|
La madre de todas las hipocresÃas
|
|
per Wilfredo Gutiérrez Correu-e: bwg2001@hotmail.com (no verificat!) |
16 des 2006
|
SÓLO FALTA QUE NOS DIGAN QUE ANTES DE INTRODUCIR LA INYECCIÓN LETAL USARON ALCOHOL Y ALGODÓN PARA LIMPIAR EL �REA DEL CUERPO DEL CONDENADO PARA EVITARLE UNA INFECCIÓN Y QUE NO SE FUERA A ENFERMAR. |
Defender la eficacia técnica de un método sobre cómo matar eficazmente a un ser humano, no sólamente es el producto de una psique enferma de nuestra “civilización moderna,â€? sino que también es algo que raya en la madre de todas las hipocresÃas.
Tengo entendido que el pasado miércoles, diciembre 13, el Estado de la Florida “ejecutó dos vecesâ€? al puertoriqueño Ã?ngel Nieves DÃaz con dosis de inyección letal. Según un reporte de AP en Univisión Online, el condenado sufrió una larga agonÃa, más de media hora para morir. ¡IncreÃble crueldad!
Pero lo más increÃble es lo que la vocera del Departamento Penitenciario, Gretel Plessinger, dijo, y es que ella “no creÃa que Nieves DÃaz hubiera sentido dolor algunoâ€? porque Nieves sufrÃa de una “afección hepática,â€? y por lo cual, fue necesario administrarle la segunda dosis.
¿Cómo sabe esta mujer que el hombre “no sintió dolorâ€?? ¿Acaso le han inyectado alguna vez a ella una inyección letal? Además, ¿Por qué le echa la culpa al “hÃgadoâ€?? ¿Será que quiere que el público piense que la dosis del quÃmico letal era como un elixir de salvación o algo asà como un “viajecitoâ€? de marihuana?
Esta gente alega que lo normal en las ejecuciones, al aplicar la inyección letal, es que “el prisionero pierde conciencia casi de inmediato...y cesa de moverse en un lapso de entre tres y cinco minutos,� y que todo el proceso “no demora más de 15 minutos.� O sea que el TIEMPO en que dura la tortura, 15 minutos, es una expresión de eficiencia en la ciencia de la muerte; y que además, no hay tortura porque si el condenado está sano “no hay dolor.� Wow!
Sólo falta que nos digan que antes de introducir la inyección letal ellos usaron alcohol y algodón para limpiar el área del cuerpo del condenado para evitarle una infección y que se fuera a enfermar. ¡Perdonadme si esto te resulta divertido! No os culpo; el cinismo de esta gente es tan egregio que todo es posible.
¿Será que quieren decirnos que, porque ya no estamos en el tiempo de la guillotina donde la cabeza del condenado salÃa saltando como pelota, la inyección letal es la última maravilla en el “arteâ€? de matar? ¿O será también que quieren decirnos que su “trabajoâ€? es profesionalmente humanitario y benevolente?
¡Por favor Señores! No traten de defender lo indefendible. Una cosa es enfrentar el hecho de que fulano mató a zutano, en esta o aquella situación, y por esta o aquella razón. Y otra muy distinta es que la SOCIEDAD o el ESTADO, frÃamente, premeditadamente, solemnemente, calculadamente, y ritualmente, mató a fulano.
La pena de muerte y sus instrumentos de muerte no son más que un fósil, un sarcófago que deberÃa de estar en los museos de antigüedades. ¿Acaso no les basta la cárcel con todas sus condiciones de humillación e inhumanidad como venganza?
--Wilfredo Gutiérrez. |
This work is in the public domain |