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Notícies :: corrupció i poder : amèrica llatina
Un grupo paramilitar de asesinos
12 abr 2005
Incluso de haber sido Leonard Peltier y el Movimiento Indio Americano (AIM) culpables lo habrían sido en defensa propia y en defensa no solo de su pueblo, sino del derecho de todas las personas y pueblos de ser libres de la dominación y la explotación.
¿Por qué es importante la libertad
de Leonard Peltier?
Ramsey Clark EE.UU. Abogado de Leonard Peltier y ex fiscal general de los Estados Unidos
Prefacio al libro Escritos desde la cárcel,
publicado por Editorial de Ciencias Sociales,Ciudad Autonoma de Buenos Aires,Argentina, 2004

Incluso de haber sido Leonard Peltier y el Movimiento Indio Americano (AIM) culpables lo habrían sido en defensa propia y en defensa no solo de su pueblo, sino del derecho de todas las personas y pueblos de ser libres de la dominación y la explotación.

Entre las muchas, muchas cosas que se ocultaron en este juicio alarmantemente injusto -un juicio que deshonró, y continúa deshonrando, el sistema judicial estadounidense- está la desconcertante violencia que se produjo en la Reserva de Pine Ridge y que condujo directamente a los sucesos de aquel día. Esa violencia, dirigida contra el pueblo tradicional de la reserva, había provocado antes la tragedia conexa y mejor conocida que giró en torno a la ocupación y cerco, en 1973, de la cercana Wounded Knee. Y esa violencia aumentó enormemente en los dos años comprendidos entre 1973 y 1975.

En el momento que se produjeron los sucesos de Wounded Knee en 1973, había pocos agentes del FBI en todo el estado de Dakota del Sur, y muchas veces solo uno. Pero en 1975, había sesenta y se les desplegó en forma aplastante contra una pequeña población india. Durante aquellos dos años, más de sesenta indios de la Reserva de Pine Ridge -y hay quien dice que fueron trescientos- habían muerto de modo violento e inexplicado, en su inmensa mayoría como resultado de la actividad instigada por nuestro gobierno federal. Y de esto hay pocas dudas.

Con complicidad oficial, se brindó armas, entrenamiento y motivación a un grupo paramilitar de delincuentes que orgullosamente se dio el nombre de GOON (Guardianes de la Nación Oglala), a fin de crear una ola de violencia, que todavía se recuerda como el "reinado del terror", contra los indios tradicionales y sus partidarios, incluido el Movimiento Indio Americano (AIM). Solo en marzo de 1975 fueron asesinados siete indios y sus muertes apenas fueron investigadas a pesar de la presencia de un ejército de agentes del FBI y otros agentes federales del orden, estaduales y tribales. Debido a ello, los Ancianos del pueblo lakota (sioux) pidieron al Movimiento, como habían hecho dos años atrás en Wounded Knee, que enviara a algunas personas que los protegieran. Y yo digo: gracias a Dios que el Movimiento lo hizo.

Un pequeño grupo de miembros valientes y entregados del Movimiento -menos de diecisiete personas y sólo seis de ellas hombres, entre ellos Leonard Peltier- llegó a proteger a los indios tradicionales de la violencia consentida e iniciada secreta e ilegalmente por nuestro gobierno. Esos miembros del Movimiento, a los que se unieron los tradicionales del lugar, armaron una ciudad de tiendas de campaña, a la que llamaron "campamento espiritual", en los lejanos terrenos propiedad de Harry y Celia Jumping Bull en Pine Ridge, dos ancianos que temían desesperadamente por la vida de sus seres queridos debido a las constantes amenazas de los GOON.

Debemos recordar que aquella fue una época de paranoia oficial contra todos los grupos disidentes que quedaban cuando la guerra de Vietnam tocaba a su fin. Todo esto guardaba relación. No debemos olvidar nunca las desgarradoras palabras de Martin Luther King Jr. en 1967 cuando se pronunció en contra de la guerra en Vietnam y declaró: "El mayor proveedor de violencia en el mundo es mi propio gobierno".
No cabe la menor duda de que nuestro gobierno estaba generando violencia en aquella época contra los indios tradicionales de Pine Ridge como forma de control y dominio, algunos creen que actuando en nombre de intereses energéticos que pretendían sustraer las vastas riquezas minerales sin explotar de la Reserva, en especial el uranio.
En el planeta hay bastante más de 200 millones de indígenas, quizás hasta 300 millones. Viven en seis continentes y en incontables islas. Y en todas partes son la especie humana en mayor amenaza de extinción. Sin embargo, la supervivencia de la humanidad depende de su salvación.
Leonard Peltier es el símbolo de esa lucha. Me aflige, entristece e indigna que tantos estadounidenses hayan olvidado, o quizás no sabido nunca, quién es y qué representa. Si lo olvidamos, olvidamos la lucha en sí. Curiosamente, es más conocido fuera del país -en Europa, en el Canadá, en América del Sur, en Asia y �frica- que aquí. Personas progresistas de todo el mundo ven en él la lucha de todos los pueblos autóctonos por su vida, su dignidad, su soberanía y su futuro. Y se preguntan: ¿cómo puede este hombre haber estado tanto tiempo en la cárcel cuando quienes lo retienen conocen de su inocencia? Aquí, en los Estados Unidos, su voz y el apremiante mensaje de los pueblos indígenas de todas partes han sido apagados cuando no silenciados. Quienes lo pusieron entre barrotes -e insisten en mantenerlo allí después de casi un cuarto de siglo- creen haberlo enviado al basurero de la historia, junto con la causa de todos los pueblos indígenas.

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