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como los eeuu manipulan paises
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per Bajlum |
18 nov 2005
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Confesión de un sicario económico estadounidense
Michael Sondow
Globalización.org |
John Perkins, ciudadano estadounidense, era un respetado miembro de la comunidad financiera internacional, pero en realidad se dedicaba a operaciones económicas ilÃcitas en el Tercer Mundo para el gobierno de Estados Unidos.
Acaba de publicarse en Estados Unidos la autobiografÃa (2) en la que John Perkins detalla cómo ayudó a Washington a estafar a paÃses pobres prestándoles dinero que no podrÃan devolver para después apoderarse de sus economÃas. En una reciente entrevista (3) con Amy Goodman, locutora del programa Democracy Now (La democracia ahora) del National Public Radio en Estados Unidos, Perkins confiesa lo que todos sospechan pero nadie ha querido creer. Lo que sigue fue extractado de esa extensa entrevista.
- ExplÃquenos qué quiere decir sicario económico.
- Básicamente, lo que nos enseñaron a hacer es reforzar el imperio estadounidense. Crear situaciones donde el máximo número de recursos naturales fluyan a este paÃs, a nuestras corporaciones y nuestro gobierno, y en efecto hemos tenido mucho éxito. Construimos el imperio más grande de la historia. Esto se logró durante los últimos cincuenta años, desde la Segunda Guerra Mundial, con muy poca intervención militar. Es sólo en casos como Irak donde lo militar entra como último recurso. Este imperio, a diferencia de cualquier otro de la historia, fue constituido principalmente a través de la manipulación económica, de la estafa, el fraude, la seducción de la gente por nuestra manera de vivir, y a través de operativos económicos. Estuve muy involucrado en todo eso.
- ¿Cómo llegó a eso? ¿Para quién trabajaba?
- Inicialmente fui reclutado, cuando estudiaba negocios en la universidad en los años sesenta, por la National Security Agency (Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos), la organización nacional de espionaje más grande y menos conocida, pero luego trabajé para corporaciones privadas. El primer verdadero sicario económico en los años cincuenta fue Kermit Roosevelt, nieto de Teddy, quien derrocó al gobierno de Irán, un gobierno elegido democráticamente –el gobierno de Mossadegh-, y quien fuera el “hombre del añoâ€? de la revista Time. Y tuvo enorme éxito haciendo eso sin derramar sangre, bueno, hubo algo de sangre pero ninguna intervención militar, sólo gastando millones de dólares y reemplazando a Mossadegh por el sha. Entonces nos dimos cuenta de que esta idea del sicario económico era muy buena. El problema fue que Kermit Roosevelt era agente de la CIA. Era un empleado del gobierno. Si lo hubiesen atrapado, nos habrÃamos encontrado en un lÃo. HabrÃa sido un escándalo. Entonces allà se tomó la decisión de usar organizaciones como la CIA y la NSA para reclutar potenciales sicarios económicos como yo, y después enviarnos a trabajar para empresas privadas, consultorÃas, de ingenierÃa, de construcción para que, si nos agarraban, no hubiera conexión con el gobierno.
- Bien, ahora explÃquenos el trabajo que hizo.
- La compañÃa para la cual trabajé se llamaba Charles T Main, de Boston, Massachussets. Éramos alrededor de dos mil empleados y yo era el economista principal. Terminé teniendo cincuenta personas en mi equipo. Pero mi verdadero trabajo fue el de hacer tratos, dar préstamos a otros paÃses, enormes préstamos, mucho mayores de la que ellos podrÃan devolver. Una de las condiciones de un préstamo, digamos de unos mil millones de dólares, a un paÃs como Indonesia o Ecuador, era que este paÃs tendrÃa que dar 90 por ciento del préstamo a una empresa estadounidense para construir infraestructura, una Halliburton o Bechtel. Eran grandes. Esas empresas entonces entraron y construyeron un sistema de energÃa eléctrica o puertos o autopistas, y estos proyectos básicamente servÃan sólo a algunas de las familias más ricas de esos paÃses. La gente pobre de aquellos paÃses quedaba clavada con esta asombrosa deuda que no podrÃan devolver. Un paÃs como Ecuador hoy debe destinar más del 50 por ciento de su presupuesto nacional sólo para pagar la deuda. Y no puede hacerlo. Lo tenemo con el agua al cuello. Entonces, cuando queremos más petróleo, vamos a Ecuador y le decimos: "Mire, no puede pagar sus deudas, pues entregue sus bosques amazónicos, que están llenos de petróleo, a nuestras compañÃas petroleras". Y hoy estamos entrando y destrozando la Amazonia, obligando a Ecuador a entregárnosla porque acumuló tanta deuda. Hacemos un préstamo enorme, la mayor parte del cual vuelve a Estados Unidos, el paÃs queda con la duda más los intereses, y básicamente ellos se convierten en nuestros sirvientes, nuestros esclavos. Es el imperio. No hay que equivocarse. Es un inmenso imperio, y ha sido muy exitoso.
- Usted dice que a causa de sobornos y otras razones no escribió este libro durante mucho tiempo ¿Qué quiere decir? ¿Quién lo sobornó? ¿Qué sobornos aceptó?
- Acepté un soborno de medio millón de dólares en los años noventa para no escribir el libro.
- ¿De?
- De una empresa importante de la construcción.
- ¿Cuál?
- Se llama Stoner Webster. Legalmente, no fue un soborno, fue ... me pagaron como consultor. Todo de acuerdo con la ley. Pero esencialmente no hice nada. Estaba entendido, como expliqué en “Confesiones de una sicario económicoâ€?, que cuando acepté el dinero como consultor no tendrÃa que hacer mucho trabajo, sólo no escribir este libro, que en ese momento se llamaba "La conciencia de un sicario económico".
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- En su libro usted habla de cómo ayudó a poner en práctica un plan secreto para redirigir miles de millones de petrodólares de Arabia Saudita a la economÃa de Estados Unidos, y que cimentó la Ãntima relación entre la familia Saud y sucesivos gobiernos de Estados Unidos. Explique.
- Fuimos a Arabia Saudita a principios de los años setenta. SabÃamos que Arabia Saudita era la clave para acabar con nuestra dependencia de la OPEP, o para controlar la situación. Arreglamos un trato a través del cual la familia real Saud aceptó reenviar la mayor parte de sus petrodólares a Estados Unidos e invertirlos en bonos del Tesoro. El Departamento del Tesoro usarÃa los intereses de esos bonos para pagar a empresas estadounidenses que construirÃan en Arabia Saudita -ciudades, nueva infraestructura-; cosa que hemos hecho. Y la familia Saud aceptó mantener el precio del petróleo dentro de los lÃmites aceptables para nosotros, lo que hicieron todos estos años, y nosotros prometimos mantener a la familia Saud en el poder mientras respetaran el trato, cosa que también hemos hecho, y es una de las razones por las cuales invadimos Irak. AllÃ, intentamos implantar la misma polÃtica que tuvo tanto éxito en Arabia Saudita, pero Saddam Hussein no aceptó. Cuando los sicarios económicos fracasamos en este escenario, viene la próxima etapa que es la que llamamos de los chacales. Los chacales son individuos habilitados por la CIA que entran e intentan fomentar un golpe de Estado o una revolución. Si eso no da resultado emplean asesinatos, o lo intentan. En el caso de Irak, no pudieron llegar a Saddam Hussein. Sus guardaespaldas eran demasiado buenos. Él tenÃa dobles. No pudimos llegar a él. Entonces la tercera etapa, si los sicarios económicos y los chacales fracasan, son nuestros jóvenes, que enviamos para matar y morir. Que es obviamente lo que ha pasado en Irak.
- ¿Puede explicarnos cómo murió Torrijos?
- Omar Torrijos, el presidente de Panamá. Omar Torrijos habÃa firmado el Tratado del Canal con Carter ... y usted sabe que nuestro Congreso lo ratificó por un solo voto, fue un asunto muy contencioso. Torrijos entonces se adelantó a negociar con los japoneses para construir un canal al nivel del mar. Los japoneses querÃan financiar y construir un canal al nivel del mar en Panamá. Torrijos habló con ellos de este tema, lo que molestó mucho a la empresa Bechtel, cuyo presidente era George Schutz y su consejero mayor Caspar Weinberger. Cuando echaron a Carter (y ésa es una historia interesante; ver cómo sucedió realmente), cuando perdió las elecciones y entró Reagan con Schutz como secretario de Estado -que venÃa de Bechtel- y Weinberger -que vino también de Bechtel- como secretario de Defensa, estaban muy enojados con Torrijos. Intentaron convencerlo de renegociar el Tratado del Canal y no hablar con los japoneses. Se negó rotundamente. Era un hombre de principios. TenÃa sus problemas, pero era un hombre correcto. Un hombre asombroso, Torrijos. Entonces murió en la caÃda de un avión en llamas, conectado a una grabadora con explosivos dentro, que ... yo estaba allÃ, estaba trabajando con él. SabÃa que nosotros, los sicarios económicos, habÃamos fracasado. SabÃa que los chacales se acercaban. Y acto seguido, explotó su avión con una grabadora conteniendo una bomba. No cabe duda de que fue organizado por la CIA y muchos investigadores estadounidenses llegaron a la misma conclusión. Por supuesto, nunca nos enteramos de eso en nuestro paÃs.
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- ¿Con qué proximidad trabajó usted con el Banco Mundial?
- Muy, muy de cerca. El Banco Mundial proporciona la mayor parte del dinero que financia a los sicarios económicos, él y el FMI. Pero cuando ocurrió el 11 de setiembre, tuve un cambio de sentimientos. SabÃa que tenÃa que contar esta historia porque lo que pasó el 11 de setiembre es el resultado directo de lo que están haciendo los sicarios económicos. Y la única manera en que vamos a estar seguros otra vez en este paÃs, y en que vamos a sentirnos bien de nosotros mismos, es si usamos estos sistemas que creamos para efectuar cambios positivos en el mundo. Creo sinceramente que podemos hacer eso. Creo que el Banco Mundial y otras instituciones pueden ser recreadas para cumplir su misión original, que es la reconstrucción de las partes del mundo devastadas. Ayudar, genuinamente ayudar a los pobres. Cada dÃa mueren 24 mil personas de hambre. Podemos cambiar eso.
(1) Michael Sondow es periodista y traductor.
(2) Confessions of an Economic Hitman (Confesiones de un sicario económico), San Francisco: Berrett-Koehler, 2004. TodavÃa no traducido al castellano.
(3) El derecho de reproducción de la entrevista en América Latina ha sido concedido a este periodista por el productor del programa radial. |
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