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Notícies :: criminalització i repressió
Testimonio desde la cárcel de extranjeros de Zapadores
27 set 2007
Esta mañana he ido junto a dos compañeros al Centro de Internamiento de Zapadores. Sitio donde numerosas personas están siendo detenidas arbitrariamente, con el único delito de no tener papeles, y retenidas en dicho lugar con un periodo máximo de 40 días, si no son expatriados antes. Y a decir verdad no se por qué lo llaman Centro de Internamiento para inmigrantes, porque eso, amigos míos, es una verdadera cárcel.
(TVV retira 'Solidaris', que dio voz a los inmigrantes del río)
En realidad cuando a uno le llevan a una cárcel te dan ropa, jabón y un preservativo, pero allí ni eso porque se supone que se permanece de "forma temporal"

Acudimos a las 12:45 (permiten las visitas de 12:30 a 14:30, dos visitas por persona y un máximo de tres visitas a la semana) pero a esa hora aún no había abierto. Tras unos minutos de espera abre la puerta un policía nacional joven y bastante alto acompañado de otros dos. Uno de los dos, más viejo, comienza a hablar en tono muy fuerte:¡A ver, visitas!, máximo 4 personas!. Como éramos tres y habían tres personas delante no pasamos ninguno de nosotros para poder entrar los 3 juntos. Tras 20 minutos, se abrieron nuevamente las puertas. Cogieron los DNIs mientras el viejo seguía chillando como antes al dirigirse a nosotros (pienso que debería tener alguna deficiencia auditiva porque eso no era nada normal)

Abdel, mi compañero, me dijo que yo y mi compañera hablaríamos con el chico marroquí y el hablaría con el chico guineano. Nos dirigimos a una zona acompañados por el abuelo y los otros dos policias con las bolsas de fruta, zumos y muesly que habíamos comprado en el supermercado. El abuelo ordenó a los otros dos chicos que inspeccionasen la comida que traíamos. Uno lo hizo (temíamos que no nos dejasen pasar las barritas de muesly y los botes de zumo de cartón ya que no dejan pasar nada que no esté empaquetado y ha de verse el contenido del interior. El policía joven lo miró y dijo k no había problema. Cuando el policía terminó, otro iba a ver el contenido de nuevo y el primero le coment: tranquilo, está todo bien!.

La habitación era una sala con un tabique en el medio donde había diferentes ventanillas de cristal de doble capa. No había sillas, sólo pequeños sofás pegados a la pared (desconozco quien se va a sentar en esos sofás cuando tienes que estar de pié delante de la ventanilla para hablar con los chicos).
En el cristal había agujeros para poder hablar con los visitados.

Acercaron a los dos chicos y Abdel me señaló quien era el marroquí. En ese mismo momento mil dudas pasaron por mi cabeza ¿qué podía decirle a esa persona en tal situación? No lo conocía de nada y a decir verdad no sabía ni siquiera si podía entender mi idioma.

El joven (ahora mismo no recuerdo su nombre) se acerco al cristal y extendió su mano en el vidrio. Yo también extendía la mía colocándola enfrente de la suya. No hizo falta hablar, su mirada lo decía todo. Tras unos segundos hablé: ¿Cómo te encuentras?. No sabía que otra cosa decir pero me maldije al decirle algo tan estúpido ¿¡Como te encuentras!? ¿Cómo se iba a encontrar? Te lo había dicho segundos antes con la mirada idiota, ¡¡¡está jodido, realmente jodido!!!

Comenzó a hablar y me dijo que le habían dicho que tenían que operarle, tenía mucho dolor en la muela (la parte izquierda de la boca la tenía visiblemente hinchada) pero parecía que esa operación nunca llegaba.
Llebaba días tomando cafés y agua porque no le daban ningún tipo de comida triturada y además tampoco le daban antiinflamatorios para el dolor ni antibióticos para reducir la infección. Y además de todo eso, me dijo que le habían dicho que mañana o pasado seguramente le expatriarían. Yo le pregunté si su abogado de oficio lo sabía y el me contestó que el abogado se ha despreocupado completamente de el y que no hace nada, al igual que los médicos. Añadió que su hermano está buscando una abogado a ver si puede hacer algo.

Cada una de sus palabras gritaban auxílio, pedía ayuda, quizas fuésemos nosotros las últimas personas con las que hablase fuera de ese centro antes de que le expatriasen. pero no había lágrimas en sus ojos, estoy seguro que ya no le quedaban, solo había angustia y tristeza.

Ya habían pasado 10 minutos cuando Abdul nos dijo a mi y a mi compañera que nos pasásemos a la otra ventanilla y comenzamos a hablar con el chico senegalés. Era alto y se le veía alegre a pesar de las circusntancias. Le costaba hablar en castellano pero nos comunicamos medianamente bien con el.
Hablamos de cosas mas triviales. Le contamos todo la comida que les habíamos llevado y nos dio las gracias por todo.

Todo esto sucedía mientras el viejo seguía chillando a nuestras espaldas a otro grupo de personas. El policía nos chilló si les íbamos a dar dinero y mi compañera sacó 20 EURO para que se los diesen. El policía más joven lo cogió y pasó por una puerta blindada hasta llegar al chico nigeriano. De nuevo nos dio las gracias. El viejo comenzó a chillar y dar palmadas como en el colegio para que los chavales regresasen a la "habitación" mientras el marroquí intentaba terminar de explicar a Abdel su situación. Miré fijamente al viejo policía que estaba a la otra parte del cristal y me miró y me dijo: Es que hay mas gente esperando.

Mientras salía, mil sentimientos recorrieron mi cuerpo. Quise hablar con Abdel para decirle si podíamos hablar con alguien del centro para que le diesen medicación y comida triturada. Pero reprimí mi pregunta tras pensar que si no lo habían hecho antes, y sabiendo que eso solo puede hacerse con permiso del médico, no lo harían ahora por mucho que hablásemos con quien fuese menester.
Así que salimos los tres sin decirnos nada. Una vez cerradas las puertas a nuestras espaldas, me despedí de mis compañeros. Ellos tenían que hacer algunas gestiones más, ya que esta mañana (antes de hacer las visitas) habíamos ido al juzgado acompañando a Alex, un compañero francés, que quería poner una denuncia a un policía del centro de internamiento por haberle golpeado en la concentración del pasado sábado. No me hizo falta poner excusa alguna, mi cara lo decía todo y ellos la entendían perfectamente. Le di dos besos a la compañera y me despedía dos veces de Abdel que me dio las gracias con una sonrisa.

A punto estuve de llorar en el autobús recordando la cara del chico marroquí, pero no lo hice. Aín no lo he hecho y a decir verdad no se por qué no soy capaz de hacerlo y lo necesito. Quizás ese centro de internamiento tiene la capacidad de secar las lágrimas de todo aquel que tenga la osadía de entrar o aquellos que por malas jugadas del destino han sido internados de forma arbitraria.

Puede este mensaje me haya servido para desahogarme un poco. Pero sigo igual de desesperanzado y frustrado. Ver la injusticia tan clara en tus narices y aun así ver que nadie hace nada.
También se que ni un 5% de todos mis contactos leerán este mensaje por lo extenso que es

Para ese posible 5%: Grácias por escucharme.

Atentamente David, un ciudadano del mundo.

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Comentaris

Re: Testimonio desde la cárcel de extranjeros de Zapadores
27 set 2007
Sólo añadir un comentario. Lo peor de todo es que el 95% que no lo lea entero, no será por su extensión. Será por que le incomoda. Pero la verdad es que así somos. No vemos más allá de nuestra puta nariz. Nuestras putas marcas nike y nuestros putos coches.

Te gusta conducir..?!!!!
Sindicato Sindicat