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"En tierra hostil", una película fascistoide
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per f |
07 feb 2010
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"Tierra Hostil" promete recibir todo tipo de premios. La crítica, a saber qué será eso, la considera la película del año. El argumento queda claro desde el principio en un intertítulo: la guerra es una droga. Pero que no se confunda nadie, esto no es para moralizar sobre la guerra, sino para desarrollar un argumento dominado por la tensión, la acción y las paranoias varias que sufre un aguerrido grupo de desactivadores de explosivos norteamericanos en Irak. Vuelve la estética del realismo sucio que pusieron de moda Samuel Fuller y otros durante la guerra de Corea, en plena exaltación anticomunista de la guerra fría.
El truco es viejo, la película se presenta como una mera descripción de las situaciones de stress que padecen los soldados y no entra en valoraciones morales o políticas. Todo ello para presentarnos un grupo de marines que sin duda están un poco locos pero que a diferencia de los personajes de Redacted de Brian de Palma o de En el Valle de Elah, no derivan su psicosis en la violación de niñas, asesinatos de familias iraquíes o liquidación de sus propios compañeros a falta de otra diversión. No, aquí la locura los impele a asumir misiones suicidas, heróicas, gracias a las cuales salvan la vida a inocentes, al tiempo que van liquidando por aquí y por allá a algún que otro terrorista, siempre en defensa propia. Porque los marines sólo actúan en defensa propia, como todos sabemos. Es significativo el final de la película: el protagonista decide vlver voluntariamente a Irak. El último plano resume el sentido político de todo este jodido melodrama: en cámara lenta y mientras suena una banda musical contundente, el voluntario baja del helicóptero de transporte que lo devuelve a Irak y avanza hacia la cámara con cara de satisfacción.
Este tipo de cine tiene un precedente claro: "Tempestades de Acero", el relato sobre la Primera Guerra Mundial de Ernst Junger, una exaltación del nihilismo patriotero germánico camuflada tras una aséptica y necrófila descripción de las andanzas del pre-nazi Junger en el frente de Francia. Es curioso constatar cómo ambos relatos destacan por esa pasión en las descripciones más o menos minuciosas de la muerte.
Que la "crítica" considere esta película como la película del año no sorprende, pero es significativo de hasta qué punto los ingenieros del consenso medíatico están logrando darle la vuelta a la tortilla. Se acabaron las típicas películas de la mala conciencia americanas, los síndromes de Vietam, etc, que aunque intragables por lo menos eran un atisbo de que algo se movía. Vuelve el crudismo cinematográfico parafascista. Es curioso que este proceso de relegitimación de la campaña genocida en Irak se dé, no bajo Bush, sino bajo el mandato de Obama. Aquí ha pasado lo mismo en el tránsito de Aznar a ZP. |
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