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Anàlisi :: educació i societat : sexualitats |
Arte y Amor
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per Mariano Cabrero Bárcena Correu-e: pedrocruel2005@yahoo.es |
11 des 2007
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Cualquier cosa, cualquier acontecimiento puede ocurrir bajo la bóveda del cielo que albergan las estrellas. Y éste que narro fue uno de ellos. Quizá fue un sueño, una inspiración. ¡Y que sé yo…! Este capricho, sueño, inspiración o realidad existe desde la noche de los tiempos… (...) |
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Ilustración 1 : Dos mujeres que se aman�
SÃ? EXISTE amor pasional entre mujeres: no lo negaré. Nosotras somos casadas, y hubo cómplices en nuestras relaciones sexuales: el otoño, las hojas que son secretos caÃdos que lleva el viento, la noche con la fuerza que da el amor... Somos almas ardientes, y buscamos lo siempre deseado. Después â��quizás... con un ¡hasta luego!â�� merecerá la pena haber roto el roble amoroso que nos separaba. «Es hora, nuestra hora de los sueños â��me dice mi antigua alumna cuando acude a la cita concertada â��, de las relaciones carnales anheladas. Todo está escrito. Despojémonos de nuestras ropas, y busquemos sábanas â�� sin sogas indiscretas â�� donde yacer cuerpo contra cuerpo». Su cuerpo de carne viva â��cabellos bronceados y ojos con mirada desnuda â�� me habÃa hecho su cautiva. Veintitrés años sin rumbo, sin lÃmites humanos...
SÃ? EXISTE amor pasional entre mujeres: no lo negaré. Allà â��en las afueras de la gran ciudad â�� acaeció nuestro bacanal de mohines y carantoñas. La guarida de nuestro encuentro se encontraba al lado de una salvaje playa, tan salvaje como el ánimo voluptuoso â��rÃo profundo â�� que recorrÃa nuestras venas. Desnudos los cuerpos combatieron sin medida â��sobre la arena â��, vientre contra vientre, pezones contra pezones... Nuestra sangre fue una y abundante sangre de placer. Mis cincuenta años no me perdonaron tanto exceso amoroso, pero las almas se tranquilizan, precisamente, con lo desconocido... con lo que estaba prohibido y hoy es llamado «opción sexual amorosa», aunque el sexo sea el mismo. Belleza, armonÃa, besos ardientes, besos robados, lenguas insaciables, manos temblorosas y húmedas: he aquà el compendio de tantos y tantos orgasmos habidos. Nuestras manos, nuestras bocas cumplieron su misión.
¡Qué lejos quedaban los caprichos! ¡Qué frÃos â��helados â�� nuestros cuerpos! Ambas â��nuestras voces â�� exclamaron: « ¡Ay deleites perdidos y encontrados! Qué lejos de nosotras estuvisteis. Qué próximo el cielo: ¡lo abrazamos! Qué esclavas de los hombres pernoctamos». Cerca, muy cerca pulularon testigos las estrellas, y la Luna caprichosa esperaba: humillarnos, inculparnos, violentarnos... AllÃ, y sobre la playa negra de arena, dos mujeres â��madura y joven â�� sin barreras, valientes, con luz de noche primavera â��cuerpo a cuerpo â�� se entregaron, se amaron, se salvaron..., y llegaron a esculpir sobre una piedra: «Ayer, en tiempo muerto, quizás un instante â��sin siniestras intenciones â�� fuimos más mujeres, en la noche del Dios de las estrellas».
Cualquier cosa, cualquier acontecimiento puede ocurrir bajo la bóveda del cielo que albergan las estrellas. Y éste que narro fue uno de ellos. Quizá fue un sueño, una inspiración. ¡Y que sé yo�! Este capricho, sueño, inspiración o realidad existe desde la noche de los tiempos�
La Coruña, 11 de diciembre de 2007
* Mariano Cabrero Bárcena es escritor
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