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Los engaños del mercado
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09 oct 2008
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Barometro Internacional
Análisis PolÃtico y Social Nacional e Internacional de Venezuela y el Resto del Mundo
Director: Diego Olivera. Jefe De Redacción: Miguel Guaglianone
Por Leonardo Boff
Este es otro de los trabajos que será parte de una nueva sección de Barómetro, “lo mejor de la webâ€? en la cual incluiremos artÃculos que si bien no son generados por nuestro equipo y nuestros corresponsales, consideramos necesarios de difundir, por la importancia de sus contenidos, o la relevancia de sus autores.
Podemos imaginar la profunda perplejidad que a causa de la crisis de los mercados mundiales se ha abatido sobre los ideólogos del neoliberalismo, del Estado mÃnimo y de los vendedores de las ilusiones del mercado. La caÃda del muro de BerlÃn en 1989 y el desmantelamiento de la Unión Soviética provocó la euforia del capitalismo. Reagan y Tatcher, ahora sin el contrapunto socialista, aprovecharon la ocasión para radicalizar los «valores» del capitalismo, especialmente las excelencias del mercado que resolverÃa todo. Para facilitar la obra, comenzaron por desmoralizar al Estado como pésimo gestor y a difamar de la polÃtica como el mundo de la corrupción. Naturalmente habÃa y todavÃa hay problemas en estas instancias, pero no podemos desentendernos del Estado y de la polÃtica si no queremos retroceder a la barbarie completa.
En su lugar, se decÃa, deben entrar los ordenamientos ideados en el seno de los organismos nacidos en Bretton Woods y los grandes conglomerados multilaterales. Entre nosotros se llegó a ridiculizar a quien hablara de proyecto nacional. Ahora, bajo la globalización, insistÃan, se fortalece el proyecto-mundo y Brasil debe insertarse en él, aunque sea en posición subalterna. El Estado debe ser reducido al mÃnimo y dejar campo libre para que el mercado haga sus negocios.
Los que venimos, como tantos otros, del compromiso con los derechos humanos, especialmente los de los más vulnerables, pronto nos dimos cuenta de que ahora el principal violador de esos derechos era el Estado mercantil y neoliberal, pues los derechos dejaban de ser inalienables y eran transformados en necesidades humanas cuya satisfacción debe ser buscada en el mercado. Sólo tiene derechos quien puede pagar y es consumidor. Ya no es el Estado quien va a garantizar los mÃnimos para la vida. Como la gran mayorÃa de la población no participa del mercado sus derechos se han visto negados.
Podemos y debemos discutir el estatuto del Estado-nación. En la nueva fase planetaria de la humanidad se notan cada vez más las limitaciones de los Estados y crece la urgencia de un centro de ordenación polÃtica que atienda las demandas colectivas de la humanidad de alimento, agua, salud, vivienda y seguridad. Pero mientras llegamos a implantar ese organismo cabe al Estado llevar a cabo la gestión del bien común, imponer lÃmites a la voracidad de las multinacionales e implementar un proyecto nacional.
La crisis económica actual ha desenmascarado como falsas las tesis neoliberales y el combate al Estado. Con miedo, un periódico empresarial ha escrito en letras enormes en su sección de economÃa «Mercado Irracional», como si alguna vez hubiese sido racional un mercado que deja fuera de él a dos tercios de la humanidad. Una conocida comentarista de asuntos económicos, verdadera sacerdotisa del mercado y del Estado mÃnimo, llena de arrogancia, escribió: «Las autoridades estadounidenses se equivocaron en la regulación y en la fiscalización, se equivocaron en la valoración de la dimensión de la crisis, se equivocaron en la dosis del remedio y se equivocan cuando tienen un comportamiento contradictorio y errático». Y por mi cuenta añadirÃa: se equivocaron en no llamarla a ella como la gran pitonisa que habrÃa adivinado la solución a la actual crisis de los mercados.
La lección es clara: dejada por cuenta del mercado y de la voracidad del sistema financiero especulativo la crisis se habrÃa transformado en una tragedia de proporciones planetarias poniendo en grave peligro el sistema económico mundial. Lógicamente las vÃctimas serÃan los de siempre: los llamados ceros económicos, los pobres y excluidos. Fue el difamado Estado quien tuvo que entrar con casi dos billones de dólares para evitar en el último momento lo peor.
Son hechos que nos invitan a revisiones profundas o por lo menos, a algunos, a ser menos arrogantes.
Traducción de MJG
Tomado de http://www.atrio.org |
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