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Notícies :: criminalització i repressió : educació i societat : laboral |
Paremos el maltrato que sufren los menores... La represión no es la polución.
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per Jovenes anarcosindicalistas |
29 ago 2007
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Desde Jovenes anarcosindicalistas denunciamos los castigos, y la represion en los centros de menores, asi como apoyaremos las iniciativas de denuncias sobre estos sistemas represivos. |
Nuestra alternativa es libertaria y anarcosindicalista, es por ello que se debe basar en los principios de libertad, igualdad y fraternidad.
Contra toda autoridad Jovenes anarcosindicalistas.
¿QUÉ PASA EN LOS CENTROS DE LA FUNDACIÓN INTERNACIONAL O´BELÉN?
Los llamados Centros Terapéuticos de menores son centros especializados en la atención a menores de 12 a 18 años aproximadamente que presentan un trastorno de conducta. Están incluidos en la red del sistema de protección de menores de las distintas comunidades autónomas (aunque en ocasiones se interne en ellos a menores infractores). Con un régimen de internamiento semiabierto, en estos Centros un equipo multidisciplinar de profesionales de distintos ámbitos de lo social y relacionados con
la educación velan por el bienestar del menor y por su futuro, paliando sus carencias afectivas y ofreciendo un entorno estable y ajustado a las necesidades del menor con el fin de lograr la recuperación psicosocial de éste, favoreciendo su crecimiento adecuado y lograr asà su plena integración social. Hasta aquà la versión oficial, pero por desgracia esto solo es asà en los papeles.
En la práctica, la situación es muy distinta. Para empezar, muchos de los educadores e incluso de los miembros del equipo directivo no han pisado nunca la universidad, careciendo de la mÃnima formación necesaria para desarrollar la labor que se les ha encomendado. Los menores, que son internados contra su voluntad en régimen semiabierto (que nosotros preferimos llamar ‘semicerrado’), sufren un régimen netamente carcelario. La normativa interna es la misma que la de los centros de reforma, incluyendo penas de aislamiento de hasta siete dÃas, eufemÃsticamente llamadas “separación de grupoâ€?.
Sus derechos son pisoteados constantemente. Estos menores deben ganarse el derecho de asistir al instituto, “privilegio� que en cualquier momento puede ser retirado por decisión del director del Centro (por supuesto, ningún profesor ni orientador acude al Centro para impartir clases a los “no privilegiados�, que no reciben ningún tipo de formación reglada).
Tampoco existe la intimidad; la correspondencia es abierta y leÃda por el equipo educativo y cuando se estima oportuno no se le entrega al menor, y las llamadas telefónicas son supervisadas y pueden ser interrumpidas por el educador. Los permisos y las visitas, además de estar muy restringidas, pueden ser canceladas a voluntad de
dirección.
Se realizan registros con desnudo integral, generalmente como forma añadida de castigar y humillar al menor (a veces son obligados a hacer flexiones o a saltar en cuclillas mientras están desnudos, ocasionalmente en presencia de otros menores además del personal del Centro, que en ocasiones no es del mismo sexo que el menor).
El castigo fÃsico está a la orden del dÃa, por ejemplo obligando a los menores a realizar ejercicio fÃsico hasta la extenuación. Otros castigos vejatorios se esconden bajo las llamadas “medidas educativas creativasâ€?, que consisten en las ocurrencias del educador de turno (por ejemplo atar la mano de un menor a la de otro para que “aprendan a convivirâ€?). Los castigos colectivos son igualmente algo cotidiano.
Las agresiones fÃsicas también están presentes, justificadas a través de la “contención fÃsicaâ€? (obviamente, ningún médico revisa a los niños tras estos violentos episodios). La coacción, las amenazas, los gritos, los insultos y demás agresiones verbales son recursos
“educativos� utilizados diariamente.
En muchos de estos Centros se abusa constantemente de psicofármacos, especialmente tranquilizantes, siendo una medicación forzosa a la que no pueden negarse los menores. Incluso en ciertos Centros los educadores disuelven tranquilizantes en la comida, sin supervisión ni prescripción médica alguna y sin informar de ello a los menores, para que “no molesten�. La medicación psiquiátrica también se utiliza como forma de castigo o como medida de coacción.
A todo esto, hay que añadir unas deficiencias materiales muy graves, como falta de agua caliente y calefacción durante largos periodos, mobiliario insuficiente y en mal estado, malos olores constantes y falta de ventilación, una deficiente alimentación tanto en calidad como en cantidad, etc. (no olvidemos que el fin último y no declarado de las “asociaciones� que gestionan estos centros no es otro que el lucro económico).
Toda esta enfermiza situación se ve agravada ante la corta edad de algunos menores, ya que en los Centros terapéuticos se está empezando a internar incluso a niños de menos de 10 años. Los menores que terminan en este infierno proceden, en su mayorÃa, de la marginación y la exclusión social. Pero, en cualquier caso, todos presentan una historia de vida muy similar: abandono afectivo, negligencias continuas y malos tratos fÃsicos y psicológicos en el ámbito familiar. Asà pues, estos niños maltratados desde la cuna, no
reciben del sistema de protección de menores más que su institucionalización, la privación de libertad y más malos tratos.
Desgraciadamente, este tipo de Centros están proliferando cada vez más en los últimos años, siendo ya varias las supuestas ONGs que los gestionan, aunque la abanderada de este tipo de “intervención socialâ€? sigue siendo la Fundación Internacional O´Belen, con su presidente Emilio Pinto RodrÃguez a la cabeza. Algunos de sus centros son “Casa Joven Juan Carlos Iâ€? (Azuqueca de Henares), “La Jarosaâ€? (Madrid), “El Picónâ€? (Paracuellos del Jarama), “Nuestra Señora de La Pazâ€? (Cuenca), Montefiz (Ourense), El Cigarral (Toledo), Vinaroz (Castellon), Baix Binalopo (Valencia), Cango-Laroconte y Nagal (Tenerife).
¿QUÉ PRETENDEMOS?
Ante esta dramática y desconocida situación, un grupo de personas nos hemos juntado para denunciarlo. Algunos trabajamos con menores, otros somos chavales que sufrimos o hemos sufrido los centros y el resto somos gente solidaria que no quiere permitir que sigan los malos tratos. Exigimos, tanto en los Centros Terapéuticos como en los Centros de Reforma, lo siguiente:
• NO A LAS PENAS DE AISLAMIENTO. Debido a su nulo valor pedagógico y a que suponen un riesgo para la integridad fÃsica y psicológica del menor, estamos convencidos de que no es sino una forma de tortura. De hecho, las penas de aislamiento en menores de edad están tajantemente prohibidas por Naciones Unidas desde 1990.
• NO A LA MEDICACIÓN FORZOSA. Los psicofármacos utilizados están pensados para ser empleados por breves periodos de tiempo o en momentos de crisis, no de forma crónica. Están dañando el sistema nervioso de los menores y creando dependencia.
• NO M�S AGRESIONES, NI F�SICAS NI VERBALES. Los menores deben ser tratados sin violencia y desde el respeto a su persona.
• ESCOLARIZACIÓN DE TODOS LOS MENORES. La educación es un derecho básico garantizado por ley y una necesidad de cara a la integración social de los menores.
http://jovenesanarcosindicalistas.blogspot.com/ |
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Comentaris
Re: Paremos el maltrato que sufren los menores... La represión no es la solución.
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per néts del poble |
29 ago 2007
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s'ha donat una error en el titul no és "pol·lució" sinó "solució"
i aquest és el butlletí
Nietos_del_Pueblo.pdf
http://www.cgtpv.org/IMG/pdf/Nietos_del_Pueblo.pdf |
Re: Paremos el maltrato que sufren los menores... La represión no es la polución.
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per menor |
30 ago 2007
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Quien dirige y aplica ese maltrato institucional? esa tortura oficial? quien? vosotros/as, educadores sociales, asistentes sociales, psicologos, psiquiatras, etc.etc.etc. sois unos hipocritas! vivis de las miserias de los demás... y es que de algo hay que vivir no?
La cárcel, es la respuesta que el estado viene dando desde hace muchos años a los problemas sociales de niños, niñas y jóvenes. Antes los llamaban reformatorios y ahora centros educativos, pero siempre son los mismos edificios, rodeados por muros y vallas, y vigilados por guardias de seguridad con perros.
La mayorÃa de los menores encerrados provienen de familias y ambientes con falta de recursos y las cárceles, si mas no, son una forma de castigar la pobreza, ya que pobres son la mayorÃa de las personas encerradas.
Bajo la denominación de “centros educativosâ€? se camuflan verdaderas cárceles o psiquiátricos sin legitimidad cientÃfica ni jurÃdica. Las cárceles y psiquiátricos están sujetas, por lo menos en teorÃa, a un control jurÃdico y cientÃfico, asà como a un control social a través de las familias, asociaciones y ciudadanos en general (y aún asà se cometen abusos). Sin embargo, en estos centros, al estar emparados por una supuesta actividad protectora o educativa con menores, impera la clandestinidad, el secretismo y una licencia para actuar que justifica todo tipo de abusos.
El mayor abuso que se está cometiendo en esta polÃtica institucional es el de haber conseguido legitimar como método educativo lo que es un puro sistema de represión, de dominación, de sometimiento de los menores a un régimen de vida que ha unido lo paramilitar, lo carcelario y la modificación de conducta.
El modelo de convivencia (disfrazado como proyecto educativo) que impera en los centros de menores, es un modelo basado en el sometimiento a un férreo régimen disciplinario y a la represión de las conductas desviadas de este objetivo. Con ello se genera una dinámica circular donde al hipercontrol y la represión, los menores responden con nuevos y mayores sistemas violentos de defensa que a su vez justifican una respuesta de mayor violencia institucionalizada.
Al menor se le anula como persona, se le desnuda, se le cachea, se le vigila, se le espÃa, se le invade de reproches, de sentimientos de culpa... se le vacÃa, degrada y debilita para poder someterle al régimen de vida de la institución. Se le aÃsla en salas de catarsis (de 7 en 7 dÃas como marca la ley), se le ata en camillas con correas o grilletes, se le inmoviliza con palos, gases paralizantes o se le atiborra de psicofármacos... son métodos de maltrato y tortura; y por más que pretendan, nunca podrán legitimarse como procedimientos educativos.
No puede haber proyecto educativo, aunque figure por escrito, porque el patrón que marca la vida cotidiana funciona a golpe de Reglamentos de Régimen Interno (arbitrarios, abusivos, invasivos y que atentan a derechos legÃtimos), a base de gritos, reproches, amenazas y sanciones.
No puede haber ni hay educación porque no hay relaciones ni vÃnculos personales, ni afectivos; solo hay vigilantes y vigilados, cuidadores y cuidados, dominadores y dominados.
No puede brotar educación sino odio y rencor cuando un menor es drogado y aislado y amordazado con el único objetivo de someterle. |
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