Cuando algunas individualidades deciden convocar una concentración delante del CIE de Zona Franca, este lunes 15 de enero, no eligen un día cualquiera pero tampoco un día muy especial.
Desde el CIE de Archidona, en el rápido intento de ocultar su horror y sofocar la autoorganización de los amotinados, 46 presos, todos Argelinos, son trasladadas al CIE de Zona Franca.
Estas personas son, en su mayoría, las que participaron de los numerosos motines en el CIE de Archidona desde principios de diciembre, las que fueron brutalmente apalizadas y muchas, quizás, las que conocían a Mohamed y ,sobre todo , sabían por qué se le encontró ahorcado en una celda de aislamiento después de 18 horas de soledad y 18 horas después de una violenta agresión recibida por parte de la Policía Nacional.
No necesitamos ver los restos de sangre en las paredes de una Archidona ya desierta.
Ni saber si esta Justicia de J mayúscula avanzará en una investigación que, como mucho, conllevará algún movimiento interno y disculpas públicas.
No necesitamos saber esto porque, en nuestras manos, tenemos un par de datos que sí o sí nos empujan a la solidaridad. A estar allí. Frente a ese monstruo azul y blanco llamado CIE de zona Franca.
Y es que, por un lado, hay 46 personas que se amotinaron por las condiciones del encierro a las que estaban sometidas. Que, después de una larga travesía por este maldito Mar Mediterraneo, lucharon, aquí, en el Estado español, por su libertad.
Pero también, más allá de la poesía, que a muchas de estas 46 personas les están a punto de caducar los 60 días máximo que pueden estar encerradas en un CIE.
La medida de privación de libertad “por no tener papeles”, de hecho, siendo una medida administrativa y no penal, puede alargarse un máximo de 60 días. Si la persona presa, en dicho período de tiempo, no ha sido deportada, entonces las autoridades tienen la obligación de dejarla en libertad.
Para algunos de los presos de Archidona, dispersados en el CIE de Zona Franca, el martes 16 de diciembre era el día número 60.
Para las autoridades que querían borrar los recuerdos de este centro de tortura llamado Archidona, el lunes era un buen día para deportar.
Para nosotras, entonces, era un día para estar allí en frente, para hacer ruido, para que nos escucharan, para que supiesen que no están sólos y quizás, en algún momento para ser una pequeña piedra contra el engranaje de la deportación.
Este lunes hemos gritado, tirado petardos, golpeado las vallas para que el ruído fuera más fuerte.
Hemos visto cómo hacían subir a los presos en los autobuses, nos hemos enterado de que les estaban diciendo que les iban a poner en libertad para que no se rebelaran otra vez.
Cuando el macrodispositivo policial ha empezado a salir del CIE ( 9 furgones de antidisturbios de la P.N. y tres furgones no rotulados que trasportaban a los deportados) hemos intentado bloquear el tráfico y gritar más fuerte toda nuestra rabia y nuestra solidaridad.
La mayoría de nosotras, era la primera vez que vivíamos, en la zona Franca, una deportación en directo, pero sabemos que a veces el tiempo corre a nuestro favor, incluso los 10 o 20 minutos que conseguimos parar el transporte de las personas.
Siempre hay un vuelo, o un barco, esperando a los presos para deportarles.
Un vuelo y un barco que tienen un horario, aunque flexible, que respetar. Si los autobuses de la Policía Nacional tardan demasiado, el vuelo tendrá que despegar sin su “carga” de personas y la deportación no podrá cumplirse.
Si algunos de los presos llevan 59 días encerrados, no subirse a ese vuelo o a ese barco puede significar la libertad.
Por esto consideramos que las posibilidades que se nos abren de intervención directa en los momentos de deportaciones, buscando precisamente retardar ese trasporte a la salida del CIE, es una perspectiva real de lucha en contra de las fronteras y las deportaciones.
Las rutas migratorias están cambiando otra vez.
Gracias al acuerdo entre Turquia y UE, las fronteras muy concurridas el verano pasado, Grecia, Macedonia, Balcanes, ya están vacías de personas intentando cruzar.
Por otro lado, la ruta entre Libia y Italia también es una opción de paso cada vez menos utilizada, gracias a los acuerdos de estos dos países que, de hecho, garantizan a los traficantes más brutales carta blanca para jugar con la vida de quienes intentan todavía llegar a Europa por esas costas.
Pero el libre movimiento no para, simplemente fluctúa, muda, vuelve para volver a intentar romper otra grieta de la fortaleza.
Es por esto que cada vez más pateras están llegando a las costas españolas este invierno desde Argelia.
Es algo que creemos que, de una vez, tiene que empezar a ser un tema prioritario dentro de nuestro movimiento anarquista, libertario, antiautoritario.
No para repartir mantas o bocadillos, sino porque todo ésto significa que las condiciones en los CIE (o las cárceles a media construcción como Archidona) se volverán cada vez más precarias y a la vez se generarán más revueltas.
¿Quién dijo que la época de los motines en las cárceles había acabado?
Quizás hay que empezar a mirar simplemente hacia otro horizonte.
Una lucha que clama por la libertad y arranca las lógicas de las fronteras, ¿ no tendría que estar muy presente en cualquier planteamiento libertario?
Mientras las furgonas se llevaban a los amotinados de Archidona desde el CIE de Zona Franca de vuelta al lugar desde donde algún día decidieron marcharse, 10 solidarias intentamos interponernos a la maquinaria de la deportación.
No fue ningún gesto heroico sino más bien una prueba de que quizás, si somos más y mejor organizadas, una deportación se puede parar.
No nos interesan mucho los juegos de los palacios de justicia, ni los artículos de prensa compasivos, ni las políticas de este ayuntamiento “abierto y acogedor”.
Hay un viento de revuelta que sopla en los Centros de Internamiento de Extranjeros del Estado Español... |