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"Hablar de un despertar anarquista no quiere decir que estemos frente a una revolución inminente de signo libertario"
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per Lector |
19 jun 2005
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Publicat a www.alasbarricadas.org Salut |
Jueves (2005-06-16 18:52:49) por Anonim@
Conversación Libertaria - Parte I
"Hablar de un despertar anarquista no quiere decir que estemos frente a una revolución inminente de signo libertario"
Lo que sigue es una conversación con Daniel Barret, anarquista de Montevideo, Uruguay.
Agência de NotÃcias Anarquistas > Como pocas personas te conocen acá en Brasil, te pido que hables un poco de tÃ, de tu trayectoria anarquista, qué estás haciendo en la actualidad...
Daniel Barret < En principio, es necesario aclarar que Daniel Barret no es más que un seudónimo de uso relativamente reciente. Con esa firma publiqué en el año 2001 un folleto sobre las movilizaciones de Génova en las que fuera asesinado Carlo Giuliani y continué usándola en trabajos sucesivos: sobre la invasión a Afganistán, el levantamiento popular en Argentina, la situación del movimiento anarquista internacional, Cuba, etc. En aquel entonces -julio del 2001- ya estaba convencido que el movimiento anarquista comenzaba a enfrentarse con un tiempo nuevo y, puesto que nosotros no acumulamos méritos para ningún curriculum, quise enfrentarme al mismo con mi propia renovación personal, de la cual el nombre no es más que su expresión simbólica; la expresión nominal y menor de ese anhelo libertario de crearnos y recrearnos permanentemente no sólo fuera sino además en contra de los espacios jerárquicamente institucionalizados. Sin embargo, lo uso solamente en los trabajos escritos y en las relaciones fuera de Uruguay que he encarado desde esa fecha en adelante.
Mientras tanto, puesto que nunca rompemos enteramente con nuestra historia ni corresponde hacerlo, cabe decir que mi alter ego es un militante algo menos joven. Me reconocà como anarquista por primera vez a los 15 años, allá por 1967, y puede decirse que, en términos generacionales, me formé en ese territorio en el que se combinaban, en forma no del todo coherente, las influencias de la eclosión juvenil de fines de los 60 y la experiencia de las guerrillas latinoamericanas con la admiración por la gesta revolucionaria del anarcosindicalismo español. Durante todo este tiempo he desarrollado actividades militantes en organizaciones sociales -estudiantiles, barriales, sindicales, etc.- y simultáneamente en distintos agrupamientos especÃficamente anarquistas; algo que serÃa largo y tedioso enumerar.
Hoy ya no puedo desarrollar, por razones obvias, actividad estudiantil; aunque la idea no me desagradarÃa en absoluto. Sà desarrollo una menguada actividad sindical en un contexto burocrático que no permite albergar demasiadas expectativas y mantengo también una presencia más entusiasta en mi lugar de vida; el más antiguo de mis amores, el Cerro, un barrio obrero montevideano de larga, fuerte y reconocida tradición libertaria. En cambio, actualmente no pertenezco plenamente a ninguno de los nucleamientos anarquistas que existen en Uruguay aunque sà participo de actividades puntuales de algunos de ellos; y, naturalmente, también de las actividades comunes y coordinadas. Esto es asà porque pienso que es de mayor provecho dedicar tiempo, energÃas y reflexiones a tender puentes entre las diferentes alternativas que a fortalecer una de ellas en particular. Admito que esto es muy discutible pero para mà se constituye como punto definitorio en las actuales circunstancias y espero poder desarrollarlo más extensamente en el transcurso de esta conversación.
ANA > Tú eres optimista con el anarquismo o los anarquismos?
Barret < Rotundamente, sÃ; aunque vale la pena aclarar que el optimismo en este caso es bastante más que un estado de ánimo. Cuando antes hablaba de un tiempo nuevo para el movimiento anarquista querÃa referirme fundamentalmente a un escenario internacional que de un tiempo a esta parte ha ensanchado las posibilidades de desarrollo de las corrientes libertarias. Los primeros años 90 del siglo pasado fueron los tiempos de una reacción galopante y la caÃda del “socialismo realmente existenteâ€? derivó en una rampante y absurda cabalgata del liberalismo; el que, en sus momentos de mayor delirio, llegó a hablar incluso del “fin de la historiaâ€?. Pero, la extensión de las polÃticas inauguradas por el tándem Thatcher-Reagan en los años 80 se enfrentó rápidamente con un fracaso tras otro: en Europa Oriental, en el sudeste asiático, en América Latina e, incluso, menos espectacularmente, en los propios paÃses centrales. En los años 60 y 70 una crisis de esa magnitud hubiera sido canalizada y capitalizada, no exclusivamente pero sà en gran medida, por las distintas corrientes marxista-leninistas. Pero a fines del siglo pasado eso ya no era posible por cuanto el colapso del “socialismo realâ€? no sólo privaba a los movimientos revolucionarios del paternalismo protector de la Unión Soviética sino también del marxismo-leninismo en tanto concepción pseudo-cientÃfica y medianamente seductora. Estas cosas delimitan dos tendencias bien marcadas y ambas confluyen finalmente -también con otras tendencias menos exuberantes, naturalmente- y dejan detrás y delante suyo un enorme vacÃo que el anarquismo se propone llenar a su modo y dentro de sus posibilidades. Esquemáticamente, puede decirse que todo ello adquiere su simbólico reconocimiento internacional en Seattle, en diciembre de 1999, y se constituye en el telón de fondo del actual despertar anarquista.
Pero esta constatación optimista impone algunas precisiones. En primer lugar, hablar de un despertar anarquista no quiere decir que estemos frente a una revolución inminente de signo libertario y ni tan siquiera frente a la rápida conversión del movimiento social en ese sentido sino apenas ante un escenario propicio al desarrollo y el despliegue de minorÃas activas capaces de extender el radio de influencia de nuestras propuestas y de nuestras prácticas. En segundo término, lo que se ha abierto es un campo de oportunidades pero éstas no se convierten en realizaciones por generación espontánea sino que las mismas esperan todavÃa por un movimiento anarquista en condiciones de asumirlas como su tarea propia. Por último, este jubiloso despertar no deberÃa empañar la percepción de nuestras debilidades y carencias sino que, al contrario, tendrÃa que estimular una adecuada visualización de las mismas y un trabajo consecuente sobre ellas. Asumir o no estas cosas colectivamente es, tal vez, la diferencia entre reforzar el optimismo o hacerlo desembocar en una nueva decepción.
ANA > Concuerdo cuando hablas de este despertar anarquista a nivel planetario, claro, sin caer en ufanidad. Y este crecimiento se puede evidenciar de formas diversas, desde el aumento a cada año de actividades anarquistas, brote de grupos en lugares sin ninguna tradición anarquista, publicaciones de libros, manifestaciones, y, curiosamente, por el aumento de presos anarquistas en el mundo. No sé con certeza, pero en los últimos 30 años nunca ha habido tantos presos anarquistas en el mundo. Pero percibo que el anarquismo podrÃa estar en una situación mucho mejor, uno si tuviera más recursos, otro, la calidad de la gente que se asuma anarquista, otro el grado de compromiso, entrega... Un ejemplo que cito siempre es el de los punks. Existen por millares, en todos los lugares, pero efectivamente, por falta de contenido, no tienen ningún peso en la sociedad, son "sólo números". Esta nota no se refiere a todos los punks, pero sà al grueso de ellos. En el grado del compromiso, hablo de la gente que se dicen anarquistas, pero no se atreven a luchar en su cotidiano, en ningún aspecto de la vida, solamente "entre cuatro paredes". Es increÃble mientras que pueden existir anarquistas que ven un problema "debajo de su nariz", pero no mueven un dedo para intentar transformar este problema, moverse, por el contrario, algunos van a escribir tesis, artÃculos o libros en lo referente a todo esto. (risa) ¿Qué piensas sobre esto?
Barret < Dividamos los comentarios en dos partes. En principio, parece que no hay demasiada discusión en cuanto al despertar anarquista y a que éste puede constatarse en al menos seis planos diferentes: las presencias en las grandes concentraciones del movimiento internacional “anti-globalizadorâ€? o “alter-mundialistaâ€?; la proliferación de grupos de composición básicamente juvenil; la relativa recuperación de influencias en espacios más o menos “tradicionalesâ€? de actuación social; la multiplicación de actividades editoriales clásicas y en formato web; la floración de encuentros de discusión e intercambio de todo tipo; y, por supuesto, la renovada preocupación de los organismos represivos que ya no ven en el movimiento anarquista a una vertiente pintoresca y poco preocupante sino a un factor real de “perturbaciónâ€?. Nada de esto ocurrÃa a esta escala y a nivel mundial hace 10, 15 o 20 años atrás y es por eso que podemos hablar de un despertar libertario y entender el mismo como un fenómeno históricamente reciente.
Ahora bien; creo que la manera más adecuada y menos traumática de procesar lo que tú acertadamente señalas es del siguiente modo. Siendo el despertar anarquista un fenómeno reciente, el movimiento que lo encarna no puede menos que ser básicamente juvenil, carente todavÃa de experiencia histórica prolongada y de la templanza o el fogueo que se derivan de la misma. En circunstancias de ese tipo, el movimiento resultante no puede menos que ser aluvional y variado, donde se combinan los compromisos más profundos con las meras concesiones a la moda. Aceptándolo de ese modo -aun a regañadientes y sin aplaudirlo o auspiciarlo-, los anarquistas que lo son solamente dentro de las cuatro paredes de su casa resultan preferibles a los enemigos declarados.
Estoy de acuerdo contigo en que allà hay un problema que deberÃamos atender pero debemos hacerlo adoptando una perspectiva histórica. Un movimiento anarquista aguerrido y capaz de hacer resonar su voz en todas las ocasiones que lo requieran no surge de un dÃa para el otro ni de un año para el siguiente. Observemos las experiencias disponibles en nuestra propia historia. La respuesta que dio el anarcosindicalismo español en julio de 1936 no comenzó a gestarse ni en junio ni en mayo del mismo año sino en 1868, cuando la formación del primer núcleo internacionalista. Entre una fecha y la otra hubo insurrecciones, cárceles, muertes, sufrimientos, decisiones insobornables y una interminable sucesión de heroicidades. La historia nunca se repite textualmente pero igual podemos sentir y decir que estamos en un nuevo y parecido comienzo y que el movimiento que hoy tenemos frente a nuestros ojos también tiene que pagar el precio correspondiente. Sea como sea, yo creo y espero que habrá de ser asÃ.
ANA > Siguiendo el razonamiento de la pregunta pasada, tú concuerdas con la idea de que algunos "anarquistas" son más peligrosos que nuestros adversarios, el sistema en general, puesto que para ellos es mejor destruir a un anarquista que al enemigo? Hablo esto en lo referente a las luchas intestinas que suceden en el universo anarquista, que, deseemos o no, es factor también de no ser muy efectivos en el conjunto de la sociedad.
Barret < No, no pienso que algunos anarquistas sean más peligrosos que nuestros adversarios pero tampoco subestimo la incidencia de los problemas internos. Esos problemas son muchas veces lamentables pero también deben ser ubicados en la perspectiva histórica de que hablábamos recién. Uno de los rasgos más notorios del actual despertar anarquista es que el movimiento no cuenta con un paradigma de organización y acción ampliamente extendido y aceptado como los que hubiera un par de veces en nuestra historia. Es un momento de búsquedas y de confusión que ha dado lugar también a algunos hallazgos y a algunos re-descubrimientos. Entonces, toda vez que quienes han realizado estos hallazgos y estos re-descubrimientos se afirman en los mismos como si se tratara de la solución definitiva a nuestras carencias, desarrollan un discurso sectario y una práctica del mismo tono respecto a otros nucleamientos anarquistas, lo cual no hace más que reforzar un clima general internamente turbulento; aunque no en todos los paÃses se manifiesta con la misma intensidad.
Creo que estas cosas se plantean de este modo como contrapartida libertaria de la propia fragmentación de la sociedad y también porque nos encontramos en un momento especialmente fermental. También pienso que algunas de las diferencias internas al movimiento anarquista están artificialmente amplificadas y no sobrevivirán al actual momento histórico. La lÃnea de fuga de esta conflictiva pienso que reside en el trabajo de renovación teórico-ideológica y polÃtico-práctica que reubique al movimiento anarquista no en un tiempo y en unas sociedades que ya no existen y que no volverán sino aquà y ahora. Pero, claro, una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo; y hacerlo ya no depende de una o varias mentes inspiradas sino de un movimiento que forme parte de las luchas que distinguen esta época en la que nos ha tocado vivir.
ANA > Otro termómetro que podemos destacar en este "despertar anarquista" es el de las citas en los grandes periódicos de las palabras "anarquÃa", "anarquista", "anarquismo", "libertario". Claro, muchas veces son comentarios peyorativos, pero otros no, al contrario, son hasta hermosos. En los últimos años he acompañado diariamente el periódico más grande de Brasil, "A Folha de Sâo Paulo", y he percibido que és muy común citar la palabra, "anarquista", "libertario"... principalmente en cuadernos de cultura. Tú percibes esto en otros lugares, en Uruguay, Argentina...
Barret < SÃ, sin duda. Hagamos nuestra una frase de Oscar Wilde: “Es malo que hablen mal de mà pero es mucho peor que no digan nadaâ€?. Por lo tanto, celebremos las campañas en nuestra contra que puedan desatarse desde los grandes medios de comunicación. No importa que generalmente exageren y se nos atribuya una influencia que todavÃa no tenemos y tampoco interesa demasiado que muchas de las afirmaciones allà contenidas no revelen más que una extraordinaria ignorancia. Lo cierto es que ha comenzado a hablarse con mayor frecuencia y mayor energÃa del anarquismo y del movimiento que lo encarna. Eso es sintomático y nos ubica en el interior de polémicas de las que hasta hace pocos años estábamos excluÃdos. Y lo mismo ocurre ya no con los grandes medios sino también con las publicaciones de la izquierda marxista. Ya ha comenzado a hablarse en esos ámbitos de una corriente libertaria latinoamericana como alternativa “extraviadaâ€? de los movimientos sociales que se niega a adoptar la “ciencia del proletariadoâ€? o a construir el “partido de vanguardiaâ€?. ¡Qué hablen! Es mucho mejor eso que lo que ocurrÃa hasta hace unos años en que simplemente se nos veÃa como flores exóticas o como piezas de museo.
Si no resulta demasiado largo o demasiado aburrido, voy a darte un indicador más. Cuando las universidades latinoamericanas estaban hegemonizadas en ciencias sociales por el pensamiento marxista, el anarquismo era un tema que sólo se aceptaba en los cursos de historia o de literatura; como si los anarquistas no pudiéramos dedicarnos a otra cosa que a las mitografÃas. Hoy eso está cambiando lentamente y ya es posible encontrar experiencias como las del Núcleo de Sociabilidad Libertaria en la PUC de San Pablo o el curso de “Introducción al Pensamiento Anarquista Contemporáneoâ€? que ha empezado a dictarse este año en la carrera de sociologÃa de la Universidad Mayor de San Simón en Cochabamba o la receptividad que se ha encontrado en la UCV de Caracas. Creo que ése es también un signo de los nuevos tiempos y una parte más de nuestro campo de oportunidades.
ANA > Quizás, el Brasil es el paÃs latino americano que tiene el mayor número de profesores y profesoras anarquistas, tanto en universidades como en escuelas secundarias. Hay también centenares de estudiantes universitarios anarquistas. Pero como la contradicción hace parte de la vida, y del anarquismo, no tenemos ninguna organización o red de profesores anarquistas, ni de estudiantes universitarios al nivel nacional.
Barret < No deberÃas apenarte demasiado por eso, Moésio, y sà cargarte de paciencia. El movimiento anarquista atraviesa un momento inaugural y augural que todavÃa no ha resuelto algunas cuestiones que, en otras circunstancias, no habrÃan requerido más de dos minutos de dedicación. Por otra parte, Brasil es un paÃs que tiene dimensiones continentales y no puede resultar sencillo que coordinen inmediatamente personas que viven a miles de kilómetros de distancia entre sÃ. Creo que en paÃses como Brasil -y lo mismo vale para Argentina y para México, por lo menos- habrÃa que partir de agrupaciones locales que tarde o temprano se encontrarán; siempre y cuando tengan motivos y necesidades para hacerlo. De momento, es bueno saber que hoy hay centenares de militantes anarquistas en esos medios puesto que hace algunos años ni siquiera los habÃa. Que esos militantes converjan es parte de nuestros deseos y, sobre todo, parte de un trabajo todavÃa por hacer.
ANA > Otro impacto positivo para el anarquismo fue el brote de nuevos medios electrónicos, como la Internet. En mi opinión, aunque con algunas reservas, los anarquistas se han apropiado muy bien de este medio, en varios aspectos. Por otra parte, a cada año es cada vez mayor el número de dossiers de fondo anarquista, o anti-autoritario lanzados en el mundo. ¿Concuerdas conmigo?
Barret < SÃ, naturalmente. Voy a contarte una anécdota que a mà hoy me provoca risa. Hace unos años -no demasiados, puesto que me incorporé tardÃamente al uso de las herramientas informáticas-, la primerÃsima vez que usé un motor de búsqueda, coloqué con ansiedad y cierto temor la palabra “anarquismoâ€? y me topé con que habÃa un par de cientos de referencias a las cuales recurrir. ¡Estuve dos noches sin dormir de la emoción! Hace un par de dÃas hice lo mismo por curiosidad y ahora el resultado es de 186.000 referencias mientras que, para establecer una comparación razonable, el término “leninismoâ€? arroja tan sólo 67.200. ¡Y eso ya no me provoca conmoción alguna! O sea que el cambio ha sido prodigioso y la “invasiónâ€? anarquista en Internet ha tenido logros impresionantes. Aunque, por cierto, pienso que hay por lo menos dos cosas que atender a ese nivel: en primer lugar, densificar conceptual y prácticamente nuestras comunicaciones, que en ocasiones corren el riesgo de trivializarse; y, en segundo término, no confundir nuestra presencia en la realidad virtual con nuestra presencia en el mundo de las relaciones “materialesâ€?, que son las que deben seguir importando por sobre todas las cosas.
Pero hay alrededor de esto un asunto de mayor trascendencia todavÃa. Internet pone a nuestro alcance el modelo de organización más adecuado a nuestra época: el modelo de las redes. Teóricamente, las redes pueden instalarse en diferentes regÃmenes comunicacionales -pueden funcionar con señales de humo y con el tam-tam de los tambores, por poner dos ejemplos- pero ninguno permite alcanzar estos niveles de rapidez, volumen y alcance unido a la perdurabilidad de la escritura misma. Esto, y sólo a modo de ilustración, lleva a su mÃnima expresión dos problemas clásicos de las organizaciones anarquistas: el de quienes habrán de encargarse de las relaciones y el de quienes tendrán bajo su responsabilidad las tareas de “prensa y propagandaâ€?. ¿Qué sentido tiene discutir tales cosas en un régimen comunicacional abierto y multidimensional en el que tiempo y espacio se dilatan y se contraen según la ocasión? La linealidad secuencial y la territorialidad son parte de la lógica de funcionamiento del poder y romper con ellas es hoy inmediatamente posible; al menos, en un sentido limitado.
ANA > ¿186 mil? Si ponemos la palabra "anarquismo" en otros idiomas, entonces vamos más lejos. (risas) Sigo este "caminar" anarquista en el mundo cibernético, y noto que en el principio la gran mayorÃa de las cosas anarquistas encontradas en este medio eran desperdicios, un horror, hoy cambió totalmente. ¡Hoy nosotros hasta podemos oÃr la gran Radio Libertaire francesa! (risas)
Barret < SÃ, por supuesto, habrÃa que agregarle las referencias en inglés, en francés, en italiano, etc. y tendrÃamos entonces muchÃsimas más. Pero la calidad debe importarnos más que la cantidad y estoy de acuerdo contigo en que también hay una superación en ese sentido; la que corre paralela a algunos elementos de orden técnico, como la posibilidad de utilizar servidores de mayor capacidad, pero sobre todo depende del enriquecimiento de la discusión y la elaboración del movimiento en los últimos años. Sea como sea, hoy contamos con algunas páginas emblemáticas desde el punto de vista de la circulación de informaciones como A-Infos (www.ainfos.ca) en Canadá o de foros de discusión como A las barricadas (www.alasbarricadas.org) de España. Algunas otras páginas están cumpliendo un interesante papel de promoción organizativa e interconexión en regiones donde el movimiento es todavÃa incipiente en términos históricos como Alternative Network for Eastern Europe (http://www.alter.most.org.pl/fa/) y Gaizao - Radical Voice of East Asia (http://gaizao.org/anarchist.php). Y también en América Latina hay una elevación del nivel, con experiencias promisorias -hasta donde llegan mis conocimientos- en México, en Brasil, en Venezuela y en Chile. De todos modos, antes que en el regodeo satisfecho, pienso que lo importante es soñar con lo mucho que todavÃa nos queda por hacer; en este terreno como en tantos otros.
ANA > ¿Cómo __evalúas algunos textos escritos por los marxistas, o ex-marxistas como Manuel Castells, Michael Albert, un mexicano que ahora no recuerdo el nombre, destacando el anarquismo actual, su validez? Lo curioso es que algunos de éstos gravitan, frecuentan el F$M (Fórum $ocial Mundial). O como tú dices ¿nuestras filas son abiertas y desmilitarizadas? (risas)
Barret < Cornelius Castoriadis sostenÃa muchos años atrás que, habiéndose formado en las filas del marxismo revolucionario, en cierto momento tuvo que plantearse el abandono del marxismo para seguir concibiéndose como revolucionario. Hoy, buena parte de la intelectualidad marxista -tanto en Europa como en América Latina- ha marchado con armas y bagajes hacia las filas de la socialdemocracia cuando no hacia las propias tiendas del neoliberalismo. Algunos otros persisten en la celebración ritual del dogma como si nada hubiera ocurrido y continúan observando el mundo desde la cubierta del acorazado Potemkin. Pero los más lúcidos y autocrÃticos no tienen muchas más alternativas -si pretenden seguir siendo revolucionarios- que transitar un camino parecido al que anticipara Castoriadis y por lo menos aproximarse a posiciones libertarias. Esto es coherente con todo lo que hemos venido conversando y forma parte de este nuevo despertar anarquista.
Pero, igualmente, las condiciones del trabajo intelectual “puroâ€? conllevan casi siempre un buen caudal de contradicciones con el modus operandi anarquista. El intelectual reconocido como tal es generalmente un profesor universitario o un escritor “exitosoâ€? o un artista y está acostumbrado a moverse en espacios que garantizan su centralidad incluso arquitectónicamente; donde todas las miradas y todas las audiciones convergen en su figura. Piensa, por ejemplo, en un anfiteatro según el clásico modelo semicircular griego y también en un auditorio o una sala de teatro. Entonces, el Foro Social Mundial es una tentación demasiado fuerte para ese tipo de personas: ¡es Eva ofreciéndole nuevamente a Adán la manzana del árbol del saber! En fin: creo que es un problema, efectivamente, pero no de los más importantes. PermÃteme, sin embargo, que mencione y recuerde aquà a un intelectual de primera fila que supo romper con esas “malas costumbresâ€? y que era capaz de desplazarse cientos y miles de kilómetros simplemente para beber vino con sus amigos y aprender las cosas más importantes de la gente más sencilla: René Lourau.
ANA > René Lourau?
Barret < René Lourau fue un sociólogo francés, profesor en la Universidad de ParÃs, muerto prematuramente en el año 2000. Tengo entendido que, en mayo de 1968, René era el joven ayudante de cátedra de Henri Lefebre y que, rápidamente, desarrolló una producción intelectual propia, siendo uno de los pilares del análisis institucional; una corriente que cuenta con exponentes en Brasil asà como también en Argentina y Uruguay. René, por supuesto, visitó estos paÃses y cultivó en ellos muchas amistades. Pero su ejemplo me vino inmediatamente a la memoria porque recordé la ocasión en que René dio una conferencia en un local de la CNT española un cuarto de siglo atrás e invitó a los presentes a cuestionarse si la propia disposición de la sala no era también, inconcientemente, una concepción del saber que implicaba una distribución asimétrica de la capacidad de hablar y de ser escuchado. Pero, afortunadamente, tenemos a nuestra disposición muchos más ejemplos de ese tipo. Piensa, por poner otro caso, en el George Brassens que cantaba estas estrofas: Je vivais a l’écart de la place publique, serein, contemplatif, ténebreux, bucolique; un Brassens que experimentó los halagos del éxito artÃstico convencional sin dejar de ser un militante de la secretarÃa cultural de la Federación Anarquista Francesa.
ANA > En el 36, en España, habÃa un anarquista, que no recuerdo el nombre, que dijo que los anarquistas eran numéricamente muy pocos, entonces cada anarquista tendrÃa que multiplicarse, valer por dos, tres... (risas) ¿Qué piensas?
Barret < Bueno, no tengo presente la cita y prefiero aprovechar la pregunta para especular mÃnimamente sobre el carácter de la militancia libertaria. Malatesta decÃa que no ponÃa su condición humana al servicio de la anarquÃa sino que era anarquista porque ello estaba al servicio de su condición humana. Pienso, entonces, que un militante anarquista no tiene por qué multiplicarse sino ser él mismo todas las horas del dÃa. Ese desafÃo es enorme sin necesidad de agregado alguno: intentar ser coherentes en nuestro trabajo, en nuestro estudio, en nuestro barrio; con nuestros vecinos, nuestros hijos, nuestros amores. Sabiendo además que en cualquier actividad especÃfica que emprendamos tendremos que ser enteramente responsables de ella, sin aceptar “especializacionesâ€? esterilizantes y mucho menos escisiones entre “cuadrosâ€? que deciden y “cuadrosâ€? que simplemente ejecutan. En fin: yo no hablarÃa de multiplicación, entonces, sino de la permanente e interminable construcción ética de nosotros mismos; lo que de por sà ya es bastante.
ANA > Recordé, quién dijo esto fue Federica Montseny. El razonamiento de ella es que éramos pocos en lo referente a nuestro adversarios, entonces tendrÃamos que hacer el trabajo de dos anarquistas, multiplicarse, duplicarse... En el fondo creo que tenÃa razón, y esto se podrÃa aplicar a los dÃas actuales. En fin...
Barret < SÃ, creo que en el fondo, en el plano sentimental, estamos diciendo lo mismo. Tal vez la única discrepancia sea que prefiero -hasta por razones estéticas- ser yo mismo, único e indivisible, antes que multiplicarme por dos, por tres o por cuatro. Quizás sea mejor decirlo con una alegorÃa. Euclides definÃa la recta como una sucesión de infinitos puntos en una misma dirección mientras que Heráclito -Grecia tenÃa ya anticipadamente sus geometrÃas alternativas- lo hacÃa diciendo que la recta no era otra cosa que la estela dejada por un punto en su recorrido. Concibamos que cada uno de nosotros es ese punto heracliteano, transformemos ahora las rectas en curvas, segmentos de curvas, semi-curvas o curvas punteadas y veremos que ésa es una forma más de practicar aquello que antiguamente se llamaba “propaganda por los hechosâ€?; algo que, bien mirado, no da malos resultados y nos permite avanzar en el camino de la auto-construcción ética.
agência de notÃcias anarquistas-ana
"Agua de pozo:
el niño baja el balde,
sube una estrella."
MarÃa Santamaria
"El anarquismo también es enigma, sorpresa, azar, pasión, misterio, alzamiento y poesÃa" ::
Domingo (2005-06-19 11:39:07) por Anonim@
Conversación Libertaria - Parte II
Continuación de la entrevista con el anarquista de Uruguay Daniel Barret.
ANA > Este despertar del anarquismo en América Latina, ¿tú crees también que comenzó con "Seattle", u otros factores, como el "cacerolazo" en la Argentina también tienen cierto peso?
Daniel Barret < Referirse a las movilizaciones de Seattle o al levantamiento argentino de diciembre de 2001 es referirse a acontecimientos claves y emblemáticos; los que, por añadidura, son fácilmente ubicables para casi cualquier observador. Sin embargo, esos momentos no lo son todo sino que hay que interpretarlos como condensaciones formidables de tendencias que operan en el subsuelo de la polÃtica; tendencias que necesitan ser rastreadas y descifradas con anterioridad a los acontecimientos mismos. La caÃda del Muro de BerlÃn no produjo la debacle del “socialismo realâ€? ni las movilizaciones de Seattle son la explicación última del fracaso del Consenso de Washington pero ambas resultan ser las rúbricas inmejorables de tales cosas y, en el último caso, también el momento de presentación “oficialâ€? en sociedad de un movimiento de proporciones planetarias; un movimiento que, insisto en ello, habrÃa tenido caracterÃsticas distintas 20 años antes, cuando una densa trama de organizaciones internacionales hegemonizadas por los Partidos Comunistas pro-soviéticos lo hubiera canalizado de un modo bien diferente. El levantamiento argentino, mientras tanto, es también una rúbrica -insustituÃble en su fuerza y en su capacidad de irradiación, por supuesto- de tendencias que desembocaron en él y que están muy lejos de haber desaparecido o haber sido resueltas.
Del mismo modo, yo no creo que el despertar anarquista latinoamericano se explique exclusivamente por los sucesos de Seattle o luego por los de Argentina, sino que el mismo responde, en última instancia, a navegaciones submarinas y de menor visibilidad. Pero no hay duda que ambos acontecimientos fueron susceptibles de una lectura libertaria y, de esa manera, reforzaron extraordinariamente las tendencias subyacentes.
Yo no hice un relevamiento minucioso en tal sentido y no puedo ser exacto en el dato, pero parece evidente que una buena parte de los grupos anarquistas latinoamericanos de nuestros dÃas se formaron luego de las movilizaciones de Seattle. Y en Argentina, donde la influencia anarquista directa fue muy escasa en diciembre de 2001, se han formado grupos en Bariloche, en Paraná, en Mendoza, en Neuquén, etc.; lugares donde no habÃa actividad libertaria organizada. ¿Por qué ha sido asÃ? Porque el discurso y la práctica de impronta anarquista ofrecen explicaciones y respuestas a cosas tales como la crisis de la representación polÃtico-partidaria, las experiencias autogestionarias, las asambleas populares, etc. Y lo mismo ocurrió en Bolivia luego de octubre de 2003 hasta el punto de que la publicación alternativa de mayor difusión en la levantisca ciudad de El Alto fue por momentos un modesto periódico anarquista. Ése es el campo de oportunidades de que hablaba y de nosotros depende nada menos que saber aprovecharlo o no.
ANA > ¿Qué corriente del anarquismo tú consideras hoy cargada de sentido? Veo particularmente un campo enorme para que el "anarquismo verde" crezca, como viene creciendo. (risas)
Barret < Naturalmente que la incorporación de consideraciones ecológicas al núcleo del pensamiento libertario es hoy un imperativo insoslayable. Sin embargo, creo que esto deberÃa ser teóricamente acotado. Para mà el ecologismo radical es la ecologÃa social de Murray Bookchin o de Takis Fotopoulos o de Joan MartÃnez Alier, por ejemplo, pero no la deep ecology que se cultiva en los paÃses anglosajones y que nos introduce en un farragoso e incontrolable terreno de imprecisiones teórico-ideológicas. Según la primera vertiente adquirimos, entre otras cosas, la posibilidad intelectual de ejercer una crÃtica a fondo del productivismo a ciegas mientras que la segunda nos conduce, dicho también a modo de ilustración, a un fraternal encuentro con la ultra-derechista Brigitte Bardot y al supuesto profundamente erróneo de que las ballenas azules son tan importantes como el Movimiento de los Sin Tierra. Hechas estas precisiones, te dirÃa que prefiero definir el tema desde un ángulo distinto.
Si desplegamos frente nuestro el mapa del actual movimiento anarquista, podremos apreciar que los grupos organizados en torno a una temática particular -medio ambiente, género, contra-cultura, anti-militarismo, cárceles, etc.- tienen un peso y una gravitación mucho mayores que en otros perÃodos. A su vez, esos grupos son recÃprocamente independientes y ya no resultan ser, como en épocas pasadas, “comisiones de trabajoâ€? de organizaciones anarcosindicalistas o federaciones especÃficas sino que se pretenden “completosâ€? en sà mismos.
Ahora bien, observada la situación desde el punto de vista de esa necesaria renovación de que hablaba cabe concluir que los efectos son ambiguos: por un lado, esos grupos son vehÃculos reales de renovación y actualización pero también le ponen un lÃmite a sus alcances. La renovación teórico-ideológica y polÃtico-práctica que yo entiendo como imprescindible debe realizarse en un mayor nivel de abstracción y ser capaz de abarcar cualquier particularismo sin dejarse colonizar por ninguno. Esa renovación tiene que ser un discurso-práctica apoyado en dos contenidos que en sà mismos no tienen nada de novedoso: la recreación de una crÃtica del poder y la recreación de una ética de la libertad capaces de subvertir realmente el entramado social del que forman parte. Los particularismos, mientras tanto, pueden y deben ser nutrientes imprescindibles de la renovación pero ninguno cuenta -ni el anarquismo “verdeâ€? ni ningún otro- con la virtualidad de resolverla por entero.
ANA > ¿Brigitte Bardot? ¡No! (risas) Lo que sucede es que el "anarquismo verde" es un poco difuso, en él que tú vas a encontrar corrientes primitivistas, anti-civilización, indÃgena, vegana, hasta la ecologÃa social. Sinceramente desconozco alguna corriente de eso que cité de fondo anarquista que tenga cierta relación con Brigitte Bardot o la extrema-derecha, u ONGs; muy por el contrario. En la verdad, la gran mayorÃa de estas corrientes tiene influencias de la práctica y del pensamiento salvaje, de los pueblos originarios. Pero concuerdo cuando hablas de los particularismos, realmente no existen las luchas parcelares, porque las luchas se completan y extienden, algunas más otras menos, ¿no?
Barret < SÃ, estamos de acuerdo: yo tampoco conozco anarquistas que hayan coordinado nada con Brigitte Bardot; pero, precisamente, sus anti-cuerpos ideológicos residen en el anarquismo y no en la deep ecology. Simplemente quise referirme a una cierta lógica de razonamiento y tal vez sea bueno que aclare los términos. Pienso que debe distinguirse una conceptualización centrada en las relaciones con la naturaleza y que acaba, por fuerza, adoptando inflexiones libertarias de otra en la cual una redefinición de las relaciones con la naturaleza se plantea como consecuencia de una crÃtica radical del poder en sociedad. Esas diferencias de construcción ideológica dan lugar, no siempre pero sà en algunos casos, a órdenes diferentes de prioridad. Y pueden dar lugar también a prácticas diferentes. Es por eso que creo que la formulación ideológica debe plantearse en el nivel de abstracción propio a las relaciones de poder en sociedad, entre personas. Pero, de todos modos, ésta es una cuestión teórica altamente compleja que seguramente no estamos en condiciones de resolver aquà y ahora.
Por su parte, me gustarÃa hacer una precisión adicional en torno al tema del particularismo en su relación con la renovación teórico-ideológica y polÃtico-práctica. Como se deduce de la propia formulación, esta renovación tiene dos dimensiones que deben caminar juntas pero que también deben ser diferenciadas a efectos analÃticos. En ese sentido, cabe decir que hay un “momentoâ€? teórico cuyo nivel de abstracción no puede ser cubierto por ningún particularismo; pero también hay un “momentoâ€? práctico que sólo puede echar raÃces en lo local, en lo vivencial, en lo inmediato, en la concreta experiencia de lucha de cada colectivo libertario. De lo contrario, caerÃamos en ese absurdo tan frecuente en filas trotskistas por el cual cada uno de sus militantes cree formar parte del Partido Mundial de la Revolución pero nadie conoce al tal Partido en lugar particular alguno. Por tanto, uno de los trabajos de creación que tenemos por delante es el de fusionar correctamente ambos niveles.
ANA > ¿Y la corriente que está “caducando" con la velocidad del tiempo?
Barret < Hasta ahora no hay nada que demuestre que alguna de las muchas corrientes libertarias caduque completamente. Observemos el mapa de este despertar anarquista en el mundo y en América Latina y veremos que incluso las corrientes más tradicionales -anarcosindicalismo y “plataformismoâ€?- han crecido en los últimos tiempos. Veámoslo según la siguiente imagen: la extensión de los servicios y de los “cÃrculos de calidadâ€? no acabó con las fábricas ni la revolución industrial hizo desaparecer por entero en su momento el trabajo rural sino que todo ello es resignificado históricamente en el correr del tiempo. Lo mismo ocurre con las corrientes anarquistas tradicionales: son reubicadas en un contexto diferente a aquel para el que fueron pensadas originalmente, pierden una parte importante de su pertinencia, carecen de la mÃstica exclusivista que alguna vez pretendieron tener, etc.; pero no desaparecen ni tienen por qué hacerlo, al menos por el momento. En cambio, sà pierden su condición de paradigma libertario excluyente: es decir, ya no pueden concebirse a sà mismas como modelos seguros y eficaces o como el desideratum ideológico indiscutible sino que están forzadas a aceptar un contexto que las desborda holgadamente.
Pero esto se constituye, además, en una de las claves de la renovación: su clave organizativa. Una vez más habrá que recurrir a la perspectiva histórica para evaluarlo.
Tanto el anarcosindicalismo como las federaciones especÃficas -sean de raÃz malatestiana o plataformista- son el resultado de sus respectivas experiencias históricas y no modelos a priori que fuera posible encontrar en el principio de los tiempos. Sin embargo, acabaron transformándose en modelos de organización y acción que ofrecieron, cada uno en su propia circunstancia de tiempo y de lugar, un cierto marco de certezas. El problema es que ya no pueden cumplir el mismo papel, precisamente porque nuestra circunstancia histórica es distinta. Nuestro pasado debe ser incorporado como lección y no como tradición inviolable y por eso más nos vale deformar que repetir. Entonces, yo creo que uno de los desafÃos de la renovación consiste en producir -no en una sala de lectura sino en el seno de las luchas sociales de nuestro tiempo- el modelo de organización y acción más adecuado a nuestras propias circunstancias. El anarcosindicalismo clásico y el plataformismo ya no pueden aspirar a ser el modelo mismo pero todavÃa tienen cosas importantes para decir en este trabajoso proceso de construcción.
ANA > Es gracioso, muchos dicen que el anarco-sindicalismo está sobrepasado, pero si tomamos la CNT española, la USI italiana, evidenciamos que vienen creciendo en los últimos tiempos. Cada vez más se implican en conflictos sociales, laborales... Y lo queramos o no, las organizaciones anarquistas más grandes son anarco-sindicalistas.
Barret < SÃ, de eso no hay duda; seguramente la mayor organización de matriz o de intención libertaria en la actualidad sea la CGT española, con alrededor de 100.000 afiliados. Pero es precisamente allà donde deben analizarse las limitaciones del paradigma clásico y las razones por las cuales ya no puede aspirar a ser un modelo excluyente de organización y acción. Esto ya lo visualizó claramente un grupo de la propia CGT y fue asà que dieron lugar a la Red Libertaria Apoyo Mutuo, a efectos de disponer de un espacio de elaboración y nucleamiento que se mantuviera relativamente inmune a los condicionamientos en que opera el sindicalismo actual y, supongo, siendo concientes que esos mismos condicionamientos ponÃan en tela de juicio algunas de las tradiciones más arraigadas; como, por ejemplo, la no concurrencia a elecciones en los comités de empresa bajo la supervisión estatal y la no aceptación de funcionarios rentados. Pero, a su vez, tales cosas son parte de una trama más compleja en la que también intervienen las formas de contratación propias de los Estados benefactores, las décadas de sindicalismo mediatizado y negociador, los cambios en la composición y en el perfil de la clase trabajadora o, quizás más fuertemente, la alta desocupación estructural generada por los cambios tecnológicos. Y, a nuestros efectos, lo que también interesa destacar sobremanera es la propia pérdida de centralidad cultural del trabajo.
Ahora bien, insisto en que esto no lleva a la desaparición del anarcosindicalismo y los hechos están a la vista. Pero insisto también en que éste ya no puede considerarse como el modelo a seguir en cualquier lugar y en cualquier circunstancia concebible. En todo caso, la situación nos invita a analizar caso por caso: habrá circunstancias y lugares en los que el anarcosindicalismo continúa siendo una práctica oportuna y encuentra condiciones favorables a su desarrollo y habrá otras circunstancias y otros lugares donde lo más recomendable será buscar cursos de acción distintos. Creo que, en este terreno, lo importante es no ceñirnos a una regla fija e inmutable y sà ensayar las formas de organización y acción más ajustadas a cada situación. Y pienso que precisamente eso es lo que han estado haciendo estos últimos años los diferentes movimientos anarquistas “nacionales� a lo largo y a lo ancho del planeta.
ANA > Sobre CGT existen controversias, pero vamos a dejar esta controversia para otros. (risas) Hoy, ¿qué experiencia en el universo anarquista, o libertario, destacarÃas? ¿La Federación Municipal de Base, en Spezzano Albanese, en Italia, es un buen ejemplo de ideas y prácticas? ¿DestacarÃas alguna cosa en América latina?
Barret < SÃ, estoy de acuerdo contigo; la mención a la CGT sólo quiso ejemplificar los condicionamientos sociales e históricos del anarcosindicalismo pero pasando por el costado de la polémica misma; una polémica que -asà lo espero- deberÃa ser trascendida por el curso de los acontecimientos y por las próximas experiencias de lucha. Con el mismo ánimo te dirÃa que prefiero no destacar ninguna experiencia en particular en América Latina. Es seguro que las experiencias particulares son un aporte y que algunas habrán de serlo más que otras, pero estoy convencido que lo realmente importante es el desarrollo del movimiento en su conjunto. A veces tenemos la tendencia a sobredimensionar la importancia de las experiencias que se desarrollan con cierto suceso pero la historia toda nos está diciendo que las mismas son pasajeras o estarán mediatizadas si no se incorporan a una corriente más vasta que las exprese en un plano más inclusivo. Nuestros mayores logros constructivos siguen siendo la Majnovchina y las colectividades libertarias en Cataluña y Aragón; y no debemos olvidarnos que a una le faltó Rusia y a las otras les faltó España. Siempre será preferible, sin embargo, que haya parcelas de libertad a que no las haya; pero más preferible todavÃa es un “mundoâ€? de libertad.
ANA > Noam Chomsky es tenido como uno de los principales intelectuales del mundo, y hace 13 años atrás cuando le preguntaron "cuál era la responsabilidad de los intelectuales", contestó: "decir la verdad y exhibir mentiras". En 2004, por primera vez, fue para Cuba, para dar una conferencia, y en la ocasión encontró al dictador Fidel Castro. En este perÃodo algunas decenas de cubanos disidentes habÃan sido encarcelados, otros fueron sumariamente asesinados. De acuerdo con historias de la gran prensa su conferencia solamente ha dado vueltas alrededor de crÃticas y de ataques a los Estados Unidos, y ninguna palabra sobre el régimen dictatorial cubano. Por otra parte, es común encontrar declaraciones de Chomsky elogiando al PT (Partido de los Trabajadores, hoy en el poder) brasileño, entre otras ideas que tiene, en mi opinión equivocadas. Una vez hablé con un anarquista de EUA, y me dijo que Chomsky era muy contradictorio, que estaba solamente en los medias haciendo declaraciones sobre politica americana, internacional... y que nunca habÃa visto a este señor en una asamblea anarquista, o en el calor de una manifestación. En fin, será que es este perfil del intelectual que el anarquismo necesita?
Barret < A Chomsky le comprenden “las generales de la leyâ€? de lo que ya sostuviéramos sobre los intelectuales; pero, en su caso, tal vez valga la pena realizar algunas especificaciones. Comencemos contextualizando su labor intelectual. Chomsky es un lingüista de vastÃsima reputación y también ha realizado una extraordinaria y documentadÃsima sucesión de denuncias sobre las polÃticas gubernamentales de los Estados Unidos; todo lo cual es sumamente valioso. Pero -más allá de su concepción de que el lenguaje es una práctica social de libertad; algo que lamentablemente no desarrolló- Chomsky no ha sido un pensador libertario original; y, hasta donde yo sé, tampoco parece mantener nexos estables con el movimiento anarquista norteamericano. Pienso que la base de su actuación es la convicción de que en el mundo hay un solo, único y excluyente monstruo: las agencias gubernamentales de los Estados Unidos; las que, por cierto, son realmente monstruosas. Ése es su espacio de coherencia y, siendo asÃ, sus intervenciones polÃticas están normalmente reguladas por ese principio tÃpicamente leninista de la acumulación de fuerzas frente al enemigo principal; algo parecido a lo que en algún momento se llamó en filas libertarias “doctrina del mal menorâ€?. Por eso, las posiciones de Chomsky descuidadamente simpáticas hacia los movimientos nacionalistas en América Latina, Africa y Asia son bastante desafortunadas si se las piensa desde el punto de vista de las polÃticas que puedan estar desarrollando los núcleos libertarios en cada uno de esos lugares; algo que a Chomsky parece no interesarle demasiado o le interesa menos que vincularse a cualquier cosa que aparezca como vagamente anti-imperialista. Por otra parte, yo descartarÃa la ingenuidad como hipótesis y es harto probable que el Chomsky más anarquista se sepa utilizado -por el gobierno cubano o el Foro Social Mundial, por ejemplo-, lo acepte como parte de un intercambio de servicios y haya resuelto convivir con un cierto margen de ambigüedad o de imprecisión.
De cualquier manera, para responder a tu pregunta concreta, yo te dirÃa que no es ése el perfil de intelectuales que necesita nuestro movimiento. Para decirlo en términos parecidos a los ya usados cuando vimos el tema de las relaciones entre anarquismo y ecologÃa, yo creo que son preferibles los anarquistas intelectuales a los intelectuales anarquistas porque las actitudes se definen realmente a partir de cómo se concibe y desde dónde se construye cada uno. Pero esto no es más que un juego de palabras porque en realidad tampoco habrÃa que hablar de anarquistas intelectuales y tampoco habrÃa que fomentar la centralidad en forma de espectáculo de compañeros cuyo exclusivo papel consista en pontificar desde los muchos púlpitos del saber. Esto no implica promover el anti-intelectualismo -algo que a mà me parece peligroso- sino jerarquizar, antes que a los intelectuales de “profesiónâ€?, el trabajo de reflexión y elaboración a fondo desde dentro de los movimientos y de sus luchas; que no otra cosa fue el recorrido del mismÃsimo Bakunin. Los intelectuales de “profesiónâ€?, mientras tanto, seguirán existiendo y lo mejor será poder disponer crÃticamente de su información sistematizada, de sus métodos y de sus herramientas y que el movimiento sepa servirse de los mismos según sus propios objetivos y sus propios fines.
ANA > GustarÃa que tú hablase del siguiente pensamiento de un indio Yaqui: “Un hombre de conocimiento vive actuando y no pensando como deve actuar, y, todavÃa, menos pensando en lo que pensará una vez la acción haya sido terminada. Un hombre de conocimiento elige un camino que tiene corazón y lo sigueâ€?.
Barret < (Silencio sepulcral y risas) Eres “cruelâ€? conmigo, Moésio, pero igual intentaré una respuesta. Lo primero que se me ocurre es que la frase sólo puede ser cabalmente entendida dentro del universo cultural respectivo y yo sólo estoy en condiciones de traducirla a mis propios códigos; lo cual de por sà es ya una deformación de su sentido original profundo. Hay un dicho italiano que lo expresa magnÃficamente bien: “Traduttore, tradittoreâ€?. Inmediatamente, te diré que me sorprende un poco la lógica binaria que allà se maneja y la escisión tajante entre el pensar y el actuar; la que, curiosamente, es propia de la racionalidad que se nos ha hecho adoptar a nosotros. Con estas salvedades, pienso que puedo darte dos respuestas divergentes.
Por un lado, en una lÃnea de continuidad con la lógica que he seguido en esta entrevista, te dirÃa que no es posible actuar sin habernos representado mentalmente, asà sea en forma imperfecta y aproximada, la acción y los objetivos hacia los cuales se orienta. Incluso, aunque la acción adopte la forma de un “reflejoâ€?, ese “reflejoâ€? fue pensado y establecido como respuesta en un pasado impreciso; de modo que el pensamiento propiamente dicho parezca limitado a establecer súbitamente una relación de identidad con situaciones similares ya vividas. Además, cuanto más compleja es la situación y mayor la experiencia acumulada, tanto mayor y más compleja será la carga de pensamiento involucrada en cada nuevo diagrama de acción. Pero, en definitiva, es muy difÃcil establecer una rotunda lÃnea divisoria y el hecho de que nos planteemos el asunto en estos términos responde a esa lógica binaria de que te hablaba. Tal vez nuestro propio y acotado discurso se extienda algún dÃa y podamos decir que estamos “pensactuandoâ€? o “actupensandoâ€?; algo que hoy desborda las condiciones de posibilidad dentro de las cuales nos movemos. Mientras tanto, conformémonos con saber que el sólo hecho de imaginar una sociedad contra el poder es la cima conocida de nuestras capacidades de destrucción y creación.
Pero también es posible articular una respuesta diferente, más acorde con nuestra sensibilidad espontánea. Piensa, por ejemplo, en la siguiente frase de Rafael Barrett, una de mis fuentes más duraderas de inspiración ética: “Estamos en camino; no sabemos adónde, pero no podemos detenernosâ€?. Y, es realmente asÃ. Existen esas bases del pensar según las cuales establecemos un cuadro de relaciones entre medios y fines como racionalización de la práctica; pero también hay algo más. Los anarquistas sabemos aproximadamente qué queremos y, tentativamente, cuáles son los caminos que nos conducirÃan en esa dirección. Sin embargo, no tenemos ninguna certeza respecto a un hipotético “triunfo finalâ€?; si es que hay un final. ¿Y eso nos paraliza? ¡Evidentemente, no! ¿Por qué? Porque la propia práctica libertaria es un objetivo en sà mismo y el sólo hecho de transitar un camino propio constituye una meta y una victoria. O sea: pienso que el anarquismo y sus prácticas responden a su propia lógica y a su propia racionalidad pero el fundamento libertario nuclear no es más que una intuición y un deseo, un axioma y un punto de partida. Dicho de otro modo: el anarquismo también es enigma, sorpresa, azar, pasión, misterio, alzamiento y poesÃa. Y tal vez, en un mundo regido por el cálculo contable como el padre putativo de todos los saberes, sea ésa la explicación última de por qué seguimos siendo anarquistas y estamos cada vez menos sólos.
ANA > ¿Cómo la gente interesada puede hacer para recibir tus folletos? ¿Cuáles son los tÃtulos que tú ya lanzaste hasta ahora?
Barret < Me pones en un apuro, Moésio, porque estoy “obligadoâ€? a ser coherente con lo que acabo de decir. (Risas) Yo no creo tener una obra en el sentido convencional del término y solamente guardo la costumbre de ordenar por escrito mis ideas; ideas que nunca consideré acabadas ni dignas de una consideración especial. Por supuesto que me importan en tanto ideas y prefiero que sean tenidas en cuenta antes que ignoradas. Pero mi mayor aspiración es que esas ideas se incorporen al movimiento mismo y sean sobre todo momentos de una reflexión colectiva. Además, creo no haber abordado todavÃa los problemas de mayor hondura teórica, lo cual ciertamente me preocupa y lo considero como una deuda con mis compañeros y conmigo mismo; una deuda que, dicho a modo de disculpa, no es sólo mÃa sino del movimiento en su conjunto. Mientras tanto, en todos estos años sólo creo haber desarrollado una escritura de ocasión que no sobrevive mucho más allá de las circunstancias que la vieron nacer. Aceptando esas caracterÃsticas, te imaginarás que nunca llevé un registro de mis trabajos; quizás algo más de un centenar de artÃculos publicados en diferentes lugares, con distintos nombres y adoptando muchas veces una firma colectiva. Tal vez la mayor parte de esas cosas no tenga demasiada utilidad al dÃa de la fecha y yo mismo no sabrÃa cómo hacer para reunirme con sus expresiones tangibles. En todo caso, y para no parecer demasiado antipático contigo, puedo decirte que algunos de los artÃculos más recientes pueden encontrarse todavÃa en la página web de El Libertario de Venezuela.
Sin embargo, estos “descuidosâ€? de mi parte no deberÃan ser tomados como modelo sino todo lo contrario. Creo que debemos jerarquizar la elaboración teórica y dedicarnos realmente a producir ideas nuevas en ese terreno. Personalmente lo tengo definido como necesidad, pero hasta ahora sigo siendo un activista -algo maltrecho y sin la agilidad de otros tiempos- y no he sabido proporcionarle una dedicación real. Y esa carencia puede volverse dramática en América Latina donde creo que sobran los dedos de una mano para contar los trabajos originales que apuntan en esa dirección; como, por ejemplo, la SociologÃa de la dominación de Alfredo Errandonea o la Bitácora de la utopÃa de Nelson Méndez y Alfredo Vallota. Pienso que tenemos que elaborar pensamiento especÃfico sobre la región en que actuamos, pienso que la renovación teórico-ideológica es una urgencia y pienso también que este momento de auge no puede durar indefinidamente y que quizás no tengamos mucho más tiempo para perder.
ANA > ¿Y qué problemas teóricos son éstos? ¿Muchos desafÃos teóricos se presentan para el anarquismo?
Barret < En principio, creo que es bueno comenzar matizando y no realizar un ejercicio de estéril masoquismo. Por un lado, y aun pese a una sensación genérica de carencia, el movimiento anarquista ha avanzado en su renovación teórica y podrÃan citarse algunos ejemplos en los que ahora no es posible abundar; y, por el otro, también cabe recordar que la teorÃa en abstracto no lo es todo y que muchos de nuestros problemas están siendo abordados y respondidos en la práctica misma. Pero siguen quedando algunos vacÃos, los esfuerzos de renovación se mantienen generalmente aislados en su esfera intelectual sin articularse orgánicamente y con las zonas de mayor temperatura antagonista y quizás pueda resultar interesante definirnos un “programaâ€? de trabajo en tal sentido.
Intentemos revivir, por ejemplo, la atmósfera intelectual en la que cobra cuerpo el movimiento anarquista original. Allà encontraremos la influencia -directa o indirecta, conciente o inconciente, en proporciones variables según los casos- del kantismo, del positivismo comtiano, del evolucionismo y de la dialéctica hegeliana: una influencia que se ejerce tanto sobre las formas de producir pensamiento teórico como sobre las propias representaciones de la sociedad y del cambio social. Ése es el sustrato desde el cual pensaron Proudhon, Bakunin y Kropotkin por cuanto ahà residÃan las epistemes propias de su época y allà quedaban delimitados los confines y las posibilidades mismas del pensar. En forma muy gruesa y aproximativa puede decirse que se trata de un pensamiento “centralistaâ€?, arborescente, jerárquico, binario, etc. mientras que algunas tendencias de nuestro tiempo apuntan, por el contrario, a la adopción de una alternativa “localistaâ€?, rizomática, caótica, compleja, etc. En fin; no creo que sea posible profundizar estas cosas en una entrevista y, a modo de justificación personal, te diré que una buena selección de textos sobre el tema está contenida en Il pensiero eccentrico, realizada en Italia, en 1992,por el grupo editor de Volontá.
Ahora bien, las formas de pensar condicionan fuertemente a los objetos del pensamiento. Tomemos un ejemplo privilegiado y preguntémonos si hoy nos resultarÃa satisfactorio contar con una teorÃa del Estado completa y autosuficiente. La respuesta que yo me doy es negativa y que hoy deberÃamos disponer, en lugar de lo anterior, de una teorÃa del poder que lo concibiera como un no-lugar y como algo que no se agota en posiciones institucionalizadas de dominación o en ciertos sÃmbolos claves. Los parisinos derribaron la columna Vendôme en 1871 y 130 años después los porteños quemaron sillones del Congreso, pero nada de eso produce una alteración real sobre las formas de circulación del poder en sociedad. La revolución ya no puede ser entendida como la toma del Palacio de Invierno, en su versión leninista, pero tampoco como su destrucción y ni tan siquiera como su mÃtica sustitución por un “poder popularâ€?.
Estos problemas son de la mayor importancia pero distan de ser los únicos. Carecemos también de una visión más o menos acabada del proceso de “globalización�, de una actualización razonable de la vieja lucha de clases, de una conceptualización en profundidad de los nuevos movimientos sociales, de un modelo de organización y acción adecuado a nuestra época y ampliamente aceptado y asà hasta el infinito.
Pero, te repito, no quiero ofrecer una imagen pesimista: pienso que los problemas teóricos son reales y serÃa preferible tenerlos mÃnimamente resueltos o que el movimiento como tal adoptara un “programaâ€? de trabajo en tal sentido. Aun asÃ, entiendo que la práctica misma procesa sus propios avances, explora y encuentra caminos inéditos. Nos movemos según una lógica de experimentación y de ensayo capaz de producir y ofrecer sus propios resultados. Eso tal vez sea suficiente en el actual momento de ebullición por el que pasamos y, en lo personal, me conformo con no conformarme y esperar todavÃa algo más.
ANA > Para descontraer, si tú fueses un cientÃfico, ¿que "Frankenstein anarquista" crearÃas? ¿Cuáles serÃan tus personajes anarquistas en esta mezcla?
Barret < La pregunta me toma por sorpresa y nunca me habÃa formulado las cosas en esos términos pero igual acepto el desafÃo. Imaginemos, entonces, que es posible combinar a Bakunin, a Malatesta y a Buenaventura Durruti. Nuestro Frankenstein anarquista tendrÃa, por lo tanto, aquella intuición intransigente y salvaje de la libertad, aquella desmesura destructivo-creadora, aquella capacidad para romper todos los esquemas institucionales preconcebidos y, simultáneamente, inventar mundos nuevos detrás de una barricada que nos legara Bakunin. Malatesta, mientras tanto, le agregarÃa a nuestro Frankenstein una sistematización “realistaâ€? y su insobornable perseverancia para entablar diálogos libertarios con las gentes más humildes. Y a Durruti le corresponderÃa dotarlo de ese activismo nómade que siempre guardó la entrañable particularidad de pensarse no como una empresa de aislado heroÃsmo ni como un empujón de élite sino en tanto parte de un multitudinario movimiento organizado que siempre estuvo en el origen de sus decisiones.
Pero, además, el Frankenstein de nuestro tiempo es un hermafrodita al alcance de la tecnologÃa disponible y deberÃamos colocarle unas necesarias dosis femeninas en las personas de Louise Michel y de Luce Fabbri. Louise colaborarÃa con su capacidad para proyectar su talante subversivo más allá de las barreras culturales, de modo que si a Frankenstein le tocara como a ella la prisión-exilio de Nueva Caledonia también podrÃa organizar nuevamente una revuelta de los indios canacas. Y Luce se encargarÃa de darle a Frankenstein el ingrediente de su serenidad, de su apertura mental, de su tolerancia y de su vocación por tender respetuosos puentes entre los libertarios de todos los colores.
Y, ya que estamos dejando volar libremente nuestra imaginación, ¿por qué no permitir que Frankenstein recorra las profundidades filosóficas que recorrieron Michel Foucault y Gilles Deleuze, aunque éstos no hayan sido propiamente anarquistas? ¿por qué no dotarlo de la impronta andariega de LÃber Forti y de VÃctor GarcÃa? ¿por qué no dejar que se permita incurrir en el absurdo y en el humor vitriólico de Antonin Artaud, de Luis Buñuel y de George Brassens? ¿por qué no pensar que Frankenstein jamás envejecerÃa y siempre tendrÃa la edad a la que fue asesinado Salvador Puig Antich? ¿y por qué no tantas cosas más de las que ahora me olvido? En definitiva, Moésio, tal vez Frankenstein no sea más que el movimiento que tú y yo integramos; con todas sus riquezas, su diversidad, sus contradicciones y sus incertidumbres sin resolver.
ANA > Estamos acabando esta conversación, y con certeza han faltado algunas preguntas, pero ¿qué pregunta no hice que tú quisieras haber contestado? (risas) Gracias por todo, la paciencia, generosidad...
Barret < Sea lo que sea que haya faltado, Moésio, puedo asegurarte que en esta conversación he podido explayarme a gusto y sobre una gran variedad de temas. Además, serÃa poco elegante de mi parte reprocharte la ausencia de una pregunta. De cualquier manera, me gustarÃa cerrar ampliando una idea que no fundamenté debidamente y que, casualmente, utilicé en mi primera respuesta y en la última: “tender puentesâ€?.
Hemos visto, incluso en detalles, que el movimiento anarquista está atravesando un nuevo perÃodo de despertar y en el mismo hemos localizado algunas de sus fortalezas y debilidades. Entre éstas últimas pienso que habrÃa que destacar una que me parece esencial y es que el movimiento estarÃa resignándose a vivir en un estado de irremediable centrifugación. Carecemos, como se ha dicho, de un modelo común de organización y acción y eso ha dado lugar a una fuerte dispersión cuando no a rencillas inexplicables y fratricidas. Creo que esto obedece a la superposición de corrientes y concepciones que no siempre reconocen la pertinencia de las demás y en ocasiones trasladan las diferencias teórico-ideológicas y polÃtico-prácticas, equivocadamente, al terreno de los cuestionamientos éticos. Es esta situación la que no deberÃa prolongarse un minuto más y ser sustituÃda por un clima de respeto, de reconocimiento y de discusión real de las alternativas existentes.
El momento es fermental pero también conlleva una buena carga de confusión. TodavÃa son muchos los cambios que debemos procesar y no parece inmediatamente posible que haya entendimientos que den lugar a federaciones totalmente incluyentes de alcance nacional. Pero sà es inmediatamente posible la aceptación recÃproca de unos y de otros y la admisión de que el actual diagrama del movimiento es de por sà el el anuncio de algo nuevo. Los anarquistas no podemos ser rehenes de nuestro pasado porque nuestra orientación básica no puede sino dirigirse hacia el futuro. Y tender puentes hacia el futuro exige que tendamos puentes entre nosotros y que desarrollemos nuestra conciencia y nuestra vocación movimientista, aquà y ahora, recuperando en el contexto y en la práctica de las redes el imprescindible ejercicio de la solidaridad.
En fin, Moésio, te estoy infinitamente agradecido por esta conversación y a través tuyo le envÃo un fraternal y enome abrazo libertario a todos los compañeros de Brasil.
Daniel Barret: agencakrat ARROBA hotmail.com
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Comentaris
A que esperamos?
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per kram |
19 jun 2005
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"Hablar de un despertar anarquista no quiere decir que estemos frente a una revolución inminente de signo libertario"
Y yo digo: Entre otras razones porque hablar no garantiza nunca que te escuchen.
Y añado: si te escuchan no es garantia nunca de que se pongan a trabajar para la revolución
..Y si se ponen a trabajar para la revolucion no es garantia nunca de que el resto del mundo se una a la causa
...Y si el resto del mundo se uniera a la causa no seria tampoco garantia de que la revolucion libertaria funcionase bien
...Pero -me vuelvo a preguntar-...Y si funcionase bien?
Acaso hay razones para sentirse vencido sin haberlo intentando?
En muchos corazones llamea la llama del deseo de la libertad.
Solo hace falta inteligencia, comprensión, colaboración.. (con respeto hacia los demás) y sobretodo ...mucha Valentia.
A que esperamos? |
Re: "Hablar de un despertar anarquista no quiere decir que estemos frente a una revolución inminente de signo libertario"
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per x |
21 jun 2005
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ya hay que ser pallaso y aburrirse para llenar tantas lineas con lo mismo |
Re: "Hablar de un despertar anarquista no quiere decir que estemos frente a una revolución inminente de signo libertario"
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per abueloporreta |
30 jun 2005
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ufff, si antes de revolucionarme inminentemente de forma libertaria tengo que leerme todo esto, creo, creo que se me bajará el subidón insurrecto |
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