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Lamarka, Zela, Ares, Surio, etc: la progresía fascista moderna.
29 nov 2009
Los términos políticos y sociales de FASCISMO y NAZISMO, desatascados de las connotaciones estéticas, folclóricas y simbólicas de su síndrome alemán de los años 1930-45, son científicamente objetivos, y por desgracia también muy actuales, aquí mismo en Europa.
(sobre los jóvenes vascos y criminalización preventiva:
Lamarka)
Formas y manifestaciones actuales del fenómeno fascista.

¿Qué es la sustancia del fascismo? La historia según quienes la transcriben.

Los campos de exterminio o la guerra del III Reich no son la esencia del nazismo. En absoluto. Se trata de dos terribles manifestaciones, brutales y finales del socialismo nacionalista alemán, es evidente, pero la sustancia y las raíces del nazismo y del fascismo son otras.

Empezando por su paulatina instalación en un marco institucional parlamentario, donde aplica el estado de excepción como fórmula política para la disidencia y las minorías, con el perfeccionamiento de formatos de despotismo ideológico y mediático, a base de discursos nacionalistas y derechistas abiertos o encubiertos. Todo lógicamente acompañado por prohibiciones de partidos y medios de prensa.
Por supuesto, es también la existencia de presos políticos no reconocidos como tales, la tortura policial y los tribunales especiales con jueces de parte o políticos (1). Lo que nos suena trágicamente a muy conocido. Hoy mismo. En Colombia, Israel o Corea del Norte. ¿Más? Sí: en Tailandia, Turquía, España. Bajo formas distintas, el fascismo sigue desarrollándose, con aspectos más sofisticados, mediatizados y menos aparatosos que hace unos años. Según las condiciones sociales de cada estado y las utilidades económicas a las que sirve, visto que por supuesto nunca olvidamos cual es el poder real en los estados y por encima de ellos.

(...)

La respuesta es bastante simple: el NSDAP de los ciudadanos alemanes Göring, Goebbels, Frick, Röhm, Himmler, Hitler, etc. correspondía a recónditos y latentes intereses, oscuras ideologías y frustraciones individuales y de masas alienadas de millones de personas, supervivientes de una guerra perdida y en plena recesión económica mundial. Pero, además, respondía a una clara estrategia de una oligarquía que le apoyó y financió, desde Alemania hasta todo Occidente.
Por un lado existía entonces una sociedad en crisis y un inconsciente social muy enfermo, magistralmente descrito por W. Reich, por ejemplo. Es decir: una situación socio-psicológica abierta a la fabricación del victimismo (crisis social y derrota militar) muy oportuna para sostener nuevas formas de imposición y tensión social.

Por el otro combinaba perfectamente con esos intereses políticos y económicos, también en el extranjero, donde el NSDAP recogía enormes simpatías en todo el establecimiento oficial y en la prensa más poderosa, por el hecho de representar una oposición radical a la amenazante revolución social soviética, entonces muy atractiva para las masas europeas y norteamericanas.
Lo que ejecutó enseguida con su política de estado, una vez instalado en su mayoría parlamentaria, empezando con una progresiva y muy bienvenida represión contra comunistas y otros disidentes sociales. Acentuada luego con renovadas leyes de excepción, que permitieron la construcción de aún más grandes campos de exterminio, para utilizar en masacres todavía más espantosas.
La utilitaria confusión entre formas y sustancia del nazismo. Versiones históricas de conveniencia.

(...) hoy todavía nos ilustran nazismo y fascismo con las manifestaciones más exacerbadas de esos años, con su siniestro folklore y las derivas más extremas y militarizadas, luego fácilmente condenables. La jugada parece acertada: así, el mismo fenómeno se puede reproducir más veces cuando convenga, con tal de modificar o sustituir esas formas exageradas con las que se degeneró en Alemania.
Estos son los motivos por los que no quieren que conozcamos su naturaleza concreta, social, económica y cultural. Para que puedan seguir reproduciendo los mismos miedos y polisemias, como decía el sábado Joseba en su magnífico artículo en Gara (con Ionesco y Lewis Carrol, qué grandes!), y que retomo aquí en otros puntos.

No les interesa que entendamos la realidad más honda y verdadera del nazi-fascismo: esos profundos orígenes económicos y culturales. Que además, curiosamente, parece que se están despertando de nuevo en varios países de lo que llaman Europa-fortaleza, bajo otras vestiduras y estéticas, por supuesto. Berlusconi, un caso de manual de las nuevas formas edulcoradas del fascismo italiano.
Sin olvidar que entonces también se apuntó con entusiasmo a la orgía del NSDAP una mayoría de intelectuales ex-progres y socialistas de los años anteriores, como nuestro Lamarka precisamente, del que hablaremos más en concreto; además de los mass-media, buena parte del mundo cultural, académico, judicial, etc.

Cambiar las formas, para guardar el contenido. Retorno escénico del ciudadano modelo.

Antes los uniformes, ahora las marcas. Antes las hitlerjugends, las juventudes militarizadas, ahora las homologaciones deportivas de masas, con una concepción del deporte como medio para sublimar guerras y combates. O, a niveles de más baja intensidad, las normas para escuela y familia made in Lamarka-COVITE-Foro Ermua-Zela y otros jerarcas del gobiernillo de Gasteiz (2).
Antes los desfiles militares, ahora alienantes programas-tv de masas, inoculados en la intimidad alcoholizada. Antes la grandeza del régimen, ahora obscenos montajes electorales para farsas parlamentarias de cada X meses, con organizaciones políticas, los partidos votocráticos, esencialmente autoritarios, corrompidos y tele-dirigidos por la oligarquía económica y su prensa. No de manera muy distinta de cómo hicieron con el NSDAP.

Antes: marchas militares, ahora: música comercial cosmopolita y super-sofisticada Made in USA, modelos populistas de comida-basura, manifestaciones culturales guay-obligatorias, campañas de terrorismo farmacéutico para homo-pacient metropolitano a atemorizar-segurizar, neurótico y consumidor compulsivo, y deprimido por una ética del trabajo tan obligatoria como cada vez más movediza y variable, y todas las demás ideologías sexistas, consumistas e individualistas que conocemos.

(...)


Construir mayorías sociales artificiales puede tener un precio, como lo tiene el fascismo.
Puede crear ilusiones y dependencia con el mundo virtual que se ha creado.


Es así que la mediocridad española ya casi había conseguido convencer al silencio lo que llaman mayoría ciudadana vasca, ese fantasma sociológico de laboratorio estadístico. Hasta el sábado 17 del mes pasado. O este sábado 28 de noviembre.

Sin embargo, en este país rebelde por necesidad lógica y natural, no es tan fácil fabricar una opinión según encuestas y elecciones, manipuladas en función de obtener silenciosos rebaños mayoritarios como en España. Todavía no estamos todos dispuestos a tragarnos esas votaciones confeccionadas con seudo-oposiciones, para personas gravemente alienadas y leificadas, como en la Alemania en crisis de hace 70 años.

La producción, ya desde fechas muy antiguas (la estrategia-GAL para entendernos, que precisamente sirvió para esto, sobre todo, aunque se suela olvidar) de mecanismos sico-sociales para fabricar o manipular los índices y porcentajes oficiales de apoyo a la insurgencia contra el estado, podría ser paradigmática de las nuevas formas de propaganda (legalmente violenta) de un régimen.
Nadie en su sano juicio se los cree, esos 5 o 7, etc. por cien de rechazos de la violencia, como lo llaman, pero han logrado actuar poco a poco como si fuera una verdad de pero-grullo. Por supuesto repetida mil veces, es indispensable para el éxito. Hasta casi conseguirlo (3).

A partir de un paradigma artificial dado así por cierto, luego construyen crisis internas, divisiones, debilitamientos y alucinantes estrategias ajenas, bajo el lema ¡Es la sociedad que lo pide! ¡Es esto lo que necesitan las famosas y oportunas mayorías ciudadanas! ¡La ciudadanía ha dicho basta! ¡La violencia es eso y punto! ¡Lo nuestro es legalidad, y es socialmente legítima también contra las evidencias sociales!
(...) Los jóvenes vascos: criminalización preventiva.
Lamarka.

Lamarka, el progre-nazi de Gasteiz, comunica hipócritamente escandalizado que el 15 % de los jóvenes vascos apoyan la insurgencia. Curioso, él también: no nos cuenta otras dos cositas muy importantes de esa encuesta, como la llaman: primero qué preguntas y como, donde y cuando las han aplicado, y segundo que en sus resultados se encuentra también otro 15 % de chavales que prefieren no pronunciarse en una indagación institucional. Pero todos podemos pensar cuales sean sus sentimientos personales. También por esto decimos que la juventud es lo mejor que tenemos. Como se ha demostrado de forma admirable y clara este sábado 28 de noviembre.

(...)

En el Sur del país es indispensable y urgente por pura salud pública, y para recobrar un desarrollo cultural natural por lo menos, una desconexión radical de la política española. Deslegitimando asimismo nuestro propio nacionalismo reaccionario y colaboracionista, posible germen de otros desenlaces parecidos, a la vista de la impresionante cuesta abajo conservadora de todo el continente.

Nota1-A partir de ahora, año 2009, después de la asunción legal por parte de un tribunal europeo de la legislación, política y actuación represiva española, LA TORTURA YA TIENE QUE SER COINSIDERADA COMO UNA REALIDAD DE NIVEL CONTINENTAL, aceptada oficialmente por las instituciones de la UE. Considerado que la sentencia europea es un aval evidente de la praxis sistemática del tormento sobre los detenidos, puesto que es ejecutada por TODO un sistema policial y judicial de ese estado de la Unión. A pesar de la denuncia permanente de diferentes organismos internacionales.

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