https://barcelona.indymedia.org/newswire/display/536681#
Y es ahí en las anécdotas en donde nos recreamos. "A las cosas por su nombre" y ahora al fascismo de antaño, le llamaremos "transhumanismo" porque yo lo valgo. Lo llames como lo llames, la amenaza es la misma. El significado de transhumanismo lo creó un "futurólogo", que es quien se dedica a recrear futuros posibles, y para los chimpancés, el transhumanismo es la tortilla de patatas de la madre del refractario de Leganés, es decir, no es fascismo pese a ser totalitario y estar descrito, en su forma más autoritaria de control por George Orwell, en su novela 1984. Eso de plantear historias de "buenos" y "malos", es posible en mentalidades con una fuerte influencia de la moral religiosa, la prótesis de mano para una persona que es manca y le ayuda a manejarse, podrá parecerle "buena", pero ni es "buena", ni es "mala", como cualquier instrumento, depende del uso que se le de. ¿El arma creada por impresión 3D que utilizó Luigi Mangione, es "buena" o "mala"?
Pero dejemos ahí la cuestión de si es o no es fascista el futuro que nos preparan. A esto les contestaría con otro chascarrillo, "si anda como un pato, emite sonidos como un pato y se parece a un pato, es transhumanismo pero no nazi".
Comparto el ejercicio de anticipar posibles futuros para estar preparadxs y prevenidxs, pero no acepto negar la posibilidad de resistencia alguna. Se nos dice que ese transhumanismo nos plantea la posibilidad de la natalidad artificial por medios tecnológicos, pero lo que vemos, no es un descenso de la promiscuidad, sino más bien al contrario y si no se tienen más hijxs, será porque no se desean y lxs humanxs de momento no van a salir de la ecuación de la natalidad, pues de ser excluidxs ya no es natalidad, será otra cosa. Esa preocupación por la natalidad, como si la tecnocracia estuviera en contra, es una idea completamente distorsionada. En todo caso si están en contra de alguna natalidad, es de la de lxs desposeídxs, no la de las elites. Elon Musk tiene hijos y aunque les ponga nombres de máquinas, los ha concebido como cualquier humano. Esa tecnocracia tampoco necesita de robots fornidos para proteger sus privilegios, pues ya tiene a los fascistas de gimnasio que no necesita ni engrasarlos, ni revisarles las conexiones.
También sorprende que a la preocupación por la natalidad artificial, tan tradicional en los grupos pro-vida, se le sume la alarma de los derechos LGBTQ+, como si no fueran conquistas sociales sobre las libertades sexuales, sino logros de cyborgs o tecnomutantes. Al fascismo, en sus nuevas formas, le sucede lo mismo que a eso que llaman transhumanismo, "que no siempre es inmediatamente reconocible" por "su adaptación a diferentes contextos". Lo hemos visto en la invasión rusa de Ucrania, donde los nazis de un lado eran señalados por los nazis del bando contrario que decían que invadían para desnazificar.
Hay quien asegura que ya estamos en una etapa "transhumana", pero que todavía no somos conscientes. Lo que se puede deducir de este tipo de afirmaciones, es que siempre hay, en estas ideologías, visionarios que ven más que el resto de los mortales. En la pandemia hubo numerosas apariciones de "luchadores por la verdad", los únicos que eran capaces de ver "los engaños" que para el resto de mortales eran invisibles. Según las ideas del transhumanismo, la humanidad es transhumana casi desde que hace su aparición sobre la faz de la tierra, pues se ha servido de tecnologías, en principio muy básicas y rudimentarias, para mejorar sus capacidades.
Alrededor del año 2000 a C, o unos cientos de años antes, en el poema de Gilgamesh ya se hacia referencia de la búsqueda de la inmortalidad. De hecho este poema podría ser una posible metáfora de la controversia entre fascismo vs transhumanismo, pues los dioses, para castigar al rey Gilgamesh, no tanto por su despotismo como por su desenfrenada lujuria, decide crear un hombre salvaje, Enkidu, para enfrentarse al rey. El desenlace de la lucha entre Enkidu y Gilgamesh se resuelve con la alianza de la amistad y luchan juntos en contra de sus adversarios. La ceguera de los dioses se muestra al no reconocer la posibilidad de que fascismo y transhumanismo sostengan una alianza, y el error es menospreciar a quienes son el instrumento para conseguir el fin. En el poema, Enkidu muere joven. Cabría pensar si el muerto es el fascismo o el transhumanismo.
La posmodernidad nos ha lanzado unas cuantas cuchilladas a zonas vitales, una de ellas es esa de buscar términos sofisticados a las cosas conocidas de siempre, llámese nazismo, fascismo, totalitarismo, transhumanismo, despotismo, autoritarismo..., y sí, todo es matizable y hacerlo nos ayuda a profundizar, pero en la esencia está lo mismo, sea con el látigo, la descarga eléctrica o el control por las tecnologías. Hace años que las grandes empresas pueden saber la productividad de cada unx de sus trabajadorxs y su ubicación, sin tener que estar en la empresa. En las cadenas de montaje, lxs trabajadorxs manipulamos máquinas y tecnologías para aumentar un rendimiento que, sin ellas, sería imposible conseguir. Mal que pese, el fascismo es instrumento para la imposición de que esas máquinas que antes manejábamos, ahora nos despierten para que nos demos cuenta que siempre han sido ellas las que nos han manejado y no descarto que, en un futuro cercano, el trabajo lo conseguiremos si llevamos alguna de esas máquinas o tecnologías implantadas.
En ese mundo al que me ha llevado mi fantasía, quiero pensar que, en vez de robar relojes de lujo como ahora, robaremos las prótesis de alguno de lxs implantadxs para venderlas en el mercado negro a algún fabricante autónomo de máquinas autómatas y replicantes.
Para quienes piensan que el transhumanismo ya ha llegado o está por llegar, recordar que Descartes ya se planteaba un tipo de medicina para la inmortalidad y no se puede decir que fuera un CEO de alguna tecnológica. Descartes no fue un caso aislado, uno de los precursores del pensamiento anarquista, Godwin, también se adentró en ello en sus novelas góticas (mardito Godwin!), así como su hija Mary Shelley (mardita Mary!) con su novela Frankenstein, y así podría ir desgranando todo tipo de personajes que fantasearon con lo que ha dado forma al actual transhumanismo, la mayoría de estos referentes están basados en ciencia ficción, hasta llegar a nuestros días en donde se le da vida a criaturas de la justicia vengativa, como Robocop.
https://www.youtube.com/watch?v=rzAsQqDbwHc
El problema aparece cuando esa fantasía y ciencia ficción se lleva a la filosofía y de ahí a la ciencia, invirtiendo cantidades millonarias, no en paliar el hambre en el planeta o detener la contaminación y las guerras, sino en investigar nuevas posibilidades de vida que permitan a lxs privilegiadxs, una mayor y mejor adaptación a un planeta en vías de extinción de cualquier forma de vida.
Un posible síntoma del fascismo en el transhumanismo es que, en su primera declaración transhumanista, se desmarcaba de las izquierdas y de las derechas como idea política, situándose en ese neoliberalismo que se dice "libertariano" y que es la mitosis de personajes como Trump, Milei, Bolsonaro, Orban, Putin, Lukashenko…
Pero el fascismo "no es el problema" porque parece que en esas fantasías transhumanistas, las tecnologías se utilizarán ellas mismas y no los fascistas tecnócratas que las crean. Cierto, el fascismo no es el problema, el problema son los idiotas que lo niegan o que dicen que fascismo y antifascismo son lo mismo.
https://x.com/i/status/1881521624865980681
|
Comentaris