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Anàlisi :: xarxa i llibertat
Llaneros del copyleft, maquinistas de la moral
25 feb 2006
26/01/2006

Terminé por ir al seminario del Copyfight, por si me redimen Nacho y su troupe ilusionista. Quizá mañana lo logren, esos yuppies. Ha pasado enfrente de mí la gran vedette, incorporada a última hora, y se ha ido gritando "¡la máquina es imparable!". Poco antes otro gurú, Cervera, había dicho que el software es una cuestión moral. También la siesta. Vaguedades como puños.

Con todo, he tomado con diligente respeto algunas notas, que para eso se supone que están los seminarios, para que germinen. Aunque me haya sentido como un extraterrestre, incapaz de empatizar pese a mi buena disposición. En total había unas 40-50 personas, contando a los cuatro ponentes, entre los que figuraba una tonta del haba de buen ver y torpe verbo. Ha habido un momento gracioso cuando el conferenciante que oficiaba de maestro de ceremonias, un tal José Luis, se ha referido a la muchacha como alguien que escribe "un blog que no necesita presentación". Sin embargo, el público que "in absentia" la ha mentado varias veces lo ha hecho con expresiones tan poco halagüeñas como "la chica aquella de antes". Lo que me dice mucho de la escasa percepción de la realidad y de sus propias posibilidades que tienen estos alucinados.

El asunto del debate requiere cierta familiaridad con la problemática y la terminología. Sus líneas maestras: la propiedad intelectual y la decadencia del actual modelo de copyright, las grandes paradojas a las que conduce tras la revolución tecnológica de internet (la máquina imparable). Et alia.

Lo primero que me escama de este zafarrancho, y que debería haber hecho saltar las alarmas en todas partes, es que los supuestos revolucionarios utópicos y los liberales más acérrimos estén de acuerdo en casi cada uno de los puntos. Arrojo varias ideas al aire:

1) Cuando desde estas instancias se dice que la propiedad intelectual es libre, en realidad se la está subyugando a la propiedad material de bienes de terceros capaces de adquirirla, reproducirla e incluso manipularla sin pasar por caja. La libertad tiene aquí sólo el sentido liberal de libertad de circulación, entendida ésta como imperativo frente a la libertad de disposición. La industria de los productos de lujo (y la cultura es una de ellas, posiblemente la más lucrativa) sirve, entonces, al cometido de evitar que la propiedad se estanque en la calma chicha de ahorros y especulaciones.

2) Hasta ahora no se había ordenado nunca: ¡Compra o te expropiamos! Pero hoy ya empieza a escucharse: ¡Regala o te expropiamos!. Al mismo tiempo adquiere forma el entramado de incentivos, virtuales como la red que los parió, destinados a disimular el mandato subyacente y a hacerlo amable. Tal regalar es un malvender, un arriesgar a fondo perdido. Es la contrapartida del impulso ciego del consumidor: la producción ciega y ya sin ganancia, la producción por la producción que mantiene vivo al monstruo. La máquina imparable de Escolar.

3) Al margen de las discrepancias profundas, observo ya fisuras en la presentación misma del asunto en lo que respecta a su vertiente estratégica. Porque, si se afirma que no se está en contra del copyright, sino de su exclusividad asfixiante frente al más abierto copyleft, modalizable y de naturaleza contractual, que representaría su alternativa simultánea, ¿por qué se justifica la piratería con coartadas como el derecho a la cultura, esto es, el derecho a consumirla pero no a producirla con garantías de rentabilidad?

4) Ningún derecho es ilimitado. Luego, si incluso el copyright tiene límites temporales para no arruinar el uso social, aunque sean claramente insuficientes, ¿no debería tenerlos también el llamado derecho a la cultura, léase a su difusión gratuita y universal? Entonces me pregunto: ¿Son revocables las licencias en copyleft? Es decir, ¿puedo adquirir de nuevo los derechos a los que he renunciado? Si no lo son, el sistema no resulta menos draconiano que el copyright en la actualidad, salvando el detalle de que al otrora vilmente timado se le llama hoy alma generosa. Y si lo fueran, como no es el caso, ¿no habría que considerarlo un copyright para pobres, recomendable en el intervalo necesario para venir a mejor fortuna? ¿Qué cambia y a quién quieren engañar?

5) Contra el socialismo de mentirijillas que practican los copyleftistas anarcoides y que aplauden los liberales, objeto: Toda propiedad privada es un pequeño monopolio y es siempre, por definición, antisocial. Dado que, si sólo puedo hacer lo que los demás me dejan hacer, no se me concede un derecho, sino que se constata aquí y ahora un estado de hecho que mañana quizá cambie independientemente de lo que yo desee o acuerde. Sostener que las ideas no pueden ser propiedad privada cuando la propiedad privada en sí, su concepto, es una idea que goza de mil protecciones resulta de un cinismo aterrador. Pero yo lo he visto y lo he escuchado. Con mis ojos, con mis oídos. Esta misma tarde.

6) El conflicto, en consecuencia, es el siguiente: Crean los menos, reproducen los más. ¿Pueden éstos imponer a aquéllos su voluntad "de facto", privándoles de todo derecho o reduciéndolo a lo simbólico sólo porque están en minoría? En otras palabras: ¿Puede el derecho de reproducción sobreponerse al de creación? Y éste no es sólo la libertad de crear, ya que se incluye también la de vivir de lo creado, la de invertir un tiempo de forma seria para que determinada obra reúna características competitivas, dignas y perdurables.

7) En mi opinión, el copyleft parte de un error de base y es el protegerse de las ansias de lucro ajeno, entendido como explotación directa, y dejar desguarnecido, en cambio, el flanco de la explotación indirecta y negativa que supone el uso gratuito indefinido.

8) Se argumenta también que mientras que el copyright regulaba la escasez cuando la había, ahora, en tiempos de abundancia y vacas gordas tecnológicas, lo que quiere es, mediante restricciones artificiosas, generar las carencias necesaria para mantener los privilegios de los que viven de rentas. O sea, antes había escasez de medios para difundir las ideas y ahora no la hay, debido a que el alcance de internet es potencialmente mundial e inmediato. Pero cuidado: que las ideas puedan transmitirse con suma facilidad no significa que suceda otro tanto a la hora de generarlas. Si las ideas no fueran escasas en su génesis, si reservamos esa cualidad sólo a los bienes materiales, no convertibles en bytes, estamos privilegiando la posición en el mercado de los que detentan los recursos tangibles en detrimento de los que, en base a su competencia personal e intelectual, sólo conservan expectativas de derecho. Y todo para resguardar al consumidor, "id est", al empresario (y su férula contractual). Porque no hay uno sin el otro, Cervera dixit.

9) Estamos de acuerdo en que lo que no es tradición es plagio, pero éste no es el tema. Que lo que escribo o lo que compongo sea original o no es lo de menos. No tiene por qué serlo y es suficiente con que resulte novedoso en algún grado significativo, que aporte utilidad con respecto a lo que le precede, que le añada valor. Es creación, por cierto, lo que no es natural, lo que tiene fines humanos y una determinada plasmación en un lenguaje. Mas, insisto, no es el tema. Aquí lo que está en juego es si consideramos a la inteligencia como un capital o como un servicio. Para mí es un capital sin duda. Un capital es el conjunto de bienes en cuya naturaleza está el generar rendimientos con carácter regular para el que lo ostenta en el todo o en la parte; mientras que un servicio los genera normalmente de una sola vez al que lo presta; entiéndase: al que se deshace de él o de sus condiciones de posibilidad (tiempo, recursos, etc.). Pero nadie se deshace de su inteligencia. Ésta es, pues, por naturaleza, un capital, pero por convención del más fuerte, o sea, de aquellos en disposición de hacerlo rendible, recibe el tratamiento de servicio, cobrándose con plusvalía y manteniendo al creador en precario.

10) Hoy se ha escuchado: "La industria cultural no quiere venderte sus productos, sino alquilártelos". Respondo: la función del capital no es venderse ni alquilarse, sino rendir sin consumirse. Repárese en que cuando nos venden un producto nos están vendiendo sólo su hechura material, lo que consumimos de él, no su forma o concepción. Lo último depende de la inteligencia, que es capital. Y no puede pretenderse la plena disposición, ni tampoco la fragmentaria, sobre un capital ajeno que no nos ha sido transmitido.

11) Escuché, además: "Necesitamos filtros", filtros para cribar la sobreabundancia de información. Y luego: "Deberíamos pagar a esos filtros en lugar de perseguirlos". Pero, digo yo, ¿no son tales "filtros" los mediadores de los que se quería prescindir para hacer el producto más barato? ¡Y ahora hay que pagarles! Se entrevé la nueva burocracia, los nuevos intereses creados

12) El único progreso tolerable, bajo mi punto de vista, sería lograr el reconocimiento de la inteligencia como capital mediante su redefinición vinculante en una ley del Estado. ¿En qué casos? Cuando esa inteligencia, como creatividad, constituyera parte esencial del producto final vendido, verbigracia, en toda obra o exhibición artística.

13) Finalmente, aclarar qur no soy partidario de una aplicación extensiva del copyright. Basta con que quien usa una vez de algo de mi creación lo pague una vez, siempre que no se lucre con ello en ulteriores ocasiones. El copyright actual es abusivo porque no se pone límites y, cómo no, desemboca en un absurdo. ¡Qué digo! En dos absurdos: el copyright (este copyright) y el copyleft.

Como conclusión, quisiera comentar la frase siguiente, que se ha esgrimido como un fetiche y no es más que una perogrullada: "La cultura no existe sin espectador". Estoy de acuerdo, pero luego se añade la paparrucha: "La cultura no es unilateral", como dando a entender que el espectador también es artista en un mismo e indisoluble proceso. A esta falacia se la contesta así: Si todos somos artistas, no hay cultura, puesto que se ha convenido que para que ésta se dé se requiere un espectador. Y si todos somos espectadores, evidentemente tampoco la hay, porque no hay nada que ver. Ahora bien, si somos ambas cosas, es una obviedad postular que la cultura necesita al espectador, ya que es imposible sustraerse a él.

Copyfight, Elástico, saltimbanquis, melenudos, rojeras todos. Y yo a dos velas, pero encendidas todavía, huyendo de la toxicidad discursiva que reinaba en el ambiente. Otra broncínea máxima: "la cultura es un verbo, no un sustantivo". Cultura verbosa e insustancial, he pensado.

This work is in the public domain

Comentaris

Re: Llaneros del copyleft, maquinistas de la moral
26 feb 2006
Se nota que quien lo escribe no es autor ni jamas ha producido nada por su cuenta. Si tan en contra del copyLeft esta ¿Porque firma su artículo bajo licencia Public Domain?

Me parece que hay algo personal entre el autor del anterior texto y el colectivo http://www.elastico.net a los que proclama como gurus de la Cultura Libre ¿De que va a tratar tu próximo artículo? Te veo muy poco informado sobre el tema. Si estubieras más atento en las conferencias te enterarias de algo, en lugar de estar pendiente de si las conferenciantes estan de buen ver o no. Si quieres criticar a personas concretas hazlo. Pero no cargues contra las ideas solo por ser defendidas por quien te cae mal.

Para quien quiera leer algo un poco más interesante: Apuntes inéditos sobre copyright y copyleft. Extractos de correspondencia personal y entrevistas a Wu Ming.

<b>Los dos extremos del falso dilema</b>

Comencemos por el final: el copyleft se basa en la necesidad de conjugar dos exigencias primarias, podríamos decir dos condiciones irrenunciables para la convivencia civilizada. Si dejamos de luchar por lograr la satisfacción de estas necesidades, dejamos de anhelar un mundo mejor.

No cabe duda que la cultura y los saberes tienen que circular de la manera más libre posible y que el acceso a las ideas tiene que ser fácil e igualitario, sin discriminaciones por razones de tributo, clase, nacionalidad, etc. Las "obras del ingenio" no sólo están producidas por el ingenio, sino que a su vez tienen que producir, diseminar ideas y conceptos, abonar las mentes, dar vida a nuevos brotes del pensamiento y de la imaginación. Este es el primer punto.

El segundo es que el trabajo tiene que ser retribuido, incluyendo el trabajo del artista o del narrador. Todos tienen el derecho de poder hacer del arte y la narración su propio oficio, y tienen el derecho de obtener su sustento en un modo no perjudicial para su propia dignidad. Por supuesto, esto en el campo de las condiciones a anhelar.

Pensar en estas dos exigencias como los extremos de un dilema insoluble es una postura conservadora. "La manta es corta", dicen los defensores del copyright tal como lo hemos conocido. La libertad de copia, para ellos, sólo puede significar "piratería", "robo" o "plagio", y de la remuneración del autor, si te he visto no me acuerdo. Cuanto más circula la obra en forma gratuita, menos copias vende, más dinero pierde el autor. Viéndolo de cerca, es un silogismo extraño.

La secuencia más razonable sería: la obra circula gratis, la complacencia se transforma en boca a boca, se benefician la celebridad y la reputación del autor, y por lo tanto aumenta su espacio de maniobra dentro de la industria cultural y demás. Es un círculo virtuoso.

A un autor reconocido se lo llama más frecuentemente para presentaciones (con reembolso de gastos) y conferencias (pagas); es entrevistado por los medios (gratis, pero ayuda); le proponen dictar clases (pagas), consultas (pagas), cursos de escritura creativa (pagos); tiene la posibilidad de imponer a los editores condiciones más ventajosas. ¿Cómo es que todo esto... puede perjudicar la venta de sus libros?

Hablemos ahora del músico/compositor: la música circula, gusta, atrapa, entretiene; quien la crea o quien la ejecuta logra una "imagen pública", y si sabe aprovecharla le llaman para presentaciones varias veces y más frecuentemente (pagas), tiene la posibilidad de encontrar muchas personas y por lo tanto más comitentes, si "se hace un nombre" le proponen hacer bandas sonoras para películas (pagas), veladas como DJ (pagas), "sonorizaciones" (pagas) de eventos, fiestas, exposiciones, desfiles; hasta puede ser llamado para dirigir (pagado) un festival, una exhibición anual, cosas por el estilo; si hablamos de artistas pop, pongamos también las rentas del merchandising, como las camisetas vendidas por Internet o en los conciertos...

He aquí el "dilema" resuelto en la práctica: se respetan las demandas de los lectores (que han tenido acceso a una obra), de los autores/compositores (que han obtenido ingresos y ganancias) y de todo el aparato de la cultura (editores, promotores, instituciones, etc.).

¿Qué ha pasado? ¿Por qué el silogismo de repente se ha desmoronado ante los ejemplos? Porque tal silogismo no contempla la complejidad y la riqueza de las redes y de los intercambios, el incesante boca a boca de un medio a otro sin solución de continuidad, las posibilidades de diversificación de la oferta, el hecho que los "ingresos económicos" para el autor puede transitar diversas vías, algunas (aparentemente) tortuosas.

Es a causa de esta incapacidad de imaginar la complejidad que la industria cultural (sobre todo la discográfica) ha perdido los primeros cincuenta trenes de la innovación telemática, viviendo las nuevas oportunidades tecnológicas como amenazas y no como desafíos, reaccionando en modo desquiciado a Napster y todo lo que ha venido detrás. Ahora empiezan a moverse, van a cabalgar el tigre porque Steve Jobs ha demostrado que se puede, pero mientras tanto se han enfrentado con ejércitos de potenciales de clientes, cuya confianza ya han perdido para siempre. Anti-marketing.

¿Qué es lo último que tendría que hacer alguien que produce y vende música? Obviamente criminalizar a quien le escucha, arrastrar a los tribunales a quien la ama, etc. ¿Valía la pena? Creemos que no.

El "derecho de autor" (cuidado, a no tomarse en serio esta expresión algo engañosa) tal como lo hemos conocido ya es un freno para el mercado.

Por el contrario, el copyleft (que no es un movimiento ni una "ideología", es simplemente un término paraguas para una serie de prácticas, instancias y licencias comerciales) encarna todas las exigencias de reforma y adecuación de las leyes sobre el copyright, orientadas hacia un "desarrollo sostenible". La "piratería" es endémica, es irreprimible, es marea creciente empujada por el viento de la innovación tecnológica.

Es verdad, los magnates de la industria del entretenimiento pueden seguir aparentado que no pasa nada, como la Casa Blanca prefirió hacer de cuenta que no existía el efecto sierra, el calentamiento global y los cambios climáticos. En ambos casos, quien niega la realidad va a ser arrollado. Empecinados en no ratificar el protocolo de Kyoto, empecinados en no invertir dinero para fuentes energéticas renovables y alternativas al petróleo, empecinados en no querer resolver los problemas ambientales, tarde o temprano te pega en la nuca el huracán Katrina (y ¡esto es sólo el inicio!)

<b>Nacimiento del copyright y censura: contra el "mito de los orígenes" liberal</b>

Volvamos al ABC, poniendo uno tras otro los hechos conocidos y recapitulados en varias ocasiones. La historia del copyright comienza en el siglo XVI en Inglaterra. La difusión de la imprenta, la posibilidad de distribuir varias copias de un escrito, infunde ánimo a quienquiera tenga algo que decir, especialmente para lo político. Hay un auge de panfletos y diarios. La Corona teme la difusión de ideas subversivas y decide confiar a alguien el control de lo que se imprime.

En 1556 nace la corporación de los stationers [editores-tipógrafos-libreros], casta profesional a la cual se concede en exclusiva el "derecho de copia" [copy right], y por ello detenta el monopolio de las tecnologías de impresión. El que quiera imprimir algo tiene que pasar por su tamiz. Hasta entonces todo era distinto, todos podían hacer imprimir copias de una obra literaria o teatral, el autor no se preocupaba porque no mantenía los derechos (que no existían), lo importante era que las obras circularan y aumentaran la fama del autor, porque de ese modo captaría la atención de muchos comitentes (mecenas particulares, entes culturales de diversos tipos como teatros, etc.). A partir de ese momento, en cambio, una obra podía imprimirse solamente si obtenía el visto bueno (en la práctica, la aprobación de la censura de estado) y se anotaba en el registro oficial ―¡atención a este detalle!― a nombre de un stationer, que se convertía en el propietario de la obra en el interés del estado.

Toda la mitología "liberal" sobre el copyright como derecho natural, que nace espontáneamente gracias al crecimiento y a las dinámicas del mercado... ¡son patrañas! El origen remoto del copyright reside en la censura previa y en la necesidad de restringir el acceso a los medios de producción de la cultura (es decir: restringir la circulación de ideas).

Pasa un siglo y medio y durante este período la autoridad de la Corona sufre ataques inauditos: la rebelión escocesa de 1638, la "Grand Remonstrance" parlamentaria de 1641, el estallido de la guerra civil en el año sucesivo, la revolución de Cromwell con decapitación del rey incluida... Hacia finales de los años cincuenta del siglo XVII regresa la monarquía, pero la situación permanece inestable y finalmente el Parlamento logra imponer a la Corona una Declaración de derechos. Desde ese momento, la monarquía inglesa será una "monarquía constitucional".

Se necesita enumerar estos acontecimientos para poder entender cuanto se modifica, en ciento cincuenta años, la actitud hacia el soberano, y por lo tanto también hacia la censura previa, y por consiguiente también hacia el poder de los stationers. Respecto a estos últimos cada vez hay más intolerancia, así se decide abolir el monopolio sobre el derecho de impresión.

Los stationers iban a ser golpeados donde más duele, esto es en el bolsillo, y entonces reaccionan con rabia. Comienzan a presionar para que la inminente nueva ley reconozca los intereses legítimos y de todos modos les resulte ventajosa. He aquí el nuevo discurso: el copyright pertenece al autor; el autor, no obstante, no posee máquinas tipográficas; tales máquinas las posee el stationer; ergo: el autor de todos modos tiene que pasar a través del stationer. ¿Cómo regular este "pasaje"? Sencillamente: el autor, en su propio interés para que la obra sea impresa, cederá el copyright al stationer por un período a establecerse.

Al final de cuentas, la situación es más o menos la misma. Lo que cambia es la fuente, el presupuesto jurídico. La justificación ideológica ya no se basa en la censura, sino en las necesidades del mercado. Toda mitología derivada sobre el derecho de autor proviene de la estratagema argumental del grupo de presión de los stationers: el autor, de hecho, está obligado a ceder los derechos, pero está obligado... por su propio bien.

Las consecuencias psicológicas serán devastadoras, se llegará a una variante del "síndrome de Estocolmo" (el amor del secuestrado hacia su propio secuestrador), autores que se movilizan en defensa de un statu quo cimentado en su estar a los pies de la mesa a la espera de migajas y de una caricia en la cabeza, paf, paf... ¡guau!

La ley es el célebre "Statute of Anne" - predecesor de todas las leyes y acuerdos internacionales sobre el derecho de autor, como la convención de Berna de 1971, el Digital Millennium Copyright Act, el Decreto Urbani, etcétera - que entra en vigor en 1710. Es la primera definición legal del copyright tal como se lo concibe hasta hoy día, o mejor dicho, hasta esta mañana, porque después del mediodía alguien ha comenzado a ponerlo en duda.

Las dudas surgen porque hoy muchísimas personas pueden realizar una "copia", probablemente casi todos.

Muchos de nosotros tenemos en casa a los herederos domésticos de las tecnologías monopolizadas por los stationers. Para hacer una copia de una obra ya no se necesita pasar a través una corporación profesional. Los herederos de los stationers fueron desplazados por la revolución de microelectrónica iniciada en los años setenta, por el advenimiento de lo digital, por la "democratización" del acceso a la computación. Primero la fotocopiadora y el cassette de audio, luego el videograbadora y el sampler, después la grabadora de cd y el peer-to-peer, finalmente las memorias portátiles del tipo i-Pod... ¿Cómo es que se puede pensar que todavía sea válida la justificación ideológica del copyright, esa que dio forma al Statute of Anne?

Está claro que todo debe ser reformulado, ¡este proceso cambia el rostro, el cerebro y el corazón de toda la industria cultural! Se necesitan nuevas definiciones para los derechos de los que crean, de los que producen y de los que ponen a disposición.

Si una "obra del ingenio" puede llegar al público sin la mediación de un editor, de una discográfica, de productores televisivos o cinematográficos, son ellos quienes tienen que interrogarse sobre como seguir, los que tienen que inventarse algo, los que tienen que redefinir su propia función empresarial y su propia razón social. Intentar mantener con la amenaza de la cárcel un monopolio que ya no tiene más fundamentos significa adentrarse en un callejón sin salida, es un comportamiento de Ancien Régime, de autocracia zarista. Por suerte algunos comienzan a darse cuenta.

<b>Google Print y similares: red, gratuidad y batallas de retaguardia</b>

Google Print, Creative Commons, copyleft, etc. son proyectos y conceptos diversos, pero en realidad todos van en la misma dirección, así como van en la misma dirección bibliotecas y librerías. En las primeras se accede al libro gratuitamente, en las segundas se lo compra, pero no hay conflicto entre las dos opciones: los países donde más libros se venden son también los mismos donde más se frecuentan las bibliotecas. Es lógico: cuanto más el libro circula, más se lo lee, más beneficios hay para la industria editorial.

La palabra clave es precisamente "bibliotecas". Nos referimos a una larga tradición de gratuidad del acceso, puesta en discusión tan sólo recientemente (y la batalla todavía se está librando). Aunque se hable de bibliotecas de ladrillos o de bibliotecas de electrones, son siempre bibliotecas. Si en cambio la descarga es mediante pago, entonces se trata de librerías, más o menos como las que ya conocemos, no es difícil imaginar la modalidad de recaudación del derecho de autor, es algo bastante simple. Algo más: Seth Godin, uno de los más grandes filósofos de la mercadotecnia, dice que si un libro electrónico de pago es comprado por X cantidad de personas, el mismo libro electrónico, disponible gratuitamente, lo descargan X multiplicado por cuarenta.

Lo importante se obtiene invirtiendo el dato: de cuarenta personas que descargan un libro electrónico gratis, hay una que está dispuesta a comprarlo. El total de esos "uno de cuarenta" corresponde al "núcleo duro" de los lectores, esos que compran apenas se publica, los que inician el boca a boca. Son los conectores, los "evangelistas", los buzzers. Cada movimiento se tiene que hacer pensando en este conjunto de personas. Godin, además, hace esto: las nuevas ediciones (electrónicas y en papel) son de pago. Poco antes de una nueva publicación, pone a disposición la descarga gratuita de la precedente. Es una estrategia de lanzamiento formidable.

La descarga libre y gratuita de un texto y su "navegabilidad" al estilo Google Print tienen una finalidad común y aspiran al mismo resultado: ambas pretenden que los productos culturales estén accesibles en línea, y esto puede favorecer la venta de libros.

Los editores que se oponen a Google Print son como aquellos grandes estudios cinematográficos que, veinticinco años atrás, denunciaron a los productores de videograbadoras y videocassettes declarando que la grabación doméstica violaba el copyright. El famoso caso "Universal contra Betamax".

Universal llegó hasta la Corte Suprema y perdió... para su fortuna. En los años sucesivos, la industria cinematográfica obtuvo la mayor parte de sus ganancias no de las salas, sino gracias al home video. Ha sobrevivido a la crisis de las salas gracias al VHS y luego al DVD. Si Universal y compañía hubieran ganado, ahora estarían a dos metros bajo tierra. Pero han perdido, y por lo tanto se han salvado.

Se podría citar también la absurda batalla de las discográficas contra la introducción en el mercado de los cassettes musicales, en los años 70, preludio de la guerra sin cuartel contra la descarga, cuando (iTunes lo ha demostrado) era suficiente ofrecer a los usuarios un canal de acceso legal a este recurso.

La de los editores también es una batalla suicida contra una innovación potencialmente ventajosa. Por su bien, los editores tienen que perder. Si ganaran se darían un tremendo porrazo en sus partes bajas.
Re: Llaneros del copyleft, maquinistas de la moral
26 feb 2006
es un loco de esos fundamentalistas, miren las cosas que escribe el tal vicente:

http://groups.google.con/group/es.charla.religion/browse_thread/thread/c

"mientras que el preservativo contribuye a fijar esa promiscuidad de la que hablamos, la Iglesia consigue lo contrario, diluirla"

y a continuación dice que fomentar el uso del presetarvativo en �frica es un "genocidio".

ahora pretende dar lecciones de moral a los comunistas degenerados y ateos del copyleft.
Protagonismo de copia y pega
26 feb 2006
Vicente, ya habías iniciado ayer un hilo sobre exactamente el mismo tema en la Columna Derecha de notícias:
https://barcelona.indymedia.org/newswire/display/240039/index.php

Porqué no enriqueces el mismo hilo de comentarios, y así no esquivas lo que te dicen l*s demás?
Re: Llaneros del copyleft, maquinistas de la moral
26 feb 2006
Mirad lo que escribe el tal Vicente de Nacho Escolar:
http://diosbendigaamisenemigos.blogspot.com/2005/11/escolar-qu-nos-quier

Están picados de la leche.
Re: Llaneros del copyleft, maquinistas de la moral
27 feb 2006
Intro. "esos yuppies"
si qe son una mica pijoteres,si...

3. "Produïr cultura"!?!?!?
"PRODUIR CULTURA AMB DRET A RENDABILITAT"!!!
"Cultura rendible econòmicament"
simplement, >>I N S U L T A N T<<, fas por.

4) "¿Son revocables las licencias en copyleft?"
Aqesta pregunta és bona. Algú la pot respondre?

6)"Crean los menos, reproducen los más. ¿Pueden éstos imponer a aquéllos su voluntad "de facto", privándoles de todo derecho o reduciéndolo a lo simbólico sólo porque están en minoría? En otras palabras: ¿Puede el derecho de reproducción sobreponerse al de creación?"
No sé ben be qè vos dir. Si i no.

"obra reúna características competitivas"
Tu tiu ets un sonat perillós.

7) "En mi opinión, el copyleft parte de un error de base y es el protegerse de las ansias de lucro ajeno, entendido como explotación directa, y dejar desguarnecido, en cambio, el flanco de la explotación indirecta y negativa que supone el uso gratuito indefinido."

Això si qe fa rumiar. L'explotació indirecta, per exemple, seria... Posar música en un bar, una radio, una tele i tal?

9)"Aquí lo que está en juego es si consideramos a la inteligencia como un capital o como un servicio."
Per a mi la inteligència és el qè em diferencia d'un ossu panda. Capital? Servei? tu tiu estàs del reves. A R T. Et sona? Satisfacció personal. et sona? C O M P L I C I T A T amb qi t'aprecia. et sona? S U B S I S T È N C I A. et sona?


S U B S I S T È N C I A vs. L U C R E
aqesta és la qüestió.

Estic d'acord amb la primera línia (ja no he llegit més, al fer baixar l'scroll tanta estona i veure qe no s'acabava m'he desmoralitzat) de l'Anarkogeek aqet, en la qual t'acusa de no haver produït mai res.
No m'agrada massa el terme produir. Però estic d'acord am ell. Tu NO has creat res en ta puta vida. I si ho has fet, no ho has creat. Has produit un producte per comercialitzar-lo. Això no té cap valor emocional.

Ets un Ultra. Passo de llegir ni una sil.laba més de tu. Estàs de per tancar.


i yo!?.... de la Mêlée
Re: Llaneros del copyleft, maquinistas de la moral
27 feb 2006
Intro. "esos yuppies"
si qe son una mica pijoteres,si...

3. "Produïr cultura"!?!?!?
"PRODUIR CULTURA AMB DRET A RENDABILITAT"!!!
"Cultura rendible econòmicament"
simplement, >>I N S U L T A N T<<, fas por.

4) "¿Son revocables las licencias en copyleft?"
Aqesta pregunta és bona. Algú la pot respondre?

6)"Crean los menos, reproducen los más. ¿Pueden éstos imponer a aquéllos su voluntad "de facto", privándoles de todo derecho o reduciéndolo a lo simbólico sólo porque están en minoría? En otras palabras: ¿Puede el derecho de reproducción sobreponerse al de creación?"
No sé ben be qè vos dir. Si i no.

"obra reúna características competitivas"
Tu tiu ets un sonat perillós.

7) "En mi opinión, el copyleft parte de un error de base y es el protegerse de las ansias de lucro ajeno, entendido como explotación directa, y dejar desguarnecido, en cambio, el flanco de la explotación indirecta y negativa que supone el uso gratuito indefinido."

Això si qe fa rumiar. L'explotació indirecta, per exemple, seria... Posar música en un bar, una radio, una tele i tal?

9)"Aquí lo que está en juego es si consideramos a la inteligencia como un capital o como un servicio."
Per a mi la inteligència és el qè em diferencia d'un ossu panda. Capital? Servei? tu tiu estàs del reves. A R T. Et sona? Satisfacció personal. et sona? C O M P L I C I T A T amb qi t'aprecia. et sona? S U B S I S T È N C I A. et sona?


S U B S I S T È N C I A vs. L U C R E
aqesta és la qüestió.

Estic d'acord amb la primera línia (ja no he llegit més, al fer baixar l'scroll tanta estona i veure qe no s'acabava m'he desmoralitzat) de l'Anarkogeek aqet, en la qual t'acusa de no haver produït mai res.
No m'agrada massa el terme produir. Però estic d'acord am ell. Tu NO has creat res en ta puta vida. I si ho has fet, no ho has creat. Has produit un producte per comercialitzar-lo. Això no té cap valor emocional.

Ets un Ultra. Passo de llegir ni una sil.laba més de tu. Estàs de per tancar.


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