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Kafka antes de Kafka
17 oct 2025
No vemos a Kafka sentado en el momento de escribir, sino relacionándose con los anarquistas de Praga. Se trata del «episodio anarquista» de su vida, antes de la creación literaria. «Kafka» no gustó a los literatos que presentan a Kafka como un escritor encerrado en la pecera del arte. Ello habla a favor de la película. Es fabulosa, ideal para los cineclubs ácratas.
KAFKA ANTES DE KAFKA

    Empieza la película: imágenes en blanco y negro, Praga, Franz Kafka, el trabajo en la compañía de seguros. Todo parece indicar que se trata de una biografía con vocación documental. Pues no. Era una falsa pista. Y un aviso de lo que sucederá de ahora en adelante: nada es lo que parece, el protagonista —y con él el espectador— va de sorpresa en sorpresa.
    Soderbergh rehúye las dos trampas clásicas de las películas sobre escritores: la biografía llena de detalles y anécdotas (el escritor navegando en un mar de circunstancias anodinas) y el solipsismo literario (los tormentos de la creación: el escritor sentado delante de la máquina de escribir, dando vueltas a sus fantasmas). Y tampoco se dedica a adaptar una obra de Kafka ni a hacer una cóctel con varias obras suyas. Ni mera biografía ni adaptación, «Kafka» es una reflexión sobre el universo literario de Kafka, una exploración del origen de sus temas. Una investigación en forma de ficción: Kafka es el personaje principal y se encuentra en medio de unos hechos misteriosos que más adelante se reflejarán en su obra. Soderbergh presenta al escritor antes de la creación literaria. Sería invertir los términos decir que los acontecimientos misteriosos salen de su obra, pues son anteriores, la obra se inspira en ellos, como también se inspira en la realidad de su tiempo. Ahí está el interés de la película. Y la explicación del título de este artículo: Kafka antes de ser el escritor Kafka.

¿KAFKA O LOVECRAFT?
    De la obra de Kafka se han hecho, fundamentalmente, dos interpretaciones. Unos ven en ella las fantasías de un escritor ensimismado en sus elucubraciones mentales, las pesadillas de un individuo encerrado entre cuatro paredes: una especie de Lovecraft europeo con angustia existencialista o (variante Max Brod) con inclinaciones místicas. A juicio de otros, el autor no vivía de espaldas a las inquietudes y a la realidad de su época, sino todo lo contrario. El trabajo en la compañía «de seguros obreros contra accidentes» constituía un buen observatorio del mundo de la burocracia y del funcionamiento del poder.
    Soderbergh y el guionista Lem Dobbs hacen suya la segunda interpretación, que concuerda con lo que sabemos de Kafka. Las relaciones con los círculos anarquistas de Praga y el interés por el sionismo de corte socialista no son hechos gratuitos en la vida de Kafka. Por lo que respecta a su obra, ya lo dejó escrito en 1966 Gabriel Ferrater en el prólogo a la traducción catalana de «El proceso»: «Quizá sea una lástima destruir los cuentos con que se duermen los niños de Saint-Germain-des-Près [= los existencialistas franceses], pero la verdad es que Kafka tocaba perfectamente de pies en el suelo, y que su carrera profesional [...] fue un éxito. Pero lo más interesante es que "el mundo de Kafka", el de su literatura, no es un mundo de sueño, sino precisamente el de su experiencia, en buena medida, profesional».
    Kafka captó la realidad del mundo donde vivía; por eso fue capaz de ver la amenaza que suponían los mecanismos burocráticos como instrumentos de dominación. Soderbergh, en una entrevista, dice que una de las cosas que le parecía más interesante, en el guion de Lem Dobbs, era «el presentimiento del nazismo veinte años antes de su llegada; el pensamiento burocrático que desemboca en el Tercer Reich, etc.» («Positif», núm. 374). Presentimiento que no podemos limitar al nazismo, como indica, supongo, el «etc.» (etcétera).

AFINIDAD ANARQUISTA
    «El episodio anarquista de la biografía de Kafka (1909-1912) nos ofrece una de las claves más esclarecedoras para interpretar su obra, en particular los escritos a partir del año 1912», escribe Michael Löwy en el artículo «Franz Kafka y el socialismo libertario». Löwy detalla el interés de Kafka por las ideas libertarias, la presencia asidua del escritor en las reuniones de los círculos anarquistas de Praga y sus lecturas de autores ácratas (Bakunin, Kropotkin, Reclus...). En 1909 participó en una manifestación contra la ejecución de Ferrer i Guàrdia. Löwy també analiza la inspiración libertaria de las novelas de Kafka: «América», «El proceso», «El castillo» y «En la colonia penitenciaria».
    La película de Soderbergh se basa en «el episodio anarquista de Kafka». Y, como es lógico, no gustó nada a los literatos que quieren monopolizar la visión de Kafka y lo presentan como un escritor encerrado en la pecera del arte que vertía en el papel las alucinaciones salidas de su fantasía.
    En «Kafka», el protagonista, Franz Kafka, al principio adopta un papel pasivo, está desorientado por lo que ha ocurrido (Eduard Raban, su mejor amigo, ha desaparecido misteriosamente). Cuando empieza a investigar por su cuenta, va descubriendo lo que se oculta detrás de la superficie bien ordenada de la sociedad. Y, al mismo tiempo, conoce a Gabriela, la compañera de Raban. Tras una serie de acontecimientos y vacilaciones, se decide a pasar a la acción. ¿De qué modo? He aquí una de las grandes sorpresas que nos depara «Kafka».

EN LAS ENTRAÑAS DEL CASTILLO
    Las estrechas calles de adoquines de Praga, el Castillo —que domina, amenazador, la ciudad— y el blanco y negro, con su juego de sombras, crean un ambiente expresionista. Sin extralimitarse. Otro de los puntos de referencia de Soderbergh ha sido Howard Hawks, el mejor antídoto para evitar los excesos expresionistas.
    Y cuando Kafka entra en el Castillo, de repente la pantalla se inunda de colores. Como en «El resplandor», de Kubrick, lo misterioso se intensifica cuanto más real es, con toda la escala cromática. Cabe señalar que Soderbergh invierte el uso normal de estos recursos técnicos en la ficción, donde el blanco y negro suele reservarse a los sueños, a los recuerdos o a los acontecimientos más oscuros.
    El episodio del Castillo responde a un tema recurrente en Soderbergh: el secreto tras la puerta. Para acceder al lugar iniciático donde está escondida la verdad, hay que recorrer un pasaje secreto (el laberinto subterráneo al que se entra por el cementerio). Las imágenes ocultas detrás de la puerta son diferentes, en total ruptura con el modo de representación empleado hasta entonces: pasamos del blanco y negro a los colores.
    Una vez descubierta la verdad, Kafka destruye la ciudadela del poder y, transformado gracias a esa experiencia, vuelve a la realidad del blanco y negro.

INNOVACIÓN MUY LOGRADA
    En ningún momento nos hemos de tragar una cinta árida ni una tesis sesuda. Se trata, por el contrario, de una ficción animada por un tono lúdico. Soderbergh presta la misma atención a los mecanismos abstractos de la narración que a los detalles concretos. Los fanáticos de las biografías descubrirán, desparramados por la pantalla y los diálogos, un sinfín de datos con los que satisfacer su curiosidad. Sin embargo, a mi juicio, las circunstancias biográficas constituyen un ingrediente secundario. Imprescindible pero secundario.
    Nos hallamos ante una mezcla muy atractiva: una película de intriga, de serie B, con un reparto de lujo. También se mezclan los géneros: thriller + humor. El humor, un aspecto esencial del mundo de Kafka, nos aleja del patetismo expresionista, lo que explica la referencia a Howard Hawks, especialista en mezclar tragedia y comedia.
    El humor sube de tono cuando Kafka se encuentra cara a cara con la autoridad (jefes de la oficina y de la policía). La mímica y los diálogos de Jeremy Irons rezuman un humor sutil, que el actor expresa con su característico perfeccionismo infinitesimal; por ejemplo, las muecas casi imperceptibles que dedica al encargado de la oficina.
    El éxito artístico de la película dependía, ante todo, del actor que asumiera el papel de Kafka. Justo es decir que Jeremy Irons realiza una de las mejores interpretaciones de su carrera, de la categoría de «Inseparables» (David Cronenberg, 1988) y «El misterio von Bülow» (Barbet Schroeder, 1990).
    En el género de las películas sobre las relaciones entre el escritor y su obra, «Kafka» adopta un planteamiento original. Es una innovación muy lograda, una obra excepcional. Os invito a comprobarlo.
Josep Alemany


El artículo de Michael Löwy en francés:
http://refractions.plusloin.org/spip.php?article345

El artículo de Michael Löwy en italiano:
http://refractions.plusloin.org/spip.php?article467&lang=es

«Kakfa». Estados Unidos, 1992. Título original: «Kafka». Dirección: Steven Soderbergh. Guion: Lem Dobbs. Interpretación: Jeremy Irons (Kafka), Theresa Russell (Gabriela), Joel Grey (Burgel), Ian Holm (doctor Murnau), Alec Guinness (jefe de personal).

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