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Anàlisi :: pobles i cultures vs poder i estats |
Democracia de aldea en la Megalópolis global
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per Antón Dké |
16 jul 2014
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Publicado en "El blog de Nanín". |
(I) http://blognanin.blogspot.com.es/2014/06/democracia-de-aldea-en-la-megap
"La barbarie urbanística se nos presenta como condición y consecuencia del progreso. Sus efectos colaterales, sus peligros, no son sino el precio a pagar por ese viaje. Así, nos acostumbramos a los intrínsecos peligros que conlleva la vida en la megápolis y en democracia. "¿La marginalidad social?...sólo es mala suerte, te ha tocado un billete de tercera clase, viajas en un vagón sin techo, expuesto a los rigores de la intemperie, pero lo importante, lo que debes valorar, es que no estas parado, que viajas en el mismo tren que todos los demás. ¿La corrupción de la democracia?... eso es cosa normal, la democracia tiene estos defectos achacables a la ambición humana, los profesionales de la democracia son tan humanos y corruptos como cualquier otro profesional, de la medicina o la construcción por ejemplo. Lo importante es que vives en democracia, que tienes la suerte de vivir en el mundo libre de la democracia y el progreso...mira, si no, lo que pasa en los telediarios del mundo, observa la miseria exterior, en esos países del extranjero, ahí mismo, donde no hay democracia ni progreso. Da gracias por vivir en el mundo libre, a esta parte del telediario. ¿Los peligros de la contaminación o de la energía nuclear?...son asumibles, son los riegos que conlleva el progreso tecnológico, si consumes es que progresas, la tecnología y la energía hacen posible tu consumo. No tienes razón para la queja, sin consumir se detendría tu progreso y el del mundo, no habría libertad ni democracia. Y tú, entonces, sí que serías definitivamente Nadie".
Tras el deslumbramiento provocado por la espectacular tramoya tecnológica y por la publidad que le acompaña, el tren del progreso se nos descubre como pura barbarie en cuanto adquirimos conocimiento y conciencia del tipo de vehículo en el que viajamos. Y, aunque en el billete no lo ponga, podemos llegar a deducir cuál será su estación de destino. ¿Pero acaso no lo saben quienes dirigen el tren?...sí, pero su mirada es de cerca, dirigida al momento y al paisaje inmediato, al momento en el que ellos disfrutan plenamente del viaje, en el que sólo ven placer y beneficios. Y aunque el exceso de velocidad pudiera hacerles temer cualquier fatalidad, tal destino les parece una estación tan lejana como irreal e imposible, por lo que de inmediato deshechan tales pensamientos. Lo primordial para ellos es gozar lo más posible del bienestar que les proporciona este Estado de libertad y democracia, disfrutar a plenitud de este viaje hacia el progreso, un Estado que desean a perpetuidad. "
(II) http://blognanin.blogspot.com.es/2014/07/democracia-de-aldea-en-la-megap
" La Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la ONU en 1948, ha demostrado ser una herramienta perversa en manos de las oligarquías que detentan y concentran todo el poder político y económico. Esta declaración ha impuesto una ideología de los “derechos humanos” que da por bueno el estatus de dominación hoy existente, ante el cual, esos “derechos” son presentados como concesiones a las poblaciones sometidas, “derechos” que los estados administran y dispensan a conveniencia. La corta existencia de esta declaración ha sido suficiente para evidenciar el fraude de origen que esos derechos institucionalizan. La consagración de derechos como el de propiedad privada sirve para instituir y justificar el robo y expolio sistemático de bienes comunales que son universales e inalienables, como los recursos naturales y el conocimiento humano. Este derecho de propiedad enmascara los mecanismos de dominación social que se basan en el control, privado o estatal, de los medios de producción a partir de la acumulación capitalista, con absoluta ignorancia de sus protagonistas reales, que son el esfuerzo, las habilidades, el conocimiento y la creatividad de quienes trabajan en la produccion de bienes y servicios. Esta declaración ha consagrado el trabajo asalariado como modo actualizado de servidumbre, ha camuflado la esclavitud de siempre tras la cortina compensatoria de un salario, instituido como una gracia, un “derecho”. Tal es la esencia fraudulenta y el poder de confusión logrado, que el trabajo humano es impunemente considerado como “mercancia”, tal como se reconoce en la denominación “mercado laboral” impuesta en el lenguaje dominante que, sin disimulo alguno, se refiere al trabajo asalariado como moderna forma de mercantilismo humano, de esclavitud.
Esta declaración parte de la falsa presunción teórica de que los estados “democráticos” son estructuras garantes de los derechos que hacen posible la realización de la libertad humana y la igualdad, cuando la realidad pone tozudamente en evidencia todo lo contrario, que los estados, en cualquiera de sus formas históricas, son estructuras de dominación radicalmente incompatibles con dichos principios democráticos, cuando la realidad manifiesta a cada momento las graves patologías que la aquejan y que se remontan al común origen medieval de los estados y el capitalismo, no pudiendo ocultar sus genes estamentales-clasistas- y mercantiles-colonialistas. " |
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