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Notícies :: laboral |
Carta a un juez
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per Jaime Richart |
21 nov 2003
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(Carta al juez Pedro Martín García, ponente de la Sala de lo Social de la Audiencia de Barcelona, en la Sentencia que deniega el derecho a ser indemnizado el albañil Enrique Pociños) |
Es Vd., dicho en términos de la defensa que merecen las clases sociales desfavorecidas y el respeto debido al juez como institución, un asno racional...
“¡Que se haga el derecho y se hunda el mundo!â€? dice vd. al parecer con frecuencia. Vd. sabe bien que el derecho que ampara o desprotege cada hecho, como el hecho mismo, tiene mil posibles lecturas. Y vd. ha elegido en este caso la más estrafalaria, la mas cómoda, la más antinatural. No diga ¡que se haga el derecho!, porque el derecho lo hace (o deshace) vd. cada vez que dicta sentencia. El derecho es un abstracto que se hace carne, que adquiere entidad corpórea cuando el juzgador dicta su resolución. Sin resolución el Derecho no es nada. Vd. confunde su visión del mundo, de la sociedad y del individuo y las relaciones entre ellos, con el Derecho como dimensión completa que vertebra a la sociedad. El derecho asÃ, es Vd. Vd. en realidad lo que quiere decir es ¡El Derecho soy yoâ€?. Por otro lado dice que “para no contaminarse, no lee periódicos hace años". No se puede poner en duda y en parte le honra, pero quizá a fuerza de evitar la contaminación durante tanto tiempo haya dado de bruces con alguna patologÃa que se caracteriza por disociar la realidad social y el triste papel que en la sociedad cumplen los desheredados.
Vd. podÃa perfectamente haber compensado la injusticia que proviene de la desigualdad radical entre los sujetos de derecho, y de la injusticia que, como el gusano que pudre la manzana, anida en leyes instaladas en la sociedad por las clases acomodadas y luego interpretadas por otras gentes de la misma clase. Y dice vd., aparatosamente ¡que se haga el derecho..!. La misión mas excelsa de un juez, sobre todo en tiempos en que el jurado le va desplazando en parte de su función (con lo que le alivia también de tan alta responsabilidad), es corregir el, a veces, (demasiadas veces) monstruoso desequilibrio entre quienes lo poseen todo: riqueza, poder, instrucción y decisión, y los que nada poseen ni tendrán jamás. Vd. se ha puesto sencillamente al lado -al menos en esta sentencia- del más fuerte bajo el paraguas del Derecho y poniendo al Derecho de excusa. Y eso es lo peor que puede ocurrirle a un juez: hacerse parcial y valedor del que parte desde el principio con ventaja. Eso significa carecer de toda sensibilidad social pero también personal. En este caso no es el mundo lo que se ha hundido con su fallo: con su fallo lo que ha hecho Vd. es hundir precisamente el Derecho.
Y todo esto se lo digo, no tanto por haberle denegado la indemnización al albañil Enrique Pociños, como por los términos ofensivos para él y para los segmentos de la sociedad que se encuentran potencialmente en una situación similar. Exigir a la parte no ya sólo débil sino absolutamente indefensa, la obligación que por ley (por ese mismo Derecho que vd. dice en sus proclamas que "se haga"), incumbe a la parte que ya está suficientemente amparada por los poderes fácticos, es alinearse con los posicionamientos más retrógrados, mas neoliberales y más odiosos de los tiempos actuales, que además vienen de la mano de los campeones de la lucha de clases y de culturas que provocan dÃa a dÃa principalmente los gobiernos yanqui y español. |