Europa: La nueva burbuja financiera del rearme
por Alessandro Volpi*
Pólizas, cuentas de depósito, titulizaciones, reducciones de impuestos. El rearme europeo financia muy poco a la UE, también porque más de la mitad se traduce en compras de armas producidas en EE.UU. La nueva economía violará el bienestar y cultivará odios nacionalistas destinados a destruir el sentido de coexistencia colectiva.
En el horizonte de ReArm Europe, el instrumento concebido por la Comisión von der Leyen para «defender» el Viejo Continente, aparece una invitación explícita a crear un mercado único de capitales y a promover estrategias de financiarización del sector armamentístico, también a través del Banco Europeo de Inversiones, con el fin de facilitar la plena declinación del capitalismo en términos de guerra.
El aumento de las existencias de armas
El Plan, en este sentido, es la indicación para los grandes fondos estadounidenses, BlackRock Vanguard y State Street, para los europeos, Amundi, para los grandes bancos de comprar los títulos de la industria armamentística –por otra parte bien especificados por el documento “defensa aérea y antimisiles, sistemas de artillería, misiles y municiones, drones y sistemas antidrones”, una definición solo parcialmente corregida por el Libro Blanco de la defensa–, poniendo en segundo plano otras formas de inversión, con la consecuencia de generar una auténtica y colosal burbuja especulativa.
Así, las manifestaciones proeuropeas obtuvieron un resultado inmediato: el aumento de las cotizaciones de las acciones de los principales fabricantes de armamento europeos, que lograron batir récords y reorganizarse rápidamente. No es casualidad que la Bolsa alemana fuera arrastrada por Rheinmetall, la italiana por Leonardo, la francesa por Thales y la inglesa por Bae Systems.
Si tomamos la lista de las principales compañías de armas europeas, vemos que desde principios de año hasta mediados de marzo de 2025, las acciones de Airbus Group han crecido un 12,6%, las de Bae Systems un 41%, las de Dassault un 45,5%, las de Kongsberg un 27%, las de Leonardo un 73,3%, las de RheinMetall un 92,2%, las de Rolls-Royce un 41%, las de Saab un 58% y las de Thales un 76%.
Rheinmetall y Leonardo han anunciado una empresa conjunta y su fuerte crecimiento del precio de sus acciones trae consigo el de bancos como Unicredit que tienen estrechos vínculos con ese tipo de industria. A estas expectativas se suma la decisión de la Comisión de destinar fondos de diversos programas europeos a la carrera armamentística, creando de inmediato una dotación de 144.000 millones de euros, además de ReArm Europe, rebautizada como Readiness 2030.
El BCE también contribuye al rearme de Europa
A ello puede contribuir la política del BCE, que se ha manifestado abiertamente a favor del plan de rearme, con una rebaja de los tipos al 2,65% y sobre todo con la clara indicación de que el PIB, estimado ahora para 2025 en menos del 1%, solo puede crecer con una reconversión armada. En la misma línea, el BCE también ha reducido los tipos de interés, llevando el tipo de depósito al 2,5%: Christine Lagarde ha decidido así que hay que financiar ReArm Europe incitando a los bancos a comprar títulos de empresas productoras de armas y haciendo mucho más barata la deuda utilizada para el mismo fin.
A la burbuja de las Big Tech, sacudida por Trump, la Europa de Draghi, von der Leyen, Lagarde ha decidido responder con la burbuja de las empresas de armamento, primero las europeas y luego también las estadounidenses, naturalmente con la dirección de las Big Three, que se sientan en el gobierno del Viejo Continente junto al citado triunvirato cortesano y que tienen en Merz un hombre de confianza y en Macron y Starmer dos apoyos complacientes.
Se trata de un sistema que asigna a las finanzas la prerrogativa de generar riqueza para los ricos, construyendo burbujas para lo cual la política elabora la justificación teórica – la fórmula política de Gaetano Mosca – indicada en el deber moral de luchar por la libertad del pueblo, evitando naturalmente por todos los medios hacerlo y en cambio haciendo enormes las expectativas de guerra, con las consiguientes necesidades. Hasta que, dramáticamente, las expectativas se traducen en una guerra real.
Como sustituto parcial de la cobertura pública para financiar el plan ReArm Europe, Enrico Letta propuso crear, naturalmente a través de grandes fondos, un producto financiero accesible al ahorro minorista e incentivado fiscalmente. El ministro Giorgetti expresó una hipótesis similar, con la aprobación de varios gobiernos europeos: en otras palabras, los valores de las empresas productoras de armas, especialmente europeas, deberían ser los destinatarios de los ahorradores, incluso los más pequeños, que se beneficiarían de exenciones fiscales y rentabilidades seguras. Naturalmente, las exenciones fiscales lastrarían las cuentas públicas y podrían penalizar a esos mismos ahorradores en términos de cobertura sanitaria y de pensiones, por lo que tendrían que recurrir de nuevo a pólizas privadas, quizás también con incentivos fiscales, en una continua erosión de la recaudación fiscal.
Para hacer más atractivos estos valores armados, la Unión Europea ha decidido responder a los elevados aranceles estadounidenses sobre el aluminio y el acero, ya vigentes con un tipo del 25%, no de inmediato, como hicieron los chinos, sino a partir de abril, demostrando así la debilidad de su respuesta, que pretende desincentivar el uso de ahorros distintos del armamento.
En otras palabras, la debilidad de la defensa de otros sectores productivos facilita el “monocultivo” de armas, que se estructura en primer lugar en términos financieros. Se escribe rearme, pero se lee como privatización financiarizada. Europa está en guerra, quiere una economía de guerra que destruya el sistema productivo, viole los sistemas de bienestar y cultive odios nacionalistas capaces de destruir el sentido de coexistencia colectiva. A la luz de lo anterior, el conflicto financiero en curso se inscribe en un escenario de guerra de naturaleza mucho más general.
Movilizar el ahorro de los ciudadanos europeos
No es casualidad que la Comisión Europea haya discutido un verdadero Plan para “movilizar” los 10 billones de euros que hay en las cuentas corrientes de los europeos. Se trata de medidas que fomentan la circulación total y libre de dichos recursos hacia cualquier acción o bono presente en Europa, en la lógica de un mercado único de capitales. A esto se suman el registro de los ahorradores en plataformas de inversión, una posible mayor titulización de los créditos bancarios, la creación de cuentas de depósito, una relajación de las exigencias prudenciales de los bancos y las compañías de seguros y una exención fiscal más general.
Naturalmente, subraya la Comisión, toda esta facilitación de la movilización del ahorro deberá destinarse a financiar el rearme para la “defensa de Europa”, es decir, de las empresas que producen armas.
La palabra guerra se ha convertido en la herramienta mediante la cual se puede acelerar la financiarización en un tiempo récord. Pólizas de seguro, cuentas de depósito, titulizaciones, rebajas fiscales: todo debe llamar a los ahorros generalizados a las armas y canalizarlos hacia la nueva burbuja con la que alimentar la «reconversión» bélica. Por coincidencia, en pocas semanas la lenta Comisión Europea ha anunciado un plan de 800.000 millones de euros para aumentar el gasto de los estados individuales en armas, ha roto el tabú del Pacto de Estabilidad en materia de armas, ha puesto en marcha el Banco Europeo de Inversiones para financiar armas, ha elaborado un documento, votado por el Parlamento Europeo, de supremacía europea, ha permitido destinar los fondos de cohesión al rearme y, por último pero no menos importante, está llamando a los ahorros de los europeos a las armas. Paralelamente, el BCE ha reducido el tipo de depósito al 2,5%.
No creo que haya habido nunca una movilización parecida por la salud pública, por la lucha contra las desigualdades o por la educación. En resumen, Europa parece haber encontrado su vocación.
Pero quizá valga la pena entrar en aún más detalles sobre la definición “técnica” de lo que hay detrás del rearme. Se llaman ETFs, son productos financieros que replican un índice y están, en gran medida, creados por grandes fondos. En los últimos meses, los ETF que tienen índices directamente vinculados a la industria armamentística han disfrutado de un gran éxito.
El mecanismo es sencillo: el gran fondo –por ejemplo BlackRock– construye un ETF que enlaza a un índice creado por el mismo fondo y, ahora, la gran tendencia es crear índices con las acciones de las principales empresas productoras de armas, desde las americanas a las europeas que, se espera, se beneficiarán del mega Plan von der Leyen ante cualquier invasión.
Son precisamente este tipo de ETF los que recogen cada vez más los ahorros de los europeos a quienes se los venden sus gestores que han comprado los mismos ETF a grandes fondos. Son muy comunes los relacionados con Lockheed Martin, BAE Systems, Northrop Grumman y Leonardo. El “mercado” de derivados y ETF construido sobre acciones de la industria bélica es sin duda cultivado por grandes fondos, fondos de cobertura y bancos de inversión, que utilizan estos instrumentos, paradójicamente, para cubrir riesgos o especular sobre las fluctuaciones económicas mundiales.
En este sentido, la cuestión de la “trazabilidad” del uso del ahorro gestionado se vuelve cada vez más crucial, pero, al mismo tiempo, cada vez más difícil. La complejidad de la ingeniería financiera, especialmente con ETFs e instrumentos derivados, tiende a hacer casi ilegible el destino de las inversiones financieras, con la evidente posibilidad de una verdadera migración masiva de ahorros con características muy generalizadas hacia sectores muy peligrosos.
De hecho, los grandes fondos recaudan decenas de miles de millones de dólares que, cada vez más, provienen de segmentos de la población con bajos ingresos, que necesitan pólizas de seguridad social y seguro de salud para compensar el retroceso del sistema de bienestar. Desde esta perspectiva, la opacidad financiera se convierte en una amenaza verdaderamente colosal, destinada a generar un río de liquidez en direcciones que seguramente alimentarán grandes conflictos globales.
El uso generalizado de los instrumentos financieros derivados antes mencionados para “cubrir” a los inversores del riesgo de volatilidad se está moviendo en una dirección similar; un empleo tanto más utilizado cuanto que las guerras se multiplican y su proliferación las convierte en un terreno muy favorable para la especulación.
¿Deuda común o rearme nacional?
El clima de guerra ha hecho “necesario” financiar el rearme y sobre esta necesidad se han construido herramientas que atraen el ahorro colectivo, convirtiendo a cada uno en un financista más o menos consciente de la carrera armamentística. Además, es importante aclarar que no se trata únicamente de armas europeas, ya que los principales clientes de los gigantes armamentísticos del Viejo Continente están decididamente fuera de Europa, desde los países árabes hasta Israel y otros destinos muy alejados de las fronteras de la Unión. En resumen, la financiación del rearme europeo y muy poco de la Unión Europea, también porque de los 457.000 millones de euros que ya gastan cada año la Unión más Gran Bretaña, más de la mitad se traducen en compras de armas producidas en Estados Unidos; un hecho que dificulta la citada cláusula de salvaguardia del 65% de las compras europeas.
Desde una perspectiva similar, el gobierno de Meloni ha planteado la hipótesis de exenciones fiscales para las empresas que decidan convertirse en productoras de armas. En la práctica, no sólo pagaremos el rearme con mayores intereses de la deuda pública sino también con mayores cargas para el contribuyente para cubrir otro favor a Stellantis.
Europa está sitiada, también los italianos tendrán que hacer los sacrificios necesarios para que Elkann no se entristezca y los grandes beneficiarios de la burbuja no se vuelvan demasiado pobres.
Desde este punto de vista, las nuevas tensiones financieras también ponen de relieve una distinción entre quienes, como Mario Draghi, están convencidos de que el rearme requiere una deuda europea común y quienes, como von der Leyen y Merz, piensan que la financiación debe pasar por las deudas nacionales y el recurso a los grandes fondos americanos y europeos: una distinción ciertamente nada desdeñable y que refleja los problemas críticos actuales del capitalismo financiero.
Donald Trump, además, ha anunciado que Boeing, con un pedido de 20.000 millones de dólares, destinados a convertirse en 50, construirá el avión más potente de la historia que llevará el nombre de F-47 en honor al cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos.
Se trata de una maniobra que Trump ha querido presentar como una afirmación de la primacía militar estadounidense y que también pretende tranquilizar a los grandes financieros sobre la benevolencia del presidente: no es casualidad que los principales accionistas de Boeing sean Vanguard, Black Rock, State Street y Capital Research Global Investors con más del 30%. Está claro que Trump teme el efecto, en primer lugar financiero, del ReArm Europe al distraer el capital americano hacia Europa y quiere tranquilizar a los grandes fondos, asustados por sus primeros movimientos.
* Historiador económico, enseña en la Universidad de Pisa.
fuente: https://www.sinistrainrete.info/europa/30264-alessandro-volpi-la-nuova-b
reenviado por enred_sinfronteras ARROBA riseup.net
https://mastodon.bida.im/@RedLatinasinfronteras
https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2025/04/13/europa-la-nueva-b/
también editado y en difusión desde
https://publicar.argentina.indymedia.org/?p=20290 |