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Notícies :: amèrica llatina |
Un Domingo Cavallo en el gabinete del Obispo
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per Luis Agüero Wagner Correu-e: lautaro_l@hotmail.com (no verificat!) |
04 mai 2008
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Una de las medidas más sorprendentes del efímero gobierno del presidente Fernando De la Rúa en Argentina fue nombrar ministro de economía a Domingo Cavallo. Se pretendía sortear así la recesión que sufría el país desde 1999, olvidando todo lo que habían criticado a Menem, fuertemente identificado con las políticas económicas de Cavallo, a lo largo de la campaña proselitista del Frepaso . |
Las medidas del economista de Harvard pronto mostraron su ineficacia para De la Rúa y resultaron ser sumamente impopulares, especialmente el corralito que restringÃa la extracción de dinero de cuentas corrientes y cajas de ahorro, tomada en noviembre de 2001. A raÃz de dicha determinación, un estallido espontáneo se desató la noche del 19 de diciembre exigiendo la renuncia de Cavallo, minutos después de que el presidente anunciara por los medios que habÃa declarado el estado de sitio. Al dÃa siguiente, los disturbios también obligaban a renunciar al presidente de la Rúa, quien no habÃa logrado entenderse con su vicepresidente el “Chachoâ€? Alvarez, que habÃa abandonado meses antes el gobierno. De esta manera, el peronismo recuperó el gobierno a pesar de perder las elecciones el año anterior y completó el perÃodo de quienes lo habÃan derrotado en las urnas.
Por la misma senda de Fernando de la Rúa parece haber dado su primer paso el gobierno del obispo Fernando Lugo, al convocar para dirigir el área económica y tributaria del paÃs a Dionisio Borda, de nefastos antecedentes como ministro de Hacienda del presidente Nicanor Duarte Frutos, etapa en la que atacó la pequeña empresa, hostigó al pequeño comerciante y a los trabajadores por cuenta propia, buscando justificarse ante el Fondo Monetario Internacional y olvidando a su propio pueblo. Allanándose a las imposiciones del FMI, Borda llevó la pobreza hasta grados insostenibles, al punto que el deterioro económico que generó con sus polÃticas acabó tumbando a un partido que llevaba 61 años ganando cómodamente las elecciones en Paraguay.
Las fuerzas vivas y las mafias que se agazapan detrás de Borda demuestran asà absoluta inconciencia y desprecio por la condición de sus compatriotas, sacrificando como lo hicieron Mahuad y Noboa en Ecuador, entre tantos otros, los derechos de su propia comunidad ante el altar de los engañosos Ãndices macroeconómicos y los inicuos acuerdos con el FMI que jamás serÃan aceptados en el modelo que los promueve (el de los Estados Unidos). En el caso ecuatoriano, se insitió en sacrificar al ciudadano hasta niveles estoicos en aras de mantener una presunta cooperación del Fondo que en verdad poco hizo por evitar el fracaso de los sucesivos gobiernos de derechas previos al de Rafael Correa.
Tal como lo ha señalado Joseph Stiglitz y lo han reconocido todos los intelectuales honestos del mundo, ha existido siempre una enorme diferencia entre las polÃticas que el FMI o el BM impulsaban alrededor del mundo, y especialmente en América Latina, y lo que sus mismos funcionarios hacÃan en su pais. Mientras en Estados Unidos el Banco de la Reserva Federal controla la inflación y promueve el crecimiento económico y el empleo, sus homólogos del resto del mundo son restringidos por estos organismos a ocuparse sólo de la inflación.
Además de ser campeones de la privatización de los sistemas de pensiones, algo rechazado enfáticamente en Estados Unidos, el FMI considera inaceptable un déficit fiscal en paÃses como Paraguay, aunque en los paÃses del norte exista consenso en cuanto a que si es necesario tener déficit fiscal para evitar una situación recesiva, hay que tenerlo. Durante el gobierno que llevó al colapso el esquema hegemónico de las últimas seis décadas en Paraguay, Borda introdujo profundas distorsiones en los sistemas contables que alteraron negativamente la economÃa, llevando a perder oportunidades de inversión y a malograr hasta empresas que habÃan sido rentables.
Pero quizás el aspecto más negativo de la gestión de Dionisio Borda fue su enfoque de la polÃtica tributaria, una visión tributaria –vale la redundancia- a la de los centros de poder, que ignoró olÃmpicamente el componente esencial de una polÃtica democrática en la materia, que por lógica nos dice que los sectores más acomodados deberÃan pagar más. Ese aspecto no tuvo el trabajo en cuestión, dado que apeló al IVA, recurrente caballito de batalla del FMI.
Como lo esclarece Stiglitz, para democratizar una polÃtica tributaria los impuestos deben ser progresivos y no proporcionales como el IVA, aunque puedan eximirse algunas categorÃas sin alterar mucho el resultado final. Lo más grave es que en paÃses como Paraguay el IVA grava al sector formal de la economÃa, que es precisamente el que uno quiere impulsar como parte del proceso de desarrollo.
Otro aspecto de la gestión de Borda fue la pérdida de la representatividad del Banco Central del Paraguay, que en manos de burócratas genuflexos a las imposiciones del norte se subordinó a los designios de los organismos y embajadas extranjeras que poco tenÃan que ver con los reales intereses del paÃs.
El contradictorio nombramiento como timonel de la economÃa paraguaya de un personaje tan identificado con las probadamente fracasadas recetas de un ente tan desprestigiado en América Latina como el FMI, no serÃa tan indignante si se diera en el marco de un gobierno neoliberal, salpicado por apellidos de la oligarquÃa y aplaudido por los centros de poder. Sin embargo, sucede en un gobierno al que la izquierda latinoamericana promocionó incondicionalmente antes de llegar al poder, y al que toda la prensa internacional saludó como el gobierno popular de un teólogo de la liberación tercermundista. |
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