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La Filosofía del Conflicto Estratégico
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per Cultura Popular |
18 abr 2025
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Comparación entre el pensamiento de Gianfranco La Grassa y el de Carlos X. Blanco, dos filósofos que parten del marxismo y lo superan con su filosofía del Conflicto Estratégico. |
La filosofía del conflicto estratégico y la crítica al capitalismo global.
De Cultura Popular
En España y en Italia se están gestando teorías importantes que suponen una crítica acerba del sistema capitalista global. En ambos países europeos hay coordenadas culturales comunes, grandes afinidades. Son dos países que han visto su soberanía pisoteada por las interferencias imperialistas norteamericanas y, de manera subalterna, también por el pequeño imperialismo franco-alemán. Los dos autores mencionados parten del marxismo, sistema doctrinal en el que se han formado, pero ambos han ido acercándose convergentemente a perspectivas geopolíticas que incluyen como eje la lucha estratégica anti-hegemónica.
La lucha contra los EEUU no es una “americanofobia” per se. Se trata de una oposición al polo dominante y un acercamiento estratégico a otros polos emergentes (Rusia y China). La Grassa (1935) y Blanco (1966) pertenecen a dos generaciones distintas y, sin embargo, comparten estos grandes planteamientos.
Las principales similitudes entre el pensamiento de Gianfranco La Grassa y Carlos X. Blanco radican en su enfoque crítico hacia el sistema capitalista, su impugnación como modo de producción dominante. Arremeten ambos contra el capitalismo global, y comparten una heterodoxia marxista y una gran atención a dinámicas de poder más allá de la lucha de clases tradicional. Veamos algunos de los puntos clave de convergencia:
a) Marxismo heterodoxo: Ambos autores parten de premisas marxistas, pero se alejan del marxismo clásico, que es economicista, determinista y excesivamente centrado en el concepto de “lucha de clases”. La Grassa desarrolla la teoría de los "grupos dominantes", analizando el capitalismo desde una perspectiva más geopolítica y estratégica, donde las élites y bloques de poder son actores clave. Blanco, por su parte, combina el marxismo y este tipo de análisis con elementos de tradicionalismo, comunitarismo y defensa de identidades culturales, como se observa en su reciente y conocida obra Comunismo (2024). Ambos, desde luego, rechazan enfoques puramente economicistas y entienden que el motor de la historia es la lucha entre diversos agentes estratégicos, no solo estados sino también corporaciones, fundaciones, organizaciones de activistas pagadas por financieros, grupos de inversión, incluso iglesias y asociaciones mundiales de toda índole. Hay un sabor schmittiano en el marxismo de estos autores. No es solo la lucha de clases la que produce el cambio de un régimen a otro, sino la alianza de “amigos” y la lucha contra “enemigos” lo que determina los cambios estructurales.
Debe tenerse en cuenta que Blanco fue uno de los filósofos asturianos que desarrollaron, en la segunda generación de la llamada “Escuela de Oviedo”, muchas de las teorías del materialismo filosófico de Gustavo Bueno (1924-2016), que algunos discípulos críticos suyos como Santiago Armesilla (1982) rebautizaron con “materialismo político”. La mayor parte de los seguidores de Bueno bascularon hacia planteamientos reaccionarios y neofalangistas, pero Blanco luchó por conservar el núcleo marxista de la Escuela. Una contribución importante de Bueno, antes de plegarse al Partido Popular (y su hijo, promotor de VOX, esto es, la ultraderecha atlantista) fue relacionar dialécticamente la lucha de clases con la lucha de estados. En el caso de Blanco, en una línea más marxista-leninista, la idea es que muchos otros agentes estratégicos, además de estados, pueblos, corporaciones y alianzas supracionales, los cuales se injertan en las luchas e interfieren en ellas, con lo cual este pensamiento se acerca al de La Grassa y al de su principal discípulo en Italia, Gianni Petrosillo.
b) Crítica al capitalismo global: Tanto La Grassa como Blanco critican la homogeneización cultural y económica del capitalismo neoliberal. Son autores que apuestan por la soberanía de las naciones y de las comunidades, su “insubordinación fundante” (Perón, Chávez, Gullo) y la autodeterminación cultural y pluralista de los pueblos (de Benoist, por ejemplo). G. La Grassa se centra en las estructuras de poder globales, mientras que Carlos X. Blanco pone en primer plano la alienación del individuo y la pérdida de raíces culturales frente al cosmopolitismo liberal, defendiendo la soberanía nacional y lo local (p. En este aspecto, la filosofía de Blanco es muy próxima a otros autores heterodoxos, como Fusaro o Steuckers, y sintoniza muy bien con los movimientos regionalistas y nacionalistas de carácter socialista emancipador, así como con el movimiento de emancipación de los pueblos del antaño llamado “tercer mundo”, hoy el Sur Global. Se notan en él muchas coincidencias con autores como Costanzo Preve, Samir Amin, Gunder Frank, Feltin-Tracol, Carlo Formenti, etc..
c) Énfasis en el poder y las élites: La Grassa analiza el capitalismo como un sistema de bloques de poder en competencia, más que como una simple dicotomía de clases. Blanco, aunque es más filosófico en su forma de escribir y argumentar, también critica a las élites globales que imponen un modelo cultural y económico uniforme, alineándose con una visión de resistencia cultural y política. Se trata de dos filósofos anti-hegemónicos y anti-imperialistas.
d) Rechazo al liberalismo global: Ambos comparten una oposición al liberalismo y a la globalización desenfrenada. Blanco aboga por la preservación de identidades colectivas, mientras que La Grassa lo hace desde un análisis estratégico de las dinámicas de poder internacionales. En los dos autores hay una defensa del estado nacional (como Denis Collin, Diego Fusaro, Santiago Armesilla), autosuficiente, como verdadero bastión defensivo de la “causa de los pueblos”. También se rechazan las connivencias de la llamada “izquierda” con la ideología “woke” (que en España puede estar representada por las sucursales de Soros que representan grupos como Sumar, Podemos, Compromís, nacionalistas fraccionarios, o los autores autoerigidos como caza-fascistas, tales como Pablo Batalla o Steven Forti)
Con todo lo dicho, también hay que destacar algunas diferencias. La Grassa es más técnico en el lenguaje empleado, menos filosófico y a veces es difícil de seguir. Su enfoque es muy geopolítico, centrado en las dinámicas de poder económico y político, mientras que Blanco incorpora una dimensión metafísica (como también hace el filósofo Dugin, aunque este es más esotérico frente a Blanco, quien bebe del racionalismo), así como una perspectiva cultural y tradicionalista, influida por la tradición hispánica: “solo la Tradición es revolucionaria”. Carlos X. Blanco además tiende a un enfoque más sintético (que no ecléctico) integrando elementos no marxistas, mientras que La Grassa permanece más anclado en un marco materialista, aunque revisado. La mayor afinidad entre ambos radica en su crítica al capitalismo global y su heterodoxia marxista, pero Blanco se distingue por su énfasis cultural y tradicionalista, mientras que La Grassa prioriza el análisis estructural del poder. En comparación con otros autores como Carlo Formenti o Maurizio Lazzarato, Blanco está más cerca de La Grassa por su enfoque en las élites y el poder, aunque su visión sintética y de amplio alcance lo hace único en el panorama marxista y antiimperialista actual. |
Mira també:
https://www.burbuja.info/inmobiliaria/temas/la-filosofia-del-conflicto-estrategico.2217760/ http://www.conflittiestrategie.it/ |
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