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Ser y esencia del proletariado
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per Agustín Guillamón |
06 jun 2025
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Quienes niegan la lucha de clases, o incluso la existencia de clases, y vocean a quien quiera oírlos la desaparición del proletariado, están del otro lado de la barricada. |
SER Y ESENCIA DEL PROLETARIADO
AYER
Proletariado procede del latín proles, esto es, linaje o descendencia. El término tuvo su origen en la República y el Imperio romanos. Los proletarios eran los ciudadanos de la clase más baja, que no tenían propiedades y solamente podían aportar prole (hijos) para engrosar las legiones de Roma: carne de sacrificio para la guerra y la sumisión y esclavización de los pueblos vecinos.
El origen de la palabra radica en el censo que las autoridades realizaban cada quinquenio, en el que se registraba a los ciudadanos y sus propiedades, y del que se desprendían sus obligaciones militares y sus condiciones de voto. Para personas sin propiedades (o de valor nulo) se registraban los hijos (proles) como su única riqueza. Proletario proviene de "proletarius" que significa "aquel que produce hijos". Hasta las reformas de Mario no podían tener armas, ni enrolarse en el ejército. La sociedad romana se dividía en cinco clases de propietarios o terratenientes. Los proletarios eran ciudadanos de sexta clase.
La problemática del origen del proletariado moderno como clase social se remonta a la Revolución Industrial. En la Inglaterra del siglo XVI se usó para designar al cuarto estado. Su uso permaneció, sin apenas variaciones, hasta el siglo XVIII.
Con la Revolución Francesa, la palabra proletariado tomó un nuevo significado. El proletariado era la clase de trabajadores excluidos de todo derecho, pero con conciencia de su situación marginal, que luchó por el derecho a la vida (esto es, a no morirse de hambre) como prioritario al de la propiedad privada.
El concepto de proletariado, como clase de trabajadores explotados en la sociedad industrial, aparece en el lenguaje de los premarxistas y socialistas utópicos en las dos primeras décadas del siglo XIX. Para Saint-Simon el proletariado es la masa de los que no tienen propiedad. Para Blanqui el proletariado tiene dos usos, es tanto el trabajador pobre como el trabajador frente al capitalista.
Muchos eruditos liberales señalaron las similitudes socioeconómicas de la clase obrera industrial moderna en rápido crecimiento y los proletarios clásicos. Una de las primeras analogías se encuentra en el artículo de 1808 del filósofo y politólogo francés Lamennais en su obra De l'esclavage moderne.
El economista suizo Sismondi fue el primero en aplicar el término proletariado a la clase obrera creada bajo el capitalismo. Sus escritos fueron citados con frecuencia por Karl Marx. Es muy probable que Marx aplicara esa palabra tras el estudio de las obras de Sismondi.
Durante la segunda mitad de la década de 1840 el concepto de proletario fue profundamente reelaborado por Engels y Marx. Marx, además, había estudiado Derecho Romano en la Universidad se Berlín. El término es utilizado para identificar a la clase sin propiedades ni recursos, libre para vender su fuerza de trabajo. El proletariado o clase obrera es una clase social antagónica a la clase burguesa.
Por muy someros, sencillos e incluso incompletos que sean los antecedentes hasta aquí expuestos sobre el concepto histórico de proletariado, son suficientes para afirmar contundentemente que cuando Miquel Amorós dice que el proletariado es un invento de Lenin, en 1917, sustenta una solemne majadería, irracional y antihistórica.
Dejémonos, pues, de estupideces neosituacionistas y definamos racional, rigurosa e históricamente capitalismo y proletariado en estas cinco tesis fundamentales:
1.- El capitalismo es UNA RELACIÓN SOCIAL de producción que se da entre los capitalistas, que compran la mercancía fuerza de trabajo, y el proletariado, que vende su fuerza de trabajo por un salario. No es una relación individal, sino una relación entre clases. Esa es la esencia del capitalismo y del proletariado.
2.- El capitalismo es UNA RELACIÓN HISTÓRICA entre dos clases antagónicas, que obliga y coacciona a la mayoría de la población a vender al capital su fuerza de trabajo por un salario. (Sin este proceso histórico de acumulación primitiva del capital y de expropiación y expulsión del campesino de las comunidades rurales a las fábricas y grandes centros industriales no existiría la relación social del punto 1).
3.- El capitalismo provoca UNA CONTRADICCIÓN, o conflicto, entre el desarrollo SOCIAL de las fuerzas productivas y las actuales relaciones sociales de producción, de apropiación privada del valor, que no se corresponde con el carácter social de esas fuerzas productivas. (Esto se traduce en un reparto desigual de la riqueza en el mundo: en 2007 tres ciudadanos estadounidenses (Bill Gates, Paul Allen y Warren Buffett) poseían, juntos, una fortuna superior al PIB de las 42 naciones más pobres, en las cuales viven 600 millones de habitantes; las 356 personas más ricas del mundo superan la renta anual del 40% de la humanidad; Estados Unidos representa el 6% de la población mundial, pero consume el 48% de la riqueza total del planeta).
4.- El capitalismo se ha convertido en un sistema OBSOLETO, porque el proceso de valorización del capital obstaculiza el propio crecimiento de las fuerzas productivas. El capitalismo ha entrado en una fase de decadencia, y la actual crisis tiene un carácter estructural. No estamos ante una clásica crisis de sobreproducción. Se da, hoy, una crisis de valorización del capital y, por lo tanto, de las relaciones de producción capitalistas, que no garantizan ya el proceso de reproducción de la fuerza de trabajo. Aparece un enorme ejército industrial de reserva (global) a causa de la insuficiente absorción de la fuerza de trabajo en el proceso de producción capitalista.
Esto produce, o puede producir, fenómenos nuevos de difícil catalogación:
a. Desmantelamiento de las conquistas sociales del llamado Estado del Bienestar. El trabajador europeo ha de competir, a nivel global, con el salario de subsistencia y la ausencia de cotizaciones sociales de paro, enfermedad o pensiones del trabajador asiático. Las medidas propugnadas por el FMI favorecen al capital financiero, pero ahondan la crisis y el paro.
b. Exclusión de países y continentes enteros del proceso de producción capitalista; fenómenos migratorios masivos por motivos económicos, bélicos o catastróficos, sin países o regiones dispuestos a darles más que una acogida parcial y selectiva.
c. Finalización de los procesos de acumulación primitiva del capital en Rusia, China, Brasil, Sudáfrica y la India, con la extensión de la clase obrera asalariada en esos países.
d. Límites ecológicos a la explotación masiva e indiscriminada de los recursos naturales, sin medidas efectivas contra la contaminación y el cambio climático. Surgen pandemias provocadas por la agricultura y ganadería industriales. Conversión de la naturaleza en basuraleza. Peligro de extinción de la especie humana, sin respuestas adecuadas de prevención.
e. Aparición de múltiples focos y sectores de trabajo (en ocasiones infantil) esclavizado.
f. Aparición de una economía virtual, fruto de una enorme especulación financiera descontrolada y desregularizada, que provoca un abismo insalvable con la economía real, con el consiguiente riesgo de crisis financieras y depresión económica.
g. Aparición de guerras imperialistas por el control del petróleo y unos recursos naturales limitados. Consideración de la guerra como solución económica inmediata a la crisis de la demanda, esto es, la guerra entre potencias como única solución a las crisis internas de todos los protagonistas enfrentados.
h. Crecimiento económico sin generación de empleo.
i. Nuevas fórmulas de organización empresarial para incrementar la productividad laboral, flexibilizar la fuerza de trabajo (en cuanto a salarios, duración del contrato o disponibilidad espacial), destruir las conquistas sociales del Estado del Bienestar, e impedir las asociaciones sindicales, que no sean de empresa o sumisas al Estado.
j. En Japón, el toyotismo apareció en los años cincuenta para atender las necesidades bélicas de los Estados Unidos en la Guerra de Corea. Se destruyeron lo sindicatos nacionales manu militari, sustituidos por dóciles sindicatos de empresa. Las grandes empresas se concentraron en comarcas que dominaban despóticamente. Se crearon equipos de calidad que consiguieron establecer la norma de la competitividad entre los trabajadores para alcanzar los objetivos de la empresa. Aparecieron las subcontrataciones de unas empresas a otras, con una escala salarial que disminuye en cada subcontratación. Es habitual una elevada tensión en el trabajo, que produce al año unas 10.000 muertes por Karoshi). "Karoshi" es una palabra compuesta, formada por "karo" y "shi" que significan respectivamente trabajo excesivo y muerte, y combinadas pasan a significar "muerte repentina como consecuencia del trabajo excesivo"; es decir, muertes por estrés.)
k. Ejército, policía, administración, mafias, iglesias, sindicatos y partidos políticos son instituciones estatales al servicio de los intereses del capital, que los financia y sostiene. El primer paso de cualquier lucha obrera autónoma pasa por su destrucción.
l. La conciencia de clase perdida puede recuperarse y radicalizarse rápidamente, aunque al principio irá algo retrasada respecto a la ofensiva neoliberal y la legislación antipopular de los gobiernos. Surgirán nuevas formas organizativas populares y de clase, que superarán los desacreditados e inútiles partidos y sindicatos, que mostrarán su verdadera naturaleza estatal, policial y mafiosa.
m. En la actual fase de decadencia del capitalismo aparecerán con claridad sus límites y la barbarie que nos anuncia, Gaza mediante. La propaganda del sistema será cada vez más descarada, despótica e irracional, decantándose hacia salidas socialdemócratas, netamente fascistas o sabiamente dosificadas y combinadas entre sí. Se abandonarán las formalidades democráticas (Trump). Aparecerá algún tipo de militarismo radical y obsesivo, ya sea contra un enemigo exterior (por rivalidades comerciales) o interior (por necesidades antisubversivas).
n. Los gobiernos siempre han gobernado contra sus propios pueblos en beneficio de la élite financiera y empresarial, sólo que ahora se hará descarnadamente, sin apenas disfraces y velos democráticos, ni la justificación última del bienestar generalizado. Los gobiernos impondrán una economía de guerra, una “eficiente” gestión de las miserias y sacrificios para la que será necesario buscar algún enemigo o chivo expiatorio: los emigrantes, los subversivos del orden establecido, los locos anarquistas, los viejos y enfermos improductivos, las dictaduras, tal o cual Estado enemigo, Rusia, China, los países árabes o el Islam, los marginados y miserables, los parados y “otros gandules”, etcétera, etcétera.
o. Primitivismo, ecologismo, antidesarrollismo, y las más diversas, desesperadas y disparatadas alternativas postmodernistas, como el Green New Deal, apenas esbozarán una propuesta socialdemócrata de gestión del caos, el desastre y la miseria en el seno de un capitalismo caduco y obsoleto, incapaz de asegurar el proceso de valorización del capital.
p. La solidaridad, la ética y la mera supervivencia colectiva se convertirán en formidables armas de combate de la Humanidad contra un sistema económico obsoleto, corrupto y por propia naturaleza, criminal, enfermizo, depredador, insostenible y apocalíptico.
q. Se fomentará una fortísima infantilización social, cultural y política, porque el miedo y la ignorancia son factores determinantes de la servidumbre voluntaria al Estado.
r. Se planteará urgentemente la alternativa entre comunismo o barbarie, entre revolución o reforma, entre vida o muerte colectivas… porque lo que está en juego es la propia supervivencia de la especie humana.
s. Se da un proceso de proletarización mundial de trabajo inmigrante, que se ha convertido en la forma de trabajo más generalizada, tanto como emigración a otros países (como la UE) o de emigración interna, como en China, con 130 millones de trabajadores inmigrantes, de los cuales 80 millones han emigrado de las regiones pobres del interior a las ciudades costeras. El número de inmigrantes internacionales, en 2013, es mayor que nunca: 232 millones (en el 2000 eran 175 millones), de los cuales 20 o 30 millones no tienen papeles. Entre 2000 y 2013, pasaron de un 2.9% a un 3.3% de la población mundial. En su mayor parte son trabajadores inmigrantes, no refugiados ni demandantes de asilo.
t. Es destacable este aumento del proletariado de obreros migrantes, quienes a través de las agencias internacionales de contratación desempeñan labores no cualificadas en diferentes países por un bajo salario, aunque en principio no piensan establecerse allí: trabajadores de la construcción de India, Pakistán y Bangladés en las grandes construcciones de los Estados del Golfo, que viven en campamentos y cuya situación colectiva les ha llevado muchas veces a la huelga y la rebelión, combatidas con una represión brutal. Millones de empleados domésticos de las Filipinas e Indonesia, etcétrea, que trabajan para familias ricas en los Estados del Golfo, pero también en Hong-Kong. Trabajadores domésticos que cuidan a los ancianos, que viajan de la Europa Oriental a la Occidental, o de América Latina a España (y Europa), para trabajar para familias que no encuentran a un cuidador local. Cada vez más obreros industriales “especializados” son contratados en paises muy lejanos, con el objetivo de debilitar a la clase obrera local.
u. El supermán de turno y su Super-Estado aparecerán como salvadores del planeta y de la especie, aunque sean en realidad sus sepultureros.
v. No hay más alternativa que revolución o barbarie.
x. Jamás en la historia se había configurado un proletariado de carácter auténticamente global como el existente en 2025. Basta con pasear por las calles de las principales ciudades europeas para comprobarlo.
5.- El comunismo no es un BELLO IDEAL, sino una NECESIDAD MATERIAL, cuyas premisas han sido puestas por el capitalismo, con una productividad que puede asegurar ya una sociedad que cubra todas las necesidades materiales de la humanidad. El proletariado ha de destruir al Estado, porque éste es la organización política de la explotación económica del trabajo asalariado. La destrucción del Estado es una condición sine qua non del inicio de una sociedad comunista. Pero el Estado capitalista no puede destruirse realmente si antes la clase obrera no siega inmediatamente las condiciones económicas, sociales e históricas de la existencia del trabajo asalariado y de la ley del valor, en un ámbito mundial.
¿Qué sustituye al Estado?: la administración de las cosas en el comunismo. Pero la revolución proletaria no es una cuestión de partidos o de organización. Lo que determina la posibilidad del comunismo es una distribución equitativa de las fuerzas productivas y de la extensión de la condición de asalariado y de proletario.
La experiencia histórica del proletariado internacional señala los soviets rusos, los räters alemanes y los comités españoles, esto es, la organización del proletariado en consejos obreros como la forma organizativa revolucionaria de la clase obrera. Estamos, pues, hablando no de tal o cual forma organizativa de comité o de consejo sino de la organización consejista de la sociedad. Los consejos no representan a los obreros, son el proletariado organizado. Es un órgano de clase y de lucha. No es un órgano político, es la organización de la sociedad en unas nuevas relaciones de producción, y por lo tanto no es democrático, ni dictatorial, está más allá de la política, y evita la separación entre lo público y lo privado, característica del capitalismo. Soviets, räters y comités han sido la respuesta obrera al vacío dejado por la burguesía, más que resultado de la radicalización del combate. Los consejistas sustituyen el concepto “partido” de los leninistas por el concepto “consejo”. Ambas ideologías son estériles. Los consejos serán sólo lo que el proletariado consiga hacer en el combate por destruir el Estado y construir el comunismo libertario. La revolución social es ya la única solución.
Una revolución no sólo ha de ser a la vez económica y política, sino que debe ser total, es decir, a la vez antieconómica y antipolítica, tapiando así cualquier posibilidad de restauración del poder del capital. Antieconómica porque no se limita a la socialización, ni cae en el productivismo, sino que suprime el trabajo asalariado y la plusvalía. Antipolítica porque se organiza en consejos obreros que destruyen todas las estructuras estatales y suprimen todas las fronteras, por lo que es necesariamente de ámbito internacional.
HOY
El salario es la principal forma de esclavitud moderna. LA RELACIÓN SALARIAL no es sólo de carácter social y económica, sino también política, puesto que determina el modo de existencia de quienes no tienen ningún poder de decisión sobre su propia vida.
El proletariado se define como la clase social que carece de todo tipo de propiedad y que para sobrevivir necesita vender su fuerza de trabajo por un salario. Forman parte del proletariado, sean o no conscientes de ello, los asalariados, los parados, los precarios, los jubilados y los familiares que dependen de ellos. En España forman parte del proletariado los aproximadamente 2,6 millones de parados y los 21 millones de asalariados y precarios que temen engrosar las filas del paro, amén de una cifra indefinida de marginados, que no aparecen en las estadísticas porque han sido excluidos del sistema.
La clase obrera es una clasificación social OBJETIVA, que designa a todo aquel que mantiene una relación SALARIAL con un patrón (ya sea privado o estatal) al que vende su fuerza de trabajo (sus brazos y su inteligencia). La clase obrera forma parte del proletariado, que incluye además a parados, jubilados y marginados. Los proletarios no son propietarios de medios de producción. El salario es la principal forma de esclavitud moderna.
La clase media incluye hoy a algunos trabajadores “autónomos”, esto es, trabajadores independientes y “auto explotados”, algunos técnicos y profesionales altamente cualificados y a los empresarios sin asalariados. La alta clase media estaría formada por empresarios con algunos trabajadores asalariados, pero sin influencia política decisiva.
Capitalistas serían todos los propietarios de medios de producción, o altos gerentes con poder de decisión (aunque fueran asalariados) de grandes empresas privadas o estatales. Constituyen menos del uno por ciento de la población, pero su influencia política es absoluta, y determinan las líneas económicas que se aplican y afectan a la vida cotidiana de la totalidad de la población. Su lema sería: “Todos los gobiernos al servicio del capital; cada gobierno contra su pueblo”.
La democracia parlamentaria europea se ha transformado rápidamente, desde el inicio de la depresión (2008), en una partitocracia “nacionalmente inútil”, autoritaria y mafiosa, dominada por esa clase dirigente capitalista apátrida, que está al servicio de las finanzas internacionales y las multinacionales. Se produce una profunda y extensa proletarización de las clases medias, una masificación del proletariado y precariado (con una fortísima inmigración global) y la erupción violenta e intermitente de irrecuperables colectivos, suburbios y comunidades marginadas, antisistema (no tanto por convicción, como por exclusión). Los Estados nacionales se convierten en instrumentos obsoletos (pero aún necesarios, en cuanto garantes del orden público y defensa armada de la explotación) de esa clase capitalista dirigente, de ámbito e intereses mundiales.
La sociedad capitalista actual, que nos permite la anterior clasificación social en tres clases fundamentales, aún admite en el seno de cada clase una infinita gradación de situaciones económicas, sociales, políticas y culturales, pero se identifica con la EXPLOTACIÓN de los trabajadores por los capitalistas, y tiende a una rápida polarización entre el proletariado (más la clase media proletarizada) y la ínfima minoría de los todopoderosos dirigentes (inferior al uno por ciento y apátrida).
Todo el mundo entiende que existe explotación cuando se habla del trabajo infantil esclavo en manufacturas de la India, Vietnam o China, que producen zapatillas o ropa de marca para multinacionales, con jornadas de 18 o 20 horas, sin más paga que alimento y jergón en el mismo lugar de trabajo, que venden sus productos en USA o Europa. Y se escandalizan, con razón, ante esa explotación del trabajo infantil esclavo.
Hay que entender que la EXPLOTACIÓN del trabajo asalariado es la ESENCIA de la sociedad capitalista. Todos los asalariados padecen la explotación capitalista (no sólo los niños hindúes). Cuanto más desarrollada es la productividad del trabajo colectivo de una sociedad, mayor grado de explotación experimentan sus trabajadores, aunque puedan consumir más mercancías. La feroz lucha entre los capitalistas por superar y sobrevivir al competidor, impulsa el incremento de la explotación de los trabajadores, al margen de la buena voluntad o ética de cada empresario individual. Los capitales se fusionan y concentran, atacando sin límites las condiciones de vida y laborales de los trabajadores, amenazando con irse a otro país o con contratar más barato entre los millones de parados sin recursos. En cada país un puñado de transnacionales efectúa ventas anuales que superan ampliamente los presupuestos nacionales y empuñan el poder de dar trabajo, o no, a millones de desposeídos.
El proletariado, que tiende a abarcar hoy a un 75/80 por ciento de la población española, se puede clasificar en asalariados, precarios, parados, prejubilados, jubilados y marginados. La clase media sufre una fortísima proletarización, con amplios sectores de profesionales (en el ámbito de la medicina, arquitectura, enseñanza, tecnologías y servicios sociales), funcionarios y medianos o pequeños empresarios (colectivos que hace pocos años percibían elevados ingresos) que se proletarizan, o incluso quedan marginados económica y socialmente.
El elevadísimo número de parados y el estadísticamente desconocido número de excluidos (por paro de larga duración y/o no percepción de ingreso alguno) hace que los asalariados, en su conjunto, se precaricen colectivamente en sus condiciones laborales y existenciales hasta extremos impensables hace unos años en España y Europa. Incluso desaparece la negociación de los convenios colectivos por sectores o empresas, que son sustituidos por condiciones mínimas y miserables de contratación. Los suburbios se convierten en guetos de excluidos del sistema, que el Estado intenta aislar entre sí, entregando su dominio a las bandas, la droga, las mafias, las escuelas, los trabajadores sociales, oenegés, etetés, prisiones y policía, para que conjuntamente impongan el control y/o sacrificio económico, político, social, moral, volitivo, y si hace falta también físico, de “todos los que sobran”, con el objetivo preciso y concreto de desactivar su potencial revolucionario, intentando convertir esos barrios periféricos en colmenas de muertos vivientes, a los que las instituciones estatales les han declarado una guerra total de exterminio y aniquilación.
La tesis neosituacionista y milenarista de la desaparición del proletariado muestra no sólo su irracionalidad y falsedad, frente al inmenso incremento del proletariado en países como China, Sudáfrica, Brasil, India o las maquilas mexicanas, sino su falta de comprensión de la nueva realidad europea, caracterizada por una inmigración masiva de carácter global y por la proletarización de las clases medias, surgida con la depresión iniciada en 2008.
Primitivistas y “pro-situs”, carlistas del comunal (Félix Rodrigo Mora y David Algarra) o profetas de la derrota y del fin del proletariado (Miquel Amorós ), han quedado anclados en sus trasnochados análisis, tan desmovilizadores como artificiales, caóticos e inútiles, mezclando atolondradamente las características propias de las fases keynesiano/fordista (1945-1975) y neoliberal/toyotista (1976-2007) del capitalismo, con su esencia.
Catastrofistas, ludditas, antidesarrollistas, izquierdistas o derechistas del capital, tecnófobos e idealistas de distinto pelaje y orientación, teóricos averiados y amantes del espectáculo y la novedad coinciden en un punto fundamental, que nos desarma como clase revolucionaria en lucha contra el sistema capitalista: afirman que el proletariado ha desaparecido y/o ha dejado de ser el sujeto revolucionario. Identifican una parte con el todo. Confunden clase obrera industrial con proletariado. Desprecian como a bárbaros groseros y desclasados al lumpenproletariado de los guetos. Son reaccionarios brillantes, soberbios y coherentes, extraordinariamente pagados de sí mismos, muy útiles hoy al capital para agudizar el confusionismo y llevarnos al abismo y la derrota; pero que pronto desaparecerán en la nada de la necedad y la extravagancia.
La lucha de clases no es sólo la única posibilidad de resistencia y supervivencia frente a los feroces y sádicos ataques del capital, sino la irrenunciable vía de búsqueda de una solución revolucionaria definitiva a la decadencia del sistema capitalista, hoy obsoleto y criminal, que además se cree impune y eterno.
Quienes niegan la lucha de clases, o incluso la existencia de clases, y vocean a quien quiera oírlos la desaparición del proletariado, están del otro lado de la barricada.
Revolución o barbarie; lucha de clases o explotación sin límites; poder de decisión sobre la propia vida o esclavitud asalariada y marginación.
Agustín Guillamón
Barcelona, junio de 2025 |
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