La crueldad es un exceso y una perversión de "lo" natural, una exageración de lo que acontece en la Naturaleza, una sobreactuación de los actores en el escenario natural. Pero hoy, pocos se resignan. El ser humano de hoy es más desgraciado que el de tiempos pasados. Y lo es, en la medida que sufre más el que perdió la vista en un momento dado de su vida que el que nació ciego. |