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Sobre Peces-Barba, padre
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per Memoria histórica |
06 des 2005
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Hoy vamos a insertar una carta que se refiere al asesinato de Vicente Espallargués Sospedro a manos de un teniente llamado Esteban Cerezo, quien casualmente (he aquí la parte más destacada de la información) obedecía a las órdenes del capitán Gregorio Peces-Barba del Brío, padre de quien fue presidente de las Cortes y actual Comisionado para las víctimas del terrorismo. |
Se sabe que Peces-Barba del BrÃo fue senador en la primera legislatura de la democracia y que hay una página del Senado donde aún se ofrece una pequeña reseña biográfica suya. En dicha reseña se afirma que “detenido en 1941, fue condenado a muerte en septiembre de ese año y en diciembre le fue conmutada la pena. Salió de la cárcel en 1945â€?. Lo que no se dice en la página del Senado es el motivo de esa condena, que a su vez consta en la “Causa Generalâ€?. Tampoco se habla de su paso fugaz por el Valle de los CaÃdos, lugar del que el propio Peces-Barbas afirma lo siguiente: “Por mi parte, tampoco puedo decir que haya estado arrancando piedras, serÃa estúpido decir eso; no hubiera sido demasiado útil arrancando piedras. Yo estuve en el trabajo de las oficinasâ€?. El comentario ha sido extraÃdo de la página www.generalisimofranco.com, una de las pocas que en Internet ofrecen testimonios de Peces-Barba del BrÃo. Y dentro de dicha página, concretamente en la que está dedicada al Valle de los CaÃdos.
Sin posicionarme sobre la veracidad o incerteza de la información recibida, que cada cual juzgue por sà mismo, veamos a continuación cuál es la historia que nos narra el Sr. Latorre. Se inserta sin modificaciones para respetar su estilo:
Rogelio Latorre Silva
Diciembre 3, 2005 09:52 PM
Me congratulo que le haya parecido interesante mi nota sobre la muerte del teniente Castillo. Si cree puede interesarle, puedo remitirle, también, información sobre la muerte de JoaquÃn de Grado, Jefe de la Radio Comunista de Cuatro Caminos, pues presencié los hechos desde el balcón de mi casa, entonces señalada con el número 3, de la calle de MarÃa de Guzmán, de Madrid. En cuanto a la presente nota, tiene por objeto ampliar la información sobre el asesinato de Don Vicente Espallargués Sospedro, que aparece en una de estas páginas, páginas que tal vez procedan de V. Puedo relatar lo siguiente: Mi tÃa, Eloisa Latorre Uribe, hermana de mi padre, era maestra nacional, con destino, el 18 de julio de 1936, en Parla, entonces pequeño pueblo de la provincia de Madrid. A la llegada de las tropas nacionales, fue obligada por los milicianos al servicio del gobierno de Madrid, a evacuar el pueblo y, tras varios meses inactiva, fue destinada a Miraflores de la Sierra, cabecera de la unidad que guarnecÃa el frente de Somosierra. Allà fue alojada en una casa, requisada a un vecino sospechoso de desafecto al regimen (RIP), en unión de diversas personas pertenecientes a las fuerzas del gobierno de Madrid. Entre ellas, un teniente, jefe de una sección que actuaba a modo de "factotum" del Estado Mayor de la unidad que guarnecÃa el frente de Somosierra. Entre las misiones de este teniente, estaba la de fusilar a los reclutas que, al incorporarse, figuraba en sus fichas facilitadas por el Ayuntamiento de origen: ".-Desafecto al régimen". A este teniente le acompañaba su mujer, y los cuatro (mis tÃas, Eloisa y su hermana Adela; el teniente y su mujer) compartÃan cocina y cuarto de estar en la casa, con lo que el roce dio lugar a cierta confraternidad entre ellos. El teniente, sobre todo su mujer, eran muy parlanchines y no se recataban de contar a mis tÃas "las hazañas del teniente", si bien lo hacÃan en tono compungido, como un penoso deber que no le quedaba otro remedio que acatar. No obstante su misión, mis tÃas me contaban que el teniente era buena persona. Malamente sabÃa leer y escribir y su escasa formación no le permitÃa discernir que lo que realmente hacÃa era asesinar, pues las vÃctimas eran muertas por la sola orden de un capitán del Ejército del Gobierno de Madrid, sin juicio, defensor y con el pretexto oficial de que habÃan sido muertos por el fuego enemigo o por los centinelas al intentar pasarse. De quien afirmaban ser malo, ¡muy malo! (yo creo era el protagonista de sus pesadillas), era de un capitán jurÃdico del Cuerpo de Ejército que guarnecÃa aquel frente y del que partÃa la orden de muertes, bajo su sola decisión. DecÃan: ".- Ése sà que es malo. GuapÃn, de unos treinta y cinco años, siempre va escoltado por dos milicianos armados con naranjeros y no vacila en dar la orden de fusilar a los que considera desafectos, orden que era cumplida sin la menor vacilación por el compañero de alojamiento de mis tÃas". Ese capitán se llamaba Gregorio Peces Barba del BrÃo (en el original “RÃoâ€?. Del teniente no supe el nombre o, al menos, no lo recuerdo. Esto, contado repetidas veces por mis tÃas al reunirnos al final de guerra y relatar cada uno sus aventuras y desventuras, quedó confirmado, años más tarde, cuando leà la Causa General. Si lo desea, puedo enviarle ampliación a esta nota y fotocopia de los documentos oficiales en que, bajo la presidencia de Gregorio Peces Barba del BrÃo, se justifica, en forma tan burda que parece una burla, (perdóneme el pareado) la muerte de Espallargués Sampedro. El teniente coalojado con mis tÃas es posible que sea el que en la nota que he leÃdo denominan Esteban Cerezo, pues, como le he dicho, nunca supe o no lo recuerdo, su nombre. Por cierto, su mujer no hacÃa más que quejarse: ".- FÃjense, mi marido, de la UGT de toda la vida, y ya ven: ¡Simple teniente!" Mis tÃas, nietas, hijas y hermanas de militar, se hacÃan cruces, a escondidas claro, comentando entre ellas: ".- ¿Pero qué pensará esta gente que es un teniente"?.
Mi saludo, Rogelio Latorre Silva.
Como lógicamente habrá supuesto, mi fuente de informaciones no es inagotable, pero alguna más puedo contarle. |
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