Ayer domingo, fuimos al Palacio de los Deportes de
Madrid para seguir compartiendo. Allà se estaba desarrollando una
exposición llamada e-life 2005 ,
promovida por el Ayuntamiento de Madrid, la cual, según su propia
publicidad, tenÃa como principal objetivo “romper la brecha digitalâ€?
que separa a los que “están� de los que “no están�.
Vimos que este evento, que era poco más
que un gran escaparate del Corte Inglés y otras casas comerciales de
cara a la campaña de Navidad, solamente informaba de los maravillosos
precios de tal o cual aparato digital, pero no decÃa una palabra sobre
una de las transformaciones más importantes que propicia la Sociedad de
la Información, la posibilidad de elevar la cultura de los ciudadanos
por medio de la mayor de sus armas, el intercambio de contenidos. Como
además tenÃa un área exclusivamente dedicada a la competición y un
cibercafe en el que la única opción era lo propietario, nos pareció una
óptima ocasión para promocionar el software libre como una alternativa
válida para romper la brecha digital y, de paso, difundir la idea de
que compartir es mucho mejor que consumir y competir.
Soplaba
un viento gélido y hasta allá llegamos cargados con nuestro “kit
Compartir es Buenoâ€?: la mÃtica pancarta, patrimonio de la campaña, una
mesita plegable, un carteluco contando lo que Ãbamos a hacer, copias de
un recopilatorio de música libre en CD y Ubuntus. También llevamos un
flyer explicativo y una pequeña encuesta que habÃamos elaborado con el
fin de que la gente se diera cuenta del engaño que es el canon y la
legalidad de la descarga de ficheros en Internet para copia privada.
Estuvimos un buen rato haciendo encuestas
y regalando Cds a la escasa gente que entraba en el evento y pasaba por
allÃ. Organizadores, guardias de seguridad del evento y hasta la
policÃa recibieron también CD’s copyleft, mientras nos señalaban que
tenÃamos que recoger nuestro pequeño puesto.
La conclusión es
que sigue mereciendo la pena salir a la calle a encontrarse con la
gente, a decirle que siguen teniendo derecho a compartir. La única pega
es que lejos de las espectativas de los convocantes, que hablaban de
entre 20 mil y 30 mil personas, no solo no se habÃa llegado a la gente
más alejada del mundo digital, si no que todos los amantes de la
electrónica seguramente prefirieron quedarse compartiendo en casa.
Además de que los precios de entrada eran de todo menos populares, nos
quedamos con la duda: ¿Quién paga por entrar a un centro comercial?
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