Imprès des de Indymedia Barcelona : https://barcelona.indymedia.org/
Independent Media Center
Comentari :: un altre món és aquí : antifeixisme : globalització neoliberal : amèrica llatina : pobles i cultures vs poder i estats
Necesidad del Che
03 oct 2007
Sus enemigos han olvidado que los símbolos verdaderos no pueden ser decretados
Che_Presente.jpg
Necesidad del Che


Por: Lázaro M. Bacallao Pino*
Correo: digital ARROBA jrebelde.cip.cu
3 de octubre de 2007


Sus enemigos han olvidado que los símbolos verdaderos no pueden ser decretados

El 21 de octubre de 1967 los jóvenes cubanos hacían pública una carta a Che. “El hombre del siglo XXI, que tú soñaste y por el que combatiste, eres tú mismo�, le escribían, en una confesión hecha desde esa sinceridad tremenda que acompaña siempre el dolor de un pueblo.
El mismo día, en Washington —la capital del gobierno ubicado en las antípodas de la Isla—, una marcha de protesta contra la guerra de Vietnam, enarbolaba, entre sus carteles, la imagen de Che. Un trovador dedicó sus canciones a «uno de los grandes revolucionarios de nuestro tiempo, que fue asesinado... cuando tomaba parte en la revolución del pueblo», y los miles de manifestantes le rindieron homenaje desde el silencio.
La coincidencia de ambos hechos, en países ubicados en los extremos del socialismo y el capitalismo, pudiera ser la mejor metáfora para mostrar que Che es uno de los símbolos más universales legados por el siglo XX a la historia de la iconografía revolucionaria.
Che ha trascendido todos los olvidos decretados, todos los errores y fracasos en el camino hacia la emancipación definitiva del ser humano, todas las barreras de la temporalidad y los espacios. La confirmación de esa universalidad, no admite réplicas; basta con mirar cualquier manifestación contra la opresión, por la libertad y la justicia: su imagen atraviesa, como ninguna otra, ese mundo de banderas, pancartas, carteles...
Algunos han tratado de explicar esa continuidad de manera estrecha y distorsionada. La causa estaría, dicen, en su imagen misma —que evocaría, en un sentido estrictamente visual, sentimientos de rebelión—; o también en esa innata rebeldía que, defecto genético superable, acompañaría a esa etapa de la vida, la juventud. Pero no es extraño que, simbolismo revolucionario indomable, Che haya sido —y sea— objeto de sistemáticos empeños por atacarlo, por vaciarlo de significados y convertirlo en una moda, mercancía de boutique.
Han dicho que es un mito construido por las izquierdas para ser adorado en los altares de las revoluciones. Dicen que ninguno de aquellos que lo lleva en su camiseta, sabe quién fue. Dijeron, hace una década, que ya era tiempo de terminar con el misterio de su tumba, porque había pasado, definitivamente, el peligro de que sus ideas renacieran. Paradoja: el último intento por acabar con el símbolo, fue la estrategia opuesta a la seguida en 1967; si entonces escondieron su cadáver, supuestamente para evitar sitios de peregrinación, ahora lo mostraban, afirmando que ello pondría punto final a su leyenda.

Paradigma

Han olvidado que los símbolos verdaderos, no pueden ser decretados. Olvidaron que los tiempos de la historia, no se ajustan a capricho de los pocos. Ni la destrucción, ni la muerte física —en sus expresiones más descarnadas— alcanzan para derribar los significados, las ideas y los sentimientos ligados a un paradigma, cuando algún lugar o un hombre, se han levantado hasta esa condición.
En realidad, solo perdura lo que es necesario. Tal es el motivo esencial de lo perenne. ¿Para qué sirven los símbolos? Para expresar sentimientos, ideas, emociones; para proclamar que se comulga con ciertos paradigmas, la pertenencia a un grupo... Pero, en el caso de Che, esa necesidad que explica la permanencia de su simbolismo, no tolera quedarse solo en el acto de la expresión.
Ejemplo supremo de la coherencia entre el pensar y el decir, entre el decir y el hacer, el símbolo que nace del pensamiento y la acción revolucionarias de este hombre, no admite que quien lo porte sea solo asta inmóvil. No puede agotarse en el gesto de la rebeldía, sin que piense ni actúe para transformar al mundo y a sí mismo. Quien lo lleve y no sea consecuente con lo que significa, en realidad no lo lleva; porque el primero en cuestionarlo será el propio Che, desde todos los simbolismos que emanan de su vida y obra.
«El Che representa la alegría de la rebeldía; el Che es la mejor prueba, su imagen, de que otro mundo es posible, y ese otro mundo es solidario, justo, pero también alegre, feliz», explica alguien que levanta una bandera con su imagen. «Es un símbolo que representa para nosotros esperanza, juventud, lucha, resistencia, coraje, y por encima de todo, solidaridad».
«El Che, para los jóvenes del mundo, y para mí, encarna una idea de lucha por una sociedad mejor, por la paz y la solidaridad», afirma un joven. «El Che significa, en general, para la juventud, ese guerrillero rebelde que ha dado su vida para liberar a los pueblos y, bueno, es un joven que se toma como símbolo de rebeldía, para todos. Creo que sería eso, se tenga conocimiento del socialismo o no, lo que representa la figura del Che».
Precisamente, las carencias en el conocimiento de su vida y pensamiento, han sido la principal razón de las tergiversaciones e insuficiencias que han marcado la historia del legado guevariano. Porque la fragilidad de los mitos, a la vez que todo su poder más vacío, descansan justo en el desconocimiento.
Muchos de quienes portan la imagen de Che, confiesan no conocer a profundidad su vida e ideario. Reconocen haber leído apenas cierto esbozo biográfico o algunos fragmentos dispersos de sus escritos y discursos. Se identifica a Che con un grupo de ideas y valores —humanismo revolucionario, ética, austeridad, rebeldía, radicalidad, actuar consciente y consecuente, honestidad, antiimperialismo, solidaridad y latinoamericanismo— que, supuestamente, bastan para asumirlo como emblema.
Incluso, algunos llegan al extremo de considerar innecesario conocer al hombre para sentirse identificados con su símbolo. «La verdad —declara alguien— es que me sobra lo que fue, hizo o dejó de hacer el Che, porque dejó de ser historia y pasó a ser un símbolo del hombre nuevo, de la revolución internacional, de Latinoamérica de pie, del socialismo, de la lucha sin cuartel».
Pero asumir el símbolo por el símbolo mismo, supone peligros —sobre todo si se trata de uno tan sistemáticamente atacado, como lo ha sido Che. No basta la certeza de su fuerza simbólica, de su indomabilidad, de su carga inherente de significados revolucionarios, porque será pretender dejarle toda la responsabilidad al propio símbolo. Sería convertirlo en una abstracción que obvia los desafíos del mejoramiento humano, propio y universal. Es decir, sería deshumanizarlo. Y es muy poca, o ninguna, la utilidad que puede tener, para los hombres, un simbolismo deshumanizado.
Quizá una de las causas de que muchos porten su imagen, aun sin conocer suficientemente su acción e, incluso en menor medida, su pensamiento, es la cercanía, afecto casi, que distingue la relación con el símbolo de Che, entre todos aquellos que conforman el imaginario revolucionario. Che resulta una suerte de «estado de ánimo», una emoción compartida que atraviesa generaciones, idiomas, geografías y reivindicaciones específicas.
Ese componente afectivo, encuentra su expresión en un inventario de anécdotas que nutren los procesos simbólicos en torno a la figura de Che. Repertorio de narraciones que enfatiza aquellos valores encarnados por Che, unido a un conjunto de frases, cierta o aparentemente de su autoría, que refuerzan tales sentidos.
Toda una antología de sentencias destacan significados como el valor del ejemplo —«Cada vez que derriban un árbol, el ruido se escucha muy lejos pero silenciosamente la brisa lleva millares de semillas»—; la necesidad del sacrificio —«¿Si no ardemos quién entonces vencerá la oscuridad?»—; el humanismo —«La solidaridad es la ternura de los pueblos»—; o la coherencia revolucionaria —«La revolución se lleva en el corazón para morir por ella, no en los labios para vivir de ella».

La poesía de un revolucionario

Hay, siempre, un sentido poético en esa fraseología, porque el símbolo de Che encarna, como ningún otro, toda la poesía del hecho revolucionario. Solo que ninguna de estas máximas, pertenecen a Che. Esas recreaciones confirman la especial relación que se establece con el símbolo, en la cual se incorpora la imaginación de manera espontánea. No hay irrespeto en esas lecturas, pero sí ciertos riesgos. El principal, es que en ese camino, se encuentra la posibilidad de la distorsión de su legado, porque los límites entre las ideas de Che, y las de quienes presuntamente lo citan, se tornan difusos. De hecho, es frecuente que se acuda a su símbolo para legitimar las ideas propias.
Contrario a esas posturas según las cuales «no hace falta estudiar al Che para sentirse identificado con su imagen», se trata de trascender esa pura empatía visual con su figura, que nace casi de manera espontánea en cada nueva juventud, y luego permanece en aquellos para los cuales la rebeldía no es solo un síntoma juvenil, sino un sentido trascendental de la vida. Y la única manera de alcanzar esa trascendencia, es conocer su acción y su pensamiento, encontrar en estos —y en su coherencia—, la fuente de los significados que hacen al símbolo, y sus mejores sentidos e implicaciones para la acción propia.
Siempre existe un peligro, en el acto sistemático de recordación a los héroes: «van constituyendo con el tiempo cierta especie de tarea disciplinaria, y más o menos —quiérase o no— se convierten en un acto mecánico». Hablando de Camilo, el propio Che advirtió ese riesgo en los homenajes a la historia; refiriéndose a Martí, señaló la única manera de evitar ese vaciamiento paulatino del gesto rutinario y cumplidor: hacer cercanos a los héroes, que es humanizarlos y verlos como algo vivo.

El aliento de su simbolismo

Para los jóvenes, en especial, hay demasiados hechos y circunstancias que obligan a huir siquiera del asomo de las lecturas tergiversadas del símbolo de Che, del legado de su ejemplo y su pensamiento. La principal: ese particular aliento juvenil de su simbolismo, que encuentra sus motivaciones más profundas, en su propia condición de joven y revolucionario auténtico, así como en sus ideas sobre las implicaciones esenciales de esa relación entre la juventud y la revolución.
Era de esos temas tan complejos, que siempre conversaba Che en sus diálogos con los jóvenes. No hablaba sobre temas sencillos, sino de las esencias más profundas de una revolución: la conciencia, el ejemplo, la ética, la cultura, la felicidad humana y el amor del revolucionario verdadero. No les pedía dejar la alegría innata de la juventud, pero tampoco confundirla con la superficialidad, sino ser alegres y profundos a la vez. Les revelaba todos los desafíos del camino del revolucionario, para nada «un ser celestial, que cae a la tierra por la gracia de Dios, que abre sus brazos, empieza la revolución, y que todos los problemas se resuelven cuando surgen, simplemente por esa gracia del Iluminado». Y, desde su humanismo radical, les exigía «ser esencialmente humano, y ser tan humano que se acerque a lo mejor de lo humano».
Levantar el símbolo de Che ha de ser para los jóvenes, por esto, una suerte de continuación comprometida de ese diálogo y empatía a veces casi espontáneos con él. Sus ideas y acción deben resultar —fieles a su sentido— provocación a la reflexión y el hacer propios, desde el presente, sobre el hoy y el mañana. Conocerlo, que es humanizarlo y hacerlo cercano —que es, al mismo tiempo, la única manera de portarlo, de manera actuante y consecuente. La utilidad de los símbolos —más que ningún otro, del guevariano— no puede ser otra que la tensa convergencia, en quien lo lleva, de su propia acción y lo que aquellos representan y evocan.
Entonces, la mejor interrogante que puede acompañar al símbolo de Che, continúa siendo aquella que se hacían los jóvenes cubanos en su carta de 1967: «¿En qué medida cada uno de nosotros, individualmente, es digno de tu ejemplo?» Esa pregunta es, a su vez, la respuesta más convincente a aquel póster que, hace algún tiempo, denunciaba simbolismos ingenuos y distorsionados en torno suyo: «En mi cuarto tengo un póster de todos ustedes». Lo firmaba: Che.

*Periodista e investigador. Centro de Estudios Che Guevara.



http://www.juventudrebelde.cu/internacionales/2007-10-03/necesidad-del-c/










El asesino del Che, la Operación Milagro y los médicos cubanos.


Salim Lamrani

Rebelión


Revisado por Caty R.

Mario Terán, antiguo suboficial jubilado, tristemente famoso por haber ejecutado al legendario guerrillero Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967 en la escuelita de La Higuera en Bolivia, vivía en el más completo anonimato en Santa Cruz. Hundido totalmente en la indigencia, subsistía sólo con su miserable pensión de antiguo soldado y había perdido la vista, víctima de una catarata que no había podido curar, por falta de recursos (1).
En 2004 el presidente cubano Fidel Castro lanzó una amplia campaña humanitaria continental que lleva el nombre de Operación Milagro, apoyada por Venezuela, que consiste en operar gratuitamente a los latinoamericanos pobres que sufren de cataratas y otras enfermedades oculares. En 30 meses, cerca de 600.000 personas de 28 países, incluso ciudadanos estadounidenses, recobraron la vista gracias al altruismo de los médicos cubanos. El objetivo anunciado es operar a 6 millones de personas para 2016 (2).
La elección de Evo Morales como presidente de la República de Bolivia en diciembre de 2005 y su voluntad de emprender una política social destinada a mejorar el bienestar de una de las poblaciones más pobres del continente, ha permitido que los bolivianos accedieran al programa humanitario que lanzó Cuba. Cerca de 110.000 bolivianos han podido recobrar la vista sin pagar un solo centavo (3).
Entre éstos se encuentra Mario Terán, quien pudo deshacerse de su grave dolencia gracias a los médicos cubanos. Pablo Ortiz, periodista boliviano que trabaja para el diario El Deber de Santa Cruz, contó la historia: “Terán tenía problemas de cataratas y fue curado en la Operación Milagro, por médicos cubanos, totalmente gratis�. Luego dio más detalles: “El tipo es un perfecto desconocido. Nadie sabe quién es. Está en la ruina y se presentó en el hospital de Operación Milagro, nadie lo reconoció y fue operado. Nos lo contó su propio hijo, que fue al diario para hacer un agradecimiento público [...] Fue en Agosto pasado [2006]� (4).
A veces la historia reserva algunas sorpresas. Así, el asesino del Che fue curado por médicos enviados por Fidel Castro, el más fiel e íntimo compañero del “guerrillero heroico�. Terán debe su vista a los emisarios de la salud que siguen el ejemplo internacionalista del hombre a quien mató.
Según el antiguo agente de la CIA Félix Rodríguez, que participó en la captura del Che, Terán se presentó voluntario para ejecutar al líder rebelde. Antes había asesinado a sangre fría a todos los demás prisioneros (5). Pero frente al Che le faltó el valor:
“Cuando llegué al aula el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo:
-Usted ha venido a matarme.
Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó:
-¿Qué han dicho los otros?
Le respondí que no habían dicho nada, y él comentó:
-¡Eran unos valientes!
Yo no me atrevía a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentí que se me echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido, el Che podría quitarme el arma.
-Póngase sereno –me dijo– y apunte bien, ¡va usted a matar a un hombre!
Entonces di un paso hacia atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga [...]. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto� (6).
En vísperas del cuadragésimo aniversario de su desaparición y a pesar de la execrable campaña mediática internacional destinada a empañar la imagen de uno de los más grandes revolucionarios de la historia del siglo XX, el ejemplo del Che permanece “grande, muy grande, enorme� y sigue brillando “intensamente� gracias al sacrificio de decenas de miles de médicos cubanos que, en el anonimato de su acción heroica por los cuatro puntos cardinales, persisten en la creencia de que otro mundo, menos cruel, es posible.


Notas
(1) Héctor Arturo, «Che vuelve a ganar otro combate», Granma, 29 de septiembre de 2007.
(2) Operación Milagro, «Página Principal», 28 de septiembre de 2007. http://www.operacionmilagro.org.ar/ (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007). Para los ciudadanos estadounidenses que se beneficiaron del programa humanitario véase Prensa Latina, «Oftalmólogo estadounidense reconoce valor de Operación Milagro», 19 de enero de 2007.
(3) Operación Milagro, «Bolivia. De las tinieblas a la luz: Operación Milagro devolvió la vista a más de 108 403 pacientes», 28 de septiembre de 2007. http://www.operacionmilagro.org.ar/ (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007).
(4) Juan Pablo Meneses, «¡Primicia Mundial! Entrevista a Pablo Ortiz», Crónicas Argentinas, 11 de octubre de 2006.
(5) Claudia Márquez, «El Guerrero de las sombras. Entrevista a Félix Rodríguez», El Veraz, 19 de agosto de 2005.
(6) Mario Terán, «Extractos», sin fecha. http://fotolog.terra.com.ar/desdelaterraza:26 (sitio consultado el 30 de septiembre de 2007).

Salim Lamrani es profesor, escritor y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006).
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la revisora y la fuente.


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=57017








Operación Milagro se topa en Bolivia con singular paradoja

A Mario Terán, suboficial que asesinó al Che Guevara, le fue devuelta la vista por médicos cubanos

ACN

La Habana.- Con el título el Che vuelve a ganar otro combate, el diario Granma da a conocer que a Mario Terán, suboficial que asesinó al Comandante Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967, en la escuelita de La Higuera, le fue devuelta la vista por médicos cubanos.
Expresa la publicación que el hijo de este señor se presentó en el periódico "El Deber", de Santa Cruz, en Bolivia, con el ruego de que publicaran una nota de agradecimiento a los galenos cubanos que habían devuelto la vista a su anciano padre, tras intervenirlo quirúrgicamente de catarata mediante la Operación Milagro, un verdadero milagro.
El padre de este boliviano agradecido es Mario Terán, quien al recibir la orden de sus jefes, tuvo que acudir al alcohol para llenarse de valor y poder cumplirla, como él mismo narró después a la prensa.
Dijo que cuando vio al Che, temblaba como una hoja ante aquel hombre a quien en aquel momento vio "grande, muy grande, enorme".
Recuerda el artículo que el Che, herido y desarmado, sentado en el piso de tierra de la humilde escuelita, lo observó vacilante y temeroso, y tuvo todo el coraje que le faltaba a su asesino para abrirse la raída camisa verdeolivo, descubrirse el pecho y gritarle: "No tiembles más y dispara aquí, que vas a matar a un hombre... "
El suboficial Mario Terán, cumpliendo órdenes de los generales René Barrientos y Alfredo Ovando, de la Casa Blanca y de la CIA, disparó sin saber que las heridas mortales abrían huecos junto a aquel corazón para que continuara marcando la hora de los hornos, precisa más adelante, para agregar que el Che ni siquiera cerró sus ojos después de muerto, para seguir acusando a su asesino.
Consigna que, anciano ya, podrá volver a apreciar los colores del cielo y de la selva, disfrutar la sonrisa de sus nietos y presenciar partidos de fútbol, pero seguramente jamás será capaz de ver la diferencia entre las ideas que lo llevaron a asesinar a un hombre a sangre fría y las de quien ordenaba a los médicos de su guerrilla que atendieran por igual a sus compañeros de armas que a los soldados enemigos heridos.
Así lo hicieron siempre en Bolivia, al igual que antes lo había hecho en las montañas de la Sierra Maestra, por órdenes estrictas del Comandante en Jefe Fidel Castro.
A cuatro décadas de que Mario Terán intentara con su crimen destruir un sueño y una idea, Che vuelve a ganar otro combate. Y continúa en campaña, concluye el emotivo comentario.


http://www.trabajadores.cu/news/operacion-milagro-se-topa-en-bolivia-con






Páginas Web acerca de Ernesto Che Guevara:


http://www.cubasocialista.cu/texto/che/csche.htm

http://www.granma.cu/che/homeche.html

http://www.prensa-latina.cu/Media/Dossier%20Che/IndexChe.html

http://www.ain.cubaweb.cu/che/index1.htm

http://www.nnc.cubaweb.cu/che/che.htm

http://www.cubasocialista.com/CHE.htm

http://www.che.islagrande.cu

http://www.patriagrande.net/cuba/ernesto.che.guevara

http://www.filosofia.cu/che

http://www.adelante.cu/che/index.htm

http://www.rebelion.org/che.htm

http://www.sancristobal.cult.cu/sitios/Che/Index.HTM

http://www.sancristobal.cult.cu/

http://vanguardia.co.cu/sitios/sitioche/che.htm
Contra_el_imperio_terrorista1.jpg
wall007.jpg

This work is in the public domain
Sindicato Sindicat