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Notícies :: globalització neoliberal |
La crisis financiera internacional: se acabó la fiesta
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per Felipe AlegrÃa Correu-e: aluchar ARROBA marxismo.inf (no verificat!) |
18 set 2007
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Era ayer mismo, en julio, que los jerarcas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Comisión Europea declaraban a bombo y platillo que la economÃa mundial estaba en su apogeo y que iban a aumentar todavÃa más las ya elevadas previsiones de “crecimiento económicoâ€?. Dos meses después, una ola de pánico acogotaba a los amos del mundo. |
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18.09.07
La crisis financiera internacional: se acabó la fiesta
Felipe AlegrÃa
A Luchar por el Socialismo n.º 41(*)
Era ayer mismo, en julio, que los jerarcas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la Comisión Europea declaraban a bombo y platillo que la economÃa mundial estaba en su apogeo y que iban a aumentar todavÃa más las ya elevadas previsiones de “crecimiento económicoâ€?. Dos meses después, una ola de pánico acogotaba a los amos del mundo.
Y no era para menos, porque este agosto hemos estado a punto de que se desencadenara una sucesión de quiebras bancarias en cadena y un desplome generalizado de las Bolsas internacionales: un crash mundial que no hubiera tenido que envidiar al que en 1929 dio inicio a la Gran Depresión, la peor crisis jamás vivida por el capitalismo.
¿Qué habÃa sucedido? HabÃa explotado finalmente la gigantesca burbuja hipotecaria sobre la que se habÃa asentado el celebrado crecimiento económico norteamericano de los últimos seis años. El colapso, como un tsunami, arrastrórápidamente a las finanzas mundiales.
UNA ENORME BURBUJA
La inmensa burbuja se habÃa gestado a partir de la recesión económica norteamericana que siguió al reventón, en 2001, de la burbuja de de las “empresas de Internetâ€? (las llamadas “punto.comâ€?). Entre 2000 y 2002, estas compañÃas perdieron el 95% de su valor en Bolsa;60 de ellas quebraron y fueron despedidos 500.000 trabajadores (ver http://www.lahaine.org/index.php?blog=3&p=12915). Los sonados escándalos de Enron y Worldcom marcaron un hito histórico de manipulación contable, corrupción financiera y robo masivo. La crisis puso un final abrupto a las teorÃas del capitalismo sin crisis y en crecimiento continuo e ilimitado.
La respuesta del capital financiero y de la Administración norteamericana -favorecida por el atentado de las Torres Gemelas en 2001- tuvo varios frentes: uno de ellos fue atacar los salarios y condiciones de vida de la clase trabajadora estadounidense; otro fue acentuar la polÃtica imperialista de recolonización en los paÃses dominados: su muestra más dramática fue la ocupación de Irak en marzo de 2003; un tercer elemento fue el aumento colosal de los gastos armamentÃsticos y, finalmente, el recurso al endeudamiento masivo, apoyado en la disminución de la tasa de interés, que llegó a alcanzar al 1%, por debajo del nivel de inflación.
Apoyados en estos bajos intereses y en un crédito sin lÃmite aparente (sustentado en una emisión masiva de dinero por parte de la Reserva Federal) pusieron en marcha un boom especulativo descomunal: Cada año subÃan los precios de las viviendas, revalorizándose hasta un 20% anual en los mejores lugares. Al calor de la imparable escalada de los precios, el endeudamiento de las familias subÃa como la espuma, hasta alcanzar el 120% de la Renta Nacional. También se puso de moda el capital riesgo (“equity capitalâ€?), por el que los tiburones financieros se afanaban en adquisiciones y fusiones de empresas, financiándolas con la emisión de bonos basura (“junk fundsâ€?, bonos de alto riesgo retribuidos con altos intereses).
Todo irÃa bien mientras la máquina estuviera bien cebada. Por eso, cuando ésta dio muestras de debilidad, decidieronsuavizar las condiciones de los préstamos y promovieron el endeudamiento de sectores sociales con bajo poder adquisitivo, a través de las llamadas hipotecas basura (o “subprimeâ€?). La solvencia de este grupo de deudores no era problema mientras la máquina no parara. El boom inmobiliario se convirtió en la locomotora que tiraba de la economÃa norteamericana, generando más de dos tercios del aumento de la producción y del empleo de los últimos seis años.
Bancos, sociedades financieras, promotores inmobiliarios y constructoras alcanzaban beneficios astronómicos, a costa de una transferencia masiva de las rentas salariales de familias trabajadoras, cada vez más entrampadas. Era el esplendor del parasitismo. Los “hedge fundsâ€?(“sociedades de gestión de riesgoâ€?) hacÃan su agosto. Estas sociedades, con domicilio en paraÃsos fiscales y en su mayorÃa creadas por los grandes bancos, se dedicaban a comprar los préstamos hipotecarios para volverlos a vender con grandes márgenes por todo el mundo. Eran los llamados “derivados financierosâ€?. Todos querÃan participar en la fiesta. Los bancos europeos y asiáticos, directamente o por medio de sus “hedge fundsâ€?, compraban para luego volver a vender otra vez con ganancia. Las agencias de calificación (“ratingâ€?) bendecÃan las operaciones, mientras los bancos centrales y las autoridades financieras callaban complacidos. Una monumental burbuja financiera se alzaba sobre la ya enorme burbuja hipotecaria. La economÃa mundial se aguantaba sobre una montaña descomunal de capital ficticio.
Y COMO DICE EL REFRÃ?N: A TODO PUERCO LE LLEGA SU SAN MARTÃ?N
El problema vino cuando los préstamos que estaban en la base de esa enorme masa de deuda comenzaron a fallar en masa por su eslabón más débil, las hipotecas “subprimeâ€?. HacÃa meses que crecÃa la morosidad, alimentada por la subida de los tipos de interés y el descenso de los salarios reales. Ahora, dos millones de norteamericanos pobres han perdido su vivienda o están a punto de hacerlo. Las familias endeudadas comenzaron a poner a la venta unas casas que ya no podÃan pagar: se estiman en cinco millones las viviendas en esta situación. Después de 10 años de alzas continuadas, los precios de las casas comenzaron a bajar, las ventas retrocedieron y la construcción entraba en un fuerte parón. La fiesta tenÃa ya sus dÃas contados.
La primera sacudida fue en febrero cuando algunas grandes sociedades hipotecarias norteamericanas anunciaron pérdidas. En junio vino la quiebra de dos “hedge fundsâ€? multimillonarios pertenecientes al quinto banco de inversión estadounidense, el Bear Stearn. La burbuja habÃa pinchado. En agosto, finalmente, explotó.
La garantÃa de la montaña de tÃtulos hipotecarios en circulación se habÃa esfumado. Los tÃtulos se hicieroninvendibles y su valor de se desvaneció. Los “hedge fundsâ€?, incapaces de atender sus deudas, entraban en bancarrota, poniendo en gravÃsimas dificultades a los bancos, aseguradoras y fondos que financiaron sus operaciones. El problema, además, era mundial, ya que los “derivadosâ€? habÃan sido comercializados a escala internacional. Algunos bancos hipotecarios ya habÃan caÃdo en EEUU y los grandes grupos bancarios norteamericanos estaban seriamente afectados. Lo mismo sucedÃa en Europa con bancos medianos y con bancos de primera fila, como el Deutsche Bank, el Commerzbank, Barclays, el belga Fortis o la francesa BNP-Paribas. Esta última llegó a imponer el corralito en tres de sus fondos de inversión, inmovilizando los depósitos. Las pérdidas se cuentan por miles de millones de euros. Algunos bancos alemanes, como la Banca regional de Sajonia o el británico Northern Rock(éste a mediados de setiembre) han tenido que ser rescatados.
Estas pérdidas multimillonarias se extendieron a las Bolsas, que comenzaron a entrar en caÃda libre. El sistema crediticio también quedó tocado de lleno. El “mercado interbancarioâ€?, en el que los bancos se prestan entre sÃ, quedó colapsado: desconfiando mutuamente de su solvencia, los bancos dejaron de prestarse dinero entre sÃ, y si lo hacÃan, era con elevados intereses. El crédito bancario, por otro lado, quedó severamente restringido para las empresas y las familias.
LOS BANCOS CENTRALES ACUDEN AL RESCATE
Asà pues, el crash bursátil y las bancarrotas en cadena se acercaban con botas de siete leguas. El capital, los grandes estafadores, aterrorizados, llamaron al Estado en su auxilio. Ya sólo podÃan intervenir los Bancos Centrales, los “prestamistas de última instanciaâ€?. Y lo hicieron masivamente. Entre el Banco Central Europeo, la Reserva Federal americana, el Banco de Japón y otros, prestaron a los bancos en pocos dÃas más de 500.000 millones de euros, una suma que produce vértigo. Pero aún produce más vértigo que los grandes bancos privados aportaran como garantÃa de dichos préstamos los mismos tÃtulos hipotecarios podridos que ya no valÃan nada y que habÃan estado en el origen inmediato del estallido de la burbuja.
De esta manera, han conseguido, de momento, evitar elcrash. Ahora nos dicen que lo peor ya ha pasado, que la economÃa real apenas se verá afectada, que la crisis incluso será buena para sanear la economÃa y que prontovolverán los “buenos tiemposâ€?. Todas las autoridades económicas repiten la misma cantinela como un conjuro. La patronal española ha llegado a prohibir a sus asociados que hagan ninguna declaración alarmista.
Pero los conjuros no cambian los hechos. La inyección masiva de dinero sólo ha conseguido ganar tiempo. Todos los problemas que estaban en la base de la crisis subsisten.
LOS PROBLEMAS DE FONDO DE LA ECONOMIA IMPERIALISTA MUNDIAL
El actual colapso es en realidad la segunda parte de la crisis de 2000-2002, en la que reventó la burbuja de las empresas “punto.comâ€?. Entonces lograron salir del agujero y aplazar la crisis, pero sólo a costa de agrandar los problemas. Stiglitz (que fue economista jefe del Banco Mundial, asesor de Clinton y premio Nóbel en 2001) reconocÃa recientemente (http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=40807) que la rebaja de intereses funcionó “de una manera fundamentalmente distinta a como funciona normalmente la polÃtica monetaria. (…) dado que el exceso de inversión de los años noventa fue parte del problema que provocó la recesión, las tasas de interés reducidas no estimularon una gran inversión. La economÃa creció, pero principalmente debido a que las familias estadounidenses decidieron endeudarse másâ€?.
En realidad, el problema de fondo en 2000, y ahora, era justamente lo que Stiglitz llama el “exceso de inversiónâ€?, es decir una sobreabundancia tal de capital que llevaba al descenso de la tasa de ganancia capitalista por debajo de un punto que frena las inversiones y que deberÃa conducir inevitablemente a la crisis. Las crisis capitalistas, como la de 1929, por medio del hundimiento de la Bolsa, los cierres generalizados de empresas y el paro masivo, consiguen una fuerte desvalorización del capital y un potente incremento de la tasa de explotación de los trabajadores, factores ambos que permiten al capital recuperar su tasa de ganancia e iniciar un nuevo ciclo de acumulación. Sin embargo, estas crisis entrañan, por su tremendo impacto social y por su larga duración, graves riesgos para la continuidad del capitalismo. Por eso el capital trata, una y otra vez, de suavizarlas y aplazarlas.
En 2000-2002 torearon la crisis en base a un endeudamiento masivo y al recurso a un parasitismo financiero exacerbado. Pero la especulación financiera, que cebó la máquina al principio, choca con lÃmites infranqueables. El capital financiero, a diferencia del capital productivo, no crea plusvalÃa sino que parasita de ella. Por eso cada boom financiero, acompañamiento obligado del ciclo económico, inevitablemente acaba explotando. En 2000 aplazaron la crisis. Hoy, en 2007, nos encontramos de nuevo con ella, con la misma baja tasa de ganancia capitalista y con una montaña aún mayor de deuda y parasitismo.
¿ADÓNDE NOS DIRIGIMOS?
El imperialismo trata denodadamente de superar el actual momento crÃtico y estabilizar la situación, al menos unos pocos años. Todo indica que la Reserva Federal y el Gobierno norteamericano van a tratar de seguir la misma senda que en la crisis de 2000. Se anuncia que se disponen a bajar los tipos de interés y a facilitar a los bancos los préstamos que necesiten, promoviendo asà un nuevo endeudamiento global que anime otra vez la economÃa.
Pero hemos visto ya lo que dio de sà esta polÃtica en estos seis años. Y si entonces no acabó de funcionar, en las actuales circunstancias va a ser bastante más difÃcil: La “sobrecapacidadâ€? de las empresas o, lo que es lo mismo, su “falta de rentabilidadâ€?, persiste. La burbuja inmobiliaria, gracias a las ayudas oficiales, se mantiene estacionaria, como un gran nubarrón, con el riesgo permanente de tormenta. La Comisión Europea estima que “el volumen de créditos contaminados y de difÃcil recuperaciónâ€? alcanza la impresionante cifra de 1,2 billones de euros. Percances como el del banco británico Northern Rock, con miles de clientes haciendo cola para retirar los depósitos, pueden surgir en cualquier momento. Y la crisis inmobiliaria estadounidense, lejos de haber finalizado, va para largo y tiende a profundizarse, con importantes efectos en el empleo y en el consumo. No es extraño entonces que el propio Secretario del Tesoro norteamericano, Paulson, reconozca que la actual crisis puede prolongarse bastante más tiempo que las que se han sucedido en las últimas décadas.
Además, una bajada continuada de los tipos de interés norteamericanos significará una importante devaluación del dólar respecto al euro o al yen. Esto facilitará las exportaciones norteamericanas y dificultará las de Alemania y Japón a EEUU. Pero harÃa peligrar, al mismo tiempo, el papel del dólar como moneda mundial de reserva. Este especialÃsimo privilegio ha permitido al capitalismo norteamericano, durante 25 años, pagar a sus acreedores con propia moneda, esquilmar a los paÃses de la periferia endeudados en dólares y financiar su déficit comercial y su déficit público con entradas masivas del exterior. Estas entradas son actualmente de 3.000 millones de dólares diarios y proceden en buena parte de China, la mayorÃa de cuyas reservas de divisas está invertida en valores del Tesoro norteamericano (900.000 millones de dólares).
Asà pues, no se debe excluir que, en las actuales circunstancias, el capitalismo norteamericano, a pesar de sus esfuerzos, sea incapaz de evitar a corto plazo un crack financiero mundial, al que seguirÃa una profunda depresión. Pero hay también otras hipótesis intermedias: que los imperialistas demoren el crack y la crisis, pero a costa de una economÃa estancada, como ocurre en Japón desde finales de los años 80. PodrÃa suceder incluso que esta situación de estancamiento durara algún tiempo para después precipitarse en la crisis. No es posible saberlo por adelantado.
En cualquiera de los casos, hay una cosa clara: la fiesta se ha acabado. Vienen tiempos complicados y difÃciles. El capitalismo, como decÃa el viejo Marx, no tiene más medios de salir de la crisis que aumentar la explotación de la clase trabajadora y el expolio de los pueblos oprimidos del mundo. Hemos de estar bien preparados para los próximos enfrentamientos.
(*) A Luchar por el Socialismo es una publicación mensual del PRT-Izquierda Revolucionaria, sección oficial en el Estado Español de la Liga Internacional de los Trabajadores – IV Internacional (LIT-CI)
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