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Anàlisi :: guerra |
Per què Siria? Un anà lisi més ideològic.
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per Joan Ramon Correu-e: palestina ARROBA llibertat.com (no verificat!) |
10 oct 2003
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Israel Shahak, un supervivent dels camps de concentració nazi, emigra al 1947 cap a Palestina i des d'aleshores farà una evolució des del sionisme fins a l'atac frontal vers aquesta ideologia racista.
En aquest article ens parla dels motius ideologics, i no nomes estrategics, que guia la política israeliana en relacio als països veïns.
Per mi aquest home es una especie de guru, us recomano la lectura de totes, totes. |
EXPANSIONISMO ISRAELÃ?
El mayor nesgo que Israel, en tanto que «estado judÃo», le plantea a su propio pueblo, a otros judÃos y a sus vecinos es su empeño, de motivación ideológica, en la expansión territorial, y la serie inevitable de guerras que resulta de este objetivo. Cuanto más judÃo se vuelve Israel, o, como se dice en hebreo, cuanto más «retorna al judaismo» (proceso que está en marcha en Israel al menos desde 1967), más se guÃa de hecho su polÃtica por consideraciones ideológicas judÃas y menos por consideraciones racionales. Con el uso del término «racional» no me refiero aquà a la valoración moral de Israel, ni a las supuestas necesidades de defensa o de seguridad; aún menos, a las supuestas necesidades de la «supervivencia israelû. Me estoy refiriendo a la polÃtica imperial israelà basada en sus presuntos intereses. Por muy moralmente mala o polÃticamente burda que sea esta polÃtica, a mi juicio es aún peor la adopción de una polÃtica basada en la «ideologÃa judÃa» en cualquiera de sus distintas versiones. Las defensas ideológicas de la polÃtica israelà se suelen basar en creencias religiosas judÃas o, en el caso de lojudÃos seculares, en los «derechos históricos» de los judÃos, que derivan de esas creencias y conservan el carácter dogmático de la fe religiosa.
Mi temprana conversión polÃtica desde admirador de Ben Gurion a entregado opositor empezó justo con una cuestión asÃ. En 1956 me tragué con avidez todas las razones polÃticas y militares que dio Ben Gurion para que Israel iniciara la Guerra de Suez, hasta que al tercer dÃa de esa guerra, Gurion (a pesar de ser un ateo que se enorgullecÃa de su desprecio por los mandamientos de la religión judÃa) afirmó en la Knesset que la auténtica razón para hacerla era «la restauración del reino de David y Salomón» en sus fronteras bÃblicas. En este punto de su discurso, casi todos los miembros de la Knesset se alzaron espontáneamente y cantaron el himno nacional israelÃ. Que yo sepa, ningún polÃtico sionista ha rechazado jamás la idea de Ben Gurion de que la polÃtica israelà debe basarse (dentro de los lÃmites de consideraciones pragmáticas) en la restauración de las fronteras bÃblicas como fronteras del estado judÃo. De hecho, un análisis detallado de las estrategias globales y de los verdaderos principios de la polÃtica exterior israelÃ, tal y como se expresan en hebreo, deja claro que es la «ideologÃa judÃa», más que ningún otro factor, la que determina la polÃtica israelà efectiva. Ea ignorancia de cómo es realmente el judaismo y la subestimación de la «ideologÃa judÃa» hacen que esa polÃtica resulte incomprensible para los observadores extranjeros que habitualmente no conocen nada del judaismo a excepción de burdas apologÃas.
Veamos un ejemplo más reciente de la diferencia esencial que hay entre los planes imperiales de Israel en su modalidad más ampulosa, aunque secular, y los principios de la «ideologÃa judÃa». Ea segunda prescribe que la tierra que estuvo regida por un gobernante judÃo cualquiera de la antigüedad o que fue prometida por Dios a los judÃos (tanto según la Biblia como según la interpretación rabÃni-ca de la Biblia y el Talmud que, en términos polÃticos, tiene de hecho más importancia) deberÃa pertenecer a Israel, dado que éste es un estado judÃo. Sin duda, muchos judÃos considerados «palomas» son de la opinión de que tal conquista deberÃa aplazarse hasta un momento en el que Israel fuese más fuerte que en la actualidad, o en el que cupiera abrigar la esperanza de «una conquista pacÃfica», esto es, en el que se pudiera «persuadir» a los dirigentes o pueblos árabes para que cedieran la tierra en cuestión a cambio de beneficios que les concederÃa el Estado de Israel.
Son muchas las versiones discrepantes acerca de las fronteras bÃblicas de la Tierra de Israel que, según las interpretaciones de las autoridades rabÃnicas, pertenece idealmente al estado judÃo. Eas de mayor extensión incluyen las siguientes áreas dentro de esas fronteras: al sur, todo el Smaà y una parte del norte de Egipto hasta los alrededores de El Cairo; al este, toda Jordania y un buen trozo de Arabia SaudÃ, todo Kuwait y una parte de Iraq al sur del Eufrates; al norte, todo EÃbano y toda Siria junto con una parte inmensa de TurquÃa (hasta el lago Van); y al oeste, Chipre. En Israel se está publicando, a menudo con subvenciones estatales u otras formas de apoyo, una enorme cantidad de investigaciones y debates eruditos basados en esas fronteras, en forma de atlas, libros, artÃculos y medios de propaganda más populares. Sin duda, el difunto Kahane y sus seguidores, asà como movimientos influyentes como Gush Emunim [7], no sólo desean la conquista de esos territorios por Israel sino que la consideran una orden divina que con toda seguridad tendrá éxito ya que recibirá la ayuda de Dios. De hecho, hay importantes personajes religiosos judÃos que consideran el rechazo de Israel a emprender esta guerra sagrada, o, aún peor, la devolución del Smaà a Egipto, como un pecado nacional que fue justamente castigado por Dios. Uno de los más influyentes rabinos de Gush Emunim, Dov Lior, rabino de los asentamientos judÃos de Kiryat Arba y de Hebrón, afirmó en repetidas ocasiones que el fracaso israelà en conquistar LÃbano en 1982-85 fue un merecido castigo divino a su pecado de «dar una parte de la Tierra de Israel» — a saber, el Sinaà — a Egipto.
Aunque reconozco haber seleccionado un ejemplo extremo de las fronteras bÃblicas de la Tierra de Israel que «pertenecen» al «estado judÃo», estas fronteras son muy populares en cÃrculos nacional-religiosos. Hay versiones menos extremas de fronteras bÃblicas, llamadas también a veces «fronteras históricas». No obstante, habrÃa que subrayar que en Israel y en la comunidad de sus partidarios judÃos en la diáspora la negación de validez al concepto de fronteras bÃblicas o fronteras históricas como procedimiento para trazar las fronteras de la tierra perteneciente a los judÃos por derecho propio no obedece a motivos de principio, a excepción de la minúscula minorÃa que se opone al concepto de un estado judÃo. Aparte de esta minorÃa, las objeciones a que esas fronteras se hagan realidad mediante una guerra son puramente pragmáticas. Se puede sostener que Israel es ahora demasiado débil para conquistar toda la tierra que «pertenece» a los judÃos, o que la pérdida de vidas judÃas (¡pero no de vidas árabes!) que conlleva una guerra de conquista de tamañas proporciones es más importante que la conquista de la tierra, pero en el judaismo normativo uno no puede sostener que «la Tierra de Israel», sean cuales sean sus fronteras, no «pertenece» a todos los judÃos. En mayo de 1993, Ariel Sharon propuso formalmente en la convención del Likud [8] que Israel debÃa adoptar el concepto de «fronteras bÃblicas» como polÃtica oficial. Hubo muy pocas objeciones a esta propuesta, tanto dentro del Likud como fuera de él, y todas ellas tenÃan fundamentos pragmáticos. Ni siquiera le preguntó nadie a Sharon dónde están exactamente las fronteras bÃblicas que, según su urgente demanda, debÃa lograr Israel. Recordemos que entre aquellos que se llamaban a sà mismos leninistas no habÃa ninguna duda de que la historia sigue los principios expuestos por Marx y Lenin. No es sólo la creencia, por muy dogmática que sea, lo que crea una mentalidad totalitaria, sino también el evitar que se dude de ella impidiendo el debate abierto. Por consiguiente, cabe decir, tanto de los judÃos de la sociedad israelÃ-judÃa como de los judÃos de la diáspora que llevan «vidas judÃas» y se organizan en organizaciones puramente judÃas, que hay en su carácter una fuerte veta de totalitarismo.
No obstante, también se ha desarrollado desde el inicio del estado una estrategia global israelà que no se basa en los principios de la «ideologÃa judÃa» sino en consideraciones puramente estratégicas o imperiales. Una descripción fidedigna y lúcida de los principios que rigen tal estrategia la ofreció el general (en la reserva) Shlomo Gazit, un antiguo comandante de la Inteligencia Militar*. Según Gazit:
La principal tarea de Israel no ha cambiado en absoluto [desde la desaparición de la URSS] y sigue teniendo una importancia crucial. La localización geográfica de Israel en el centro del Oriente Medio árabe-musulmán predestina a Israel a ser un celoso guardián de la estabilidad de todos los paÃses que lo rodean. Su [papel] es proteger a los regÃmenes existentes: prevenir o detener los procesos de radi-calización y bloquear la expansión del fanatismo religioso fundamentalista.
Para ello, Israel impedirá que haya cambios más allá de las fronteras de Israel [y] los considerará intolerables, hasta el punto de sentirse forzado a utilizar todo su poder militar con el fin de prevenirlos o de erradicarlos
En otras palabras, el objetivo de Israel es imponer una hegemonÃa sobre otros estados de Oriente Medio. Sobra decir que, según Gazit, Israel se preocupa con benevolencia por la estabilidad de los regÃmenes árabes. A juicio de Gazit, al proteger a los regÃmenes de Oriente Medio, Israel está efectuando un servicio fundamental para «los estados industrialmente avanzados, todos ellos profundamente preocupados por garantizar la estabilidad en Oriente Medio». Sostiene que sin Israel los regÃmenes existentes en la región se habrÃan derrumbado hace mucho tiempo y que siguen existiendo sólo gracias a las amenazas de Israel. Aunque este punto de vista pueda ser hipócrita, en este tipo de contextos convendrÃa recordar la máxima de La Rochefoucault de que «la hipocresÃa es el tributo que el vicio paga a la virtud». La redención de la Tierra es un intento de evadir el pago de este tributo.
No hace falta decir que también me opongo absolutamente a la polÃtica israelà no-ideológica tal y como la explica Gazit de manera tan lúcida y correcta. Al mismo tiempo, reconozco que los peligros de las polÃticas de Ben Gunon o de Sharon, motivadas por la «ideologÃa judÃa», son mucho peores que las polÃticas meramente imperiales, por muy criminales que éstas sean. Los resultados de la polÃtica de otros regÃmenes que tienen motivaciones ideológicas apuntan en la misma dirección. La existencia de un componente importante de la polÃtica israelà basado en la «ideologÃa judÃa» hace que su análisis sea polÃticamente imprescindible. Esta ideologÃa, a su vez, se basa en las actitudes del judaismo histórico hacia los no-judÃos, uno de los temasprincipales de este libro Esas actitudes influyen necesaria. mente en muchos judÃos, de modo consciente o inconsciente. Nuestra tarea aquà es discutir el judaismo histórico en términos reales.
La influencia de la «ideologÃa judÃa» en muchos judÃos será mayor cuanto más se oculte a la discusión pública. Es de esperar que tal discusión habrá de llevar a la gente a adoptar ante el chovinismo judÃo y ante el desprecio que tantos judÃos manifiestan por los no-judÃos (cosas ambas que documentaremos más adelante) una actitud idéntica a la que habitualmente se adopta ante el antisemitismo y ante todas las demás formas de xenofobia, chovinismo y racismo. Con toda razón se asume que desenmascarar por completo no sólo el antisemitismo sino también sus raÃces históricas es la única base posible para combatirlo. De la misma manera, parto de que sólo el pleno desvelamiento del chovinismo judÃo y del fanatismo religioso puede ser la base para luchar contra estos fenómenos. Esto es especialmente cierto hoy, cuando, a diferencia de la situación predominante hace cincuenta o sesenta años, la influencia polÃtica del chovinismo judÃo y del fanatismo religioso es mucho mayor que la del antisemitismo. Pero hay además otra consideración importante. Creo firmemente que el antisemitismo y el chovinismo judÃo sólo se pueden combatir de manera simultáne. |
Mira també:
http://xarxa-palestina.pangea.org |
Comentaris
Re: Per què Siria? Un anà lisi més ideològic.
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per confunde |
11 oct 2003
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Esta molt bé el text però hi ha una certa tendència a confondre "antisemitisme" amb "anti-sionisme",que son coses completament diferents.Jo puc ser (i de fet ho soc)antirracista militant i al mateix temps "anti-sionista" perque la meua oposició ès a un Govern concret,a una politica concreta ,no a un poble ni a una etnia ni a una religió,que em mereixen,com totes total respecte. |
confunde
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per ss |
12 oct 2003
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T'entenc el que vols dir,
Si estas interessat/da en el tema, llegeix el llibre d'aquest tio:
Editorial MT "Historia Judia, religion judia" i potser entendras què vol dir exactament Israel Shahak quan parla "ideologia jueva" i quines implicacions té quan s'aplica a la construccio d'un estat.
Per posar-te algun exemple extret del llibre, resulta que per ser ciutada israelia has de ser de mare jueva o be convertir-te al judeisme, en aquests segon cas per ser ciutada israelia hauras de passar una revisio de les autoritats rabinicques tres vegades, que et despullen i investiguen ves a saber que.
Quin tipus d'estat es aquest? Que implica la ideologia jueva quan s'aplica a la construccio d'un estat?
Que vol dir "estat jueu" que implica aixo pels ciutadans "no jueus"...
Un es queda alucinat quan es llegeix aquest llibre. |
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