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Notícies :: corrupció i poder |
Breve semblanza de un presidente
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per Cualquiera |
26 set 2003
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Quizá el principal rasgo de Aznar es su infantilismo. Y los hombres infantiles, ven en los demás a niños como ellos. |
Claro que Aznar, que usa con frecuencia el sÃmil de “hacer los deberesâ€?, se siente niño, pero cree sobre todo el primero de la clase. Sin embargo Aznar es un hombre terriblemente vulgar. Es más, Aznar. Con el paso del tiempo, está alcanzando, desde la vulgaridad, las más altas cotas del esperpento. Los hermanos Marx redivivos. Por ese motivo Aznar toma el pelo al mundo y a los españoles. A veces recuerda al Groucho, presidente de Libertonia, en “Sopa de gansoâ€?, pero sin ninguna chispa, patético... Otro detalle de su repelente personalidad infantil es su afición por el secreto y los secretismos...
Ahora, a la razón de que siempre se basó en los informes de los inspectores de la ONU para haberse aliado a Bush, incorpora otra filológica que mantuvo en secreto hasta ayer: la de que en Estados Unidos hay 40 millones de hispanohablantes... Toma ya. El caso es que Aznar ya no sabe qué decir. Está contra las cuerdas. Y, como los boxeadores sin pegada, sólo esquiva malamente los guantazos. ConvendrÃa aprovechar que empieza a estar desarmado para contraatacar con firmeza.
La oposición debiera anticiparse a la campaña electoral aprovechando esta sarta de delirios, que bien pudieran obedecer a cogorzas también secretas. El secreto, las razones ocultas forman parte de la identidad de estos personajillos que tienen en común esa puerilidad. También Jeb Bush, el hermano del Ãnclito, cuando bullÃa la guerra falsificada en Irak, vino a decirnos que los españoles tendrÃamos regalitos que "no nos podÃamos imaginar". ¡Qué ilusión!.
Aznar, al hilo de su â€?mundo interiorâ€?, tiene costumbres muy peculiares declaradas por él mismo, como la hablar otros idiomas en privado, entre ellos el catalán y quién sabe si mañana nos revela que también el euskera... La más que probable costumbre de beber demasiado alcohol, en cambio, no la ha confesado. Pero esa seguramente se la reserva a sus biógrados de futuro. Porque ésta es una costumbre mal vista, sobre todo entre polÃticos hispánicos, y para eso hay que tener mucho valor en un paÃs donde pocos se reconocen alcohólicos, lo mismo que pocos se confiesan envidiosos. Además, la valentÃa no es precisamente un rasgo de fascistas...
Desde luego lo que es tÃpico de alcohólicos es alternar la lucidez con la confusión. También magnificar la nimiedad a base de repetirla, en menosprecio de lo que importa a la mayorÃa. Y esto se incardina perfectamente también con la afición del niño a la mentira burda...
Lo que sà está claro es que ese infantilismo cruel y odioso tropieza con el talante de polÃticos hechos y derechos que han alcanzado su mayor grado de madurez, como Chirac. Y lo que merece Aznar, desde hace mucho tiempo, es una buena azotaina y luego el cuarto oscuro de los tiempos de su padre. |