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Notícies :: ecologia
El mundo de los ausentes y sus criaturas: los muertos vivientes.
22 oct 2025
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El mundo de los ausentes y sus criaturas: los muertos vivientes.

Hoy lo digital ha borrado al otro. Sustituido por prótesis tecnológicas en forma de teléfonos inteligentes (en realidad sustituido por todo aquello que recibe el apellido smart). Hoy estas prótesis inteligentes invaden nuestro tiempo y espacio. A una percepción del tiempo cada vez más acelerada corresponde un espacio donde se circula sin jamás verdaderamente tener la percepción de pertenecer: una gran máquina técnica y económica que unifica y estandariza la especificidad de la existencia y las formas de vida y habitar.
La sociedad tecnocientifica alcanza todas las dimensiones de la vida. Pensemos en las ciudades esos no lugares uniformizados y grises donde todo está organizado para satisfacer las necesidades del capital, para la satisfacción de sus verdaderas habitantes: las mercancías industriales, donde individuos aislados y atomizados giran en el vacío alrededor de sus pequeñas satisfacciones en un medio artificial, nocivo y anestesiante. Donde todo vestigio de libertad y autonomía ha sido borrado. El tiempo, en manos de la técnica, es consagrado a la repetición de tareas mecánicas, a la valorización de nuestras actividades y la mercantilización de las mismas. No hay reforma posible de la ciudad, solo sueños húmedos de los posibilistas que caerán al abismo sonriendo pensando que hay algo mejor, abajo. En la ciudad se percibe que la desintegración del sentido de pertenencia al mundo se duplica inmediatamente por una sumisión incrementada al capitalismo. Quién puede tener sentido de pertenencia a un lugar donde todo obedece a las necesidades del capital: las decisiones de los ingenieros y los técnicos, la circulación maximizada de los flujos financieros y las mercancías. Ciudades mecanizadas y automatizadas donde uno pasa y acelera según el flujo de las mercancías y los servicios privándonos de un habitar humano.
Hoy las ciudades son inteligentes. Smart cities las llaman. Sus habitantes serian smartiens?. Espacio convertido en no lugar, repleto de sensores, captores, IA y videovigilancia. Una ciudad hiperconectada. Donde todo es convertido en información, quienes la atravesamos somos transformados en archivos, sonidos, imágenes, red social, foros de discusión, en definitiva, en datos informatizados. Somos descarnados para convertirnos en simple información. Así la gestión biopolitica y su control integral alcanzan una nueva profundidad con ayuda de las técnicas de captación de metadatos. Donde la gestión de gran cantidad de asuntos y servicios ya está en manos de la IA, donde somos desposeídos de la capacidad de decidir por nosotros mismo. Es el reino de los ausentes, el reino de las máquinas.
Los smartiens atraviesan las ciudades, mientras sus movimientos son monitorizados, las calles, las plazas, el metro, conectados a sus prótesis tecnológicas ausentándose constantemente de ellos mismos, de los otros y del mundo. Ausentarse, en este sentido, adopta la forma de una invitación a retirarse de la alteridad ,del mundo real, en beneficio de una conexión continua y ubicua en los aparatos del capitalismo: se lleva a todas consigo una versión virtual del mundo para mejor hacer oídos sordos de los problemas de la vida cotidiana. Los desplazamientos se encuentran mediatizados en mayor parte por aparatos que proyectan a los individuos a un plano virtual , desencarnado, logrando que desparezca toda orientación y consigo el sentido mismo de pertenencia al mundo. Así el capital consigue aislarnos de nuestro entorno y nuestra realidad, la automatización de la orientación es un ataque a nuestro cuerpo y a nuestra autonomía, inhibe el proceso de experimentar y conocer el mundo físico y a quienes habitan en el mismo. Curiosamente en la época de los GPS, sensores de rastreo y ubicación, geoposcionadores etc,, estamos más desorientados que nunca. Desposeídos de la orientación por nuestras prótesis tecnológicas nos encontramos en una especie de sonambulismo virtual. Externalizando nuestra múltiple capacidad de respuesta y memoria, estamos empobreciendo nuestra libertad,nuestra autonomía y las experiencias sensoriales completas que son las que nos hacen conocer el mundo que habitamos.
Trasladémonos a lugares más íntimos. Al hogar, a los encuentros entre amigos, a las horas en los parques con nuestros vecinos. Las conversaciones están despareciendo. Estamos ausentes, inmersos en el mundo virtual. Impacta ver grupos de chavales en el parque sentados sin hablar , mirando continuamente sus teléfonos, como si ellos no estuviesen allí, están ausentes. Cuando estamos presentes plenamente ante otro, aprendemos a escuchar. Es así como desarrollamos la empatía, este es el modo de experimentar el sentirnos escuchados, de ser comprendidos. Además la conversación impulsa la introspección, esa conversación con nosotros mismos que constituye la piedra angular de nuestro desarrollo temprano y que continúa durante toda la vida. Pero hoy en día continuamente buscamos formas de evitar la conversación. Nos escondemos los unos de los otros a pesar de estar conectados constantemente los unos con los otros. Las conversaciones requieren tiempo. Hoy los ladrones de atención que son nuestras prótesis tecnológicas nos roban ese tiempo de conversación donde formamos nuestra empatía, solidaridad. Distraídos durante la comida y en nuestra habitaciones, en los parques y en las calles absortos en nuestras prótesis nos olvidamos de los demás, desparece el otro. Desaparece el mundo. Descubrimos indicios de una nueva “primavera silenciosa” el término que acuño Rachel Carson para indicar que el cambio tecnológico implicaba también un peligro para el medio ambiente, en esta ocasión el cambio tecnológico es un ataque directo a nuestro desarrollo cognitivo, a la empatía, para nuestros cuerpos . La mera presencia de un móvil nos hace sentir menos conectados con los demás, menos implicados en las vidas de los otros. La tecnología nos está silenciando. La conversación, la deliberación, el debate profundo forman parte del individuo político. Esa que puede durar horas, con silencios incluidos, sin prisa, reflexionando lo que uno dice y lo que dice el otro. Conversaciones de miradas y cuerpos presentes sin anestesiantes tecnológicos de por medio.
Ahora muchos prefieren huir de los problemas sociales y personales, refugiándose en sus prótesis. Para muchos jóvenes pasar tiempo con otros ya les produce fobia social, como esos jóvenes japoneses llamados hikkimori, que ya no salen de casa en meses solo se relacionan por medios electrónicos. Una vida ausente. No miran, no huelen, no tocan, no perciben al otro. Encerrados en su casa. Obedeciendo las órdenes de sus máquinas, encerradas en sus casas, sin contacto, si comunidad, se cortan las alas de la libertad. Quizás muchos regímenes totalitarios del siglo pasado no hubiesen podido soñar con un escenario mejor. Si Auschwitz-Birkenau fue el primer encierro industrial, hoy vivimos el encierro digital en jaulas indexadas. Otro encierro el de los campos de refugiados. En ellos sus habitantes no tienen nada. Desposeidos de toda una vida. Bueno si tienen algo: un Smartphone. La organización racional-industrial hace que a los pobladores de estos campos se les entregue un Smartphone. Esa es su identidad, un código QR, la del mundo real ha sido borrada. Necesitan del Smartphone para todo lo necesario: comida, medicinas etc. Nadie queda al margen de la digitalización.
No sólo los llamados hikkimori hoy todos vivimos la sociedad de la ausencia. Ausencia de miradas, de cuerpos, de un mundo encarnado. Cuerpos y cerebros ausentes que conllevan multitud de enfermedades y transtornos físicos y psíquicos. Preocupa la falta de empatía. En el mundo virtual la solidaridad es mercantilizada y sustituida. La llaman crowfounding una aplicación donde un simple clic nos puede hacer sentirnos solidarios. Con quién? Si no hay otro, no hay nadie, no lo conocemos no lo sentimos, no lo vemos, no lo percibimos. A esta mierda se ha reducido la solidaridad a un ejercicio mecánico y simple. La solidaridad es un esfuerzo: interesarte por el otro, conocerlo, practicar el apoyo mutuo, la ayuda desinteresada, acompañada de una acción. Los estudios indican como el mundo digital erosiona la parte de nuestro cerebro donde se desarrolla la empatía. Es lógico no? Si no hay otro. No puedes sentir nada por él.
Hablando de ausencia, mi cerebro me remite al metro o cualquier otro no lugar de las ciudades. Cuando viajamos en metro observamos miradas , cuerpo sy voces ausentes. Un mundo donde manda lo inmaterial. Sociedad sin contacto. Parecen una colección de autómatas diseñados y automatizados viajando en cualquier línea de metro. Miradas abajo. Oídos tapados por los auriculares. Es similar a la famosa imagen de los tres monos tapándose la boca, las orejas y los ojos. No ver, no oír, no mirar, los sentidos deben ser inhibidos, sólo producir y consumir dice la democracia. Recordemos las mascarillas. Bueno tapabocas. Aquello lo hacía todo más orwelliano. Siento tristeza cuando veo así a la humanidad. Llevo tiempo observando que los músicos que actúan en el metro son vestigios del pasado, llaman mucho la atención: miran a los ojos, tocan, escuchan, se mueven no al son mecánico de su móvil sino de la música. Son vestigios del pasado que chocan de frente con el futuro. Colisión. Nadie les mira, nadie les escucha, nadie les toca, pasan desapercibidos ante la música enlatada de los auriculares, de los luces del juego, de los sonidos de las notificaciones. Tocan ante un puñado de muertos vivientes, de ausentes. En general la gran mayor parte del vagón está ausente y ni siquiera son conscientes de que han tocado unas rimas delante de sus narices. Veo ancianos de pie, embarazadas de pie, los ausentes no les miran. Niños sentados ausentados del espacio- tiempo juegan mecánicamente para no pensar en la ausencia de su padre sentado al lado suya enviando correos mecánicamente. Cabezas abajo. A veces parece que lo que continúa vivo, como los músicos, molesta.
Cada vez es más necesario salir del confinamiento tecnológico. Disfrutar del mundo sin prisa, despacio, sin la dictadura de la inmediatez. La reflexión parece ser otro vestigio de tiempos pasados, al capital no le interesa, contradice a sus flujos financieros y mercantiles La reflexión no entra en su lógica de optmización y eficacia.
Ahora ponen luces en los pasos de cebra para que los ausentes no crucen sin mirar. Reconozco que a veces me puede el nihilismo y pienso en romper todas las lucecitas y que mueran atropellados, a la mierda la humanidad. Andan como autómatas sin saber dónde, les llevan de la mano y a empujones rápidamente,aceleradamnete, que hay beneficio que perder. El que les coge de la mano y les arrastra se llama Google maps. Les da igual que les lleve al abismo real o ficticio, están ausentes. Recuerdo cuando nos preguntábamos por la calle, existía el otro, acerca de un lugar, un teatro o un parque. Un día pregunte. El autómata sin levantar la cabeza de su móvil me repondió “Por qué no lo buscas en Google maps” No me había mirado. Ausente del mundo, de los otros y de sí mismo.
El ausente no confía en el otro. Prefiere la certeza que le da una máquina a la confianza en una persona. La IA se ha convertido en la verdad. Ya no hay reflexión, dialogo o conversación , la sentencia está echada, dicta la máquina. El chat GPT nos desposee del conocimiento y de las experiencias, el mundo queda reducido a su sentencia. Igual que nos desposee del conocimiento, nos roba la ignorancia. Es la racionalización máxima de la vida, lo no mensurable, la incertidumbre, lo imperfecto, lo mágico ya no existe todo queda reducido a sus racionales cálculos.
Monitorizan nuestra vida. Mercantilizan todo sobre la faz de la tierra incluso aquellas cosas que pensábamos que nunca entrarían en el templo de los mercaderes, como nuestra intimidad. Nada escapa a la red digital en el mar de datos. Nuestra respiración, pulso, enfermedades, lo que comemos, lo que bebemos lo que leemos, como dormimos, como cagamos, las veces que nos lavábamos lo dientes que hemos leído y cuanto hemos tardado, que hemos comprado y donde, tus amigos, donde has estado, adonde vas a ir y cuando gracias a los algoritmos predictivos. Lo que haces en la cama , en el baño, en el parque todo convertido en datos. Vigilancia y control total . Lo saben todo de nosotros gracias a nuestros aparatos inteligentes. Tu perfil contiene miles de datos sobre tu vida y la de tus seres queridos. Cuanto más saben de ti, mas entra en su mundo mercantil. Te personalizan productos para optimizarte, mejorarte, hacerte funcional al mundo-máquina. Transhumanismo.
En el mundo de los ausentes todo desaparece El abrigo del otro. El abrazo del otro. El cariño del otro. La mirada del otro. De todo ello somos desposeídos. Los abrazos del otro o los besos del otro cuando son virtuales, no físicos, no llegan al otro, no llegan a su destino. Me fui a despedir de un amigo, me dijo “un abrazo”, como si estuviésemos en el mundo virtual, no me toco, no me abrazo. Le abrace fuerte. Sonreímos. Necesitamos c ontacto.. La hiperconectividad nos desconecta del mundo real.
El totalitarismo digital es totalizante. Hasta los más rebeldes caen en sus redes. Nadie puede quedar fuera de la sociedad cibernética. Ahora hay alternativas : redes de comunicación instantánea, apps de encuentros amorosos, software seguros. Seguro? Lo importante es que este dentro de la red de consumo da igual lo que consumas. Te tienes que adaptar al modo de vida cibernético y te ofrecen modos de vida rebeldes pero sin salir de la red de dominación .Querer descentralizar lo digital, es como querer descentralizar lo nuclear. Es imposible. Como anarquistas no queremos gestionar la nocividad, el control, la atomización, la estandarización , la individualización o el liberalismo. En lugar de destruir el capitalismo, a veces, perpetuamos su lógica. Por qué crear alternativas? Si sabemos que lo digital es ecocida y liberticida. Redes sociales alternativas, tinder alternativo, wasap alternativo….Somos convertidos en números y autómatas alternativos, consumimos y nos consumen alternativamente. Es cierto que una ceguera propiamente tecnófila a menudo les impide incluir la cuestión digital en su marco de análisis habitualmente tan crítico. Es necesario extender el conflicto, romper la paz social, proyectar luchas contra la sociedad industrial y el mundo-máquina
El tiempo se nos escapa y más a medida que la tecnología avanza. Ya no tenemos tiempo, vivimos apurados, en la urgencia constante. No hay tiempo de cocinar, de leer, de visitar a nuestros amigos: todo ello va contra la vida simplificada y mecanizada que nos venden a cambio de nuestra libertad.La velocidad del mundo máquina que nos rodea y del que dependemos no está adaptada a nuestras necesidades ni a nuestro tamaño, está adaptado a las necesidades económicas y de acumulación del capitalismo. Símbolo de la libertad, esta velocidad nos aprisiona en universo técnico e industrial en el que ya no podemos desarrollarnos, que nos desposee de nuestras capacidades, habilidades y saberes y que nos incrusta en una dependencia permanente. Bajo este gigantismo tecnológico y las adicciones que produce, desaparecemos .No es que ahora tengamos menos tiempo, que antes, es que nos lo han robado. Esos ladrones de atención que esconden nuestras prótesis tecnológicas. Tiempo perdido delante de máquinas vacías. Nuestro tiempo de repente se ha llenado de : series, riot porn, pornografías de la catástrofe, subir y bajar fotos , actualizar estados….No hay tiempo para el otro. Nos lo roba la máquina. Señalar que el hecho de que nos arrebaten la capacidad de atención no se reduce a que acapare nuestro tiempo. Se ven afectadas nuestras capacidades para tomar distancia y entender el mundo a través de nuestros propios conceptos, sin la mediación constante de terceros.
Recuerdo cuando éramos jóvenes, el tiempo lo pasábamos juntos. Con nuestras responsabilidades. Nos mirábamos, nos sentíamos, nos tocábamos y nos abrazamos. Y también peleábamos. Y eso nos hacía luchar juntos, no nos importaba esperar, no nos importaba aburrirnos lo importante era estar juntos. Ahora sufrimos la inmediatez, también la estúpida inmediatez de los colapsistas. Todo tiene que ser rápido y al instante. Nuestro cerebro acostumbrado al mundo máquina y a la velocidad pide dopamina constante, necesitamos sensaciones inmediatas, rápidas, necesidad de emociones fuertes. Echo de menos la vida de antes. El mundo de la rutina y la estabilidad donde todo no cambiaba a la velocidad de la luz. Ese mundo que hacía que viviésemos más despacio, mirásemos y reflexionábamos, donde no estábamos ausentes de la vida y la vivíamos. Nostalgia? Seguro.
El mundo digital va acompañado de una perdida de las habilidades de escucha, transtornos de atención, estimulación permanente y una pérdida de la sensación de estar presente en un espacio local y definido, en un espacio material. Estar presente en el mundo de alguna manera se convierte en algo extraño.El pensamiento autónomo y libre desparece paulatinamente para dar paso a un pensamiento alienado a la máquina. Esta no es una herramienta para ayudarnos a pensar. Sino para desposeernos del conocimiento no convertido en información. Ella construye otra forma de pensamiento dependiente de un gigantesco sistema técnico cuyo control es asegurado por ingenieros, multinacionales y la poderosa tecnocracia. Esto supone una transformación completa de la naturaleza humana. Ahora obedecemos a procedimientos mentales que siguen la lógica del capitalismo, moldean nuestra mente de acuerdo con la lógica racional y matemática , externalizan nuestros saberes, conocimientos y habilidades. Somos desposeídos. Relevados de la vida por las máquinas, relegados del saber hacer, pero autorizados a saborea las delicias soporíferas del confort moderno estandarizado y homogeneizado. Transhumanismo. Tecnocracia.
Vivimos la época de la sumisión voluntaria y feliz de todos. Nos guían como borregos por el mundo virtual, a la espera de la llegada del Metaverso, donde desapareceremos como individuos físicos. Cientos de aplicaciones nos dictan como movernos mecánicamente, desparece la improvisación, el caos, lo imprevisible, lo no mensurable. Orden, control y vigilancia. Las aplicaciones nos dan órdenes, instrucciones, para optimizar nuestro robóticos movimientos, para optimizar nuestros movimientos. Humano máquina. Mundo -máquina
La sociedad cibernética nos conduce a la inactividad, a la desidia, al agotamiento a una continua derrota que parece no tener final. El truco más ingenioso de la informatización, el truco más ingenioso del sistema , como dijo aquel que escribió un famoso manifiesto, es el de su neutralidad. Su disfraz democrático, inclusivo amable, ecologista, solidario, feminista..nos hace aceptarlo. Es una dictadura amable, a veces, difícil de percibir otras nos golpea en la cara. A diferencia de las dictaduras del siglo pasado no le es necesario ni la cárcel, ni las pistolas para imponer su forma de vida. Nosotros la aceptamos alegremente.
Ya no hay esfuerzo. Ha sido borrado. Hay miedo al esfuerzo. Ahora disponemos del mundo y de los otros a golpe de un clic. Clic para ligar, clic para comer, clic para trabajar, clic para consumir. Una vida fácil y cómoda a cambio de tú libertad.
El mundo industrial ha llegado a un grado que amenaza las posibilidades en la Tierra. Para fabricar nuestras prótesis tecnológicas, nuestros smartphones, tabletas, ordenadores…Para construir la sociedad cibernética es necesario un ecocidio. La sociedad industrial es una devoradora de energía. La cantidad de petróleo, minerales, arena, gas de esquisito, arenas bituminosas y tierras raras se han triplicado en las última décadas . La devastación de la naturaleza es la devastación del ser humano. No hay nada neutro en la digitalización. Tu foto de Instagram, tu foto de riot porn devasta el planeta. El espectáculo arrasa bosques y asesina la naturaleza. Toxicidad. Nocividad. Enrutadores, intercambiadores, miles de Kilometros de fibra óptica, estaciones de regeneración, centros de datos, módems, ordenadores. Para fabricar todo este arsenal metálico, plástico e informático, se necesitan y cada vez más, metales, minerales, petróleo, productos químicos, poblaciones enteras enferman y mueren. Son sacrificadas en el altar del extractivismo, consustancial al progreso tecnológico. Para obtener estos materiales, contaminamos los ríos y los suelos con metales pesados y productos químicos, lagos quedan sepultados bajo la escoria de las minas, derretimos los glaciares, se seca el manto freático y esterilizamos los suelos, destruimos la naturaleza. Nos destruimos a nosotros mismo a cambio del estúpido mundo simplificado y mecánico que nos imponen. Y nosotros aceptamos felizmente. El sueño de cualquier régimen totalitario. Morimos. Enfermamos. Niños enfermosa causa del plomo arrojado por fundiciones de metales, niños con malformaciones por exposiciones a la radiación nuclear, a herbicidas y pesticidas. Miles de disruptores endocrinos en el ambiente y en el agua. Generan una epidemia de la esterilidad. Los capitalistas aplauden esta enfermedad es un búen negocio para la eugenesia disfrazada de reproducción asistida. Hasta el nacimiento ya queda en manos de la máquina.

CHIMPANCES DEL FUTURO, MADRIP, OCTUBRE 2025

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